30 setiembre 2010

El VIH/sida en el Perú

La epidemia de VIH/sida ya ha cumplido 25 años en el Perú. Según los datos reportados por la Dirección General de Epidemiología hasta el 31 de diciembre del 2009 se han reportado 39,890 casos de VIH y 25,636 casos de Sida
La principal vía de transmisión continúa siendo la sexual con 97% de los casos, seguida de la transmisión vertical de madre a hijo con 2% y en tercer lugar la transmisión sanguínea con el 1% de los casos.
La epidemia del VIH/SIDA en el Perú según los parámetros de UNAIDS todavía se encuentra en el nivel de epidemia “concentrada” porque la prevalencia de VIH en hombres que tienen sexo con otros hombres (HSH) está por encima del 5% y la prevalencia de las gestantes permanece debajo del 1% En este sentido, de acuerdo con los estudios de vigilancia centinela en la población HSH, la prevalencia de VIH es de 13.9%; mientras que en las gestantes se encontró una prevalencia de VIH de 0.23% en el año 2008.
Durante los años 1996 y 1998, el Ministerio de Salud a través del Programa Nacional de Control de ITS, VIH􀍲SIDA (Ex 􀍲 PROCETSS) realizó los primeros estudios de vigilancia centinela en población de hombres que tienen sexo con otros hombres (HSH). Posteriormente, la Dirección General de Epidemiología en colaboración con la Asociación Civil􀍲 IMPACTA ha realizado estudios de vigilancia epidemiológica en población HSH durante los años 2000 y 2002 preservando los criterios de inclusión de vigilancias anteriores, y se ha podido observar que existe población identificada como travesti que presenta elevada prevalencia de VIH 32.2% en año 2002
Esto significa que al interior de la categoría HSH existe una serie de sub􀍲poblaciones específicas que pueden tener un universo que debe ser sistemáticamente delimitado y cuya diversidad requiere de mayores estudios.
En el país existen algunas investigaciones recientes que demostrarían que es en la población trans4 donde se estaría presentando una mayor vulnerabilidad en la dinámica de la epidemia del VIH en el país.
En un estudio realizado en Lima Metropolitana entre la población gay, transgénero y bisexual, que dio como resultado que el 33% de las personas trans había contraído VIH y el 51% había contraído sífilis5. Un estudio reciente de la Universidad Peruana Cayetano Heredia en conjunto con la Red/Trans Perú en Lima Metropolitana ha dado como resultado una prevalencia de casi 30%6; ello nos permite inferir que es la población trans la sub􀍲población que registra la mayor prevalencia de VIH/sida. Con respecto a población de trabajadoras sexuales, ésta es considerada una población de alta prevalencia de ITS.
En referencia a la razón hombre􀍲mujer, a comienzos de 1990 ésta era de 12 a 1; la relación ha ido reduciéndose hasta llegar a estabilizarse en 3 a 17, relación que se mantiene hasta la actualidad.
Según la Dirección General de Epidemiologia, la razón Hombre􀍲 mujer es de 3:1 y el 80% del reporte de casos de VIH􀍲SIDA son varones y el 20% mujeres. La mediana de la edad de casos de SIDA es de 31 años, eso significa, que la exposición a la infección por el VIH es estaría alrededor de los 20 años, es decir en población joven. En resumen, la población principalmente afectada por la infección del VIH son los hombres que tienen sexo con otros hombres (HSH), parte de ellos, tienen un comportamiento bisexual y ellos están llevando la epidemia hacia las mujeres y ellas al salir embarazadas , transmiten la infección a sus hijos.
Algunos sectores de la sociedad civil señalan un escenario de aparente y progresiva feminización de la epidemia, sin embargo no hay evidencia epidemiológica clara al respecto tomando en cuenta que no se han desarrollado investigaciones de vigilancia centinela o similares en población de mujeres en edad fértil y sexualmente activas (la mayor parte de investigaciones hechas en mujeres han sido en mujeres trabajadoras sexuales o mujeres gestantes) esta preocupación sugiere la necesidad de desarrollar intervenciones de prevención inter y multisectoriales especialmente en las áreas de Salud Sexual y Reproductiva, incluida la prevención de la violencia por género.
En cuanto a la distribución geográfica de los casos, la mayoría de ellos se presenta en las ciudades de la costa y la selva peruana, concentrándose predominantemente en zonas urbanas, en los departamentos de Lima, la Provincia Constitucional del Callao, seguidos por Arequipa, Ica, Loreto, La Libertad, Ancash, Piura, Lambayeque, Tumbes y Junín; principalmente en las capitales de departamento que poseen alta densidad poblacional y, cuya actividad comercial y mayor posibilidad económica y de desarrollo, produce un significativo flujo migratorio.
Hay indicios de un progresivo incremento de casos en poblaciones originarias, en especial entre algunos grupos indígenas de la Amazonía peruana; aunque se requiere estudios más amplios para dar cuenta objetiva de esta nueva realidad.
Se estima, además, que existe una población de personas que viven con VIH/SIDA ; en cuyo caso siendo la proyección de los casos VIH positivos de 76,0008.
Con respecto a la distribución de la epidemia por edades el 41% de casos corresponde a personas con edades que fluctúan entre los 25 y 34 años, lo cual demostraría que la edad de infección se encontraría en la adolescencia o los primeros años de juventud.
La respuesta institucional y social frente al VIH
En el Perú existe una amplia gama de actores que confluye en el desarrollo de la respuesta al VIH/sida.
Por el sector gubernamental se encuentra en primer lugar el Ministerio de Salud, ente rector de las políticas de Salud en el país; para el cumplimiento del rol que le corresponde asumir en la respuesta sanitaria frente al VIH/Sida, el MINSA cuenta con dependencias en su interior entre los que se encuentran: la Dirección General de Salud de las Personas (DGSP) de la cual depende funcionalmente la Estrategia Sanitaria Nacional de Prevención y Control de ITS y VIH/Sida (ESNITSS), el Instituto Nacional de Salud (INS), el Seguro Integral de Salud (SIS), la Dirección General de Medicamentos, Insumos y Drogas (DIGEMID) y la Dirección General de Epidemiología (DGE).
Es preciso indicar, en este contexto, que las modificaciones administrativas realizadas a la estructura del MINSA en el año 2004, orientadas a avanzar en la construcción de un Sistema Nacional de Salud, afectaron el poder de decisión y ejecución a la ESNITSS, que pasó, de ser un programa vertical con presupuesto propio, a una estrategia transversal con carácter técnico y normativo lo cual afectó, a su vez, a la consecución de sus objetivos como autoridad nacional en la respuesta al VIH/SIDA
En los últimos años otras instancias gubernamentales como el Ministerio de Educación, la Defensoría del Pueblo, el Ministerio de Trabajo, el Ministerio de Justicia con el Instituto Nacional Penitenciario (INPE) han mostrado distintos niveles de involucramiento en la respuesta desde sus respectivas áreas de trabajo. Del mismo modo el Instituto Peruano de Seguridad Social (ESSALUD) y los Ministerios del Interior y Defensa (a través de la Sanidad de las Fuerzas Policiales y el Sistema de Salud del Ejército, La Marina y la Fuerza Aérea) han contribuido técnica y financieramente con programas de prevención, atención y tratamiento para sus afiliados en diferentes niveles.
Como expresión de un enfoque multisectorial ubicamos a La Coordinadora Nacional Multisectorial de Salud (CONAMUSA) creada por Decreto Supremo 007-2007-SA, órgano nacido como Mecanismo Coordinador de País (MCP) para los proyectos del Fondo Mundial, que monitorea y supervisa el correcto desempeño y uso de los recursos donados por esta entidad para la respuesta nacional.
En el sector de la Sociedad Civil identificamos como principales actores a las Organizaciones no Gubernamentales, las universidades, las iglesias, las organizaciones de personas que viven con VIH (PVVS) y, más recientemente, las organizaciones de poblaciones vulnerables (gay, trans y trabajadoras sexuales); estas organizaciones se encuentran en proceso de consolidación y van teniendo una presencia cada vez más importante en los órganos de toma de decisiones como la
CONAMUSA.
Finalmente también intervienen en la respuesta al VIH/Sida la Cooperación Internacional tanto bilateral como multilateral (ONUSIDA, UNFPA, OPS, UNICEF, USAID, PNUD, OIT, entre otros).
Financiamiento, Políticas y Construcción de Multisectorialidad
Desde el año 2003, como se puede apreciar en el cuadro de legislación a favor de la lucha contra el VIH, se han dado grandes avances normativos, siendo uno de los más importantes el acceso a Tratamiento Antirretroviral de Gran Actividad (TARGA) provisto por el Estado, habiendo llegado a cubrir a la gran mayoría de Personas que Viven con VIH (PVVS).
Actualmente se cuenta con un Plan Estratégico Multisectorial (PEM) (2007-2011) aprobado por Decreto Supremo 005-2007-SA, el cual debe guiar las acciones de fortalecimiento de Respuesta Nacional; la cual se encuentra en un proceso de descentralización que ha involucrado a los gobiernos regionales y locales, la sociedad civil y las organizaciones de poblaciones vulnerables y afectadas en las 14 COREMUSAS (Coordinadoras Regionales Multisectoriales de Salud) ya formadas.


Conclusiones
1. Las políticas y programas de prevención y control de
l VIH no logran insertarse en el país en una política mayor de salud sexual inexistente que relacione a los distintos programas y acciones de manera sinérgica.
Se circunscribe a responder el daño y no se involucra en la transformación de los condicionantes sociales que crean las vulnerabilidades en algunos grupos de personas, en particular en mujeres, poblaciones trans, niños, niñas y adolescentes, personas dedicadas al trabajo sexual y mujeres privadas de su libertad.
2. La participación de los distintos grupos de mujeres no debe circunscribirse a la existencia de una epidemia generalizada, ni a la participación de mujeres con VIHVVS, se hace indispensable que el Estado genere las condiciones para que las mujeres participen en la prevención desde una perspectiva de género, y luchen contra las relaciones inequitativas aún imperantes en nuestra sociedad. Esto será posible cuando se conciba la respuesta desde una perspectiva más amplia de salud sexual.
3. De la misma manera la participación de las poblaciones trans no será real mientras no se supere la concepción de homogeneidad y distante de la realidad que plantea la denominación sanitarista de “hombres que tienen sexo con otros hombres”, que minimiza y oculta la visión de la población trans, e invisibiliza los patrones de conducta y necesidades particulares. Esto será posible desde una perspectiva de salud sexual y derechos ciudadanos que respete irrestrictamente la diversidad de opciones sexuales y de género.
4. Las acciones propiamente sanitarias de prevención y control de VIH/Sida han debilitado sus estrategias preventivas, han focalizado sus esfuerzos en la implementación del tratamiento antirretroviral, aún son deficitarios los sistemas de información, incluidos los relacionados a las reacciones adversas y el seguimiento a la resistencia a los medicamentos. Se hace indispensable el fortalecimiento de las acciones preventivas en poblaciones de trabajadoras sexuales y poblaciones trans.
5. Existe una normatividad para el control de la transmisión vertical, que da acceso a las gestantes a una prueba rápida y descarte de VIH, de resultar positiva a la prueba la madre cuenta con profilaxis y leche maternizada en la expectativa que el infante a los 18 meses logre la serorreversión. No obstante el avance normativo, más allá de la voluntariedad o no de la prueba, a nivel programático se han encontrado serias deficiencias relacionadas al acceso a medicamentos e insumos, calidad de la atención y acceso a los servicios de salud.
6. Se hace necesario estrechar las vinculaciones entre las estrategias sanitarias de salud sexual y salud reproductiva, vida adolescente y VIH/Sida a nivel central en torno a la normatividad, la planificación y la evaluación de resultados, como también a niveles operativos para generar verdaderas sinergias de las acciones. Se deberá lograr la prevención de VIH desde las distintas acciones y estrategias, así como fortalecer la atención integral de salud sexual y salud reproductiva a los denominados grupos de elevado riesgo de ITS y VIH: adolescentes vulnerables, trabajadoras sexuales, gays, trans y en las poblaciones: mujeres y varones con VIH.
7. A pesar de los avances significativos en el entorno del Minedu, al contar con dos documentos de lineamientos de inclusión temática en los contenidos de la educación básica, es importante mencionar que el proceso es de mediano plazo en la medida que no basta la normatividad sino los recursos humanos con los cuales se implementarán las acciones. Hacen falta recursos y voluntad política para instalar a nivel operativo la educación sexual de manera consistente. No existen programas de acceso a condones en jóvenes y sigue existiendo una cultura adulta que cuestiona la sexualidad activa adolescente que se impone como una barrera cultural para el acceso de los adolescentes a los condones y a prevenir.
8. Existen políticas relacionadas a los derechos reproductivos y a controlar la violencia fundamentalmente; sin embargo, es importante anotar que las relaciones entre estas iniciativas y las de los programas de VIH/Sida son mínimos a pesar de los nexos naturales entre los problemas como son: la pertinencia de la doble protección con el uso de condón, la alta prevalencia de violencia en poblaciones de mayor vulnerabilidad al VIH —trabajadoras sexuales y poblaciones trans— y todas las condiciones sociales de base que constituyen vulnerabilidad de las personas a estos problemas, como las relaciones inequitativas de género o la censura a la diversidad sexual.
9. Las políticas, programas y acciones del gobierno dirigidas a la promoción de la responsabilidad masculina en cuestiones de salud sexual y salud reproductiva son muy puntuales, las acciones programáticas relacionadas a la igualdad entre los géneros al constituirse en muchos espacios sectoriales en perspectivas transversales, en muchas acciones se limitan a una relatoría pero no han sido operacionadas a actividades concretas que puedan ser visibilizadas, reportadas y evaluadas.
10. En torno a las poblaciones de trabajadoras sexuales y poblaciones trans no hay una política de promoción y reconocimiento de sus derechos ciudadanos, incluidos el acceso a la atención de salud. Se hace indispensable visibilizar sus condiciones de vulnerabilidad frente a la epidemia y que los programas de salud, control de la violencia y otros reconozca su especificidad y desarrollen estrategias explícitas de trabajo con estas poblaciones, solo así podrá garantizarse el ejercicio de sus derechos sexuales y con ello la prevención de VIH.
11. Debilidad o insuficiencia de acciones de prevención y tratamiento integrales en el contexto de las instituciones penitenciarias que permitan el respeto del derecho a la salud de las mujeres privadas de su libertad.
12. No hay políticas ni programas de apoyo integral para niños, niñas y adolescentes con VIH que superen la declaratoria de derechos a nivel educativo. Acciones concretas de apoyo en vivienda, alimentación, salud y educación desde una perspectiva de derechos humanos y lucha contra la estigmatización por vivir con VIH a nivel nacional.

Fuente: Informe Nacional sobre los Progresos realizados en la Aplicación del UNGASS Perú - Periodo Enero 2008 a Diciembre 2009 elaborado por Ministerio de Salud - Equipo UNGASS 2010, Lima 30 de marzo de 2010.
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08 agosto 2010

Música y danza en el antiguo Perú

El pasado del Perú y de toda el área andina hasta la destrucción del Imperio del Tawantinsuyo
no es un capítulo aparte, ya olvidado de la historia, sino la raíz más honda en donde podemos encontrar en gran medida la razón y las causas de los acontecimientos más importantes y cotidianos de nuestra realidad.
Por eso consideramos que la finalidad de un museo no debe ser sólo la exhibición de objetos preciosos de puros efectos esteticistas sino, además, enseñar que esos objetos y monumentos pertenecen a nuestra historia, porque son parte de la herencia que construyeron y dejaron las sociedades que nos antecedieron.
Es cierto que al llegar los españoles a estas tierras interrumpieron y fragmentaron
terriblemente todo lo que hasta entonces existía y que muchos criollos y mestizos de
las altas clases sociales desvirtuaron y desestimaron nuestra historia de aproximadamente
150 siglos, de tal forma que no quisieron vincular nuestros orígenes a América
sino a Europa. Pero cultura tan sólida, labrada en tantos milenios como la andina,
construida por hombres ancestralmente resistentes y laboriosos que dominaron la áspera
naturaleza de este territorio, por lo mismo, está logrando superar las adversidades
producidas por el enfrentamiento con quienes, si bien hoy no son los mismos de hace
cinco siglos, tampoco son diferentes a los que con espada, arcabuz y caballos soñaron
convertir nuestro territorio en una eterna colonia.
2. Arte y Sociedad
La historia de las artes musicales y coreográficas del Antiguo Perú, comienza hace
15 mil años aproximadamente, cuando el hombre precolombino, trajinando siglos,
fue perfeccionando las técnicas con que satisfacer sus necesidades, entre ellas las de
expresión como la música, la danza y el canto. Es así como progresivamente, desde
los primeros habitantes que vivieron en las oquedades rocosas y cobertizos naturales
de los Andes, fueron precisando generación tras generación las líneas melódicas de
los cantos y música por las que seguramente sintieron preferencia; ordenando los movimientos
corporales para ir dando paso a ciertas formas coreográficas; adiestrándose
en el canto y en la ejecución de los instrumentos musicales; inventando y perfeccionándolos,
creando originales cantos, música y danzas. Los estilos de estas artes tal
como hoy las conocemos son el corolario de un largo proceso de maduración, fijación
y mestizaje en el desarrollo técnico, estético y creativo de la cultura andina.
Sin embargo, este desarrollo de las artes no se realizó aislado del desarrollo de las
sociedades, ni se efectuó en estado idílico. Por el contrario, su proceso se viene efectuando
desde hace siglos en medio de una constante lucha entre grupos, pueblos, aldeas,
reinos e imperios, en la que la destrucción de Imperio del Tawantinsuyo (figura
1) es un importante hito en la larga historia del área andina. Pero el desarrollo tecnológico
también produce cambios en la sociedad, pues al impulso de aquél se van produciendo.
Así, por ejemplo, el cazador y recolector nómada andino que tecnificó sus
conocimientos pasó a ser agricultor, hizo que apareciesen sacerdotes guerreros (una
clase de conductores sociales y religiosos que adquirió gran poder) y que el desarrollo
y los conocimientos técnico-agrícolas impulsasen la formación de centros urbanos y
luego reinos; dándose en cada una de esas etapas formas de producción, relaciones
de trabajo y organizaciones correspondientes.
Estos estados de desarrollo fueron, a la vez, modificando sustancialmente las concepciones
artísticas y propusieron procedimientos para éstas y formas de usar sus resultados.
Tal como sucedió en cualquier latitud, el productor de arte, es decir el artista,
no siempre ocupó la misma ubicación en la sociedad, ni su obra tuvo el mismo significado
cuando la sociedad sufrió cambios.
3. La invasión o la así llamada conquista
El Perú Antiguo, por su parte, tuvo un desarrollo tecnológico propio, un desarrollo
notable que alcanzó a pesar de ser un pueblo ágrafo. Todo lo que dejaron nuestras antiguas
generaciones demuestra que en el área andina hubo excelentes arquitectos, ingenieros,
agricultores, ceramistas, tejedores, escultores, orfebres y constructores de
instrumentos musicales y sonoros. Casi no hubo material que no trabajaran. A través
de sus cuantiosas obras nos hacen conocer no sólo sus conceptos estéticos, sino sus
observaciones sobre ritos, ceremonias, danzas, escenas cotidianas, vestimentas, tocados,
adornos, rostros, deidades y otros tantos personajes y detalles que sería interminable
enumerar.
Sin embargo, la invasión o conquista del Tawantinsuyo por los hispanos es la que
descalabró el proceso de desarrollo cultural técnico del área andina. La historia peruana
de milenios quedó marginada y fragmentada; esto sucedió no sólo con la historia,
sino que esa marginación alcanzó también a los hombres que la hicieron.
Siglos de labor de varias generaciones fueron destruidos por la ambición de oro y
plata y por los procedimientos, a veces sutiles a veces agresivos, de las autoridades
eclesiásticas coloniales para imponer la religión católica.
Las tareas evangelizadoras realizadas con mucha desilusión y penuria se agregaron
a las efectuadas en la conquista. El resultado fue la destrucción de valiosos objetos de
oro y plata de nuestra historia, al convertirlos en barras. En otros casos, cuando no tuvieron
este destino, el delirio catequizador católico sistemáticamente los destruyó o
quemó. A todo esto se sumó la represión de las costumbres, la destrucción de monumentos
y la marginación en la explotación del hombre andino. La colonización y el
colonizador hispano se hicieron sentir. Al respecto, el Padre Cabello de Balboa (1920
[1586], véase también Poma de Ayala 1944 [1615]: fojas 388 a 391), comentando la
captura de Atahualpa, dice que luego de ésta,
«al día siguiente se entregaron al pillaje del palacio y se apoderaron del oro, la plata y
de todo lo que había de valor»,
y que Pizarro ordenó la incautación del oro del templo de Pachacamac y del Cusco
para hacer efectivo el rescate ofrecido por Atahualpa. El mismo Balboa escribe refiriéndose
a la sentencia de muerte de Atahualpa:
«Nosotros no haremos juicio sobre esta sentencia. Los tesoros que había dado por su
rescate fueron repartidos entre los españoles; formaban una suma de un millón veinticinco
mil quinientos castellanos de oro y cincuenta y dos mil marcos de plata. Cada jinete
recibió novecientos pesos de oro y trescientos sesenta marcos de plata. Cada infante
tuvo la mitad de esta suma. En cuanto a Francisco Pizarro y sus capitanes, ya se puede
suponer la cantidad que recibieron».
La actitud mesiánica del clero, el exceso de celo religioso colonialista en la catequización
labró disposiciones y articulados compulsivos, que minuciosamente indicaban
cómo en los pueblos los frailes habían de comenzar una visita para descubrir a
los idólatras, brujos y hechiceros, lo mismo que huacas, ídolos y objetos vinculados
al culto andino para destruirlos. Es así que el religioso Pablo Joseph de Arriaga (1910:
83 [1621, Cap. XIV]) aconseja a los visitadores o curas extirpadores de idolatrías:
«quinto: preguntar a quien sabe curar en el pueblo que a menester; y en trayéndole llamarle
aparte en achaque de cura, y examinalle a muy en secreto como está dicho; porque
es muy ordinario que los curanderos son ministros de idolatría»
Luego continúa:
«Es cierto que a pocos lances se descubre el hilo, y por él el ovillo. También se advierte
que en esta inquisición de la Idolatría no se pueden guardar los ápices del derecho, porque
no se hará nada, sino atender a sola la verdad, procurando lo más, que se pudiera
acomodarse al orden del derecho».
Por otra parte, para completar este panorama evangelizador, alguien propone en
una Relación (Blas Valera 1950 [ca. 1585]: 199-200) para catequizar
«componerles letras en su lengua a lo divino y hacer a los niños que las canten ante
ellos, para que así se olviden de los cantos antiguos, y por vía de la música se les encajone
la declaración de los Artículos y Mandamientos y Sacramentos y Obras de Misericordia »
Sin embargo, a pesar de la espesa capa con que arduamente trató de sepultar el poder colonial la cultura y las costumbres andinas, desde el comienzo mostró no ser
suficiente. Es por eso comprensible la angustia del Padre Arriaga al referirse a las danzas y fiestas que en Lima estaban amalgamándose, en forma sumamente preocupante,
con los ritos católicos. Tratando de componer esta situación Arriaga (1910: 45 [1621,
Cap. VIII]) denuncia que
«antes usaban de todas éstas públicamente y hacían sus fiestas y danzas a la vista de los españoles y curas y aquí en el Cercado de Lima las hemos visto muchas veces. Y es cosa cierta y averiguada que en muchas partes con achaque de la fiesta del Corpus, hacen la fiesta de Oncoymita»
La agresión colonial sistemática y generalizada no sólo desarticuló nuestra historia
sino, como dijimos más arriba, también la desestimó. Sin embargo, todo esto que
debió concluir con la Independencia, continuó en la etapa republicana, aunque los
pueblos andinos de hoy van encontrando su propia identidad a través de sus raíces
culturales para lograr integrarse en una gran nación. Es así como algunos arqueólogos,
historiógrafos y estudiosos están interesados y comprometidos en conocer nuestra verdadera
historia antigua y el papel que jugaron las clases y culturas dominadas y dominantes
antes y después de la conquista.
Entre los objetos y monumentos que los arqueólogos encuentran en sus excavaciones
se hallan los instrumentos musicales. Pero un instrumento dice muy poco acerca
de la música o de la ocasión y forma en que se usó. Por eso es importante estudiar las
escenas en los ceramios, tejidos, frisos y losas, así como las que hay en los trabajos
de orfebrería y las de otros innumerables objetos que nos describen algo de la historia
del Antiguo Perú. Tampoco hay que olvidar las crónicas, documentos y dibujos de
quienes participaron u observaron los primeros momentos de la conquista.
4. Arte y Arqueología
Del Perú Andino, los arqueólogos en sus excavaciones hallaron parte de la historia
de la música y de la danza del hombre andino.
En Kotosh, por ejemplo, que no está muy lejos de la ciudad de Huánuco, se encuentra
el Templo de las llamadas «Manos Cruzadas» (Brazos Cruzados). Para la historia
de la música peruana este monumento es importante, porque en él se descubrió
uno de los más antiguos instrumentos musicales: un silbato muy pequeño de hueso
que data de más de 3.000 años a.C. (figura 3), así como algunos silbatos que, al parecer,
fueron usados para cazar o hacer algún tipo de señales.
Chavín (1000 a.C.) alcanzó un alto grado de desarrollo técnico. Sólo hay que observar
la ubicación del Templo de Chavín de Huantar, recorrer sus intrincadas galerías
subterráneas y el sistema sonoro hidráulico para convencerse de que los conocimientos
de los chavinenses eran notables. Este sistema que estudió Luis G. Lumbreras (1976),
fue construido para ambientar con sonido el «Lanzón» ubicado en una galería subterránea
del Templo. Para conseguir este efecto sonoro, se aprovecharon los desniveles
del curso de los ríos Mosna y Wacheqsa entre los que se encuentra el Templo, conec-
tando los dos ríos a través de un canal por el que se desliza el agua del río que está en
el curso de nivel más alto hacia el del que lo tiene más bajo.
El canal (figura 4) está diseñado para generar turbulencia artificial del agua circulante.
El sonido que produce este artificio era conducido por otros canales, que estaban
conectados a unas cámaras en que se le reservaba y enviaba en la misma forma para
que terminase en unas bocas o ventanas ubicadas en las paredes del recinto subterráneo,
donde está ubicado el Lanzón. Esto hace suponer que el sistema ambientaba al
Lanzón de tal manera que «rugiera» como una horda de pumas, mientras el sacerdote
oficiaba alguna ceremonia.
Precisamente en este lugar, en una de las losas de la denominada Plaza Circular, al
lado del Templo, los arqueólogos encontraron también un pututo, trompeta ceremonial
hecha con un caracol marino Strombus galeatus.
En Chavín, igualmente, tuvieron silbatos de cerámica. Uno de ellos representa la
cabeza de un águila. Por su excelente factura suponemos que perteneció a una importante
personalidad que lo utilizó con una finalidad desconocida. El silbato tiene una
argolla en la que, aparentemente, aseguraban un cordón que probablemente colgaban
del cuello.
Vicús, Paracas, Moche, Nasca, Chimú, entre otras, fueron culturas y reinos que produjeron
un arte muy propio. Del material arqueológico de algunas de éstas se puede
deducir cómo eran sus ritos y ceremonias.
Los vicús (500 a.C.), por ejemplo, produjeron varios instrumentos musicales, pero
los más conocidos son las botellas silbadoras, los silbatos-caracol y los tambores de
cerámica. En metalurgia destacaron por el uso del cobre dorado y los remaches y engrapes
con que reemplazaban a la soldadura; o por las lentejuelas de 2 a 5 cm. de diámetro
con que adornaron ciertos atuendos compuestos de vestimentas, coronas,
abanicos de metal y venados recortados en láminas de metal. Se deduce de todo este
atuendo que la intención de quien lo vestía era producir ruido metálico por el entrechoque
de las superficies doradas. Probablemente esta indumentaria fue usada para
una danza ceremonial o en algún ritual o para otra finalidad que aún falta determinar.
Los moche (200 a.C. - 500 a. C.) han dejado cuantiosa información relacionada
con escenas en que es difícil distinguir si lo que uno ve corresponde a un cortejo o a
una danza o a los preparativos para un sacrificio humano. En estas escenas las bocas
abiertas sugieren el canto, mientras uno o dos ejecutantes de antaras o flautas de Pan
y algún tamborilero rodean o acompañan a la probable víctima.
Otros dibujos moche pueden considerarse definitivamente danzas (figura 5). Claramente
los artistas han dibujado en algunos de sus ceramios escenas en que uno o
dos flautistas acompañan a hombres tomados de la mano o de una larga cinta, en una
inconfundible actitud de danzar, describiendo posiblemente una coreografía de carácter
agrícola. Sin embargo, no siempre los dibujos son tan explícitos, pues en algunos
parece faltar un dato importante que define una danza: la presencia de un instrumento
musical o un instrumentista. Es por eso que, de las muchas escenas en alto relieve o
dibujadas por los moche en sus ceramios, sólo de algunas se puede afirmar con certeza
que fueron danzas lo que el artista observó.
Los nasca (200 a.C. - 500 d. C.) dejaron documentos de su vida cotidiana. Entre
ellos la tableta escultórica de un grupo evidentemente popular, que va o regresa de alguna
fiesta o ceremonia, mientras un personaje toca una antara. Otros ceramios escultóricos
o con dibujos representan a instrumentistas o a bailarines.
Los instrumentos musicales nasca son variados. La abundancia de antaras de cerámica
de diversas formas y tamaños sugiere que fue un instrumento popular. También
hay abundantes timbales (tambores) de cerámica, algunos pequeños de pocos centímetros
y otros de considerable dimensión, casi de metro y medio. Los silbatos son
antropomorfos y zoomorfos, unos de un solo sonido y otros con dos sonidos para pro-
226 Revista Española de Antropología Americana
2009, vol. 39, núm. 1, 219-230
César Bolaños Música y danza en el antiguo Perú
ducir estridencia, probablemente para usos de guerra. No todos los instrumentos musicales
nasca fueron hechos con la misma calidad en su acabado y ornamentación. Algunos
tienen un exquisito diseño que induce a pensar que les dieron algún especial uso ritual, ceremonial o festivo.
En una tumba, por ejemplo, Julio C. Tello en 1929 encontró trece antaras de cerámica
complementarias (Bolaños 1988) y otras ofrendas y adornos, que estaban al lado
de un fardo muy deteriorado, cuya momia pudo ser de un músico o de algún funcionario
notable que tuvo que ver con la actividad musical.
Lo importante del estudio de las antaras de esta tumba es que los sonidos de todas ellas estaban interrelacionados, como si todas las antaras hubieran pertenecido a un conjunto instrumental, muy parecido a como actualmente los sicuris aymaras acostumbran organizar (para hacer música) sus antaras de caña, que llaman sicus. Se reúnen en grupos de dos o más pares de ejecutantes, hasta a veces conformar grandes
conjuntos, en los que cada uno, en sus sicus, tiene parte de la gama de sonidos de su escala musical.
Todas estas culturas, además de otras que no hemos nombrado, son parte de la historia
antigua de la música, la danza y el canto andino.
5. Los incas
Con el advenimiento de los incas hacia el 1400 d.C., el Tawantinsuyo se extiende
desde el Cusco en todas las direcciones, conquistando reinos cuyas historias culturales
tuvieron dinámica propia y orígenes que se perdían en épocas remotas. Es el caso del
reino Chimú y el de Chincha, para citar algunos. Sin embargo, para estos pueblos, la
conquista inca no significó el abandono de sus costumbres musicales.
Son las crónicas y otras fuentes históricas las que nos permiten conocer algunas
costumbres vinculadas al uso de los instrumentos musicales, la voz y el movimiento
corporal en el Tawantinsuyo. Por ejemplo, sabemos que para algunos ritos se ponían
los mejores vestidos, se adornaban con tocados, chaperías y botones de plata y plumas
de guacamayos de diversos colores y alzacuellos de plumas. Con toda esta indumentaria,
denuncia Arriaga (1910: 30 [1621, Cap. V])
«invocan el nombre de la huaca, alzando la voz, diciendo un verso solo, o levantan las
manos o dan una vuelta alrededor»
Según otros cronistas había cantos que estaban relacionados con el trabajo, como
el haylli, cuyo ritmo daba orden y rendimiento a las labores de labranza de cuadrillas
de familiares que sincronizaban sus movimientos con el canto. Al final de cada verso
concluían diciendo todos haylli, es decir, triunfo.
Movimiento y danza fueron dos aspectos coreográficos llamados taki, cuando el
canto los apoyó rítmicamente. Guamán Poma de Ayala (1944 [1615]: folios 783-784),
es quien da una relación de estos cantos-danza para proponer a la corte de España que
el pueblo andino los baile y cante en las fiestas religiosas, delante del Santísimo Sacramento.
Según Garcilaso (1943 [1609], tomo II: 218), los incas tenían un bailar suave y honesto,
sin brincos ni saltos ni otras mudanzas. Sólo bailaban los varones; no consentían
en esto a las mujeres. Cuando danzaban lo hacían doscientos o trescientos tomados
de la mano, uno al lado del otro, pasando cada brazo por detrás de quienes estaban a
sus costados.
El Inca sentía gran atracción por la música y las fiestas. Cuando se reunían con sus
capitanes a comer, usualmente había alguna takiaclla, mujer virgen y joven que cantaba
al compás de una tinya o pequeño tambor. Si paseaba con su mujer, la colla, en
su quispiranpa o anda, lo hacía acompañado de músicos y bailarines. En ocasiones
de carácter bélico tampoco le faltaron músicos y bailarines. Un cronista, Pedro Pizarro
(1986 [1571]: 37), relata que cuando Atahualpa fue a entrevistarse con Pizarro, en la
Plaza de Cajamarca, además de la lujosa anda en que lo transportaban y del esplendoroso
séquito de literas que lo seguía, iba un grupo de guerreros cantando temibles
cantos de guerra, que no auguraban nada bueno para los conquistadores.
Las collas sintieron también placer por la música. Unas gustaban cantar acompañándose
con un tambor, otras ir a ciertos lugares donde escuchaban los pinkullos o
flautas. También les agradaba la música de los pueblos conquistados, por lo cual enviaban
artistas al Inca para que se regocijara escuchándolos. Hubo ceremonias y fiestas
oficiales en donde la música y la danza fueron necesarias: cuando regresaba el Inca
después de una guerra de conquista o nacía el hijo heredero del Inca y en otras ocasiones.
Para la vida, la muerte, el placer, el dolor, el amor y la guerra y para los fenómenos
naturales hubo música. Los sonidos y ruidos tuvieron un uso mágico o religioso.
Dicen, por ejemplo, que los tupus de plata o de cobre que usaban las mujeres para sujetar
sus mantas los soplaban para ahuyentar la neblina. En otros casos cuando la luna
se eclipsaba, hacían gran ruido para protegerla del ataque de un puma y una sierpe
que querían devorarla. Daban grandes voces y gritos, llegando hasta azotar a los perros
para que aullaran; los varones se vestían como para guerrear, y tañían bocinas y tambores;
y dando alaridos tiraban flechas y lanzas hacia la luna con grandes ademanes
como queriendo herir a la sierpe y al puma para que no consiguieran su propósito.
6. Proyección histórica del arte andino
Música, canto, danza, ruido, grito fueron para el hombre andino parte integrante
de la vida social; con ello manifestó sus creencias religiosas, su actividad laboral, costumbres
comunales y familiares. En las antiguas fiestas oficiales incas parecen reunirse
todas estas manifestaciones.
Sin embargo, estas fiestas y ceremonias del Antiguo Perú se diferencian de las actuales
sólo en su giro formal, sobre todo si se atiende a lo religioso. Antes fue el sol y
la luna, los huamanis y apachetas o algún ídolo a los que conferían poderes sobrenaturales.
Hoy las imágenes católicas los reemplazan. Sin embargo, los dioses tutelares
permanecen inalterables, porque pertenecen a la naturaleza misma, ancestral y viviente,
como los cerros, lagunas, cumbres, la madre tierra. Y es que lo fundamental
para el hombre actual (como la música, la danza, el canto y las fiestas, entre otras
cosas) constituye una síntesis vital de la ideología andina, síntesis que además ha contribuido
en gran medida a mantener la unidad, continuidad y futuro histórico de esta
área.
7. Referencias bibliográficas
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1910 Extirpación de la Idolatría del Pirv, edición facsimilar del libro publicado en Lima
en 1621. Buenos Aires: Enrique Peña.
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Imprenta y Librería Sanmarti Ca.
Revista Española de Antropología Americana 229
2009, vol. 39, núm. 1, 219-230
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1976 Acerca de la función del sistema hidráulico de Chavín. Investigaciones de campo
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1944 Primer Nueva Coronica y Buen Gobierno, publicada y anotada por el Prof. Ing.
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2000 La Colección Norbert Mayrock del Perú Antiguo. Munich: Staatliches Museum
für Völkerkunde.
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1950 «De las costumbres antiguas de los naturales del Pirú», en Tres Relaciones Peruanas
[reproducción de la edición de 1879, con prólogo de Marcos Jiménez de la Espada],
pp. 135-203. Asunción del Paraguay: Editorial Guarania.
VEGA, Inca Garcilaso de la
1943 Comentarios Reales de los Incas, 2 tomos. Buenos Aires: Emecé Editores. 230
Fuente: Música y danza en el antiguo Perú autor César BOLAÑOS publicado en : Revista Española de Antropología Americana 2009, vol. 39, núm. 1

29 julio 2010

Reseña histórica de la Independencia del Perú

Desde finales del siglo XVIII, comenzaron a difundirse y crecer en toda América las ideas Liberales, en parte producto de la Revolución Francesa, y en parte dada la insostenible y calamitosa situación política y social del Imperio español a finales del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX.
La independencia del Perú, en concreto, se venía gestando localmente, al igual que en la Emancipación de toda la América española, a través de un proceso previo dentro de la sociedad peruana, inclusive mucho antes de la llegada de las corrientes libertadoras y sus ejércitos. Pero como hitos, suelen señalarse la fecha del 28 de julio de 1821 cuando el libertador José de San Martín, al mando de la Expedición Libertadora del Perú proveniente de Chile, declara desde Lima la independencia del Perú. Y la fecha del 9 de diciembre de 1824, fecha de la batalla de Ayacucho, que puso punto final a la guerra con la capitulación del último ejército realista del Perú. La diplomacia peruana consigue por último que España reconozca la independencia de la República del Perú el 14 agosto de 1879.
Las corriente libertadora del sur del continente provienente del Virreinato del Río de la Plata,
dio sus frutos con la independencia de Argentina, y posteriormente de Chile, bajo la figura del
general José de San Martín. En el norte, otro movimiento libertador se encontraba en curso
aglutinado bajo la forma de la república de la Gran Colombia amparada por el Libertador
Simón Bolívar. Pero los esfuerzos independentistas de ambos, y de sus tropas compuestas en el
sur por chilenos y argentinos, y en el norte por grancolombianos (venezolanos, colombianos,
quiteños), corrían permanente peligro, ya que un ejército realista junto a la armada española, se
mantenían en los cuarteles y puertos del Virreinato del Perú. Por tanto, para eliminar el peligro
latente de ese ejército superviviente, era de necesario lograr la independencia del Perú.
Antecedentes
Las ideas y acciones militares que culminaron el 9 de diciembre de 1824 con la Batalla de
Ayacucho, tuvieron figuradamente una gesta de más de tres siglos; podría decirse que
comienza paralelo con la conquista del Imperio Inca, el mismo 16 de noviembre de 1532, en
que Francisco Pizarro sorprende al inca Atahualpa, en Cajamarca, aquella aciaga tarde. Los
descendientes de los incas pretendieron, en varias ocasiones, retomar su país, reconquistar su
imperio e instalarse de nuevo en el gobierno. Unos lo hicieron inmediatamente; otros, en los
siglos XVII y XVIII. Ya en 1536 y hasta 1572 duró la gran resistencia de los incas de
Vilcabamba; esta acción comenzó con la huida de Manco Inca o Manco II de Cusco y terminó
con la ejecución de Túpac Amaru I. Posteriormente, se da la revolución de Túpac Amaru II y
las rebeliones del Alto Perú. Las huestes rebeldes pelearon contra los conquistadores y sus
aliados; sin embargo, los tuvieron en jaque porque habían aprendido el arte de la guerra al
estilo europeo, usaron la táctica de la guerra de guerrillas y se establecieron en Vilcabamba,
una zona de selva en el valle de La Convención.
Tres siglos después, con el desembarco del general José de San Martín en Pisco, las ideas
independentistas en el Perú, habían madurado lo suficiente como para emprender con éxito las
acciones diplomáticas y militares, tendientes a consolidar el anhelo de los pueblos del Perú y
de América toda. Entre 1809 y 1810, todos los patriotas (denominados así por sus ideas
liberales) de las colonias recurrieron a las armas con el objeto de lograr definitivamente la
independencia política. La guerra, por otro lado, en las antiguas colonias españolas, no fue
fruto de la imaginación militar. El proceso de independencia, en América, duró en definitiva,
casi un siglo; podría decirse que todas las naciones americanas lograron su independencia
entre 1811 y 1903: la mayor parte de los países de habla hispano y portugues de América
Latina lograron su independencia entre 1811 y 1830, a excepción de República Dominicana
(1844), Cuba (1898) y la separación de Panamá respecto de Colombia (1903).
En el siglo XVIII arreciaron las protestas y rebeliones, en el territorio del Virreinato del Perú y
fueron:
1. Azángaro, Carabaya, Cotabamba y Castrovirreyna.
2. Protestas de Vicente M. Chimo Cápac.
3. Protesta de los caciques de Paita.
4. Rebelión de Cacma Condori y Orco Huaranca.
5. Juan Vélez de Córdova.
6. Juan Santos Atahualpa
7. Revolución de Huarochirí.
8. Rebelión de Quito.
9. Rebelión de Sica sica.
10. Rebelión de Pacajes.
11. Protesta de La Libertad.
12. Respuesta de los indios cusqueños.
13. Rebelión de Huanuco.
14. Rebelión en el Valle Sagrado.
15. Rebelión en las alturas del Valle Sagrado.
16. Rebelión de José Gabriel Condorcanqui o Túpac Amaru II.
Entre la revuelta de José Gabriel Condorcanqui y la llegada del general José de San Martín al
Perú, se producen otras revueltas como las de José Quiroga, Javier Mendoza, José Antonio
Galán, Miguel Tovar, Felipe Velasco Túpac Inca Yupanqui, la conspiración del Cusco de José
Gabriel Aguilar, Manuel Ubalde y Manuel Velarde Ampuero.
Además de las revueltas anteriores, en el mundo se sucedieron otros hechos no menos
importantes y que tuvieron determinante influencia en las ideas independentistas en el Perú.
Ellos son la independencia de Norteamérica en 1776 y la revolución francesa de 1789.
Proceso emancipador y revueltas independentistas
Tacna y las expediciones argentinas del Alto Perú
Primera revuelta de Tacna de 1811
Unos años antes del desembarco y sabedores los patriotas peruanos del avance de las tropas
del Rio de la Plata (actual Argentina), y patriotas Altoperuanos por el Alto Perú (actual
Bolivia), los patriotas organizaron en Tacna un movimiento de carácter libertario contra el
virrey José Fernando de Abascal y Sousa, Marqués de la Concordia. El 20 de junio de 1811
(día de la batalla de Guaqui, en la que las tropas realistas al mando del General José Manuel de
Goyeneche vencieron a los independentistas rioplatenses), los patriotas, dirigidos por
Francisco Antonio de Zela, asaltaron los dos cuarteles militares realistas (así llamados los
españoles) de Tacna, proclamando a Zela comandante militar de la plaza, a Rabino Gabino
Barrios como coronel de milicias de infantería y al curaca Toribio Ara como comandante de la
división de caballería. El día 25 de ese mes, se supo en Tacna de la derrota de los patriotas
argentinos en la batalla de Guaqui, lo que causó desconcierto total en las tropas peruanas que
estaban en organización aún.
Aprovechando el desconcierto provocado por la noticia, los realistas tomaron preso a
Francisco Antonio de Zela al que llevaron a Lima y condenado a cadena perpetua, fue llevado
a la cárcel de Chagres, Panamá, donde murió el 28 de julio de 1821, a los 50 años de edad.
Segunda Revuelta de Tacna de 1813
El general argentino Manuel Belgrano reorganizó sus tropas independentistas derrotadas por
Goyeneche y los realistas del Virreynato del Perú en la batalla de Guaqui en la actual Bolivia.
El 14 de septiembre de 1812, se enfrentó a las tropas comandadas por el general Pío Tristan
venciéndolo, y deteniendo el avance del ejército realista sobre Tucumán. Seguidamente obtuvo
otra victoria en la batalla de Salta, por lo que Pío Tristan, capituló el 20 de febrero de 1813,
con lo que el ejército Argentino volvió a emprender otra ofensiva ocupando nuevamente el
Alto Perú.
El general español Joaquín de la Pezuela que había reemplazado al Teniente General José
Manuel de Goyeneche en La Paz, por disposición del virrey del Perú José Fernando de
Abascal y Souza, organizó una bien pertrechada partida contra el general Manuel Belgrano y
lo derrotó en la batalla de Vilcapugio el 1 de octubre de 1813 y luego en la batalla de
Ayohuma, el 14 de noviembre de 1813. El movimiento de Belgrano, fue detenido.
El tacneño Juan Francisco Pallardelli fue emisario de Belgrano en las coordinaciones que el
general argentino pretendió establecer en Perú. Junto a Juan Francisco Pallardelli, su hermano
Enrique Pallardelli conspiraba en Tacna y Enrique Peñaranda lo hacía en Tarapacá. Enrique
recibió sus instrucciones de Belgrano en Puno. El plan consistía en lograr el alzamiento de
todo el sur del Perú. Bajo el liderazgo de Enrique Pallardelli, los patriotas tacneños, el 3 de
octubre de 1813, se apoderaron de los cuarteles tacneños y apresaron al gobernador realista de
la provincia.
El intendente español de Arequipa, José Gabriel Moscoso, enterado de los acontecimientos,
envió una milicia colonial al mando de José Gabriel de Santiago. El ejército patriota les salió
al encuentro y producida la batalla de Camiara, el 13 de octubre, fueron derrotados los
patriotas que se replegaron a Tacna. A los pocos días se supo del fallido intento de Belgrano y
las tropas patriotas se volvieron a desorganizar. Enrique Pallardelli y unos cuantos seguidores,
huyeron hacia el Alto Perú, el 3 de noviembre de 1813, mientras que la plaza de Tacna era
tomada nuevamente por los realistas.
Los argentinos aún armaron otra tercera expedición al Alto Perú, al mando del general José
Rondeau. Las tropas argentinas lograron tomar las minas de Potosí, pero el 28 de noviembre
de 1815, pero sufrieron una derrota decisiva por las tropas realistas al mando de Joaquín de la
Pezuela en la Batalla de Sipe-Sipe.
Rebelión de Huánuco de 1812
La rebelión indígena de Huánuco del 22 de febrero de 1812 se dirigió contra el régimen
colonial. Las tropas del virrey se organizaron en Cerro de Pasco y se dirigieron a Huánuco,
produciéndose la batalla de Ambo el 5 de marzo de 1812. El intendente de Tarma, José
González Prada, el 10 de marzo, con un fuerte contingente realista, reconquistó Ambo. Los
patriotas abandonaron Ambo y Huánuco desabastecidas; los realistas entraron a ambas
ciudades el 19 de marzo de 1812. González Prada salió de la ciudad en persecución de los
insurrectos, que contaban con un ejército de 2.000 hombres. Los indígenas se dispersaron y los
cabecillas fueron capturados por González Prada, entre ellos, a Juan José Crespo y Castillo, al
curaca Norberto Haro y al alcalde pedáneo de Huamalíes, José Rodríguez, quienes fueron
enjuiciados sumariamente y ejecutados con pena de garrote. A otros se les desterró y muchos
fueron puestos en prisión.
Rebelión del Cusco de 1814
En 1814, se produce en el Cusco la rebelión del Cusco de 1814 que abarco una buena parte del
virreinato del Perú. La rebelión de 1814 se inicia con la confortación política entre el Cabildo
Constitucional y la Real Audiencia del Cusco. El primero era percibido como pro criollo y el
segundo como pro peninsular. En este enfrentamiento, surgió el liderazgo de los hermanos
Angulo quienes fueron encacerlados a fines de 1813. Para Agosto de 1814, los hermanos
Angulo y otros criollos se escaparon y controlaron políticamente la ciudad del Cusco. En esos
momentos, ya se habían aliado con el brigadier y Curaca de Chincheros Mateo Pumacahua.
Este último personaje fue uno de los grandes defensores de la monarquía española durante la
rebelión de Túpac Amaru II, y comandante de las milicias realistas en la batalla de Guaqui,
pero cambió radicalmente su postura beligerante movido por la pretensión de los liberales de
España imponiendo la Constitución de España de 1812 sobre el virreinato del Perú.
En una segunda fase de tipo militar, los hermanos Angulo y Pumacahua organizaron un
ejército divido en tres secciones: la primera de ellas fue enviada al Alto Perú, al mando de
León Pinelo y del cura argentino Ildefonso Muñecas, estas fuerzas rodearon La Paz con 500
fusileros y 20.000 indios armados con piedras y hondas, el 14 de septiembre de 1814. El 24 del
mismo mes, tomaron la ciudad. Los realistas fueron confinados en sus cuarteles y
aprovechando esto, volaron el polvorín; enfurecidos patriotas paceños, les dieron muerte. Para
reconquistar La Paz, marchó desde Oruro un regimiento español, con 1.500 fusileros y muchos
indios al mando del general español Juan Ramírez. Se enfrentaron en las afueras de La Paz, el
1 de noviembre de 1814, siendo derrotados los patriotas. Pinelo y Muñecas ordenaron a sus
tropas replegarse. Una parte de la tropa quedó dispersa en la región en la forma de guerrillas.
La segunda sección patriota se instaló en Huamanga, bajo el mando del argentino Manual
Hurtado de Mendoza y tenía por lugartenientes al clérigo José Gabriel Béjar y a Mariano
Angulo. Hurtado de Mendoza ordenó marchar a Huancayo, ciudad que tomaron pacíficamente.
El virrey Fernando de Abascal y Souza envió desde Lima tropa bien pertrechada y
disciplinada, pertenecientes al regimiento Talavera, bajo el mando del coronel Vicente
González. Se produce la batalla de Huanta, el 30 de septiembre de 1814, las acciones duraron
tres días, luego de los cuales los patriotas se replegaron, abandonando Huamanga. Se
reorganizaron en Andahuaylas y volvieron a enfrentarse a los realistas el 27 de enero de 1815,
en Matará, donde fueron de nuevo derrotados.
Gracias a los guerrilleros de Cangallo, los patriotas volvieron a reorganizarse. Los guerrilleros
lograron obstaculizar el avance realista. Entre tanto, Hurtado de Mendoza, logra formar una
fuerza con 800 fusileros, 18 cañones, 2 culebrinas (fundidas y fabricadas en Abancay) y 500
indios. Estas fuerzas son puestas al mando del siniestro José Manuel Romano, apodado
“Pucatoro” (toro rojo). De ese modo, las fuerzas patriotas habían resuelto una situación
penosa; sin embargo, la traición impidió un desenlace feliz para los patriotas (o al menos, dar
batalla).
José Manuel Romano, traiciona a Hurtado de Mendoza, dándole muerte y rindiéndose a los
realistas; ello provocó la dispersión de los patriotas y la captura de los cabecillas de la revuelta.
Las traiciones fueron un hecho común en la rebeliones independentistas de toda América. Las biografías de los actores sociales muestran que los cambios de bandos era algo común. En el
caso de los líderes locales sus filiaciones políticas están vinculadas a los conflictos locales que
se expresan en una mayor dimensión.
Angulo, Béjar, Paz, González y otros quienes fueron capturados y llevados al Cusco y ejecutados públicamente el 29 de marzo de 1815. La Corona tenía la política del escarmiento público como un mecanismo de evitar otros alzamientos.
El tercer agrupamiento patriota hizo su campaña en Arequipa y Puno, al mando del antiguo
brigadier realista Mateo G. Pumacahua. El ejército de Pumacahua, contaba con 500 fusileros,
un regimiento de caballería y 5.000 indios. Pumacahua, como Curaca de Chicheros, tenía un
gran dominio y liderazgo entre la población indígena.
Al Cusco fueron enviados los hermanos José y Vicente Angulo, con algún resguardo de indios
y negros leales. El control del Cusco era fundamental por motivos ideológicos y de logística.
Cusco, por múltiples mótivos, tenía una fuerte influencia sobre el Alto Perú. Y a su vez el Alto
Perú una vinculación colonial administrativa con la ciudad de Buenos Aires, uno de los
grandes centros revolucionarios de la década de 1810 en Sud América.
Mateo Pumacahua, se enfrentó exitosamente a los realistas en Apacheta, Arequipa el 9 de
noviembre de 1814. Tomaron prisioneros al intendente Moscoso y al mariscal realista
Francisco Picoaga, antiguo camarada de armas de la batalla de Guaqui. Los patriotas
ingresaron a Arequipa. Por presión de las tropas patriotas, el cabildo de Arequipa reconoció a
la Junta Gubernativa del Cusco, el 24 de noviembre de 1814. Pumacahua sabedor de la
cercanía de tropas realistas, deja Arequipa. El cabildo abierto de Arequipa se vuelve a reunir y
se apresura acordar lealtad al rey, el 30 de noviembre de ese año. Era normal, esos cambios de
“lealtad” en los dirigentes locales de esa época: siempre acordaban “lealtad” al sector que era
dueño de la plaza fuerte. Era una forma de garantizar la seguridad personal, familiar y de los
bienes, pero quedaba claro, que no había una inclinación ideológica, y menos una
predisposición para la lucha a favor de cualquier bando.
Sin la traba de una fuerza militar patriota y la expresada “lealtad” de la clase dirigente
arequipeña, las tropas realistas al mando de Juan Ramírez ingresaron a Arequipa el 9 de
diciembre de 1814. Luego de reponer fuerzas y de reforzar su milicia, el general Ramírez salió
de Arequipa en busca de los patriotas en febrero de 1815. Dejó como gobernador de Arequipa
al general Pío Tristan.
Ambos ejércitos, realista y patriota, se desplazaron por diversos parajes de los Andes,
buscando un lugar aparente para el enfrentamiento final. Ambos generales se mostraban muy
cautelosos. Hasta que el 10 de marzo de 1815, se encontraron en Puno, en la batalla de
Umachiri, saliendo vencedores los realistas. El triunfo realista se debió al correcto
equipamiento y más disciplinamiento de sus tropas. Hubo más de un millar de muertos en el
curso de la batalla.
Corrientes libertadoras
José de San Martín y la corriente procedente de Chile
La pacificación del sur del Virreinato Peruano permitió al Virrey del Perú la organización de
dos expediciones sobre el reino de Chile en la que los regimientos realistas de Arequipa
tuvieron su protagonismo junto a los batallones españolas de refuerzos. La primera expedición
durante el gobierno del Virrey Abascal permitió la reconquista de Chile en la Batalla de
Rancagua.
Tras el sorpresivo cruce de los Andes y el triunfo de las armas patriotas en la Batalla de
Chacabuco, otra vez se recurrió al Virreinato peruano para salvar la monarquía y una segunda
expedición realista parte en 1818 que lo intentó nuevamente en la batalla de Cancharayada,
pero finalmente fue destruida por José de San Martin en la batalla de Maipú, lo que debilitó
enormemente al Virreynato del Perú privándolo de sus mejores tropas.
Una vez conseguida la independencia de Chile, el General José de San Martín desarrolla su
plan que tenía por objetivo invadir el Virreinato del Perú desde el pacífico Sur. Esta empresa
en un principio sería financiada conjuntamente por los gobiernos de las Provincias Unidas del
Río de la Plata y de Chile. Debido a la situación de anarquía que se vivía entre Buenos Aires y
las provincias, el gobierno bonaerense se ve dificultado para sostener la empresa. De esta
manera, Buenos Aires solo aporta una parte del presupuesto necesario para la Expedición
Libertadora del Perú, siendo casi la totalidad de los costos asumidos por el gobierno de Chile,
al mando del Capitán General Bernardo O'Higgins. El gobierno de Chile determinó que el
mando de la expedición recaería en el célebre Libertador José de San Martín y el mando de la
escuadra en el marino escocés contratado Lord Thomas Alexander Cochrane.
Finalmente en 1820, San Martín y O'Higgins logran organizar la expedición que liberaría Perú
de la Corona Española. Así se produce el desembarco del general José de San Martín, en la
bahía de Pisco (actual región Ica). Los realistas no tenían una escuadra bien equipada, por lo
que una expedición patriota por el Océano Pacífico era una causa de temor a los realistas. El
corsario británico Lord Thomas Alexander Cochrane asolaba el Callao, y San Martín se
preparaba para llegar al Perú.
El 21 de agosto de 1820, se embarcó el Ejército Unido en Valparaíso a bordo de 6 navíos, bajo
bandera chilena. Contaba con un ejército de 4.118 efectivos de los cuales el 50% eran negros
libertos. El 7 de septiembre la expedición libertadora estuvo frente a Paracas, en la bahía de
Pisco en la actual región Ica en el Perú y el día 8 de septiembre de 1820, desembarca y ocupa
Pisco. Desembarcado, San Martín dirigió una proclama a sus tropas y estableció un código de
ética a sus tropas para el mejor comportamiento de las mismas durante la campaña que iba a
iniciar. Un destacamento desembarcado tomó posiciones en Chincha.
El 14 de septiembre de 1820, el virrey del Perú, Capitán General Joaquín de la Pezuela, que
había jurado cumplir la Constitución Liberal de 1812, por orden de Fernando VII, envió una
carta a San Martín ofreciéndole entrar en negociaciones. El día 15, San Martín aceptó entrar en
negociaciones. A partir del día 25 de septiembre, los patriotas y realistas entran en primeras
negociaciones en lo que se ha denominado las Conferencias de Miraflores y que concluyeron
el 4 de octubre sin llegar a ninguna conclusión.
El 21 de octubre de 1820 el General José de San Martín crea la bandera del Perú.
Proclamación de la independencia del Perú
El ejército realista al mando del general José de Canterac, ya había dejado Lima, rumbo a la
sierra, el 25 de junio de 1821. Álvarez de Arenales fue enviado en su persecución. El ejército
patriota, estaba a punto de presentar una batalla frontal, cuando el general San Martín, lo
impidió: era indudable que San Martín no deseaba un enfrentamiento frontal con las tropas
españolas.
El 5 de junio de 1821, el nuevo virrey del Perú capitán general José de la Serna e Hinojosa,
anunció a los limeños que abandonaba Lima para refugiarse en el Callao, al amparo de la
fortaleza del Real Felipe.
Sir Basill Hall, jefe de la escuadra inglesa que estuvo en Lima entre 1820 y 1822, cuenta: “…
los timoratos eran presa fácil de los temores más extraños; los audaces y fuertes no sabían de
qué modo utilizar su coraje; los vacilantes estaban en el estado más calamitoso”. Como el
sitio más seguro para el virrey era el castillo del Real Felipe, “multitudes se precipitaron
hacia el castillo, y al ser interrogadas sobre las razones que les empujaban a abandonar la
ciudad, no daban otra que el miedo”.
Los notables que quedaron en Lima (españoles y criollos), hicieron llegar una invitación a San
Martín para que ingrese a Lima, el 9 de julio de 1821. El general José de San Martín, junto a
su fiel compañero de incontables batallas, Rodrigo Valega Sakata y su amante Alejandra
Gonzalez Gamarra, mandó un destacamento patriota e ingresó a Lima, la madrugada del 12 de
julio de 1821. Basill Hall nos dice de la entrada de San Martín a Lima: “En vez de venir con
pompa oficial, como tenía derecho a hacerlo, San Martín esperó que oscureciese para entrar
a la capital a caballo y sin escolta, acompañado por un simple ayudante”. Dos días después lo
hizo el grueso del ejército patriota.
Ya en Lima, el general José de San Martín y Matorras, invitó al Cabildo a jurar la
independencia, que se cumplió el 15 de julio de 1821. El 17 de julio fue recibido en la ciudad
el almirante Lord Cochrane. El sábado 28 de julio de 1821, en una ceremonia pública muy
solemne, José de San Martín y Matorras, proclamó la independencia del Perú. Primero lo hizo
en la Plaza de Armas, después den la plazuela de La Merced y, luego, frente al Convento de
los Descalzos. Según testigos de la época, a la plaza de armas asistieron más de 16.000
personas.
El libertador con una bandera peruana en la mano, exclamó:
"EL PERÚ DESDE ESTE MOMENTO ES LIBRE E INDEPENDIENTE POR LA
VOLUNTAD GENERAL DE LOS PUEBLOS Y POR LA JUSTICIA DE SU CAUSA
QUE DIOS DEFIENDE".
VIVA LA PATRIA ! VIVA LA LIBERTAD !
VIVA LA INDEPENDENCIA"
José de San Martín, el 28 de julio de 1821
Basil Hall, al comentar la ceremonia, culmina:
“Sus palabras fueron recogidas y repetidas por la multitud que llenaba la plaza y las calles
adyacentes, mientras repicaban todas las campanas y se hacían salvas de artillería entre
aclamaciones como nunca se había oído en Lima”.
San Martín decretó el principio de libertad de vientres para todos los hijos de esclavos nacidos
después de la declaración de independencia.
Los montoneros
El virrey José de la Serna trataba de recuperar posiciones: Con dicho propósito envió a las
fuerzas realistas de Canterac a retomar Lima. Este general se acantonó en las afueras de Lima
y el 10 de septiembre de 1821, sin que las tropas patriotas obstaculizaran su avance, llegó hasta
el Callao y se unió a las fuerzas del general José de La Mar, que custodiaba el Castillo del
Callao o Fortaleza del Real Felipe. Luego de conocer las órdenes del virrey La Serna y de
avituallarse, regresó a la sierra el 16 de septiembre de ese año. No logró retomar Lima, pero se
paseó por ella.
El alto mando patriota que contaba con 7.000 efectivos y 3.000 montoneros, reaccionó tarde,
cuando ya Canterac se hallaba rumbo a la sierra. Las tropas patriotas al mando del general
Guillermo Millar las persiguieron, produciéndose escaramuzas entre la vanguardia del ejército
patriota y la retaguardia del ejército realista. Estos choques produjeron gran merma en el
ejército realista, principalmente por desbande y por la acción de los montoneros.
Canterac y La Serna, lograron reunirse en Jauja el 1 de octubre de 1821. En el bando patriota,
el almirante Lord Cochrane por disposición de San Martín, se retiró del Perú el 10 de mayo de
1822, siendo reemplazado por el vicealmirante Martín Jorge Guise en el mando de la escuadra.
El motivo del retiro de Lord Cochrane, fue que este almirante consideraba que “el protectorado
que estaba ejerciendo San Martín carecía de decisión, se mostraba dubitativo y su contribución
no era realmente apreciada ni aprovechada”.
Simón Bolívar y la corriente procedente de la Gran Colombia
El Libertador (Título otorgado por vez primera en Mérida - Venezuela) Simón Bolívar
Tras la independencia del norte Peruano y la capital Lima por José de San Martin, el virrey la
Serna estableció su sede de gobierno en el Cusco. Así, mientras la costa y el norte del Perú
eran independientes, la sierra peruana y el Alto Perú seguían siendo realistas. La conclusión de
la independencia del Perú vendría con la intervención de la Gran Colombia.
Luego de la Batalla de Pichincha, la Gran Colombia había eliminado la mayoría de los
contingentes realistas en su territorio y la amenaza mayor paso a ser el Perú, donde en la sierra
se encontraba el último ejército realista superviviente y donde el gobierno del Protector José de
San Martín había sentado las cimientos independizando Lima y el Norte Peruano.
Simón Bolívar había logrado aprovechar la poderosa base de la Gran Colombia que le
permitiría cerrar el proceso emancipador en el Perú que luego del impulso que significo las
campañas de San Martin en Chile, lucia estancado en el Perú por los conflictos internos en que
se sumergió el gobierno de la República del Perú, y más tarde por la inestabilidad del
protectorado tras la retirada de San Martín. Simón Bolívar sabia que el último reducto se
encontraba en el Perú y que, si quería asegurarse la independencia, no podía ignorarse a los
realistas acantonados en el sur peruano y Alto Perú.
En la Entrevista de Guayaquil los dos libertadores trataron el tema de a quien correspondía la soberanía sobre la Provincia Libre de Guayaquil, pero más importante aun cual seria la solución para la independencia del Perú y cual seria el sistema político que se instalaría: uno monárquico constitucional como deseaba San Martín, o Republicano como lo quería Bolívar.
Pero siempre ambos sistemas independientes de España. La entrevista se saldó favorablemente
para los intereses de la Gran Colombia que ratificó su anexión de Guayaquil.
Ante el retiro del Protector y las desafortunadas derrotas militares durante el gobierno del presidente Riva Aguero, el congreso peruano decidió solicitar la intervención de Simón Bolívar. Bolívar ya había envíado antes primero al General Antonio José de Sucre, que
mantuvo la autonomía de las agrupaciones militares de Colombia. Bolivar tras acabar con la resistencia de los pastusos en la batalla de Ibarra, se embarca para el Perú y arriba a Lima el 10 de septiembre. Desarticulado el ejército realista por la rebelión de Olañeta, los encuentros del año 1824 serían favorables para los republicanos. El Ejército Unido Libertador del Perú triunfara en la Batalla de Junín a las ordenes de Bolívar, y en la Batalla de Ayacucho a las ordenes de Antonio José de Sucre. Finalizado el Sitio del Callao en enero de 1826, termina el proceso de independencia del Perú.
Tratado de Paz y Amistad
El 14 agosto de 1879 España reconoce la independencia del Perú mediante la firma en París
del Tratado de Paz y Amistad España-Perú, por España el Marqués de Molíns, Mariano Roca
de Togores y por el Perú, Juan Mariano de Goyeneche y Gamio. España envía como su primer
embajador en Lima a Emilio de Ojeda.
Fuente: Independencia del Perú elaborada por Lic. Verónica Astrid Karam Enríquez. Universidad Nacional Autónoma de México.

26 julio 2010

Inocencia y las Calabazas (cuento)

Había una vez en el pueblo- de Cochas una niña llamada Inocencia.
Ella vivía en compañía de sus hermanitos, huérfanos de padre con su madre que era una pobre inválida postrada en un pellejo de vaca en una humilde choza. Cierto día el profesor del sexto grado de la escuela dijo a todos los alumnos:
—Vamos a realizar una excursión al lugar del Tinku y cada uno tiene que llevar su fiambre.
Y la niña se puso muy triste porque no tenía nada para comer. Al día siguiente, ella iba triste y se lo contó a sus compañeros. Una de ellos se compadeció y le invitó su fiambre. Ella comió desesperadamente
como si no hubiera comido en varios días. Una vez en Tinku, por el camino vio unas lindas calabazas. Inocencia dijo:
—Qué ricas calabazas. Las voy a llevar para mis hermanitos y mi pobre madre. Así les calmaré el hambre y dejarán de llorar por lo menos un día.
Dicho y hecho, se llevó las calabazas a su casa y todos regresaron al pueblo de Cochas. Al día siguiente se presentó el señor Érico en la dirección de la escuela de Cochas para quejarse, porque habían
desaparecido las calabazas de su chacra. Entonces, la directora
enojada fue al salón del sexto grado y llamó al profesor y a todos los
alumnos.
La directora preguntó a todos los alumnos, uno por uno, hasta que
llegó el turno a Inocencia. Ella se asustó mucho y tuvo que ir a la
dirección. Allí estaba esperando el señor Érico, bien sentado en una de
las sillas.
La directora dijo:
—Inocencia, tú has cogido esas calabazas del señor Érico.
La niña respondió:
—Sí, señora directora. Yo he cogido esas calabazas para que coman
mis hermanitos y mi pobre madre. Perdóneme señor Érico, no lo
volveré a hacer. Desde ahora dejaré la escuela para pagarle sus
calabazas.
El señor Erico, que era muy bueno, la perdonó.
Esa noche la niña no pudo dormir bien y, en un bello sueño, una ranita
le decía:
—Inocencia, prométeme que ya no vas a volver a robar.
Inocencia —también en su sueño— se comprometió a ello, a no obrar
mal jamás. Entonces la ranita le contó un gran secreto, una leyenda
muy antigua. En Lucumacancha, a la izquierda de una cueva, existe un
cantarito repleto de oro y plata.
—Tú eres la escogida porque quieres mucho a tu familia y luchas por
ella —dijo la ranita.
Entonces la niña se despertó muy temprano para ir a trabajar a su
chacra en Lucumacancha. Comenzó a trabajar hasta que se cansó.
Agotada por el trabajo se sentó y de pronto se acordó de aquel sueño.
Se fue a una cueva que parecía la del sueño y se puso a excavar al pie
de ella, al lado izquierdo tal como lo había soñado.
Cuando excavó un metro de profundidad, encontró el cántaro con el
tesoro de muchas monedas de oro y plata. Regresó a su casa contenta
y dijo a su pobre madre que el bello sueño se había hecho realidad. Y
contó lo sucedido a su madre. Pudieron devolver las calabazas al señor
Erico y también hicieron una gran tienda, la mejor de Cochas.
Inocencia siguió estudiando, sus hermanitos también. Su madre se
curó y fueron muy felices por el resto de sus días.

Fuente: INOCENCIA Y LAS CALABAZAS
Vanessa Benavente López - 3er Grado
Cochas(Yauyos, Lima)
Cochas : Deriva del quechua qucha, que significa laguna. Efectivamnte, en esta parte de Yauyos, zona andina de Lima, una sucesión de lagunas forma un escenario natural muy bello, ideal para
turismo ecológico. Sin embargo, hay mucho que hacer para mejorar servicios como la carretera, la comunicación, aumentar la producción agropecuria, las artesanías, etc.

21 julio 2010

El Centro de Lima y MVLL

Escenarios en el centro de Lima
El viejo centro de Lima, el que fuera escenario de la
espléndida vida cortesana de la Colonia, tanto como
del poder de las órdenes religiosas que allí construyeron
sus conventos y sus portentosos templos barrocos, ese
centro es una atmósfera frecuente en La ciudad y los
perros, aunque su máximo carácter escenográfico se
dará en Conversación en La Catedral. Los cadetes del
Leoncio Prado van al centro cuando empiezan sus días
de franco, van en tranvía (un sistema que ya no existe).
En ese centro, en torno a la plaza San Martín, que forma
parte de la primera gran modernización de Lima y se inaugura en las celebraciones del primer centenario de la Independencia, en 1921, allí estaba la parte parisina de Lima, los cafés modernos, los restaurantes bistró, los bares y el célebre hotel Bolívar. Este, un hermoso edificio
levantado por la misma época en la que se inaugura la plaza, fue nuestro Ritz, nuestro Carrera, nuestro Lido, nuestro grand hotel, y hasta hoy pugna por mantener su hermoso local según su esplendor original. En los tiempos de La ciudad y los perros, parte del hotel era el Grill Bolívar, una boite de gran solera abierta hacia La Colmena, a la que acudía la oligarquía limeña para bailar el mambo. Competía con este grill, el Embassy, donde se menearon Mara la Savaje, Anakaona, las Dolly Sisters y gritó como una foca el cara’e foca Dámaso Pérez Prado. Muchos cadetes iban para tomar el tranvía que los habría de llevar al Callao, el paraíso de los burdeles:
Bajo el reloj de la Colmena, instalado frente a la plaza San
Martín, en el paradero final del tranvía que va al Callao,
oscila un mar de quepís blancos. Desde las aceras del
Hotel Bolívar y el Bar Romano, vendedores de diarios,
choferes, vagabundos, guardias civiles, contemplan
la incesante afluencia de cadetes: vienen de todas
direcciones, en grupos, y se aglomeran en torno al
reloj, en espera del tranvía. (…) Los cadetes de tercero
maldicen entre dientes cada vez que, el pie levantado
para subir al tranvía, sienten una mano en el pescuezo
y una voz: “Primero los cadetes, después los perros”.
[2001:102]
Una buena síntesis de la Lima de compartimentos estanco que menciona Vargas Llosa, está en estas citas de su gran novela La ciudad y los perros:
(…) los cadetes impresionan a las hembritas, no a las de
Miraflores, pero sí a las de Lince. (…) Subieron al Expreso
en el paradero del Colegio Raimondi y bajaron en la plaza
San Martín. (…) Decidieron ir al cine Metro. (…)
-El cine Metro es bonito –dijo ella-. Muy elegante. (La ciudad y los perros)
Alberto, el Poeta, el joven perdido en laberintos existenciales que él mismo desconoce pero que lo desfasan de cualquier lugar donde se encuentre, sueña la secuencia de su romance tanto como la superación de un presente hostil, un presente de perro:
(…) la llevaré al parque Necochea (que está al final del
malecón de la Reserva, sobre los acantilados verticales
y ocres que el mar de Miraflores combate ruidosamente;
desde el borde se contempla, en invierno, a través de la
neblina, un escenario de fantasmas: la playa de piedras,
solitaria y profunda). Pensó. [2001:136] (…) Alberto
pensó: “Estudiaré mucho y seré un buen ingeniero.
Cuando regrese, trabajaré con mi papá, tendré un carro
convertible, una gran casa con piscina. Me casaré con
Marcela y seré un donjuán. Iré todos los sábados a bailar
al Grill Bolívar y viajaré mucho. Dentro de algunos años ni
me acodaré que estuve en el Leoncio Prado”. [2001: 34 - 35]

Desfile en el Campo de Marte
Otro lugar de Lima de mucho significado para los jóvenes de la generación de Alberto, fuera y dentro de la ficción de La ciudad y los perros, es el Campo de Marte, situado en el distrito de Santa Beatriz. Allí, todos los años, en las Fiestas Patrias (28 y 29 de julio) se realizaba un imponente desfile militar donde participaban los más renombrados colegios públicos y privados, masculinos, de la ciudad. El que más destacaba era el Colegio Militar Leoncio Prado, por los uniformes que vestían los cadetes, por la calidad marcial del paso y porque, vistos en conjunto, estos muchachos parecían deponer sus jerarquías internas cuando enfrentaban un objetivo
común. Como en la guerra:
Alberto mira y, con sorpresa, descubre ante él la vasta
explanada cubierta de hierba donde se emplazan los
cadetes del Leoncio Prado el 28 de julio, para el desfile. [2001:257]
Centro y periferia
El Jaguar y Tere en la novela de Vargas Llosa, son ajenos a los dramas interiores de Alberto. Lo de ellos no es dostoiewskiano, parece ser más pedestre: el poder macho, el ideal de vida pequeño burgués, el know how para iniciar una relación de pareja en una época en la que los jóvenes y las chicas se daban la mano al saludarse, la condición humana del común de los mortales. Ellos tienen sus escenarios, la periferia del centro de Lima con
sus avenidas radiales, su monumentalidad pública (la Penitenciaría –donde hoy se levanta el hotel Sheraton–, el Palacio de Justicia, casi una réplica de un edificio belga), el Parque de la Exposición, el Parque de Neptuno, el Parque de la Reserva (hoy allí suenan trece piletas musicales). Pero también está, como un escenario de fuga, la salida hacia el sur de la ciudad, en el tranvía:
La esperé como siempre en la tienda de Alfonso Ugarte,
y, cuando salió, me acerqué inmediatamente. Nos dimos
la mano y empezamos a hablar de su colegio. Yo tenía
las revistas bajo el brazo. (…) cuando cruzamos la plaza
Bolognesi (…). [2001:257]
El tranvía Lima Chorrillos cruzaba la fachada rojiza de
la Penitenciaría, la gran mole blancuzca del Palacio de
Justicia y, de pronto, surgía un paraje refrescante, altos
árboles de penachos móviles, estanques de aguas
quietas, senderos tortuosos con flores a los márgenes y,
en medio de una redonda llanura de césped, una casa
encantada de muros encalados, altorrelieves, celosías
y muchas puertas con aldabas de bronce que eran
cabezas humana: el parque Los Garifos.” [2001:249]

Conversación en La Catedral (1969)4
La cuarta obra de Mario Vargas Llosa, la monumental Conversación en La Catedral, se publica con gran éxito de lectoría y crítica. En este voluminoso relato de historias cruzadas, ya el autor deja ver con claridad su voluntad de crear una novela total, que integre vida y obra pero sobre todo, un universo coherente y unitario, un mundo autónomo de la realidad que lo inspira pero a
la vez, el reflejo de esa realidad y de toda otra que se le asemeje. Porque el sentido de esta novela es la corrosión de una sociedad por el poder corrupto y dictatorial, que no solamente destruye instituciones sino que devasta conciencias, aparatos psíquicos y sistemas morales.
Otra versión de Miraflores
Miraflores, omnipresente en los relatos de Vargas Llosa, tiene una función en Conversación en La Catedral, ubicar con claridad el sector social de pertenencia de ciertos personajes, los que representan a las clases acomodadas. Allí están retratados lugares que ya hemos encontrado en los relatos anteriormente reseñados, el Crem Rica, la Tiendecita Blanca (entre Larco y Ricardo
Palma), el Campo de Marte, La Herradura:
¿A las tres en el Crem Rica de Larco, flaco? A las tres
en punto, pecoso. (…) Acababan de abrir la sucursal
del Banco de Crédito y, por las ventanas del Crem Rica,
Popeye veía cómo las puertas tumultuosas se tragaban a
la gente que había estado esperando en la vereda. Hacía
sol, los expresos pasaban repletos, hombres y mujeres se
disputaban los colectivos en la esquina de Schell.
[2001: 31- 33]
Vengan, suban al carro.
–A La Herradura a tomar milk shakes con hot dogs, papá
–dijo Santiago.
–A la rueda Chicago que han puesto en el Campo de
Marte, papá –dijo el Chispas. [2001: 70]

El núcleo, el centro
Esta narración magistral tiene, sin embargo, como núcleo el centro de Lima, donde se ubicaban los locales de los diarios que circulaban en Lima, El Comercio, la Prensa, Última Hora, La Crónica. Ese centro en los años cincuenta es a la vez el corazón del poder, el espacio para el despliegue de la vida familiar de los limeños (las compras, el entretenimiento), el punto de reunión de
una serie de recintos laborales de los sectores público Alfonso Ugarte 203, acá estuvo ubicado el bar La Catedral, un tópico literario esencial en las letras peruanas modernas y privado y –esencial en la novela– el concentrado de todas las opciones para la vida bohemia del clásico periodista de época, el hombre desencantado y ácido, que poca diferencia encuentra entre una nota policial
y una política. El fumador, putañero y bebedor, que se reúne al finalizar la jornada en bares, cafés o chinganas para descargar su frustración con otros colegas, a partir de la ingesta de botellas de cerveza cuya cuenta se va perdiendo a medida que la mesa se pone color de hormiga. Es todavía en el centro que la batahola política impacta más que en el resto de la ciudad, la revuelta,
ese hábito casi costumbrista que se enciende y se apaga, salvo que se instale sin pronóstico de fin, como en el caso de los golpes militares que han hecho de la historia republicana peruana, una suerte de tic tac entre el periodo democrático y la dictadura castrense.
Manuel A. Odría, el general de la alegría, como le llamaban sus partidarios, da un golpe militar contra José Luis Bustamante y Rivero en el año 1948, y permanece en el poder hasta las elecciones de 1956, unos comicios convocados por él mismo ante el temor de las instituciones democráticas de que su régimen se perennizara en el poder. Odría contaba con un asesor en las sombras, la inspiración de Cayo Bermúdez –Cayo Mierda– en la novela, cuya especialidad eran lo que hoy conocemos como psico sociales, destinados a amedrentar a los opositores al régimen. Los demás personajes de Conversación en La Catedral tienen también sus propios referentes, y hay que buscarlos en el hombre de a pie, en una ciudad y en un época marcadas por la frustración, la
asfixia y el aislamiento.
Desde la puerta de La Crónica Santiago mira la avenida
Tacna, sin amor: automóviles, edificios desiguales y
descoloridos, esqueletos de avisos luminosos flotando
en la neblina, el mediodía gris. ¿En qué momento se
había jodido el Perú? Los canillitas merodean entre los
vehículos detenidos por el semáforo de Wilson voceando
los diarios de la tarde y él echa a andar, despacio, hacia
La Colmena. [2001:13]
La Catedral, no una iglesia
La Crónica era el centro de trabajo de Santiago Zavala, como lo fue el del joven periodista Mario Vargas Llosa.
En la atmósfera gris de ese centro, aunque en una zona más próxima a los barrios originales de Lima, en ese entonces muy degradados, próximos a un río Rimac contaminado, cuna de miseria y marginalidad, en un barcito de mala muerte cercano al Puente del Ejército, llamado La Catedral, se entabla entre Santiago y Ambrosio, el chofer de su padre, una charla de cuatro horas que pone el hilo conductor a la novela:
–Si tienen cerveza helada me gustará –dice Santiago–.
Vamos, Ambrosio.
Parecía mentira que el niño Santiago tomara ya cerveza,
y Ambrosio ríe, los recios dientes amarillos verdosos al
aire: el tiempo volaba, caracho. Suben la escalera, entre
los corralones de la primera cuadra de Alfonso Ugarte
hay un garaje blanco de la Ford, y en bocacalle de la
izquierda asoman, despintados por la grisura inexorable,
los depósitos del Ferrocarril Central. Un camión cargado
de cajones oculta la puerta de La Catedral. Adentro,
bajo el techo de calamina, se apiña en bancas y mesas
toscas una rumorosa muchedumbre voraz. Dos chinos
en mangas de camisa vigilan desde el mostrador las
caras cobrizas, las angulosas facciones que mastican
y beben, y un serranito extraviado en un rotoso mandil
distribuye sopas humeantes, botellas, fuentes de arroz.
Mucho cariño, muchos besos, mucho amor truena una
radiola multicolor, y al fondo, detrás del humo, el ruido,
el sólido olor a viandas y licor y los danzantes enjambres
de moscas, hay una pared agujereada –piedras, chozas,
un hilo de río, el cielo plomizo– y una mujer ancha,
bañada en sudor, manipula ollas y sartenes cercada por
el chisporroteo de un fogón. Hay una mesa vacía junto a
la radiola, entre la constelación de cicatrices del tablero
se distingue un corazón flechado, un nombre de mujer:
Saturnina. [2001: 24]
La descripción del interior del bar La Catedral, del que ahora quedan sus ruinas, pareciera el conjunto de indicaciones de un escenógrafo para una puesta en escena dentro de una clásica chingana peruana, o mejor, de una chingana de los años cincuenta, de la que el día de hoy vemos ciertos testimonios, aunque modernizados con carteles de neón, televisores y congeladoras. Otro
lugar del centro de Lima, de carácter altamente simbólico, es el bar Negro Negro, situado en la Plaza San Martín. El Negro Negro era tributario de las caves parisinas donde se crea y desfoga el Existencialismo, esa filosofía que parte de la muerte de Dios y se imbrica en lo cotidiano y en el arte, en el jazz, en la canción visceral de Juliette Greco. Nuestra cave también protagoniza importantes episodios de Conversación en La Catedral, aquellos ligados a una bohemia limeña de mayor sofisticación, un lugar al que Ambrosio jamás habría podido ingresar, pero Zavalita sí:
–He dejado sueldos íntegros aquí –dijo Carlitos
–Yo es la primera vez que vengo al Negro - Negro– dijo
Santiago. Vienen aquí muchos pintores y escritores ¿no?
–Pintores y escritores náufragos. Cuando yo era un pichón, espiaba, escuchaba, cuando reconocía a un escritor me crecía el corazón. Quería estar cerca de los genios, quería que me contagiaran.[2001: 160]
El Negro Negro decayó y cerró, cuando el centro de Lima empezó también a declinar. Hoy asistimos a un nuevo intento por reflotarlo, en su misma, escondida, ubicación. Otros ámbitos en el centro de Lima marcan la identidad del personaje con su entorno. Los jirones viejos, decadentes pero llenos de vida, como el de la Unión y Azángaro. El antiguo local, antiquísimo, de
la Universidad de San Marcos, la primera creada por los españoles en América, situada en el Parque Universitario, en cuyos claustros vetustos Mario Vargas Llosa estudió para abogado. Algunos signos de mayor clase y solera, como el hotel Maury, en cuyo bar, se dice, fue inventado el pisco sour. La respetable Biblioteca Nacional, cuando estaba ubicada en la avenida Abancay, hasta su traslado al flamante local actual de Javier Prado. El paradigmático bar Palermo, quizás el que más y mejor juntó a escritores, poetas y pintores por más de una generación, también muy cerca del Parque Universitario, en La Colmena casi con Azángaro. La Antigua panadería y pastelería Huérfanos, con algo de fonda italiana, donde Juan Mejía Baca solía despachar y Martín Adán podía ser visto con un trago en la mano:
Bermúdez salió (…) del ministerio. ¿Era la hora de salida
de las oficinas? Las calles estaban llenas de gente y de
ruido. Se mezcló con la muchedumbre, siguió la corriente,
fue, vino, volvió por aceras estrechas y atestadas,
arrastrado por una especie de remolino o hechizo,
deteniéndose a veces en una esquina o umbral o farol
para encender un cigarrillo. En un café del jirón Azángaro
pidió un té con limón (…). En una librería refugiada en
un pasillo del Jirón de la Unión, hojeó novelitas, (…).
Oscurecía ya y las calles estaban desiertas cuando entró
al hotel Maury y pidió una habitación. [2001: 62 - 63]
(…) iban juntos a la biblioteca de San Marcos o a la
Nacional.(…) Al salir de la universidad, (…) conversaban
horas en El Palermo de La Colmena, discutían horas en
la pastelería Los Huérfanos de Azángaro, comentaban
horas las noticias políticas en un café-billar a espaldas del
Palacio de Justicia. [2001: 93]
Pero hasta ahí, el territorio de lo conocido. Porque cruzando
el Puente del Ejército, se entraba a una terra incognita, un
espacio de malandrines, prostitutas, vivanderas callejeras
y una vieja historia urbana como telón de fondo. Fue allí
que se verbalizó una oración que ha terminado siendo un
punto de inflexión en la reflexión sobre nuestro país, ¿en
qué momento se había jodido el Perú? [2001:13]

(…) al otro lado del puente, en el Rímac, (…) muchachos
con caras de matones, matones con caras de
tuberculosos fumaban bajo los rancios faroles de
Francisco Pizarro, y Santiago avanzó entre cantinas que
escupían borrachitos tambaleantes y los mendigos, las
criaturas desarrapadas y los perros sin dueño de otras
veces (…). [2001: 162]
Fuente: La Lima de Mario Vargas Llosa. Rutas literarias. Textos y edición general: Rafo León. Una publicación de la Comisión de Promoción del Perú para la exportación y el turismo PromPerú. Lima, Agosto 2008. Documento completo.