26 julio 2010

Inocencia y las Calabazas (cuento)

Había una vez en el pueblo- de Cochas una niña llamada Inocencia.
Ella vivía en compañía de sus hermanitos, huérfanos de padre con su madre que era una pobre inválida postrada en un pellejo de vaca en una humilde choza. Cierto día el profesor del sexto grado de la escuela dijo a todos los alumnos:
—Vamos a realizar una excursión al lugar del Tinku y cada uno tiene que llevar su fiambre.
Y la niña se puso muy triste porque no tenía nada para comer. Al día siguiente, ella iba triste y se lo contó a sus compañeros. Una de ellos se compadeció y le invitó su fiambre. Ella comió desesperadamente
como si no hubiera comido en varios días. Una vez en Tinku, por el camino vio unas lindas calabazas. Inocencia dijo:
—Qué ricas calabazas. Las voy a llevar para mis hermanitos y mi pobre madre. Así les calmaré el hambre y dejarán de llorar por lo menos un día.
Dicho y hecho, se llevó las calabazas a su casa y todos regresaron al pueblo de Cochas. Al día siguiente se presentó el señor Érico en la dirección de la escuela de Cochas para quejarse, porque habían
desaparecido las calabazas de su chacra. Entonces, la directora
enojada fue al salón del sexto grado y llamó al profesor y a todos los
alumnos.
La directora preguntó a todos los alumnos, uno por uno, hasta que
llegó el turno a Inocencia. Ella se asustó mucho y tuvo que ir a la
dirección. Allí estaba esperando el señor Érico, bien sentado en una de
las sillas.
La directora dijo:
—Inocencia, tú has cogido esas calabazas del señor Érico.
La niña respondió:
—Sí, señora directora. Yo he cogido esas calabazas para que coman
mis hermanitos y mi pobre madre. Perdóneme señor Érico, no lo
volveré a hacer. Desde ahora dejaré la escuela para pagarle sus
calabazas.
El señor Erico, que era muy bueno, la perdonó.
Esa noche la niña no pudo dormir bien y, en un bello sueño, una ranita
le decía:
—Inocencia, prométeme que ya no vas a volver a robar.
Inocencia —también en su sueño— se comprometió a ello, a no obrar
mal jamás. Entonces la ranita le contó un gran secreto, una leyenda
muy antigua. En Lucumacancha, a la izquierda de una cueva, existe un
cantarito repleto de oro y plata.
—Tú eres la escogida porque quieres mucho a tu familia y luchas por
ella —dijo la ranita.
Entonces la niña se despertó muy temprano para ir a trabajar a su
chacra en Lucumacancha. Comenzó a trabajar hasta que se cansó.
Agotada por el trabajo se sentó y de pronto se acordó de aquel sueño.
Se fue a una cueva que parecía la del sueño y se puso a excavar al pie
de ella, al lado izquierdo tal como lo había soñado.
Cuando excavó un metro de profundidad, encontró el cántaro con el
tesoro de muchas monedas de oro y plata. Regresó a su casa contenta
y dijo a su pobre madre que el bello sueño se había hecho realidad. Y
contó lo sucedido a su madre. Pudieron devolver las calabazas al señor
Erico y también hicieron una gran tienda, la mejor de Cochas.
Inocencia siguió estudiando, sus hermanitos también. Su madre se
curó y fueron muy felices por el resto de sus días.

Fuente: INOCENCIA Y LAS CALABAZAS
Vanessa Benavente López - 3er Grado
Cochas(Yauyos, Lima)
Cochas : Deriva del quechua qucha, que significa laguna. Efectivamnte, en esta parte de Yauyos, zona andina de Lima, una sucesión de lagunas forma un escenario natural muy bello, ideal para
turismo ecológico. Sin embargo, hay mucho que hacer para mejorar servicios como la carretera, la comunicación, aumentar la producción agropecuria, las artesanías, etc.

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