19 setiembre 2008

Comunidad Nativa Asháninca

El pueblo Asháninca, de habla arawak, se ubica en la selva alta central, en los valles de los ríos Perené, Píchis, Apurímac, Tambo, Ene, Pangoa, Alto Ucayali y en la meseta del Gran Pajonal. Actualmente se estima su número de 47,100, Y son la etnía más grande y más extendida de la amazonía peruana. Por su proximidad a Lima, la selva central y el pueblo Asháninca fueron objeto de numerosas expediciones de conquista a lo largo de la época colonial. La mayor parte de ellas fueron rechazadas; sin embargo, a comienzos del s. XVIII los misioneros franciscanos lograron vencer la resistencia Asháninca fundando numerosos pueblos de misión en Chanchamayo, Perené, Pangoa y el Gran Pajonal. Durante un periodo de 33 años los Asháninca fueron evangelizados e incorporados a la economía regional como mano de obra de las tierras misionales y haciendas vecinas en la producción de coca y caña de azúcar para la fabricación de aguardiente (Santos 1980). El interés por las herramientas traídas por los misioneros y la identificación de estos últimos con la divinidad tecnológica Asháninca posibilitó que en un principio la presencia española fuera aceptada (Benavides 1986: 33); pero la imposición de patrones culturales y formas de trabajo ajenas, además dela mortandad causada por las sucesivas epidemias que llegaron con los españoles, provocaron una serie de revueltas que culminaron en 1742 con la sublevación anticolonial y mesiánica de Juan Santos Atahuallpa (Santos 1988a).
Durante poco más de cien años la selva central quedó libre de la presencia europea, y la sociedad Asháninca pudo continuar su desarrollo de forma autónoma, llevando adelante el proyecto utópico de Juan Santos, que incluía la adopción y adaptación de aquellos elementos de la cultura occidental considerados más positivos. Entre éstos la crianza de ganado, el cultivo de algunas especies europeas y la manufactura de herramientas en herrerías nativas. Estas últimas, más desarrolladas entre los Amuesha que entre los Asháninca, revolucionaron las técnicas productivas y les confirieron a estas dos etnías una posición preeminente en la selva central (Santos 1988b).
A partir de 1847 los sucesivos gobiernos republicanos se esforzaron por reocupar la zona a instancias de los grupos dominantes de Tarma y Huánuco. La acción combinada de militares y misioneros acabó con la resistencia Asháninca en 40 años. En 1890 el Estado hizo entrega a la Peruvian Corporation de una concesión de 500,000 hás., en ambas márgenes del río Perené, como parte de pago a los tenedores ingleses de bonos de la deuda externa. Un año más tarde se inauguraba la Vía Central del Pichis que conectaba Lima con un punto navegable de este río. Estos dos eventos habrían de tener enorme impacto en la población Asháninca y en la economía de la región. Junto con la expropiación y ocupación de sus territorios, los Asháninca fueron objeto de correrías emprendidas por los caucheros para la captura, de esclavos. El tráfico de niños Asháninca perduró hasta los años 30 de este siglo (Bodley 1981: 11).
Los últimos levantamientos armados para expulsar a los invasores se dieron hacia 1913 (ibidem: 10). Sin embargo, a pesar del aplastamiento de la resistencia armada, y a diferencia de los Cocama-Cocamilla, los Asháninca han podido mantener su cohesió
n e identidad como grupo diferenciado. Un elemento de unidad de suma importancia es la lengua, la cual con ligeras variantes dialectales o regionales es mutuamente inteligible. En 1976 todos los Asháninca mantenían su lengua y aun en las zonas más incorporadas a la sociedad nacional, como los valles del Alto Perené y el Pichis, el monolingüismo en lengua vernácula era de 39% y 34% respectivamente (Chirif y Mora 1976: 86-90). La titulación de las tierras nativas a partir de 1975 bajo la Ley de comunidades nativas, aun cuando insuficiente en cuanto al tamaño de las áreas amparadas, también ha contribuido a sentar las condiciones para el mantenimiento de la identidad Asháninca.
En estos primeros decenios del s. xx los Asháninca del Perené fueron paulatinamente integrados a la economía regional como mano de obra en los cafetales de la Peruvian. En 1939 el 10% del personal empleado en la colonia del Perené era Asháninca; en el periodo 1940-1945 este porcentaje aumentó a 35% (Barclay 1983). El creciente interés por la madera hizo que el frente extractivo forestal se expandiese cada vez más, incluyendo las zonas Asháninca más apartadas. En el río Tambo la actividad maderera se inició en los años 50, profundizándose en los 60. En los 70 cerca del 90% de los hombres adultos de la comunidad Asháninca de Betania trabajaban varios meses al año en la zafra de madera. Los abusos intrínsecos al sistema de habilitación y enganche utilizado por los patrones madereros para captar la mano de obra indígena, hicieron que este porcentaje se redujese a 40% en los años 80 (Villasante 1985).
Sin embargo, en 1982 el 45% de la mano de obra empleada en la saca de madera en el río Tambo continuaba siendo Asháninca, mientras que en el Urubamba dicho porcentaje ascendía al 50% (ibidem).
La integración económica de los Asháninca a través de la venta de su fuerza de trabajo también se ha dado en el área de la producción agrícola y pecuaria. En 1985 el 95% de los colonos del valle del Pichis empleaban peones Asháninca para el desarrollo de sus actividades agropecuarias. Para esa misma fecha se ha determinado que el 90% de los hombres adultos de las comunidades Asháninca trabajaban para patronesun promedio de dos meses al año (Swenson y Narby 1985: 23). Estas y las anteriores cifras demuestran que gran parte de las actividades productivas y extractivas en la selva central se han sustentado en el trabajo indígena.
En zonas como el Pichis la estrategia Asháninca de trabajar para patrones como modo de obtener dinero en efectivo responde, no a una falta de interés en la producción agropecuaria como se ha afirmado, sino a las dificultades de transporte, el monopolio de la comercialización por parte de unos pocos comerciantes, y los bajos precios locales de los productos agropecuarios, que hace que los costos de producción estén por encima de los ingresos percibidos (Narby 1986: 16). Que existe interés en la producción directa lo prueba el hecho que los Asháninca del Pichis han recurrido masivamente al sistema de créditos de promoción ofrecidos por el Banco Agrario bajo el presente gobierno. Representando el 70% de la población del valle, los Asháninca constituían en 1986 el 90% de los prestatarios, siendo la mayor parte de estos créditos para el cultivo de arroz (ibidem: 20). Aun cuando se ha probado que bajo las condiciones fijadas por el Banco Agrario y las del mercado local la devolución de los préstamos no es posible en base a este tipo de producción (ibidem; 19), el gran número de solicitudes de préstamo por parte de los Asháninca demuestra claramente que éstos no tienen la intención de mantenerse al margen de la economía nacional.
Esto se ve confirmado por el hecho de que en aquellas zonas mejor conectadas con el sistema vial nacional y con un mercado local más desarrollado, los Asháninca han optado por una estrategia de producción agrícola directa. En el valle del Perené la agricultura comercial se ha ido convirtiendo en una estrategia de supervivencia frente a la creciente presión sobre las tierras, y la creciente escasez de recursos animales y forestales que no permiten el desarrollo de las actividades productivas tradicionales. En el Cuadro No. 3 se evidencia esta tendencia hacia una participación cada vez mayor en el mercado a través de la agricultura comercial. En el estudio de 1975 fueron encuestadas 14 comunidades Asháninca del Perené; en el de 1986 fueron encuestadas 18. En ambos se determinó el porcentaje de comunidades que sembraban determinados productos ya sea exclusivamente para la venta, ya para el autoconsumo y venta.
Como resultado de esta tendencia en 1986 el 66% de la chacra promedio Asháninca estaba destinado a cultivos netamente comerciales, cifra similar a la de 75% que se ha determinado para las chacras promedio de los colonos de la zona (Swenson 1986: 4
-7). Más aun, de los cultivos de subsistencia, el 42% del maíz, 42% de los plátanos, y e16% de la yuca eran igualmente comercializados (ibidem: 4). Constituyendo el 10% de la población del valle, los Asháninca contribuyen el 1:7% de la producción total de cítricos, 2.2% de la de café, 3.4% de la de yuca, 4.7% de la de palta, 8.7% de la de maíz, y 9.6% de la de plátanos (ibidem). Si bien esta contribución está en muchos casos pordebajo del porcentaje de población que representan, esta situa-ción bien puede cambiar en el corto plazo ya que el 25% del café, 67% del cacao y 82% de los cítricos existentes
en las comunidades Asháninca en 1986 había sido recientemente sembrado y aún no estaba en etapa de producción (ibidem).
El café, principal producto comercial del Perené, constituye el 40.5% de la chacra promedio Asháninca (ibidem). Su cultivo, como fuente principal de ingresos, asociado a una diversificación de los cultivos comerciales, constituye la estrategia de los Asháninca de esta zona para asegurarse una fuente de ingresos permanentes a la par que evitar los riesgos que representan tanto las oscilaciones de precios como las plagas que afectan a los monocultivos. Como respuesta a los problemas de comercialización (monopolio y bajos precios) los productores Asháninca del Perené junto con los del Pichis se han asociado en los años 70 en la Central de Comunidades Nativas de la Selva Central (CECONSEC). Dicha organización, que se originó com
o una cooperativa para la comercialización de café y achiote producido en las comunidades, pronto asumió otros aspectos de la lucha Asháninca por mejores condiciones de vida: titulación de tierras, defensa de los derechos, y educación bilingüe. Actualmente la CECONSEC ha trascendido sus objetivos originales para asumir la representación de los intereses Asháninca ante el Estado y las agencias de desarrollo que operan en la zona. Con la presentación de candidatos propios en las elecciones municipales de 1985
* Este porcentaje habría sido más alto si no fuera por una plaga que en los años precedentes destruyó los papayales de la zona la CECONSEC ha asegurado además la activa participación de las comunidades Asháninca en la política regional.
Fuente: INTEGRACION ECONOMICA, IDENTIDAD Y ESTRATEGIAS INDIGENAS EN LA AMAZONIA autor FERNANDO SANTOS GRANERO

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