18 setiembre 2008

Los petroglifos de Jamalca

Prácticamente nada se conoce de los recursos culturales del distrito de Jamalca, pero al explorar su territorio uno se enfrenta con sorpresas interesantes, porque tras la enmarañada floresta que lo cubre aparecen vestigios arqueológicos que evidencian, a todas luces, los restos del quehacer humano de tiempos preincaicos1. Jamalca, palabra cuyo origen y significado hunde sus raíces en lejanos períodos de la prehistoria nativa, alude quizás al proceso migratorio, en determinado momento, de algunos grupos que atravesaron el caudaloso río Marañón hace miles de años. Actualmente, sus territorios conforman uno de los siete distritos de la provincia de Utcubamba en el departamento de Amazonas, Perú. Antes, en tiempos coloniales, se hallaba incluida en la gran provincia de Luya y Chillao, a la cual estuvo vinculada desde épocas anteriores a la llegada de los Incas a estos territorios.
Una reciente e inicial visita a la zona nos ha servido para identificar algunos testimonios arqueológicos, los cuales por las características que presentan vienen a conformar genuinas expresiones del arte rupestre local. Los viejos artistas jamalquinos, en dos sitios no extensos, grabaron en la roca escenas relacionadas a sus preocupaciones ideológicas. Los temas representados son todavía un enigma para los ojos modernos, pero como un intento de aproximarnos a su comprensión publicamos un resumen del hallazgo.
Antecedentes
Como ya lo enunciamos, no hemos encontrado datos arqueológicos que específicamente nos den alguna información sobre el pasado prehispánico del distrito de Jamalca. No obstante, para el caso de la provincia que incluye a éste, tenemos los estudios realizados hace algunos años por la arqueóloga Ruth Shady, quien hizo investigaciones sobre las ocupaciones humanas de Utcubamba, especialmente en la parte baja del valle del mismo nombre, donde justamente se ubica Jamalca. Ella identificó varios sitios arqueológicos próximos a la margen izquierda de la cuenca del río Utcubamba, y los resultados de sus investigaciones revelaron una secuencia de desarrollo cultural desde el período Formativo (1300 a 200 antes de Cristo) hasta el período Intermedio Tardío, con evidencias incluso de la presencia de testimonios del estilo alfarero Kuelap (Shady 1973). Este estilo es aquél que definimos para la parta alta del valle de Utcubamba, mediante excavaciones arqueológicas en el mismo complejo de Kuelap y exploraciones de varios sitios emplazados en la parte alta del valle (Ruiz 1972). A pesar de esta información, como no pudimos obtener asociaciones alfareras al entorno de los petroglifos de nuestro estudio, no ha sido posible aproximarnos con exactitud a la época en que éstos fueron grabados
Por otra parte, existen estudios y referencias sobre el arte rupestre en áreas próximas al distrito de Jamalca y a la provincia de Utcubamba, como en las de Jaén, Luya, Chachapoyas y las riberas del Marañón (Langlois 1939: 75; Reichlen 1950: 233; Horkheimer 1959: 87-88; Oblitas 1978: 49-51; Miasta 1979; Gamonal 1981, 1986; Bueno y Lozano 1982; Zubiate 1984; Ravines 1986; Shady y Ruiz 1987; Muscutt 1987; Ruiz 1988, 2001; Olivera 1994; Kauffmann 2003: 448-460; Ruiz Paredes 2003: 107-108). No obstante, estas evidencias artísticas "amazonenses" no sólo se presentan aisladas como en los casos citados, sino también pueden presentarse relacionadas a cementerios, especialmente en aquellos situados en altos cobertizos rocosos, asociados a los denominados sarcófagos y mausoleos o chullpas, tal como se observa claramente en las tumbas de La Laguna de los Cóndores o en los mausoleos de Revash (Von Hagen y Guillén 1998; Von Hagen 2000, 2002; Kauffmann 1989, 2003, entre otros). Resulta interesante agregar que los contextos funerarios están referidos, en su mayor parte, a las pinturas rupestres y no a los petroglifos. De estos últimos, existen pocos trabajos, pero se han hecho publicaciones que contienen referencias sobre su presencia en Amazonas (Reichlen 1950: 233; Horkheimer 1959: 88; Schjellerup 1997: 133; Kauffmann 2003: 452; Hostnig 2003: 5,6,7). Sin embargo, se carece aún de estudios sistemáticos que contribuyan a la investigación de otros sitios con similares expresiones para su contrastación adecuada y mejor comprensión estética y arqueológica. Para otras áreas del Perú ya se han realizado aportes significativos en este aspecto (Cardich 1964; Guffroy 1999; Núñez Jiménez 1986; Hostnig 2003; Linares Málaga 1999; Rick 2000).
Por todo lo expresado debemos señalar, de modo general, que el estudio de los petroglifos de la región es un tema sobre el cual es necesario poner la adecuada atención, ya que acumular información sobre sus características servirá para comprender su significado en el contexto de las sociedades que poblaron el valle del Utcubamba. Esas expresiones culturales constituyen una faceta más del registro arqueológico vinculado al quehacer humano en tiempos remotos.
Jamalca
El distrito de Jamalca con sus 357.9837 km2 ocupa el tercer lugar en extensión en la provincia de Utcubamba. El primer lugar corresponde al distrito de Cajaruro con 1,763.2211 km2, mientras el distrito de menor extensión vendría a conformarlo el de Yamón con 57.6166 km2 (Ruiz Paredes 2003: 13). Los demás distritos se denominan Bagua Grande (746.6630 km2), Cumba (292.6583 km2), El Milagro (313.8893 km2) y por último, Lonya Grande (327.9200 km2).
La capital del distrito de Jamalca, que viene a ser el pueblo del mismo nombre, se halla a 1201 metros sobre el nivel del mar, teniendo como coordenadas geográficas 05°53’ 45’’ de Latitud Sur y 78° 13’ 31’’ de Longitud Oeste. Por la altitud que muestran los diversos sectores de su territorio, entre 440 a 1200 metros sobre el nivel del mar, podemos considerar que el territorio de Jamalca se encuentra en la región denominada Yunga (500 a 2500 metros sobre el nivel mar), de acuerdo a la clasificación ecológica establecida hace algunos años para el territorio peruano (Pulgar Vidal 1996). El río Utcubamba por el lado este, la Quebrada Honda por el lado norte y el río de Magunchal por el sur delimitan sus propiedades. En realidad el territorio de Jamalca comprende sectores de zona Quechua hasta la de Temple que se extiende hacia las playas del fondo del valle que marginan el río Utcubamba.
Nuestras exploraciones en la zona de Jamalca nos permiten expresar que su topografía configura laderas montuosas, quebradas profundas y terrenos inclinados como notas saltantes que distinguen la geografía local. Esas laderas miran al Oriente y descienden vertiginosamente para caer hacia la margen izquierda del río Utcubamba, que avanza en dirección norte y desemboca en el Marañón. Por tales ambientes abundan los cultivos de café; sin embargo, este producto no es el preferido de los campesinos, sino las plantaciones de yuca, plátanos, guayabas, bituca (una raíz comestible suave y agradable al paladar), naranjas, limas y pasto abundante donde invernan los hatos de ganado y las bestias de carga.
De la carretera marginal de la Selva, a media hora de la ciudad de Bagua Grande, capital de la provincia de Utcubamba, parte un camino carretero que asciende hasta el pueblo de Jamalca. Aquí se halla la mayor concentración poblacional del distrito a 1200 metros sobre el nivel del mar. El clima es cálido pero algo más suave que en los feraces y agobiantes ambientes de la selva seca de los llanos de Bagua Grande. Varias fuentes de agua irrigan el territorio y no sufre de los problemas que afronta la ciudad capital en este aspecto. Bagua Grande, en todo caso, espera hace varias décadas que el agua de Jamalca, es decir del río Magunchal, calme la sed de sus campos.
En las vertientes jamalquinas predominan los terrenos siempre verdes, las quebradas de aguas constantes y las sánoras de corrientes temporales. No abundan las rocas pero sí las tierras productivas que a veces se tornan fangosas y obstaculizan el tránsito, especialmente en la temporada de invierno. El ambiente es propicio para la vida humana y así lo fue en tiempos antiguos, de modo que las comunidades humanas la eligieron como sede de sus actividades agrícolas y de caza. Además es allí donde, sus antiguos ocupantes, escogieron justamente los pocos promontorios rocosos para dejarnos las huellas de su mensaje todavía indescifrado.
Los petroglifos
Hemos explorado sólo dos lugares con este tipo de restos. Uno, muy próximo al pueblo de Jamalca y otro, más alejado, en el caserío de El Laurel. En ambos casos se aprovechó los pocos elementos rocosos destacados en el ambiente. La naturaleza pétrea de estos bloques es de arenisca rojiza, y en ellos labraron las figuras de nuestro comentario. De acuerdo a los diseños y el tipo de técnica de trabajo empleado, nos permitimos afirmar que corresponden a lo que en la arqueología se conoce como arte rupestre en la variedad de petroglifos. Nos estamos refiriendo al sitio de Pajpachupa y El Laurel, de los cuales ofrecemos los siguientes detalles:
Pajpachupa
El sitio de Pajpachupa se encuentra ubicado en el distrito de Jamalca, a poca distancia de este pueblo de modo que el acceso no presenta dificultades, pues para llegar al sitio se utiliza la carretera que se dirige al pago de Morochal, del cual se toma el camino de herradura hacia los terrenos de Magunchal. En el trayecto se observan sólo terrenos de cultivo de los pobladores en los que predominan las plantaciones de café, algunos frutales y plantas nativas de la región. El bloque con los petroglifos se encuentra al pie de terrenos de ladera, adyacente a una sánora que discurre hacia el río Utcubamba. En este lugar se observa una mole rocosa de aspecto cúbico, cuyo peso es aproximadamente de unas cinco toneladas. Presenta facetas laterales más o menos planas.
Una de las facetas más planas de la roca, la que mira al lado este, muestra el diseño de las figuras esculpidas. Algunas de las figuras son ya irreconocibles por el estado de deterioro en que se encuentran, causado a través del tiempo, pero lo que aún se observa claramente, son los diseños de personajes antropomorfos de unos 0.48 metros de altura como promedio, los cuales se singularizan por encontrarse en posición invertida. Ellos están distribuidos en la mitad inferior del panel rocoso y no hay vestigios de otras figuras en las otras caras del bloque. El estilo de los trazos es simple, ajeno a detalles que delaten mayores características de los personajes representados. La posición invertida de los personajes nos hace pensar que quizá la mole rocosa pudo haber rodado algún trecho por el declive de la ladera donde se encuentra. En la zona son frecuentes los desplazamientos de terrenos, debido a las fuertes lluvias que se producen en la temporada de invierno.
La técnica utilizada para grabar las figuras fue sencilla. Para lograr los diseños habrían utilizado una piedra tosca de mayor dureza que el soporte, con la cual dieron golpes a percusión para formar el contorno de las representaciones rupestres. Para el caso de las figuras lineales, se muestran trazos más profundos que para las figuras antropomorfas, de modo que aquellas aparecen como si hubiesen insistido más en desgastar al tallar la roca.
En el entorno de la roca grabada no hemos podido observar a nivel de superficie otros restos arqueológicos. La maleza que cubre los campos aledaños nos ha impedido realizar búsquedas minuciosas para encontrar algunos objetos arqueológicos asociados que puedan dar algún indicio de la antigüedad de los petroglifos.
El Laurel
Denominamos a esta muestra con el nombre del mismo caserío donde se encuentra la roca con los petroglifos. Este caserío pertenece a las alturas del distrito de Jamalca en la provincia de Utcubamba. Para llegar al sitio, desde el pueblo de Jamalca, se utiliza un camino de herradura que atraviesa los pueblos de Pururco y Vista Alegre. El lugar no dista mucho del pueblo El Laurel pues se ubica prácticamente junto a él, por lo que no existe dificultad alguna para el acceso.
La afloración rocosa se halla en medio de chacras de cafetales y no es de grandes dimensiones. Luce en una de sus paredes varias figuras talladas toscamente, para lo cual habrían utilizado una piedra como herramienta y con ésta lograron desgastar la roca. Sobresalen aquí los diseños de personajes, igualmente antropomorfos, en completo movimiento. Poseen el cuerpo y la cabeza definidos, con los brazos y las piernas abiertas, como si estuvieran danzando o quizás en una acción de cacería (Fig. 1). Los trazos son únicamente delineados, sencillos y sin mayores pormenores anatómicos. Como en el caso de Pajpachupa, la técnica utilizada sería la misma que se empleó para las figuras antropomorfas. Es decir, se hizo uso de una piedra dura con la cual se martilló la pared para contornear la figura, notándose que los bordes de las líneas no son regulares sino más bien toscos.
El tamaño de las figuras no excede los 30 centímetros y no están asociadas a otro tipo de diseños. Tampoco hemos podido observar en el terreno de su entorno algunos restos, sea de alfarería u otros de diferente naturaleza como desechos líticos, po
r ejemplo, como para inferir o intentar una aproximación a la cronología que le corresponde.
Importancia cultural

Indudablemente, tanto Pajpachupa como El Laurel adquieren importancia por exhibir muestras del arte rupestre amazonense referido a los petroglifos, campo de la plástica aborigen que con las pinturas en los abrigos rocosos, abundantes también en la zona, rivalizan con las expresiones estéticas realizadas en piedra de otras regiones de los Andes peruanos. El arte que se observa, sencillo, esquemático, poco detallista, centrado en perpetuar la imagen humana, expresa la preocupación de las comunidades prehispánicas del lugar por plasmar su misma figura, probablemente en lugares que pudieron funcionar como hitos que marcaban territorios. Pajpachupa linda con tierras de la parte baja, donde se inicia el temple caluroso del valle del Utcubamba, mientras El Laurel se sitúa en laderas montuosas de altura, como punto de arranque de los ambientes de quechua, por encima de los 1500 metros de altura sobre el nivel del mar. Los pueblos remotos de Jamalca y Bagua Grande, con este tipo de expresiones estéticas, y otros que deben existir en los territorios montuosos de la zona, querían comunicar algunas preocupaciones de su mundo a la sociedad en la cual estaban involucrados. Por ello, algún artista de ese tiempo graficó un mensaje para comunicar aspectos de la realidad que enfrentaban y es posible que los grupos humanos que desenvolvían su existencia en estos parajes entendían el mensaje grabado en la piedra. Ahora sólo intentamos aproximarnos a su lectura y su registro como patrimonio cultural de Jamalca.
Cabe anotar también la importancia que le dieron a los pocos bloques rocosos que aparecen en medio de la floresta. Es decir, aprovecharon esa circunstancia para dejar allí, las huellas de lo que deseaban comunicar al resto de la población de tiempos lejanos.
Si queremos comparar los petroglifos de El Laurel y Pajpachupa con otras expresiones de la misma naturaleza del departamento de Amazonas, encontramos alguna relación con los petroglifos de Kaclic y los de la cuenca de Gache del distrito de Lamud. Los petroglifos de Kaclic están ubicados en la misma cuenca del río Utcubamba pero en la parte alta, a poca distancia de la ciudad de Chachapoyas. En este caso las figuras representadas aparecen en una pared rocosa que forma parte de las estribaciones montañosas que descienden de Chachapoyas a la margen derecha del río Utcubamba, pero no es una roca aislada como sí lo es en los ejemplos de El Laurel y Pajpachupa. Por otra parte, el arte rupestre de Kaclic es mas complejo que los del presente estudio, porque se observa en él varias figuras humanas de diseño diferente, representaciones de animales cuadrúpedos diseñados en forma definida, volutas, líneas onduladas, espirales, figuras geométricas como el rombo y hasta verdaderas escenas como un personaje humano rodeado de animales o, al parecer, recuas de animales (Ver foto en Ruiz 1970: 32). Por eso ya Hans Horkheimer, quien no sólo publicó una foto como se ha afirmado (Kauffmann y Ligabue 2003: 452), sino que hizo una breve descripción de Kaclic, afirmó también la existencia de la figura humana con su tocado, felinos, serpientes, llamas, caracol, araña, pez (que puede ser un siluro), hacha de doble filo, flechas, volutas, un romboide y escenas que él interpreta como la "de un cazador que con su flecha o con su puñal mató a tres pumas" (Horkheimer 1959: 88). Igualmente, se encuentra una referencia a la cual se añade una foto hecha por César García Rosell (García Rosell 1968: 32). También Zubiate ofrece un relato sucinto del sitio de Kaclic y declara, entre otros datos sobre el lugar, la existencia de escenas propias de una cultura primitiva (Zubiate 1984: 32). Además, existe una descripción concisa y acompañada de una foto de Kaclic el año de 1986 (Ravines 1986: 10). Sobre la base de estas referencias, Kaclic viene a constituir, hasta el presente, el petroglifo más mencionado del departamento de Amazonas, después que lo citara Henry Reichlen (Reichlen 1950). Sólo el petroglifo de Pajpachupa es el que, en cierta manera, asemeja al de Kaclic, porque contiene figuras humanas con algún detalle como se observa en la representación de los ojos en el rostro humano y porque está acompañado de otros diseños geométricos, pero ciertamente no se asemeja en la diversidad que muestra el caso de Kaclic. Además, como ya lo anotamos, el ejemplo de El Laurel difiere totalmente por representar únicamente figuras humanas poco detallistas.
Para el caso de los petroglifos de Gache, debemos expresar que se trata de un sitio ubicado en el área del valle del Utcubamba, pero en la parte alta, en el río denominado Gache que es un afluente del Utcubamba por su margen izquierda. Se trata de una pared rocosa y no de bloques aislados como los de Jamalca. Las representaciones de Gache combinan figuras humanas con otras de aspecto geométrico. Además, los diseños antropomorfos cuentan con detalles como ojos, boca, cabellera y presencia de dedos en las manos, si bien no completos pero insinuados. En todo caso las figuras conservan un mayor número de detalles en comparación con las de Jamalca.
Estamos pues frente a dos expresiones de petroglifos, de diferente carácter, lo cual puede significar al mismo tiempo diferencias cronológicas o distintas escuelas de arte prehistórico en la región del valle del Utcubamba. Hay que tener en cuenta que incluso en tiempos tan tardíos como en los inicios del coloniaje hispano dicha región fue identificada como la etnia de los Luya y Chillao. Los Luya, del área donde se encuentran los petroglifos de Kaclic y Gache, eran los habitantes de la parte altoandina en tanto los Chillao eran los pobladores de la parte baja, de las junglas calurosas de Utcubamba y Bagua, zona de los petroglifos de Jamalca.
No obstante, poco es lo que podemos decir sobre la antigüedad de las figuras y sus creadores, debido a que no hemos encontrado indicios u objetos asociados a esos petroglifos, tanto los de Jamalca como los de Kaclic. La carencia de estudios similares de la misma región impide también la realización de un mayor análisis para contrastar los petroglifos de nuestro estudio con otros del mismo departamento de Amazonas,. Tal vez los petroglifos de Jamalca estuvieron vinculados a las culturas más tardías de la cuenca inferior del valle del Utcubamba, cuando se encontraban vigentes los Complejos de Rentema o Paguilla, estudiados por Ruth Shady (1973). Si fuese así, los petroglifos habrían sido diseñados por algún artista del grupo social que habitó esa región y cuya antigüedad remontaría a los 800 años antes del presente. Es precisamente en ese tiempo cuando en la parte alta del valle del Utcubamba se encontraba en pleno apogeo la cultura de los Chachapoyas y los Luya y Chillao. Lo que caracterizó a estos grupos humanos, en cuanto a su producción alfarera, es fundamentalmente el empleo de la decoración geométrica aplicada a los objetos. Este hecho apoya la hipótesis de que la estética en esos tiempos no rebasó los cánones a los que se redujeron. Podría ser, por eso, que las representaciones en las rocas tuviesen una tendencia hacia la geometrización. Sólo nuevas investigaciones sobre el tema ampliarán nuestra visión acerca de este tipo de vestigios en el nororiente peruano.
Agradecimientos
Al Sr. Roberto Ruiz, Alcalde del distrito de Jamalca, por las facilidades que nos supo brindar durante nuestra permanencia en la zona de estudio. Igualmente a los señores Salomón Carranza Carrasco y Luis Gamonal Rojas, quienes colaboraron en los trabajos de exploración arqueológica. Revista Electrónica de Arqueología PUCP Vol. 3 - Nro. 9 - Julio 2008
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Fuente: Revista Electrónica de Arqueología PUCP Vol. 3 - Nro. 9 - Julio 2008. Los petroglifos de Jamalca, Amazonas (Perú) autor Arturo Ruiz Estrada (Profesor Principal de la Escuela de Arqueología de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos)

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