29 setiembre 2008

Comunidad Nativa Cocama-Cocamilla

La etnía Cocama-Cocamilla representa la avanzada más occidental de los pueblos amazónicos de habla tupí-guaraní. Pueblo guerrero y comerciante, los Cocama-Cocamilla dominaban el área de ricas tierras ribereñas delimitada por los ríos Huallaga, Marañón y Ucayali. Contactados en 1644, los misioneros jesuitas calculaban la población Cocamilla del Bajo Huallaga y Cocama del Bajo Ucayali en 10,000 individuos. Las epidemias de viruela y catarro, que se sucedieron como consecuencia de la reducción de los indígenas en pueblos de misión, redujeron esta población en sólo seis años a 1,500 (Santos 1987). Se calcula que para 1656 el 83% de la población Cocamilla había perecido debido a las pestes (Anthony Stocks 1981). Como reacción ante esta catástrofe demográfica los Cocama y Cocamilla, confederados con los Shipibo del Ucayali medio, se levantaron en 1659 contra los misioneros y las tropas españolasque los apoyaban. La gran rebelión Cocama-Cocamilla duró nueve años y terminó con la derrota de los indígenas y el ajusticiamiento de sus líderes (Santos 1987).
La grave reducción demográfica y el aplastamiento de la resistencia militar sentaron las condiciones para la evangelización de los restos del pueblo Cocama-Cocamilla. Estos fueron reasentados en la misión de Lagunas, en el bajo Huallaga, la cual se convirtió en sede del Superior de los jesuitas de Maynas (Stocks 1981: 71). Los Cocama-Cocamilla fueron desde entonces enganchados en expediciones militares para sojuzgar a otras etnías. A lo largo del s. XVIII los habitantes de Lagunas fueron utilizados como guerreros, fabricantes de botes y remeras en expediciones comerciales y punitivas, convirtiéndose en ejemplo de 'indígena cristianizado'. Como consecuencia de la política misionera de imponer el quechua como lengua franca de las misiones, hacia fines del s. XVIII los Cocama-Cocamilla eran bilingües, manejando el quechua además de su lengua materna. Cuando en 1767 los jesuitas fueron expulsados de Maynas por la Corona, el proceso de cristianización y europeización de este pueblo había culminado. En 1768 un misionero afirmaba que los Cocama "no se distinguen de las demás naciones cristianas ni por su vestimenta ni por cualquier otra característica" (F. X. Veig1 1768: 56).
A pesar de esta pérdida de especificidad étnica y de estar inmersos en la dinámica económica y política regional, los Cocama mantenían aún cierta unidad étnica y formas de organización social y política propias. Así, en 1827 el viajero alemán Poeppig (1835-36) informaba que había costado mucho trabajo misionarlos y que por su carácter agresivo el "gobernador de la provincia les teme más que a cualquier otra tribu". En 1829, y como consecuencia del vacío político generado a raíz de la Independencia, la resistencia Cocama se evidenció una vez más. Bajo el mando del líder Manuel Pacaya los Cocama abandonaron el pueblo de Lagunas debido a los malos tratos que recibían de las autoridades locales y fundaron el pueblo de Nauta sobre el Marañón, a poca distancia de su confluencia con el Ucayali (Stocks 1981: 84). Hacia 1859 éste era el más próspero "pueblo de indios" del Amazonas peruano, gracias al comercio que efectuaba con Moyobamba y Tarapoto del lado peruano, y con La Barra y Pará del lado de Brasil (F. Michelena y Rojas 1867: 520). Esto fue posible debidoa la instauración en 1853 de la navegación a vapor, que convirtió a Nauta en el principal puerto sobre el Amazonas. Sin embargo este mismo acontecimiento brindó las condiciones para la definitiva desarticulación del pueblo Cocama.
Ya en 1859 el colombianoMichelena y Rojas mencionaba los abusos que sobre los Cocama de Nauta ejercían el comandante general de la provincia y las autoridades subalternas forzándolos a trabajar para su provecho (1859: 520). Estos eran obligados a producir el carbón de leña necesario para abastecer a los vapores fluviales. Con el creciente interés por el caucho y la mayor demanda de mano de obra para su extracción a partir de 1885, el uso arbitrario y forzado de la mano de obra Cocama se convirtió en verdadera esclavitud. Esta fue denunciada por los misioneros de la época, quienes afirmaban que los caseríos fundamentalmente Cocama-Cocamilla de los ríos Marañón y Amazonas se encontraban despoblados debido a que sus habitantes habían sido enganchados y trasladados a la fuerza por los patrones caucheros (Anales 1901-08: 300). El exprefecto de Loreto, Hildebrando Fuentes, consignaba que estos últimos preferían como peones a los indígenas Jebero, Cocamilla y Chayahuita por encontrarse entre los más 'civilizados' de la región (1906: 438).
A fines del s. XIX un numeroso grupo de indígenas Cocama procedentes del Marañón y del Bajo Ucayali fue trasladado al río Nanay cerca de Iquitos. Estos Cocama estaban sujetos al patronazgo de la familia Freitas, la cual dominaba los cauchales de todo el Bajo y Medio Nanay (M.L. Rúnciman y R. Aguilera 1981: 7-8). El traslado forzado de los Cocama-Cocamilla y la transferencia de peones indígenas de un patrón a otro mediante el sistema de traspaso de deudas generó una gran mezcla de indígenas de etnías diferentes, contribuyendo a la desarticulación étnica de los Cocama (Anales 1901-08: 178). Hacia 1905 J. Van Hassel estimaba la población Cocama-Cocamilla en 4,000; éstos aún hablaban su idioma, pero ya estaban"mui mezclados con los indios de la sierra" (1905: 646).
Alrededor de 1925 el sistema de patrones iniciado con el boom del caucho se había consolidado y todos los Cocama estaban sujetos y trabajaban para algún patrón. El etnólogo alemán Tessmann señala que para contratar remeros Cocama, quienes seguían siendo los mejores del Amazonas, era preciso "alquilarlos de sus amos" (1930: 79). Por ese entonces los Cocama-Cocamilla ya no vivían en malocas, no tejían, y usaban vestimentas europeas. Habían perdido sus fiestas religiosas tradicionales y sólo algunos elementos tradicionales pervivían en sus festividades católicas. Sin embargo Tessmann afirma que los Cocama-Co-camilla estaban en proceso de expansión, encontrándoselos establecidos en zonas muy distantes de sus territorios tradicionales. Para esa época Tessmann estimaba su población en 10,000 (1930: 66). Diez años más tarde los Cocama seguían "distribuidos en pequeñas colonias... junto a los centros de trabajo y bajo la tutela, más o menos real, de algún connotado señor" (Espinosa 1935: 130). Ya no tenían rasgos propios en cuanto a organización social y régimen político, y participaban activamente en la economía regional produciendo pescado salado, frijoles, tomates y cebollas para el mercado de Iquitos (ibidem: 93, 103, 130).
En 1926 se fundó la primera escuela parroquial en el caserío Cocamilla de Achual Tipishca. Por ese entonces muy pocos hablaban castellano y la mayoría eran bilingües hablando el quechua y el cocama. En 1935 todas las comunidades Cocamilla del Bajo Huallaga contaban con escuelas públicas y se había prohibido hablar el idioma cocama. El pueblo Cocama entró en la fase final del proceso de desarticulación étnica (Stocks 1981). Con la decadencia del sistema de patrones en los años 40 y 50, y ya libres de todo dominio directo los Cocama-Cocamilla optaron por una estrategia de disfrazamiento de su identidad indígena. Hacia 1943 Villarejo afirmaba que los Cocama "ya están completamente civilizados; casi todos... hablan español" (1943: 100). Sin embargo, y a pesar deque él mismo afirma que los Cocama "se confunden con los mestizos", el etnólogo Girard encuentra en 1963 que la mayoría de los Cocama del Nanay conocen su idioma y son bilingües (1963: 169). Girard encuentra asimismo que gran parte de la cultura tradicional se había perdido y que sólo la elaboración de una cerámica muy fina y decorada permanecía como elemento de identifica-ción de los Cocama (1963: 166).
El proceso de desarticulación étnica de los Cocama-Cocamilla fue de la mano de una participación cada vez mayor en la economía de mercado, alpunto que las estrategias de los actuales descendientes de este pueblo sonmuy similares a las del estrato de mestizos ribereños al cual se hanincorporado. Aun cuandono tenemos datos estadísticos sobre los Cocama en general, la información de que disponemos sobre los Cocamilla gracias a losestudios de Stocks podría hacerse extensiva a toda la etnía. En el Cuadro No.2 se intenta demostrar cómo los patrones de subsistencia Cocamilla se asemejan más a la de los mestizos ribereños que a los de otras etníasamazónicas comparando para ello los porcentajes que representa lacontribución de las diferentes actividades productivas al peso total de la dieta familiar en estos diferentes sectores poblacionales. Las diferencias que seobservan entre los Cocamilla, por un lado, y los Amahuaca y Sharanahua. porel otro, obedecen no sólo a las variaciones ecológicas y de recursos entre laszonas que habitan, sino también a grados diferentes de participación en el mercado. Así, la agricultura es mucho más importante entre los Cocamilla,que están más integrados, que entre las otras dos etnías menos integradas,mientras que la caza, tan importante entre estas últimas, aporta un porcentaje casi insignificante del peso de la dieta Cocamilla. Del cuadro se desprendeque las estrategias de subsistencia de los Cocamilla se asemejan más a las de los mestizos ribereños, los cuales están plenamente inmersos en la dinámica de mercado, que a las de aquellas sociedades indígenas más tradicionales.
La ribereñización de los patrones de subsistenci
a Coca-milla ha ido de la mano de un mayor énfasis en la agricultura comercial. Así, mientras que en 1976 el 33% de las tierras sembradas en la comunidad de Achua1 Tipishca estaban dedi-cas al cultivo de yute con fmes exclusivamente comerciales, en 1977 este porcentaje había crecido a 60% (Stocks 1981: 105). La tendencia a vender una mayor cantidad de productos agrícolas al mercado ha alcanzado también a algunos de los cultivos tradicional mente sembrados para el autoconsumo. Es así que en 1977 los Cocamilla destinaban el 23% de su producción de plátanos al mercado (Stocks 1981: 109), una cifra que, aunque menor al 41 % de los plátanos que destinan a la venta los campesinos ribereños, es bastante significativa (Hiraoka 1985: 260-1). En cuanto a la pesca, los Cocamilla destinan el 15% de su producción al mercado (Stocks 1981: 262), mientras que los campesinos ribereños venden el 34.6% de la misma (Hiraoka 1985: 260). Si consideramos que la pesca es la principal fuente de proteínas de los Cocamilla, la cifra de 15% es muy significativa. En conclusión, si bien resulta evidente que la economía Cocamilla mantiene aún una fuerte base de autosubsistencia, es posible ver una tendencia hacia una mayor orientación de la producción al mercado siguiendo patrones de producción muy similares a los de los mestizos ribereños.
Hacia 1975 la población Cocama-Cocamilla, estimada en 15 a 18 mil personas, poseía pocos rasgos que la distinguiesen de la mestizo-ribereña, y aunque los adultos seguían siendo bilingües, muy pocos hablaban en idioma Cocama entre sí; los niños 10 desconocían por completo (Ribeiro y Wise 1975: 105-7). Sin embargo, a pesar de esta estrategia de disfrazamiento, que incluía el negar conocer el idioma propio o enseñarlo a sus hijos, e incluso el cambiar sus apellidos tradicionales por otros de origen español o portugués, el 75% de los matrimonios se realizaban entre descendientes de Cocama (ibidem: 107; Rúnciman y Aguilera: 45). En 1982 se estimaba que la población Cocama-Cocamilla ascendía a 20,978 (Perú 1982: 116); estimados más recientes la ubican en 25,500 (Barclay 1987). Esta vasta población indígena, la tercera enimportancia de la amazonía peruana, carece de unidad étnica y busca negar su identidad Cocama para mimetizarse con el estrato de campesinos mestizo-ribereños. Los Cocama no tienen una organización política propia, y aunque en algunas provincias, como la de Loreto, constituyen el 80% de la población, "han sobrevivido a costa del sacrificio de gran parte de su identidad cultural y hasta de su propio nombre" (Verburg 1988: 25).
La misma estrategia de disfrazamiento ha tenido por resultado la imposibilidad de acogerse a la ley de comunidades nativas. No sólo los Cocama niegan su identidad indígena, sino que en los pocos casos en que sí la reconocen para obtener la titulación de sus tierras, se encuentran con la cerrada oposición de los funcionarios del Ministerio de Agricultura, quienes alegan que los Cocama ya no son nativos "porque no tienen curacas, ni hablan su lengua, ni usan vestimentas o adornos tradicionales". Los Cocama han hecho un enorme aporte a la cultura regional en términos del lenguaje, la música, la comida y las tradiciones religiosas. Muchos son maestros y profesores, periodistas, artistas, comerciantes o pequeños patrones; todos son los 'nativos invisibles' de la amazonía peruana, para usar la aguda expresión acuñada por Anthony Stocks.

Fuente: INTEGRACION ECONOMICA, IDENTIDAD Y ESTRATEGIAS INDIGENAS EN LA AMAZONIA autor FERNANDO SANTOS GRANERO

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