01 setiembre 2008

Comunidades Nativas Aguaruna-Huambisa

Las etnías Aguaruna y Huambisa forman parte del gran conjunto Jíbaro que se extiende a lo largo de la selva sur del Ecuador y selva norte del Perú (Alto Marañón). Esta región fue una de las primeras en atraer la atención de los españoles debido a la existencia de oro en sus ríos. En 1546 se fundó la ciudad de Jaén de Bracamoros, a la cual siguieron otras cinco en un lapso de 30 años: Zamora (1550), Valladolid (1557), Santiago de las Montañas (1558), Logroño de los Caballeros (1564) y Sevilla del Oro (1576) (Santos 1987). Estas se convirtieron en los puestos de avanzada desde los cuales se sometió yredujo a la población Jíbaro al sistema de encomiendas. Así encomendados, los Jíbaro fueron obligados a trabajar en los placeres auríferos en torno a los cuales giraba la economía de la región. Esta fue una situación única en la historia colonial de la amazonía peruana; en ninguna otra zona se fundaron ciudades españolas o crearon encomiendas de indios. Los antepasados de los Aguaruna y Huambisa experimentaron directamente y en épocas muy tempranas todo el rigor del sistema colonial español sin la mediación ejercida por los misioneros tal como fue el caso en otras zonas.
Los excesos cometidos por los encomenderos, sumados a las epidemias que afectaron a la zona fueron generando un clima de rebelión que se manifestó en un ciclo de revueltas que tuvo sus orígenes en 1579 y que culminó a fines del s. XVI con la expulsión de los españoles y la destrucción de sus ciudades. El gran levantamiento Jíbaro asumió la forma de una confederación de líderes locales sin jefatura centralizada, que lograba movilizar para acciones concretas contingentes de 500 a 1000 guerreros (Santos 1987). El hecho de ser sociedades eminentemente guerreras, donde el ideal de masculinidad está asociado a valores como la valentía, audacia, fiereza y destreza en la guerra, junto con su mayor conocimiento del terreno, permitieron
que los Jíbaro tuvieran éxito en sus ataques sin sufrir grandes pérdidas. Sin embargo, a diferencia de la sublevación de Juan Santos en la selva central, que logró la expulsión de los españoles en unos pocos meses, el levantamiento Jíbaro asumió la forma de una guerra permanente de larga duración. Esto obedeció a que la presencia española en la zona era cívica y militar, y no sólo religiosa como en la selva central.
Este elemento le otorgó características muy especiales al levantamiento Jíbaro; la larga experiencia de guerra habría de servirles a Aguarunas y Huambisas para rechazar con éxito los numerosos intentos de conquista que se sucedieron a lo largo de los siglos XVII, XVIII Y XIX. Este último fue un siglo de transiión; la penetración republicana llegó a hacerse sentir en la periferia de los territorios Aguaruna y Huambisa, pero los constantes ataques indígenas a los centros poblados locales en 1830, 1843, 1848, 1856 Y 1894 impidieron la colonización de su territorio (Larrabure y Correa 1905-09). Debido a las grandes dificultades de transporte representadas por el pongo de Manseriche sobre el río Marañón, los caucheros tampoco intentaron adentrarse en territorio Jíbaro, de modo que éstos no sufrieron los efectos de las correrías que tan devastadoras consecuencias tuvieran entre los Cocama-Cocamilla. En 1904, en pleno boom del caucho, los Aguaruna seguían resistiendo con éxito la avanzada blanca atacando la misión agustina de Huabico en el Alto Marañón (Homenaje 1940: 33). Recién en la primera mitad del s. xx, y tras 300 años de desarrollo autónomo, una serie de patrones lograron establecerse sobre el Alto Marañón en la de-sembocadura de los ríos Cenepa, Santiago y Nieva teniendo bajo su dominio a pequeños segmentos de la población Aguaruna.
En los años 40 comienza la penetración de los territorios Aguaruna y Huambisa; como consecuencia del conflicto fronterizo con el Ecuador en 1941 (en el que los Aguaruna y Huambisa actuaron de guías y trocheros de las FF.AA.) se comenzaron a establecer las primeras colonizaciones militares de frontera en 1946. En 1947 ingresó el Instituto Lingüístico de Verano (ILV) y en 1949 se establecieron las primeras misiones jesuitas (Rivera 1982: 12-13). En los años 50 entraron los primeros colonos provenientes de la sierra y costa norte; pero no es sino hasta 1968 que el Estado emprende el Proyecto de Colonización del alto Marañón (ibidem: 18). A pesar del fracaso de esta colonización dirigida, lapresencia colona y las presiones de los agentes de la sociedad nacional (funcionarios, maestros, misioneros, etc.) produjeron numerosos cambios en la sociedad Aguaruna. Se incorporaron cultivos comerciales y hubo una fuerte tendencia inicial a asimilarse a la sociedad nacional. Muchos Aguaruna apostaron a la asimilación rechazando sus costumbres e identidad, aun cuando en 1975 el 70% de la población era todavía monolingüe. Sin embargo la marginación y discriminación de que fueron objeto hizo que muchos de ellos volvieran frustrados a sus comunidades de origen con el objeto de "reaprender la cultura ya olvidada" (ibidem: 21). Esta experiencia sirvió para reforzar la identidad Aguaruna, pero también para demostrar la necesidad de prepararse para poder entab
lar relación con la sociedad nacional en términos más favorables.
En los años 60 se habían iniciado las primeras titulaciones de tierras indígenas. En 1982, ya bajo la Ley de comunidades nativas (D.L. 20653), se habían titulado en la provincia de Bagua 75 comunidades nativas Aguaruna y Huambisa con un total de 348,103 hás. para 3,562 familias (Rivera 1982: 21). En 1985 esta cifra había aumentado a 84, y 20 comunidades esperaban aún su reconocimiento (Nugkuag 1985: 30). Por ese entonces se estimaba la población Aguaruna en 28,500 (incluyendo a los Aguaruna del Alto Mayo) y la Huambisa en 6,750 (Barclay 1987) locual los convierte en el segundo conjunto étnico de la amazonía peruana en cuanto a peso demográfico.
El proceso de titulación de tierras cobró impulso con la creación de dos organizaciones indígenas locales: la Organización Central de Comunidad Aguaruna del Alto Marañón (OCCAAM) y el Consejo Aguaruna y Huambisa (CAH).
La primera nació en 1975 como un comité de comercialización para canalizar la creciente producción de cacao de las comunidades del Alto Marañón. La segunda nació en 1977 y en 1985 contaba con 89 comunidades asociadas de los ríos Cenepa, Nieva, Chiriaco, Marañón y Santiago (Nugkuag 1985: 23). Como principal objetivo el CAHse ha propuesto "asumir por sí mismo la solución autónoma y creativa de sus necesidades" (ibidem). Para ello viene desarrollando sus actividades en cuatro áreas consideradas prioritarias: salud, promoción económica, educación bilingüe y defensa legal. Respecto de la promoción económica, el CAH planteaba la necesidad de un "mejor aprovechamiento de los propios recursos" de acuerdo con las "experiencias acumuladas y las técnicas que estén a su alcance" de modo de "activar líneas de desarrollo común" (ibidem: 23-4). Más aun, el CAH se presenta no sólo como "una opción de desarrollo de las comunidades de la zona, sino una alternativa de desarrollo para la región" (ibidem).
Hasta 1970 de 54 comunidades conocidas 100% producía yuca y plátanos para el autoconsumo y la venta, mientras que 67% producía maíz, 37% maní, 35% cacao y 19% café exclusivamente para la venta (Rivera 1982: 18). Ante esta creciente tendencia hacia una agricultura comercial, y para evitar la explotación de los productores por parte de los regatones, quienes pagaban muy bajos precios, el CAH desarrolló un sistema de comercialización multicomunal basado en la creación de bazares comunales, nueve centrales zonales de comercialización, y dos almacenes de acopio, uno de ellos en Imacita, desde donde la producción global se transporta para su venta en el mercado de Chiclayo (Nugkuag 1985: 26). Dicho sistema abastece a su vez a los bazares comunales de mercadería de primera necesidad para evitar que las largas cadenas de intermediarios encarezcan los productos manufacturados. En 1985 las centrales del CAH comercializaron 500 toneladas de cacao (casi toda la producción de la zona), 352 toneladas de arroz, 150 de frijoles, y 18 kilos de oro (Beauclerk et. al. 1988: 85).
Esta fuerte participación en la economía regional ha venido acompañada de una
activa participación en la gestión municipal. Con la reciente creación de la provincia de Condorcanqui, cuya población mayoritaria es Aguaruna y Huambisa, éstos han conseguido un alto nivel de autonomía en el plano local. Los candidatos del CAH han ganado las elecciones municipales de 1985 y actualmente controlan la alcaldía provincial y las dos alcaldías distritales, lo cual hace del CAH la más fuerte y sólida organización nativa del país. El orgullo étnico desarrollado por los Aguaruna y Huambisa a lo largo de tres siglos de exitosa lucha contra los invasores de sus tierras se ha visto reforzado con los logros económicos y políticos de su organización.
Fuente: INTEGRACION ECONOMICA, IDENTIDAD Y ESTRATEGIAS INDIGENAS EN LA AMAZONIA autor FERNANDO SANTOS GRANERO

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