Estudio de un sector de las Yungas peruanas
El área de estudio corresponde a un sector de las Yungas peruanas, localizado entre la provincia de Oxapampa, en el Departamento de Pasco, (por el norte) y la frontera con Bolivia, por el Sur. En total, el área evaluada cubre casi 8 millones de hectáreas, correspondientes a 44 distritos de los departamentos de Pasco, Junín, Cusco, Puno y Madre de Dios. Asimismo, en este sector se han identificado 43 cuencas, correspondientes a las macrocuencas de los ríos Pachitea, Perené, Tambo, Apurímac, Ene, Urubamba, Alto Madre de Dios, Inambari y Tambopata.
Condiciones biofísicas
La formación vegetal más representativa de esta zona son los bosques montanos y premontanos (ONERN 1976). Estos bosques crecen, como su nombre lo indica, sobre sectores montañosos y al pie de estos montes. El hecho de estar ubicados en sectores montañosos, hace que la temperatura sea menor en ellos que en el resto de la selva, y tanto más baja, cuanto más arriba están los bosques. Por otro lado, la precipitación en la zona es muy alta, más alta que en el llano amazónico, pues la topografía hace que se induzca la formación de nubes y de lluvias durante todo el año. Incluso cuando no hay lluvias, es frecuente encontrar sectores con neblinas permanentes que aportan una gran cantidad de agua a las plantas y al suelo, en estos lugares crece un tipo de bosque especial, el bosque de neblinas (ver Stadtmüller 1987). En los sectores montanos, uno de los elementos más importantes que afecta la formación de los bosques es la pendiente: los sectores de bosque con pendientes fuertes implican una erosión rápida de las partículas del suelo, con la consiguiente pérdida de nutrientes. Para hacer frente a ello, las especies han desarrollado la capacidad de reciclar la mayor parte de los nutrientes en tiempos muy breves, lo que minimiza la posibilidad de pérdida de nutrientes.
En las partes bajas de los cerros, la pendiente aminora, acumulándose los nutrientes y sedimentos que son desplazados por el agua y la gravedad desde las partes más altas.
Esto hace que la dinámica de los bosques en la parte baja siga asociada a la historia de los bosques en las partes altas, pudiendo considerarse zonas transicionales. Esto se puede ver en los procesos geo-ecológicos de la llanura amazónica que siguen asociados a los procesos de los bosques montanos. También es importante indicar que existe gran cantidad de endemismos y especies únicas entre animales, como aves, mamíferos, anfibios, reptiles y peces, por no mencionar la enorme diversidad aún poco conocida de todos los invertebrados (CDC-UNALM 2005, Young & León 1997).
Una de las manifestaciones más claras de la interrelación geológica entre la llanura y los sectores montañosos es la acumulación de sedimentos transportados por los ríos. Como ya se comentó, los ríos transportan todo aquello que el agua disuelve o degrada desde las partes altas hacia las partes bajas. Estos sedimentos, acumulados durante millones de años, contienen muchos minerales, algunos de ellos ricos en oro.
La interacción de la población con el entorno natural
Un aspecto de particular importancia es la presencia extendida de poblaciones nativas, quienes han venido utilizando la gran diversidad de recursos animales y vegetales presentes. Entre las comunidades nativas están las de las etnias Mashiguenga, Nomatsiguenga, Yanesha, Asháninka, Harakmbut, Pano, Takana y Arawak (Parks Watch 2004a y 2004b, IIAP & CTAR-MDD 2001). Es posible encontrar sectores importantes de nativos en las cuencas del río Tambo, del río VRAE, del Manu, y del Urubamba (IBC 2004, ACPC). Asimismo, se ha reportado la existencia de nativos en aislamiento voluntario en las cercanías de esta zona. La historia reciente de muchos de estos pueblos está marcada por la defensa de su integridad territorial frente a la expansión de la agricultura, la violencia subversiva y de otros usos del bosque (CVR 2003). Las historias no son homogéneas, observándose casos con variados niveles de integración a la sociedad y de conservación de la identidad cultural.
Con relación a los procesos de colonización de las Yungas en las últimas décadas, resalta el caso de los migrantes de la zona altoandina, en su mayoría campesinos que fueron enfrentando un proceso de empobrecimiento y limitación de los recursos productivos disponibles en sus tierras de origen y encontraron en la migración a la selva una alternativa para mejorar sus condiciones de vida (Gonzáles 1998, CVR 2003, IIAP & CTAR-MDD 2001). Cabe resaltar que muchos de los que migraron en las últimas dos décadas sufrieron de la más cruda violencia de la guerra durante los años 80 y 90 y su migración fue más forzada que inducida. La estrategia de migración constituye un proceso complejo y en muchos casos -sobre todo, pero no exclusivamente, cuando se produce una migración hacia áreas urbanas- ocurre de manera secuencial e involucra a diferentes miembros del seno familiar en cada una de las etapas. En el nuevo lugar, las personas, requieren aprender el uso de nuevos recursos y de nuevas técnicas para manejarlos. En el caso de la migración a zonas de selva alta, como la que nos ocupa en este estudio, destaca la agricultura migratoria como estrategia de adaptación y sobrevivencia en el nuevo entorno. Muchos migrantes replican en las nuevas tierras sus prácticas agrícolas tradicionales, no necesariamente adaptadas a las condiciones biofísicas de este entorno. Debido a las características de las Yungas –brevemente mencionadas anteriormente-, la viabilidad de la actividad agrícola de cultivo en limpio es bastante limitada por lo que el agricultor se ve forzado a abandonar el terreno que colonizó y continuar hacia otro, con lo cual la deforestación avanza. Aunque este es un resultado común (agricultura migratoria-deforestación), no cabe duda que esta interpretación de la estrategia migratoria de los habitantes provenientes de la zona altoandina esconde una mayor complejidad y diversidad de la relación del migrante con la selva alta.
Como muestra el estudio de Ágreda y Espinoza (1991) para un área de selva baja (baja pendiente), las estrategias de los migrantes pueden mostrar una heterogeneidad mayor a la típicamente esperada y que pueden ocurrir prácticas ambientalmente sostenibles en algunos casosi. No obstante lo anterior, los grandes números muestran una imagen menos alentadora. Como veremos más adelante, varias cuencas de las Yungas centrales y de su zona de influencia como Pangoa, Perené, Palcazu, Pichis, y Apurímac, y Yavero y Tambopata más al sur, muestran altos niveles de deforestación y, aunque varios de los asentamientos poblacionales tienen ya largo tiempo, todo parece indicar que la expansión de la agricultura ha jugado un rol preponderante en el acelerado ritmo de pérdida de cobertura boscosa de algunas zonas bajo análisis. Cabe señalar que el cultivo de la hoja de coca está extendido en toda la zona, particularmente en La Convención (Cusco) cuyo uso es principalmente legal, y en el VRAE (Valle del Río Apurímac-Ene), donde la mayor parte de la producción se dedica al narcotráfico.
Este efecto sobre la cobertura boscosa, sin embargo, no es exclusivo de la agricultura, sea ésta de cultivos temporales o permanentes, sino que deriva también de la expansión de la actividad minera. El caso más conocido es el de la pequeña minería de oro en la zona sur de las Yungas, que se manifiesta particularmente un poco más abajo, en en las cuencas de Colorado e Inambari (sector medio). Si bien es una actividad bastante heterogénea, diversos estudios muestran la presencia de poblaciones pobres y en particular niños en el proceso de extracción y lavado. Como señalan estos estudios, los efectos en la salud de los involucrados pueden ser extremadamente nocivos si no se utiliza el equipo adecuado (debido a la utilización de mercurio y la aspiración de gases tóxicos). Si bien el sector público ha planificado intervenciones sobre estas poblaciones, su alcance ha sido bastante limitado en la medida que su población objetivo consiste fundamentalmente en la parte informal del sector. Además de este efecto directo, la pequeña minería de oro tiene un efecto indirecto sobre los recursos del bosque, especialmente en el agua. La informalidad de buena parte del sector nuevamente juega en contra, al hacer más difícil la implementación de marcos regulatorios que permitan el monitoreo efectivo de las prácticas de extracción del metal. Como se mencionará más adelante, este problema incide proporcionalmente más en la población más pobre, en la medida que es esta población la que utiliza las fuentes de agua naturales y no puede acceder a fuentes no contaminadas por falta de recursos.
Cabe señalar que estos efectos en la escala micro tienen un correlato mayor, pues la mayor demanda por caminos (vecinales, departamentales o nacionales) alimentada por la creciente densidad poblacional de los asentamientos en torno a las zonas de explotación minera o agrícola retroalimentan el proceso de expansión antrópica y la correspondiente interrupción de los ecosistemas naturales y contracción del bosque. Las cuencas con mayor población actualmente son las de Oxapampa, Chanchamayo, Pangoa, Paucartambo, Perené y Apurímac. Un ejemplo de los procesos de expansión de la pequeña minería es la de las cuencas de Colorado, Inambari (sector medio), entre otras, que ha sido bastante importante en los últimos años y cuya evolución ha sido facilitada por la presencia de la vía interoceánica sur existente.
Adicionalmente a estos procesos generados a nivel local, algunas decisiones de inversión de envergadura también afectan de manera importante las dinámicas locales.
Entre estos procesos, destacan los proyectos de desarrollo del Estado. Entre los proyectos auspiciados por el Estado hay ejemplos tan variados como la colonización de Pozuzo y Oxapampa a fines del siglo XIX, la implementación del Proyecto Especial Pichis – Palcazu (Instituto Nacional de Desarrollo. 1983), el desarrollo de carreteras de penetración en varias zonas (entre las más recientes destacan las ubicadas en Satipo, Ene y San Gabán), y el proyecto de consolidación de la Transocéanica (IIRSA Sur).
También es importante mencionar el desarrollo de actividades vinculadas a las industrias extractivas, como la minería y el gas. En el caso del gas de Camisea, por ejemplo, la zona de explotación ocurre en Selva Baja, pero la línea de transmisión del gas corta la Yunga (Parks Watch 2004b). Todos estos proyectos suelen estar asociados a estrategias nacionales de desarrollo, lo que no implica necesariamente que tengan adecuados estudios de los impactos sobre la zona.
Otra industria extractiva ampliamente observada en la zona está referida a la extracción selectiva de madera (Álvarez 2005, Parks Watch 2004). Las serias deficiencias del marco regulatorio del sector ha llevado a un manejo bastante pobre de los recursos maderables y no maderables de la zona y está llevando a la desaparición de especies como el ulcumano y el diablo fuerte, además de los casos más conocidos, la caoba y el cedro. Esta actividad, es una de las principales generadoras de carreteras sin planificación ni estudio de impacto ambiental, facilitando enormemente el acceso al bosque de los pobladores del área pero generando importantes amenazas al ecosistema de la zona.
Todos estos procesos se dan sobre el mismo medio físico y geográfico. Para interpretarlos, es necesario contar con una unidad territorial que pueda ser asociada tanto a los procesos ecológicos como a las actividades humanas. Un criterio simple y útil para definir las unidades territoriales son las cuencas hidrográficas. Estas cuencas organizan el flujo del agua, condicionando el desplazamiento de sedimentos del suelo
así como de hojas, frutos, nutrientes, y definen barreras espaciales que restringen las estrategias migratorias o de expansión de las actividades productivas de los hogares. De esta forma, las cuencas ayudan a configurar la organización económica de las zonas y el alcance de los mercados locales. Sin embargo, el hombre genera modificaciones importantes en el ambiente, que pueden modificar el transporte y la comunicación, principalmente mediante el desarrollo de carreteras y de acueductos. Además, la organización política territorial no siempre responde a un criterio de cuenca, sino que muchas veces responde a criterios históricos. En esta ponencia utilizamos la cuenca como unidad de análisis, reconociendo su rol en el ordenamiento del territorio y la interacción entre el hombre y el medio natural.
Exploración de la relación entre industrias extractivas, deforestación y condiciones de vida
En esta sección presentamos estadísticos descriptivos de la evolución de las condiciones de vida en la zona de estudio durante los últimos quince años. Asimismo, planteamos un modelo exploratorio que integre procesos biofísicos y antrópicos en la modelación de la probabilidad de deforestación de un área particular (cuadrados de 90 metros de lado). Si bien este análisis de regresión permite incorporar simultáneamente los dos tipos de factores que hemos discutido a lo largo del documento, es importante recalcar que éste se encuentra aun en fase exploratoria. Las reflexiones sobre las limitaciones de este primer ejercicio se incorporan al final de la sección.
¿Con qué información contamos para este ejercicio exploratorio? A nivel biofísico, se dispone de información georeferenciada de altura y topografía (como pendiente u orientación con respecto al sol), así como de mapas de ríos y de cobertura boscosa para los años 1990 y 2000. Lamentablemente, no se dispone de información georeferenciada sobre caudal de ríos ni sobre suelos, precipitación o temperatura, factores que afectan profundamente los procesos biológicos de los bosques. A nivel de procesos asociados a la dinámica social y económica de los habitantes de la zona, se dispone de información georeferenciada de carreteras y ríos navegables, así como de áreas naturales protegidas, áreas con denuncios mineros y áreas deforestadas con actividad antrópica (es decir, áreas que carecen de cobertura boscosa, que pueden ser centros poblados, parcelas agrícolas, áreas de operación minera, etc.). Como resulta evidente, sin embargo, esta información es insuficiente para caracterizar la dinámica local y en especial para identificar cambios en la calidad de vida de los habitantes de la zona. Si bien el Censo de Población y Vivienda 2005 y la Encuesta Continua 2006 proveen información georeferenciada a nivel distrital y provincial, respectivamente, estos niveles de agregación no son útiles para efectos de modelación en tanto refieren a unidades espaciales con poco sentido social o económico, a diferencia de la agregación por cuenca. Cabe notar sin embargo que esta información es útil para fines descriptivos como los que nos ocupan en la primera parte de esta sección.
Lo expuesto en esta sección contribuye al desarrollo de una agenda de investigación que esperamos continuar cuando se encuentre disponible información georeferenciada que permita asociar de manera sistemática la información sobre procesos biofísicos y la asociada a procesos antrópicos (dinámica socieconómica y calidad de vida de la población de las cuencas1). Cabe adelantar al lector que los comentarios sobre las limitaciones de la estimación subrayan un elemento central que surgió en el proceso de investigación y debería formar parte de futuros ejercicios de modelación, la existencia de cierto grado de influencia recíproca (secuencial) entre deforestación y factores de riesgo o incrementos en la vulnerabilidad de la población en situación de pobreza, en especial en áreas rurales.
¿Qué pasó entre 1993 y 2005 con la cobertura boscosa y las condiciones de vida de los habitantes de la Yunga?
En 1993 el Perú se encontraba camino al fin de la etapa de terrorismo que según la CVR provocó la muerte de más de 60 000 peruanos. La zona bajo estudio incluye áreas que sufrieron de manera particularmente profunda el conflicto armado, como el caso de comunidades nativas Ashaninkas, y áreas hacia donde poblaciones de la sierra se desplazaron en busca de refugio por la violencia en sus lugares de origen. Cabe resaltar que varias de las zonas con mayor violencia terrorista, como algunos sectores del Río Ene y Tambo, tardaron un poco más en lograr la pacificación. Aún hoy en día, existen sectores donde hay presencia de grupos terroristas, aunque estos se encuentran cada vez más asociados a grupos de narcotraficantes. Indicador de la situación vivida en la zona
es el crecimiento poblacional de la región durante el período 1981-1993 que alcanza sólo el 3.5%. Durante el período 1993-2005, por el contrario, la población crece
exponencialmente llegando al 31.7%, siendo el área urbana la que aunque minoritaria en términos absolutos ha crecido proporcionalmente más (52% frente a un crecimiento de 27% del área rural). No obstante el rápido crecimiento de la parte urbana la región sigue siendo predominantemente rural (68.5%).
Este repoblamiento de la selva alta ha ido de la mano de una expansión de la frontera agrícola y en los últimos años de la década del noventa de una expansión de las actividades extractivas. La expansión de la deforestación en el área central de la Yunga, que incluye Chanchamayo, Pangoa, Oxapampa, y otros de alta densidad relativa, es bastante importante. Los puntos rojos indican las nuevas áreas deforestadas entre 1990 y 2000 (áreas de bosque en 1990 que pasaron a ser de uso antrópico el 2000), mientras que los amarillos muestran el área de uso antrópico en ambos años 1990 y 2000. Asimismo, el ritmo de deforestación de las cuencas orientales del área sur, como las que rodean el distrito de Huepethue (Colorado, Alto Inambaro, San Gabán, entre otras), es bastante acelerado. La excepción ocurre en las áreas donde la presencia de áreas naturales protegidas es importante. Cabe resaltar sin embargo que en la zona de amortiguamiento de varias de estas áreas se ha producido un incremento de la deforestación que puede estar poniendo en riesgo los sectores protegidos. Más aun, se observa procesos de deforestación en algunos sectores de las áreas protegidas. A pesar de esto, como se verá más adelante, la protección legal parece ser la medida más eficaz para controlar el avance de la deforestación. Esta variable será introducida en el modelo de la siguiente sección, conjuntamente con las variables biofísicas que pueden condicionar la intervención antrópica del bosque en la medida que hagan el territorio más asequible y productivo (en términos del recurso bosque, la actividad agrícola, o el recurso minero).
Los sectores con actividad minera, representados por las concesiones mineras del año 2003. En la medida que la minería informal usualmente se encuentra en los sectores donde se han hecho denuncios mineros, estas concesiones dan una idea de la incidencia de la actividad minera agregada en la zona. Cabe señalar que si bien ambos tipos de minería (formal e informal) constituyen en principio un riesgo para el frágil ecosistema, los riesgos de la minería informal son mayores debido a la limitada capacidad de monitorear estándares de calidad mínimos en el proceso de extracción del metal. La zona sur de la región y permite observar la correlación entre los patrones espaciales de explotación minera (a nivel de concesiones) y deforestación.
La relación entre expansión de caminos y deforestación es clara. De hecho, como se mencionó en la sección anterior, la expansión de caminos y el crecimiento poblacional suelen ir de la mano. Uno de los posibles mecanismos es el siguiente, en el contexto de un boom de actividades extractivas la población es atraída a la zona para emplearse como asalariado o como independiente y la dinámica local crea una demanda creciente por vías de acceso a mercados más grandes. En este sentido, la asociación entre actividad extractiva (incluso la que no llega con grandes capitales que como parte de sus planes de comercialización incluyen la construcción de caminos para sacar el producto), atracción de la población a mercados laborales nuevos y rentables y la aparición de caminos carrozables que conecten la zona con mercados mayores lleva a que la deforestación inicial, que en principio podría ser focalizada al área de extracción del metal, es finalmente acompañada por una mayor deforestación.
Cabe resaltar que la deforestación en zonas como Oxapampa, Paucartambo, Yavero y las cuencas del sur de la Yunga es fundamentalmente producto de la expansión de frontera agrícola. En algunos casos como en Yavero y Oxapampa es evidente que el patrón espacial de la deforestación sigue la trayectoria de los ríos. En la zona sur de la región, en la zona de San Gabán y San Juan del Oro, si bien coexisten la actividad minera con la agrícola, es la actividad agrícola la que genera mayor deforestación. La deforestación en la zona de Colorado y Alto Inambari es producto de la expansión de la actividad minera de la zona y de la demanda agropecuaria que esta genera.
Con relación a la evolución de indicadores de calidad de vida, lo primero que vale la pena mencionar es que además de los beneficios de la pacificación, los indicadores de pobreza disponibles a partir de la información censal muestran que durante el período intercensal cuatro de los cinco indicadores de necesidades básicas insatisfechas (el quinto no pudo ser calculado para el 2005 por falta de información) mejoran para la región bajo estudio. Asimismo, la asistencia escolar se incrementa significativamente entre el año 1993 y el 2005, para los niños y adolescentes de 6 a 17 años. Así, entre el 93 y el 2005 el porcentaje de niños que deja de asistir a la escuela cae de 21% a 9%, mientras que el porcentaje de adolescentes cae de 45% a 25%. Por un lado, el resultado es esperable en una zona con áreas que sufrieron el conflicto interno de manera particularmente cruda hasta poco después del 93, por otro, la ampliación de la cobertura de servicios educativos ha sido importante a nivel nacional. Sin embargo, es evidente que estas mejoras aun son insuficientes. Si bien se han reducido en 14 puntos porcentuales, todavía un 74% de la población de la Yunga tiene al menos una necesidad básica insatisfecha (considerando vivienda de residencia con condiciones físicas inadecuadas, hacinamiento, hogar sin servicio higiénico (conectado a red pública, pozo séptico o pozo ciego), inasistencia escolar de niños entre 6 y 12 años de edad). Con al menos 2 necesidades insatisfechas la proporción alcanza al 36% y con al menos 3 al 10%.
Con relación al indicador de necesidades básicas insatisfechas, la crítica de su poca sensibilidad a la variabilidad en las condiciones de vida en áreas rurales es bastante extendida. Como veremos en la tercera parte de esta sección, existen otros indicadores a nivel de hogar que son bastante más útiles para estudiar la vulnerabilidad del hogar en un contexto como el de la Yunga, el cual constituye variable clave en la identificación de las vinculaciones entre expansión de industrias extractivas, deforestación y condiciones de vida en la zona.
La deforestación como proceso atado a variables biofísicas y de comportamiento humano
Condiciones biofísicas
La formación vegetal más representativa de esta zona son los bosques montanos y premontanos (ONERN 1976). Estos bosques crecen, como su nombre lo indica, sobre sectores montañosos y al pie de estos montes. El hecho de estar ubicados en sectores montañosos, hace que la temperatura sea menor en ellos que en el resto de la selva, y tanto más baja, cuanto más arriba están los bosques. Por otro lado, la precipitación en la zona es muy alta, más alta que en el llano amazónico, pues la topografía hace que se induzca la formación de nubes y de lluvias durante todo el año. Incluso cuando no hay lluvias, es frecuente encontrar sectores con neblinas permanentes que aportan una gran cantidad de agua a las plantas y al suelo, en estos lugares crece un tipo de bosque especial, el bosque de neblinas (ver Stadtmüller 1987). En los sectores montanos, uno de los elementos más importantes que afecta la formación de los bosques es la pendiente: los sectores de bosque con pendientes fuertes implican una erosión rápida de las partículas del suelo, con la consiguiente pérdida de nutrientes. Para hacer frente a ello, las especies han desarrollado la capacidad de reciclar la mayor parte de los nutrientes en tiempos muy breves, lo que minimiza la posibilidad de pérdida de nutrientes.
En las partes bajas de los cerros, la pendiente aminora, acumulándose los nutrientes y sedimentos que son desplazados por el agua y la gravedad desde las partes más altas.
Esto hace que la dinámica de los bosques en la parte baja siga asociada a la historia de los bosques en las partes altas, pudiendo considerarse zonas transicionales. Esto se puede ver en los procesos geo-ecológicos de la llanura amazónica que siguen asociados a los procesos de los bosques montanos. También es importante indicar que existe gran cantidad de endemismos y especies únicas entre animales, como aves, mamíferos, anfibios, reptiles y peces, por no mencionar la enorme diversidad aún poco conocida de todos los invertebrados (CDC-UNALM 2005, Young & León 1997).
Una de las manifestaciones más claras de la interrelación geológica entre la llanura y los sectores montañosos es la acumulación de sedimentos transportados por los ríos. Como ya se comentó, los ríos transportan todo aquello que el agua disuelve o degrada desde las partes altas hacia las partes bajas. Estos sedimentos, acumulados durante millones de años, contienen muchos minerales, algunos de ellos ricos en oro.
La interacción de la población con el entorno natural
Un aspecto de particular importancia es la presencia extendida de poblaciones nativas, quienes han venido utilizando la gran diversidad de recursos animales y vegetales presentes. Entre las comunidades nativas están las de las etnias Mashiguenga, Nomatsiguenga, Yanesha, Asháninka, Harakmbut, Pano, Takana y Arawak (Parks Watch 2004a y 2004b, IIAP & CTAR-MDD 2001). Es posible encontrar sectores importantes de nativos en las cuencas del río Tambo, del río VRAE, del Manu, y del Urubamba (IBC 2004, ACPC). Asimismo, se ha reportado la existencia de nativos en aislamiento voluntario en las cercanías de esta zona. La historia reciente de muchos de estos pueblos está marcada por la defensa de su integridad territorial frente a la expansión de la agricultura, la violencia subversiva y de otros usos del bosque (CVR 2003). Las historias no son homogéneas, observándose casos con variados niveles de integración a la sociedad y de conservación de la identidad cultural.
Con relación a los procesos de colonización de las Yungas en las últimas décadas, resalta el caso de los migrantes de la zona altoandina, en su mayoría campesinos que fueron enfrentando un proceso de empobrecimiento y limitación de los recursos productivos disponibles en sus tierras de origen y encontraron en la migración a la selva una alternativa para mejorar sus condiciones de vida (Gonzáles 1998, CVR 2003, IIAP & CTAR-MDD 2001). Cabe resaltar que muchos de los que migraron en las últimas dos décadas sufrieron de la más cruda violencia de la guerra durante los años 80 y 90 y su migración fue más forzada que inducida. La estrategia de migración constituye un proceso complejo y en muchos casos -sobre todo, pero no exclusivamente, cuando se produce una migración hacia áreas urbanas- ocurre de manera secuencial e involucra a diferentes miembros del seno familiar en cada una de las etapas. En el nuevo lugar, las personas, requieren aprender el uso de nuevos recursos y de nuevas técnicas para manejarlos. En el caso de la migración a zonas de selva alta, como la que nos ocupa en este estudio, destaca la agricultura migratoria como estrategia de adaptación y sobrevivencia en el nuevo entorno. Muchos migrantes replican en las nuevas tierras sus prácticas agrícolas tradicionales, no necesariamente adaptadas a las condiciones biofísicas de este entorno. Debido a las características de las Yungas –brevemente mencionadas anteriormente-, la viabilidad de la actividad agrícola de cultivo en limpio es bastante limitada por lo que el agricultor se ve forzado a abandonar el terreno que colonizó y continuar hacia otro, con lo cual la deforestación avanza. Aunque este es un resultado común (agricultura migratoria-deforestación), no cabe duda que esta interpretación de la estrategia migratoria de los habitantes provenientes de la zona altoandina esconde una mayor complejidad y diversidad de la relación del migrante con la selva alta.
Como muestra el estudio de Ágreda y Espinoza (1991) para un área de selva baja (baja pendiente), las estrategias de los migrantes pueden mostrar una heterogeneidad mayor a la típicamente esperada y que pueden ocurrir prácticas ambientalmente sostenibles en algunos casosi. No obstante lo anterior, los grandes números muestran una imagen menos alentadora. Como veremos más adelante, varias cuencas de las Yungas centrales y de su zona de influencia como Pangoa, Perené, Palcazu, Pichis, y Apurímac, y Yavero y Tambopata más al sur, muestran altos niveles de deforestación y, aunque varios de los asentamientos poblacionales tienen ya largo tiempo, todo parece indicar que la expansión de la agricultura ha jugado un rol preponderante en el acelerado ritmo de pérdida de cobertura boscosa de algunas zonas bajo análisis. Cabe señalar que el cultivo de la hoja de coca está extendido en toda la zona, particularmente en La Convención (Cusco) cuyo uso es principalmente legal, y en el VRAE (Valle del Río Apurímac-Ene), donde la mayor parte de la producción se dedica al narcotráfico.
Este efecto sobre la cobertura boscosa, sin embargo, no es exclusivo de la agricultura, sea ésta de cultivos temporales o permanentes, sino que deriva también de la expansión de la actividad minera. El caso más conocido es el de la pequeña minería de oro en la zona sur de las Yungas, que se manifiesta particularmente un poco más abajo, en en las cuencas de Colorado e Inambari (sector medio). Si bien es una actividad bastante heterogénea, diversos estudios muestran la presencia de poblaciones pobres y en particular niños en el proceso de extracción y lavado. Como señalan estos estudios, los efectos en la salud de los involucrados pueden ser extremadamente nocivos si no se utiliza el equipo adecuado (debido a la utilización de mercurio y la aspiración de gases tóxicos). Si bien el sector público ha planificado intervenciones sobre estas poblaciones, su alcance ha sido bastante limitado en la medida que su población objetivo consiste fundamentalmente en la parte informal del sector. Además de este efecto directo, la pequeña minería de oro tiene un efecto indirecto sobre los recursos del bosque, especialmente en el agua. La informalidad de buena parte del sector nuevamente juega en contra, al hacer más difícil la implementación de marcos regulatorios que permitan el monitoreo efectivo de las prácticas de extracción del metal. Como se mencionará más adelante, este problema incide proporcionalmente más en la población más pobre, en la medida que es esta población la que utiliza las fuentes de agua naturales y no puede acceder a fuentes no contaminadas por falta de recursos.
Cabe señalar que estos efectos en la escala micro tienen un correlato mayor, pues la mayor demanda por caminos (vecinales, departamentales o nacionales) alimentada por la creciente densidad poblacional de los asentamientos en torno a las zonas de explotación minera o agrícola retroalimentan el proceso de expansión antrópica y la correspondiente interrupción de los ecosistemas naturales y contracción del bosque. Las cuencas con mayor población actualmente son las de Oxapampa, Chanchamayo, Pangoa, Paucartambo, Perené y Apurímac. Un ejemplo de los procesos de expansión de la pequeña minería es la de las cuencas de Colorado, Inambari (sector medio), entre otras, que ha sido bastante importante en los últimos años y cuya evolución ha sido facilitada por la presencia de la vía interoceánica sur existente.
Adicionalmente a estos procesos generados a nivel local, algunas decisiones de inversión de envergadura también afectan de manera importante las dinámicas locales.
Entre estos procesos, destacan los proyectos de desarrollo del Estado. Entre los proyectos auspiciados por el Estado hay ejemplos tan variados como la colonización de Pozuzo y Oxapampa a fines del siglo XIX, la implementación del Proyecto Especial Pichis – Palcazu (Instituto Nacional de Desarrollo. 1983), el desarrollo de carreteras de penetración en varias zonas (entre las más recientes destacan las ubicadas en Satipo, Ene y San Gabán), y el proyecto de consolidación de la Transocéanica (IIRSA Sur).
También es importante mencionar el desarrollo de actividades vinculadas a las industrias extractivas, como la minería y el gas. En el caso del gas de Camisea, por ejemplo, la zona de explotación ocurre en Selva Baja, pero la línea de transmisión del gas corta la Yunga (Parks Watch 2004b). Todos estos proyectos suelen estar asociados a estrategias nacionales de desarrollo, lo que no implica necesariamente que tengan adecuados estudios de los impactos sobre la zona.
Otra industria extractiva ampliamente observada en la zona está referida a la extracción selectiva de madera (Álvarez 2005, Parks Watch 2004). Las serias deficiencias del marco regulatorio del sector ha llevado a un manejo bastante pobre de los recursos maderables y no maderables de la zona y está llevando a la desaparición de especies como el ulcumano y el diablo fuerte, además de los casos más conocidos, la caoba y el cedro. Esta actividad, es una de las principales generadoras de carreteras sin planificación ni estudio de impacto ambiental, facilitando enormemente el acceso al bosque de los pobladores del área pero generando importantes amenazas al ecosistema de la zona.
Todos estos procesos se dan sobre el mismo medio físico y geográfico. Para interpretarlos, es necesario contar con una unidad territorial que pueda ser asociada tanto a los procesos ecológicos como a las actividades humanas. Un criterio simple y útil para definir las unidades territoriales son las cuencas hidrográficas. Estas cuencas organizan el flujo del agua, condicionando el desplazamiento de sedimentos del suelo
así como de hojas, frutos, nutrientes, y definen barreras espaciales que restringen las estrategias migratorias o de expansión de las actividades productivas de los hogares. De esta forma, las cuencas ayudan a configurar la organización económica de las zonas y el alcance de los mercados locales. Sin embargo, el hombre genera modificaciones importantes en el ambiente, que pueden modificar el transporte y la comunicación, principalmente mediante el desarrollo de carreteras y de acueductos. Además, la organización política territorial no siempre responde a un criterio de cuenca, sino que muchas veces responde a criterios históricos. En esta ponencia utilizamos la cuenca como unidad de análisis, reconociendo su rol en el ordenamiento del territorio y la interacción entre el hombre y el medio natural.
Exploración de la relación entre industrias extractivas, deforestación y condiciones de vida
En esta sección presentamos estadísticos descriptivos de la evolución de las condiciones de vida en la zona de estudio durante los últimos quince años. Asimismo, planteamos un modelo exploratorio que integre procesos biofísicos y antrópicos en la modelación de la probabilidad de deforestación de un área particular (cuadrados de 90 metros de lado). Si bien este análisis de regresión permite incorporar simultáneamente los dos tipos de factores que hemos discutido a lo largo del documento, es importante recalcar que éste se encuentra aun en fase exploratoria. Las reflexiones sobre las limitaciones de este primer ejercicio se incorporan al final de la sección.
¿Con qué información contamos para este ejercicio exploratorio? A nivel biofísico, se dispone de información georeferenciada de altura y topografía (como pendiente u orientación con respecto al sol), así como de mapas de ríos y de cobertura boscosa para los años 1990 y 2000. Lamentablemente, no se dispone de información georeferenciada sobre caudal de ríos ni sobre suelos, precipitación o temperatura, factores que afectan profundamente los procesos biológicos de los bosques. A nivel de procesos asociados a la dinámica social y económica de los habitantes de la zona, se dispone de información georeferenciada de carreteras y ríos navegables, así como de áreas naturales protegidas, áreas con denuncios mineros y áreas deforestadas con actividad antrópica (es decir, áreas que carecen de cobertura boscosa, que pueden ser centros poblados, parcelas agrícolas, áreas de operación minera, etc.). Como resulta evidente, sin embargo, esta información es insuficiente para caracterizar la dinámica local y en especial para identificar cambios en la calidad de vida de los habitantes de la zona. Si bien el Censo de Población y Vivienda 2005 y la Encuesta Continua 2006 proveen información georeferenciada a nivel distrital y provincial, respectivamente, estos niveles de agregación no son útiles para efectos de modelación en tanto refieren a unidades espaciales con poco sentido social o económico, a diferencia de la agregación por cuenca. Cabe notar sin embargo que esta información es útil para fines descriptivos como los que nos ocupan en la primera parte de esta sección.
Lo expuesto en esta sección contribuye al desarrollo de una agenda de investigación que esperamos continuar cuando se encuentre disponible información georeferenciada que permita asociar de manera sistemática la información sobre procesos biofísicos y la asociada a procesos antrópicos (dinámica socieconómica y calidad de vida de la población de las cuencas1). Cabe adelantar al lector que los comentarios sobre las limitaciones de la estimación subrayan un elemento central que surgió en el proceso de investigación y debería formar parte de futuros ejercicios de modelación, la existencia de cierto grado de influencia recíproca (secuencial) entre deforestación y factores de riesgo o incrementos en la vulnerabilidad de la población en situación de pobreza, en especial en áreas rurales.
¿Qué pasó entre 1993 y 2005 con la cobertura boscosa y las condiciones de vida de los habitantes de la Yunga?
En 1993 el Perú se encontraba camino al fin de la etapa de terrorismo que según la CVR provocó la muerte de más de 60 000 peruanos. La zona bajo estudio incluye áreas que sufrieron de manera particularmente profunda el conflicto armado, como el caso de comunidades nativas Ashaninkas, y áreas hacia donde poblaciones de la sierra se desplazaron en busca de refugio por la violencia en sus lugares de origen. Cabe resaltar que varias de las zonas con mayor violencia terrorista, como algunos sectores del Río Ene y Tambo, tardaron un poco más en lograr la pacificación. Aún hoy en día, existen sectores donde hay presencia de grupos terroristas, aunque estos se encuentran cada vez más asociados a grupos de narcotraficantes. Indicador de la situación vivida en la zona
es el crecimiento poblacional de la región durante el período 1981-1993 que alcanza sólo el 3.5%. Durante el período 1993-2005, por el contrario, la población crece
exponencialmente llegando al 31.7%, siendo el área urbana la que aunque minoritaria en términos absolutos ha crecido proporcionalmente más (52% frente a un crecimiento de 27% del área rural). No obstante el rápido crecimiento de la parte urbana la región sigue siendo predominantemente rural (68.5%).
Este repoblamiento de la selva alta ha ido de la mano de una expansión de la frontera agrícola y en los últimos años de la década del noventa de una expansión de las actividades extractivas. La expansión de la deforestación en el área central de la Yunga, que incluye Chanchamayo, Pangoa, Oxapampa, y otros de alta densidad relativa, es bastante importante. Los puntos rojos indican las nuevas áreas deforestadas entre 1990 y 2000 (áreas de bosque en 1990 que pasaron a ser de uso antrópico el 2000), mientras que los amarillos muestran el área de uso antrópico en ambos años 1990 y 2000. Asimismo, el ritmo de deforestación de las cuencas orientales del área sur, como las que rodean el distrito de Huepethue (Colorado, Alto Inambaro, San Gabán, entre otras), es bastante acelerado. La excepción ocurre en las áreas donde la presencia de áreas naturales protegidas es importante. Cabe resaltar sin embargo que en la zona de amortiguamiento de varias de estas áreas se ha producido un incremento de la deforestación que puede estar poniendo en riesgo los sectores protegidos. Más aun, se observa procesos de deforestación en algunos sectores de las áreas protegidas. A pesar de esto, como se verá más adelante, la protección legal parece ser la medida más eficaz para controlar el avance de la deforestación. Esta variable será introducida en el modelo de la siguiente sección, conjuntamente con las variables biofísicas que pueden condicionar la intervención antrópica del bosque en la medida que hagan el territorio más asequible y productivo (en términos del recurso bosque, la actividad agrícola, o el recurso minero).
Los sectores con actividad minera, representados por las concesiones mineras del año 2003. En la medida que la minería informal usualmente se encuentra en los sectores donde se han hecho denuncios mineros, estas concesiones dan una idea de la incidencia de la actividad minera agregada en la zona. Cabe señalar que si bien ambos tipos de minería (formal e informal) constituyen en principio un riesgo para el frágil ecosistema, los riesgos de la minería informal son mayores debido a la limitada capacidad de monitorear estándares de calidad mínimos en el proceso de extracción del metal. La zona sur de la región y permite observar la correlación entre los patrones espaciales de explotación minera (a nivel de concesiones) y deforestación.
La relación entre expansión de caminos y deforestación es clara. De hecho, como se mencionó en la sección anterior, la expansión de caminos y el crecimiento poblacional suelen ir de la mano. Uno de los posibles mecanismos es el siguiente, en el contexto de un boom de actividades extractivas la población es atraída a la zona para emplearse como asalariado o como independiente y la dinámica local crea una demanda creciente por vías de acceso a mercados más grandes. En este sentido, la asociación entre actividad extractiva (incluso la que no llega con grandes capitales que como parte de sus planes de comercialización incluyen la construcción de caminos para sacar el producto), atracción de la población a mercados laborales nuevos y rentables y la aparición de caminos carrozables que conecten la zona con mercados mayores lleva a que la deforestación inicial, que en principio podría ser focalizada al área de extracción del metal, es finalmente acompañada por una mayor deforestación.
Cabe resaltar que la deforestación en zonas como Oxapampa, Paucartambo, Yavero y las cuencas del sur de la Yunga es fundamentalmente producto de la expansión de frontera agrícola. En algunos casos como en Yavero y Oxapampa es evidente que el patrón espacial de la deforestación sigue la trayectoria de los ríos. En la zona sur de la región, en la zona de San Gabán y San Juan del Oro, si bien coexisten la actividad minera con la agrícola, es la actividad agrícola la que genera mayor deforestación. La deforestación en la zona de Colorado y Alto Inambari es producto de la expansión de la actividad minera de la zona y de la demanda agropecuaria que esta genera.
Con relación a la evolución de indicadores de calidad de vida, lo primero que vale la pena mencionar es que además de los beneficios de la pacificación, los indicadores de pobreza disponibles a partir de la información censal muestran que durante el período intercensal cuatro de los cinco indicadores de necesidades básicas insatisfechas (el quinto no pudo ser calculado para el 2005 por falta de información) mejoran para la región bajo estudio. Asimismo, la asistencia escolar se incrementa significativamente entre el año 1993 y el 2005, para los niños y adolescentes de 6 a 17 años. Así, entre el 93 y el 2005 el porcentaje de niños que deja de asistir a la escuela cae de 21% a 9%, mientras que el porcentaje de adolescentes cae de 45% a 25%. Por un lado, el resultado es esperable en una zona con áreas que sufrieron el conflicto interno de manera particularmente cruda hasta poco después del 93, por otro, la ampliación de la cobertura de servicios educativos ha sido importante a nivel nacional. Sin embargo, es evidente que estas mejoras aun son insuficientes. Si bien se han reducido en 14 puntos porcentuales, todavía un 74% de la población de la Yunga tiene al menos una necesidad básica insatisfecha (considerando vivienda de residencia con condiciones físicas inadecuadas, hacinamiento, hogar sin servicio higiénico (conectado a red pública, pozo séptico o pozo ciego), inasistencia escolar de niños entre 6 y 12 años de edad). Con al menos 2 necesidades insatisfechas la proporción alcanza al 36% y con al menos 3 al 10%.
Con relación al indicador de necesidades básicas insatisfechas, la crítica de su poca sensibilidad a la variabilidad en las condiciones de vida en áreas rurales es bastante extendida. Como veremos en la tercera parte de esta sección, existen otros indicadores a nivel de hogar que son bastante más útiles para estudiar la vulnerabilidad del hogar en un contexto como el de la Yunga, el cual constituye variable clave en la identificación de las vinculaciones entre expansión de industrias extractivas, deforestación y condiciones de vida en la zona.
La deforestación como proceso atado a variables biofísicas y de comportamiento humano
Como se mencionó anteriormente, existen factores biofísicos que atraen la intervención humana en el bosque y que a la vez explican la mayor vulnerabilidad relativa del entorno natural de las Yungas peruanas. Como un primer paso hacia el reconocimiento de las relaciones entre estos procesos antrópicos y físicos en la deforestación, exploramos empíricamente y de manera integrada los factores biofísicos y variables
proxy de procesos antrópicos que consideramos están contribuyendo conjuntamente en aumentar o disminuir la probabilidad de deforestación de un área en el bosque. Cabe subrayar que no exploramos aquí las implicancias conjuntas en deforestación y en dinámicas de regeneración de bosque, sino que nos ceñimos exclusivamente al problema de deforestación.
¿Cuál es la unidad de análisis y cómo definimos la variable de deforestación? La unidad de análisis es un cuadrado de 90 m de lado (píxel) del área de estudio que estaba ocupada por bosque en el año 1990. La variable dependiente es la probabilidad que uno de estos cuadrados pierda su cobertura boscosa. Como variables biofísicas se consideraron la altura, la exposición (calculada como el coseno de la orientación de la pendiente) y la pendiente. Estas variables que ayudan a describir la topografía del lugar se estimaron en base al modelo de elevación digital SRTM de 90 m. También con la misma fuente se obtuvo un valor que ayude a identificar las potenciales zonas para cultivo en limpio. Para ello, se consideró como área apta para el cultivo en limpio a todos los píxeles con una pendiente menor a 15% que se encontraran en la parte baja de la cuenca y aquéllos que se encontraran por debajo de los 1500 msnm.
¿Cómo introducir el factor humano? Por un lado, introducimos la protección legal de las áreas como un factor que influye en la probabilidad de deforestación. Asimismo, en respuesta a la información limitada de la que disponemos para aproximarnos a procesos antrópicos, exploramos dos variables que dan cuenta de patrones espaciales de distribución de la población y la actividad económica. Sin embargo, debido a problemas de endogeneidad, estas dos variables no pudieron ser trabajadas juntas, lo que llevo a que se las estudie en dos modelos distintos. En el primer modelo se consideraron valores de acceso relacionados a las chacras existentes en el año 1990, en particular la distancia de cada píxel a la chacra más cercana y el porcentaje de píxeles deforestados en anillos concéntricos de tamaños variables (el centro de estos anillos es el píxel bajo estudio). En el segundo modelo, además del nivel de protección legal se incluyó la distancia entre el píxel bajo estudio y la vía de comunicación más cercana, sea esta río navegable, camino carrozable o carretera (la información de las carreteras se obtuvo del mapa de carreteras del Ministerio de Transportes y Comunicaciones).
Finalmente, para evitar problemas de correlación espacial entre las observaciones, se obtuvo una muestra de píxeles, de forma regular, con una distancia mínima de 15 píxeles entre cada observación.
Como se observa en las Tablas 1 y 2, las variables altura y nivel de protección son significativas en ambos modelos. En el caso del modelo 2, el efecto de las carreteras es claro en la probabilidad de la deforestación, disminuyendo esta probabilidad al
aumentar la distancia. De manera similar, se observa un fuerte efecto en el modelo 2 de la distancia de una parcela previamente deforestada sobre un píxel a ser deforestado. En este segundo modelo, sólo los dos primeros anillos parecen ser significativos al momento de considerar la probabilidad de la deforestación, probablemente porque el efecto de las chacras deforestadas que se encuentran en los otros anillos ya ha sido incluidos al momento de considerar la distancia a otra parcela preexistente.
Estos resultados confirman lo esperado: la altura, aspecto que controla en gran parte las condiciones climáticas, y que puede servir de variable aproximada para incorporar otras limitaciones biofísicas. También sugiere la importancia de las áreas naturales protegidas para la conservación de los bosques, incluso luego de controlar por aspectos como distancia a vías principales y topografía. En el caso del modelo de deforestación usando como referencia la presencia de la población local, se puede concluir que estos modelos de deforestación deberían considerar por lo menos lo que ocurre en 2 píxeles a la redonda para caracterizar adecuadamente su dinámica (esto es útil para hacer modelos de deforestación empleando autómatas celulares, como el trabajado en CDC-UNALM 2003).
Limitaciones de la estimación: la deforestación y las vulnerabilidades de las condiciones de vida de la población en pobreza
El modelo anterior captura la importancia de algunas variables biofísicas y algunas relacionadas indirectamente con la actividad humana (como distancia a zonas deforestadas o a vías de comunicación), sin embargo consideramos necesario continuar avanzando en esta modelación (futura investigación) debido a una potencial limitación.
El modelo anterior asume que la deforestación es una variable de resultado y no incide de manera importante en las estrategias de los agentes. Si podemos mostrar alguna evidencia de que la dirección de la influencia va en ambos sentidos, del cambio en calidad de vida a la deforestación y viceversa, valdría la pena levantar la pregunta de si existe un modelo a nivel micro que permita estimar de manera más precisa la interrelación entre deforestación y cambio en calidad de vida de la población. De hecho, esto es lo que encontramos mirando la data. La deforestación incrementa la vulnerabilidad de los más pobres y este impacto tendría a su vez un efecto sobre las decisiones económicas y de diverso tipo de los hogares, lo que a su vez puede afectar los recursos del bosque.
¿Por qué decimos que incrementa la vulnerabilidad de los más pobres? La expansión de estas industrias extractivas, en paralelo con el avance de la frontera agrícola, temporal o permanente, implica pérdida de bosque y recursos asociados. Al otro lado del proceso, la pérdida de bosque genera cambios en el ecosistema -cambios cuya intensidad depende de las condiciones biofísicas del sistema mismo-, en especial en la calidad de agua y de suelos, así como en la vulnerabilidad de las poblaciones más pobres ante accidentes naturales (por ejemplo, los deslizamientos de tierra que se hacen más frecuentes en áreas deforestadas y de alta pendiente). En la medida que los más pobres carecen de recursos para financiar fuentes alternativas de agua y leña, los recursos del bosque son fundamentales para la calidad de vida de estas poblaciones. Según datos del último censo de población y vivienda, el 78% de la población bajo estudio consume agua de fuentes naturales, cuya calidad depende de manera importante de las prácticas de las industrias extractivas. Un caso particularmente preocupante es el de las cuencas de Inambari (sector medio), Colorado y otras cuencas aledañas que han experimentado una expansión importante de la actividad minera, especialmente de la pequeña minería de oro, en los últimos años. Como es conocido, existe un importante sector informal de pequeña minería de oro que es muy difícil de regular y que típicamente utiliza tecnologías precarias de separación del metal que son altamente contaminantes para los que lo trabajan (especialmente niños) y para las fuentes de agua que reciben el mercurio y otros contaminantes vertidos en el proceso. Otro recurso de importancia para la calidad de vida de la población rural de la zona es la leña. De acuerdo al censo del 2005 el 93% de la población rural de esta zona utiliza leña como combustible para cocinar sus alimentos. La deforestación, al hacer más distantes y menos seguros los recursos para la vida cotidiana afecta negativamente a la población que reside en estas áreas (vale decir que el consumo de leña y agua alcanza al 54% y 16% de la población urbana, respectivamente). No está de más enfatizar la importancia del combustible y la calidad del agua de consumo diario para la salud de las personas, especialmente para la población en mayor riesgo como los niños pequeños y las mujeres embarazadas.
El impacto en salud y el impacto en tiempo dedicado a búsqueda y recolección del recurso (leña y agua) generan cambios en las estrategias de los hogares, además de afectar su calidad de vida, y es en este sentido que pueden afectar a través de sus actividades económicas los recursos del bosque.
En este sentido, consideramos esencial tomar en cuenta la influencia recíproca que deforestación y condiciones de vida de la población más vulnerable parecen tener cuando modelemos procesos de deforestación. Queda para futura exploración.
Otro aspecto sustantivo es buscar la forma más adecuada de representar estas variables en un contexto espacial, pero reconociendo a su vez las diferencias que éstas tienen. Por ejemplo, mientras los cambios en la cobertura boscosa se dan en un espacio físico claramente definido (un píxel de bosque sobrevive o no sobrevive), existen otros procesos menos definidos, como cambios en la temperatura promedio, en la precipitación, en la cobertura de la cuenca que alimenta de agua a un centro poblado o en el valor del jornal que se paga en la zona.
Relativos al territorio también aparecen otros problemas, fundamentalmente vinculados a que la información disponible no se encuentra toda en la misma escala de análisis, o bien que las escalas en las que se encuentran no necesariamente permiten reflejar de la mejor forma los procesos físicos, biológicos, sociales y económicos que se dan en la zona.
proxy de procesos antrópicos que consideramos están contribuyendo conjuntamente en aumentar o disminuir la probabilidad de deforestación de un área en el bosque. Cabe subrayar que no exploramos aquí las implicancias conjuntas en deforestación y en dinámicas de regeneración de bosque, sino que nos ceñimos exclusivamente al problema de deforestación.
¿Cuál es la unidad de análisis y cómo definimos la variable de deforestación? La unidad de análisis es un cuadrado de 90 m de lado (píxel) del área de estudio que estaba ocupada por bosque en el año 1990. La variable dependiente es la probabilidad que uno de estos cuadrados pierda su cobertura boscosa. Como variables biofísicas se consideraron la altura, la exposición (calculada como el coseno de la orientación de la pendiente) y la pendiente. Estas variables que ayudan a describir la topografía del lugar se estimaron en base al modelo de elevación digital SRTM de 90 m. También con la misma fuente se obtuvo un valor que ayude a identificar las potenciales zonas para cultivo en limpio. Para ello, se consideró como área apta para el cultivo en limpio a todos los píxeles con una pendiente menor a 15% que se encontraran en la parte baja de la cuenca y aquéllos que se encontraran por debajo de los 1500 msnm.
¿Cómo introducir el factor humano? Por un lado, introducimos la protección legal de las áreas como un factor que influye en la probabilidad de deforestación. Asimismo, en respuesta a la información limitada de la que disponemos para aproximarnos a procesos antrópicos, exploramos dos variables que dan cuenta de patrones espaciales de distribución de la población y la actividad económica. Sin embargo, debido a problemas de endogeneidad, estas dos variables no pudieron ser trabajadas juntas, lo que llevo a que se las estudie en dos modelos distintos. En el primer modelo se consideraron valores de acceso relacionados a las chacras existentes en el año 1990, en particular la distancia de cada píxel a la chacra más cercana y el porcentaje de píxeles deforestados en anillos concéntricos de tamaños variables (el centro de estos anillos es el píxel bajo estudio). En el segundo modelo, además del nivel de protección legal se incluyó la distancia entre el píxel bajo estudio y la vía de comunicación más cercana, sea esta río navegable, camino carrozable o carretera (la información de las carreteras se obtuvo del mapa de carreteras del Ministerio de Transportes y Comunicaciones).
Finalmente, para evitar problemas de correlación espacial entre las observaciones, se obtuvo una muestra de píxeles, de forma regular, con una distancia mínima de 15 píxeles entre cada observación.
Como se observa en las Tablas 1 y 2, las variables altura y nivel de protección son significativas en ambos modelos. En el caso del modelo 2, el efecto de las carreteras es claro en la probabilidad de la deforestación, disminuyendo esta probabilidad al
aumentar la distancia. De manera similar, se observa un fuerte efecto en el modelo 2 de la distancia de una parcela previamente deforestada sobre un píxel a ser deforestado. En este segundo modelo, sólo los dos primeros anillos parecen ser significativos al momento de considerar la probabilidad de la deforestación, probablemente porque el efecto de las chacras deforestadas que se encuentran en los otros anillos ya ha sido incluidos al momento de considerar la distancia a otra parcela preexistente.
Estos resultados confirman lo esperado: la altura, aspecto que controla en gran parte las condiciones climáticas, y que puede servir de variable aproximada para incorporar otras limitaciones biofísicas. También sugiere la importancia de las áreas naturales protegidas para la conservación de los bosques, incluso luego de controlar por aspectos como distancia a vías principales y topografía. En el caso del modelo de deforestación usando como referencia la presencia de la población local, se puede concluir que estos modelos de deforestación deberían considerar por lo menos lo que ocurre en 2 píxeles a la redonda para caracterizar adecuadamente su dinámica (esto es útil para hacer modelos de deforestación empleando autómatas celulares, como el trabajado en CDC-UNALM 2003).
Limitaciones de la estimación: la deforestación y las vulnerabilidades de las condiciones de vida de la población en pobreza
El modelo anterior captura la importancia de algunas variables biofísicas y algunas relacionadas indirectamente con la actividad humana (como distancia a zonas deforestadas o a vías de comunicación), sin embargo consideramos necesario continuar avanzando en esta modelación (futura investigación) debido a una potencial limitación.
El modelo anterior asume que la deforestación es una variable de resultado y no incide de manera importante en las estrategias de los agentes. Si podemos mostrar alguna evidencia de que la dirección de la influencia va en ambos sentidos, del cambio en calidad de vida a la deforestación y viceversa, valdría la pena levantar la pregunta de si existe un modelo a nivel micro que permita estimar de manera más precisa la interrelación entre deforestación y cambio en calidad de vida de la población. De hecho, esto es lo que encontramos mirando la data. La deforestación incrementa la vulnerabilidad de los más pobres y este impacto tendría a su vez un efecto sobre las decisiones económicas y de diverso tipo de los hogares, lo que a su vez puede afectar los recursos del bosque.
¿Por qué decimos que incrementa la vulnerabilidad de los más pobres? La expansión de estas industrias extractivas, en paralelo con el avance de la frontera agrícola, temporal o permanente, implica pérdida de bosque y recursos asociados. Al otro lado del proceso, la pérdida de bosque genera cambios en el ecosistema -cambios cuya intensidad depende de las condiciones biofísicas del sistema mismo-, en especial en la calidad de agua y de suelos, así como en la vulnerabilidad de las poblaciones más pobres ante accidentes naturales (por ejemplo, los deslizamientos de tierra que se hacen más frecuentes en áreas deforestadas y de alta pendiente). En la medida que los más pobres carecen de recursos para financiar fuentes alternativas de agua y leña, los recursos del bosque son fundamentales para la calidad de vida de estas poblaciones. Según datos del último censo de población y vivienda, el 78% de la población bajo estudio consume agua de fuentes naturales, cuya calidad depende de manera importante de las prácticas de las industrias extractivas. Un caso particularmente preocupante es el de las cuencas de Inambari (sector medio), Colorado y otras cuencas aledañas que han experimentado una expansión importante de la actividad minera, especialmente de la pequeña minería de oro, en los últimos años. Como es conocido, existe un importante sector informal de pequeña minería de oro que es muy difícil de regular y que típicamente utiliza tecnologías precarias de separación del metal que son altamente contaminantes para los que lo trabajan (especialmente niños) y para las fuentes de agua que reciben el mercurio y otros contaminantes vertidos en el proceso. Otro recurso de importancia para la calidad de vida de la población rural de la zona es la leña. De acuerdo al censo del 2005 el 93% de la población rural de esta zona utiliza leña como combustible para cocinar sus alimentos. La deforestación, al hacer más distantes y menos seguros los recursos para la vida cotidiana afecta negativamente a la población que reside en estas áreas (vale decir que el consumo de leña y agua alcanza al 54% y 16% de la población urbana, respectivamente). No está de más enfatizar la importancia del combustible y la calidad del agua de consumo diario para la salud de las personas, especialmente para la población en mayor riesgo como los niños pequeños y las mujeres embarazadas.
El impacto en salud y el impacto en tiempo dedicado a búsqueda y recolección del recurso (leña y agua) generan cambios en las estrategias de los hogares, además de afectar su calidad de vida, y es en este sentido que pueden afectar a través de sus actividades económicas los recursos del bosque.
En este sentido, consideramos esencial tomar en cuenta la influencia recíproca que deforestación y condiciones de vida de la población más vulnerable parecen tener cuando modelemos procesos de deforestación. Queda para futura exploración.
Otro aspecto sustantivo es buscar la forma más adecuada de representar estas variables en un contexto espacial, pero reconociendo a su vez las diferencias que éstas tienen. Por ejemplo, mientras los cambios en la cobertura boscosa se dan en un espacio físico claramente definido (un píxel de bosque sobrevive o no sobrevive), existen otros procesos menos definidos, como cambios en la temperatura promedio, en la precipitación, en la cobertura de la cuenca que alimenta de agua a un centro poblado o en el valor del jornal que se paga en la zona.
Relativos al territorio también aparecen otros problemas, fundamentalmente vinculados a que la información disponible no se encuentra toda en la misma escala de análisis, o bien que las escalas en las que se encuentran no necesariamente permiten reflejar de la mejor forma los procesos físicos, biológicos, sociales y económicos que se dan en la zona.
Fuente: "Una mirada a los sectores sur y centro de las Yungas peruanas ¿qué está pasando con la deforestación y las condiciones de vida tras años de crecimiento de las industrias extractivas y la frontera agrícola?" autor Carlos Alberto Arnillas Merino. SEPIA XII Perú : El problema agrario en debate Tarapoto, 13 al 16 de agosto 2007 Tema I "Industrias extractivas, agricultura y uso de recursos naturales" Centro de Datos para la Conservación (CDC). Universidad Nacional Agraria La Molina. Grupo de Análisis para el Desarrollo (GRADE)
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