El Departamento de Apurimac
Apurímac es uno de los departamentos más pobres y menos poblados de Perú. Con una población de 404,190 habitantes en un territorio de poco más de 20,000 kms2, el 54% de la población de la región vive en áreas rurales. La agricultura es de secano, con métodos y técnicas tradicionales y tierras pobres, que explican su baja productividad y los escasos ingresos de la población campesina, entre los más bajos del país. En 2005, el Índice de Desarrollo Humano del PNUD colocaba a Apurímac en el puesto 23 a nivel nacional (sólo por encima del departamento de Huancavelica) con 0.5209; obteniendo el puntaje más bajo la provincia de Cotabambas con 0.4740. El 21.7% de los habitantes mayores de quince años es todavía analfabeto, el porcentaje más alto en Perú (7.1%) y superando incluso la tasa de analfabetismo rural (19.7%)15, y la tasa de desnutrición crónica infantil en 2007 se ubica en 34.43% (INEI, MEF, MEASURE DHS 2008). Desde la década del ochenta, Apurímac ha sido escenario de importantes procesos migratorios, que se han dado en dos direcciones. Por una parte, a nivel macro, la región experimenta un significativo estancamiento en el número total de habitantes. Este hecho es atribuible tanto al empeoramiento de las condiciones de vida (pérdida de valor de los productos agrícolas y ganaderos) como a la violencia política que durante esos años sacude la región. Sin embargo, este estancamiento perceptible en el ámbito regional encubre historias locales muy diferentes. Mientras que las provincias del sur del departamento (Antabamba, Aymaraes, Cotabambas y Grau) pierden población en porcentajes superiores al 10%, la capital regional, Abancay, dobla su población, acercándose a los cien mil habitantes. Lo mismo ocurre con la otra ciudad importante del departamento, Andahuaylas, que en este caso se convierte en receptora de emigrantes provenientes tanto de la provincia de Chincheros, como de las áreas limítrofes del departamento de Ayacucho.
En todos los ámbitos (social, político y económico), la región Apurímac se caracteriza por la existencia de dos polos centrales considerados antagónicos: por un lado, la capital regional, Abancay, y por otro, Andahuaylas, la ciudad más poblada (143,846 habitantes frente a 96,064 de Abancay) y relativamente más desarrollada del departamento. Andahuaylas (junto con la provincia de Chincheros) mantiene fuertes vínculos comerciales y sociales (incluso familiares) con el departamento de Ayacucho. Por el contrario, Abancay y las demás provincias de la región se articulan de manera preferente con Cuzco, que es la principal vía de acceso a Apurímac, además de compartir recursos naturales en común.
Desde el punto de vista político, resulta significativo que la porción mayor del electorado regional se concentre en Andahuaylas (35%), mientras que Abancay aporta únicamente el 27%. Para las agrupaciones políticas que compiten en las elecciones, éste es un factor muy importante a la hora de decidir sus estrategias, ya que existe en toda la región un fuerte sentido localista, que se refleja en la práctica inexistencia del voto cruzado (esto es, el emitido por un candidato natural de una provincia distinta a la del elector). Generalmente gana la elección regional aquel que tiene la simpatía de la mayoría de la población andahuaylina (en desmedro de los abancaínos). Así, en las últimas elecciones regionales, el abismo es evidente: mientras que en Andahuaylas ganó el candidato de Llapanchik con el 43%, en Abancay ganó el candidato de Sí Cumple con el 53% del voto. Finalmente se impuso el candidato de Llapanchik con el 27% a nivel regional, frente al 23% del candidato de Sí Cumple. Pese a ello el respaldo andahuaylino a su candidato se va desvaneciendo rápidamente al trasladarse a Abancay y gobernar desde la capital regional.
Desde el punto de vista económico, el dinamismo de la región depende en gran medida del sector público. Dado el contexto regional de pobreza, no existe una empresa privada de importancia (el ingreso de las mineras es relativamente creciente y no capta laboralmente a mucha población), por lo que el Estado es la única fuente de puestos de trabajo estables. Esto es perceptible sobre todo en la ciudad de Abancay, donde la dependencia del dinero público alcanza a casi toda la población, de manera directa o indirecta. La actividad predominante, sobre todo la de la población llegada en los últimos años, es el comercio. En Andahuaylas el peso del sector público es menor y lo que existe es un importante comercio formal e informal, que se ha ido consolidando en los últimos años.
Junto a estos tres elementos (cambios demográficos, polarización geográfica -y electoral- y dependencia del dinero público) hay otro punto a tener en cuenta: la crisis agrícola de la década de 1960 y la posterior reforma agraria emprendida durante el gobierno del general Juan Velasco Alvarado, supuso la desaparición de los antiguos grupos de hacendados, que hasta ese momento se habían diferenciado del resto de la población en cuanto a hábitos de vida y consumo. Este grupo no ha sido sustituido por un sector urbano dinámico, dada la pobreza de recursos de la zona y las dificultades para articular la región con centros de producción y mercados de consumo. Como resultado de ello, en la actualidad se puede hablar de dos claras divisiones en cuanto al nivel de vida: uno urbano y otro rural. Entre ambos existen importantes diferencias. En el área rural, adicionalmente, se van diferenciando los productores de papa que cultivan a una escala mayor de otros productores que poseen menos terreno. En el caso de San Jerónimo encontramos pobladores que sólo viven en su comunidad y su vida cotidiana transcurre en ella, mientras que otros pobladores pueden invertir en una casa en Andahuaylas o mandar a sus hijos a estudiar fuera de sus comunidades, sea en San Jerónimo o en la capital andahuaylina.
En todos los ámbitos (social, político y económico), la región Apurímac se caracteriza por la existencia de dos polos centrales considerados antagónicos: por un lado, la capital regional, Abancay, y por otro, Andahuaylas, la ciudad más poblada (143,846 habitantes frente a 96,064 de Abancay) y relativamente más desarrollada del departamento. Andahuaylas (junto con la provincia de Chincheros) mantiene fuertes vínculos comerciales y sociales (incluso familiares) con el departamento de Ayacucho. Por el contrario, Abancay y las demás provincias de la región se articulan de manera preferente con Cuzco, que es la principal vía de acceso a Apurímac, además de compartir recursos naturales en común.
Desde el punto de vista político, resulta significativo que la porción mayor del electorado regional se concentre en Andahuaylas (35%), mientras que Abancay aporta únicamente el 27%. Para las agrupaciones políticas que compiten en las elecciones, éste es un factor muy importante a la hora de decidir sus estrategias, ya que existe en toda la región un fuerte sentido localista, que se refleja en la práctica inexistencia del voto cruzado (esto es, el emitido por un candidato natural de una provincia distinta a la del elector). Generalmente gana la elección regional aquel que tiene la simpatía de la mayoría de la población andahuaylina (en desmedro de los abancaínos). Así, en las últimas elecciones regionales, el abismo es evidente: mientras que en Andahuaylas ganó el candidato de Llapanchik con el 43%, en Abancay ganó el candidato de Sí Cumple con el 53% del voto. Finalmente se impuso el candidato de Llapanchik con el 27% a nivel regional, frente al 23% del candidato de Sí Cumple. Pese a ello el respaldo andahuaylino a su candidato se va desvaneciendo rápidamente al trasladarse a Abancay y gobernar desde la capital regional.
Desde el punto de vista económico, el dinamismo de la región depende en gran medida del sector público. Dado el contexto regional de pobreza, no existe una empresa privada de importancia (el ingreso de las mineras es relativamente creciente y no capta laboralmente a mucha población), por lo que el Estado es la única fuente de puestos de trabajo estables. Esto es perceptible sobre todo en la ciudad de Abancay, donde la dependencia del dinero público alcanza a casi toda la población, de manera directa o indirecta. La actividad predominante, sobre todo la de la población llegada en los últimos años, es el comercio. En Andahuaylas el peso del sector público es menor y lo que existe es un importante comercio formal e informal, que se ha ido consolidando en los últimos años.
Junto a estos tres elementos (cambios demográficos, polarización geográfica -y electoral- y dependencia del dinero público) hay otro punto a tener en cuenta: la crisis agrícola de la década de 1960 y la posterior reforma agraria emprendida durante el gobierno del general Juan Velasco Alvarado, supuso la desaparición de los antiguos grupos de hacendados, que hasta ese momento se habían diferenciado del resto de la población en cuanto a hábitos de vida y consumo. Este grupo no ha sido sustituido por un sector urbano dinámico, dada la pobreza de recursos de la zona y las dificultades para articular la región con centros de producción y mercados de consumo. Como resultado de ello, en la actualidad se puede hablar de dos claras divisiones en cuanto al nivel de vida: uno urbano y otro rural. Entre ambos existen importantes diferencias. En el área rural, adicionalmente, se van diferenciando los productores de papa que cultivan a una escala mayor de otros productores que poseen menos terreno. En el caso de San Jerónimo encontramos pobladores que sólo viven en su comunidad y su vida cotidiana transcurre en ella, mientras que otros pobladores pueden invertir en una casa en Andahuaylas o mandar a sus hijos a estudiar fuera de sus comunidades, sea en San Jerónimo o en la capital andahuaylina.
Fuente: "ESTUDIO DE PERCEPCIÓN SOBRE CAMBIOS DE COMPORTAMIENTO DE LOS BENEFICIARIOS Y ACCESIBILIDAD AL PROGRAMA JUNTOS EN EL DISTRITO DE SAN JERÓNIMO (ANDAHUAYLAS – APURÍMAC) . IEP Instituto de Estudios Peruanos . Informe final. Lima, febrero 2009
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