21 abril 2010

Reportaje al Centro Comunal Chamis

"Ya hemos pedido al proyecto que nos entregue nuestro Centro Comunal. Ahora lo queremos usar nosotros."
Los compañeros de Chamis se sienten orgullosos, en esa mañana del 30 de enero de 1990, mientras conversamos delante de una hermosa construcción, 'su' Centro Comunal. Orgullosos, y no es para menos.
Diecisiete años antes, cuando la reforma agraria les adjudicó la hacienda Chamis, de la Beneficiencia Pública de Cajamarca, no existía nada en este rincón ubicado un poco más abajo de la laguna Mataracocha. Era una parcela que el hacendado arrendaba a uno de ellos y que ni siquiera se cultivaba. Hoy en día, la visita es impresionante. Un Centro que crece...
Apenas superada la última cuesta en la carretera afirmada que asciende desde Cajamarca, se divisa el edificio principal con sus dos pisos.
Tiene doce ambientes, siete en la planta baja, cinco en la planta alta. Abajo está el Puesto de Salud, con sala de espera y consultorio, un despachito para el Consejo de Administración de la cooperativa, un almacén para diversos materiales y dos servicios higiénicos para hombres y mujeres.
Los ambientes de arriba sirven de oficina y dormitorio a los funcionarios del Proyecto Piloto de Ecosistemas Andinos (PPEA) y al sectorista del Instituto Nacional de Investigaciones Agrarias (INIAA).
Chamis hizo las cosas bien: los servicios higiénicos cuentan con todas las facilidades, sus asientos y duchas; se han puesto cañerías para agua caliente; arriba hay paneles solares para obtener luz; los postes de la galería-balcón superior son de madera torneada; las paredes están enlucidas 'a regla'; el conjunto es hermoso y atractivo. Al sur de este edificio, a unos pocos metros, la comunidad está acabando una larga construcción que empalma en codo con otra más antigua, el tambo comunal. Los nuevos ambientes son para cocina, comedor y horno de pan.
Detrás de la cocina, invisible desde la carretera, un buen vivero forestal con sus miles de plantones y sus herramientas. A su lado se está construyendo un almacén para tubérculos andinos. Aún está sin techar.
Caminando al norte del edificio principal, y dejando de lado una pequeña plantación de eucaliptos, llegamos a un conjunto de aparatos como pocas veces encontramos en las comunidades andinas: casi diez instrumentos diferentes para medir el clima; es la Estación Meteorológica Central del PPEA.
Más al norte, a una cuadra del edificio principal, hallamos otra construcción más chica pero también de buen ver. Recién terminada, alberga el molino comunal.
Los dos, luego tres, luego cinco campesinos con quienes converso me explican que la gente de Chamis, hace más de 10 años, levantó sola el primer tambo, almacén y horno.
La construcción grande comenzó hace 8 años. Se trataba de una más pequeña, para posta sanitaria, con apoyo del Silvo (Servicio Silvo Agropecuario - SESA - de la Universidad de Cajamarca) en la época en que hicieron el vivero, pero no se llegó a terminar. Luego, con el PPEA, decidieron reconstruirla y realizar de una vez algo más grande, porque necesitaban más ambientes.
Claro, los apoyos recibidos tienen su precio. Gran parte del local está ocupado por el PPEA y el sectorista del INIAA. Pero en noviembre han pedido la entrega y ya están debatiendo cómo se lo van a distribuir.
Además del ambiente para la cooperativa, otro será para el Concejo Vecinal creado hace dos años y que agrupa ahora a 8 caseríos.
Quieren destinar otro para Biblioteca Comunal con los libros que el proyecto ha empezado a juntar para ellos.
La sala de reuniones de arriba servirá para las sesiones y para las capacitaciones que el Consejo de Administración ha decidido organizar a partir de este año.
También están pensando dar un espacio al Juzgado de Paz, y otro al Comité de Rondas de Chamis. No faltan ideas ni proyectos.
Los compañeros están orgullosos y comparto su sentimiento. ¡Tantas comunidades visitadas en los Andes! Sé lo que todo eso significa como esfuerzos e ilusiones. ...o un escaparate que avanza
Tengo más de dos horas haciendo preguntas (muy a pesar mío, el trabajo me obliga) y siento que se están cansando de ellas. Me toca el turno de ofrecer algo. En este caso intento devolverles una
imagen diferente de su 'centro'.
Como edificio y como conjunto de servicios, el Centro Comunal es muy bonito, muy atractivo. Algo conozco de la larga historia para realizarlo y sé que corresponde a un sueño persistente de la
comunidad.
Sin embargo, ¡qué diferente se le puede ver cambiando de mirada! Lo que parece un hermoso ejemplo de realización campesina con apoyo de proyectos de desarrollo, puede ser interpretado a su vez como un escaparate de la ciudad para seducir a los campesinos. Todo está ahí.
Al Centro Comunal se llega por una carretera afirmada... que termina dos cuadras después. Como si sólo sirviese para que la ciudad, a través de sus técnicos pueda intervenir más fácilmente, además de llevarse los primeros palos de eucalipto productos de reforestaciones de años atrás. O para brindar mayor comodidad a los jefes y evaluadores y financiadores de proyectos que quieran ver 'obras'.
¿Para qué sirve actualmente el edificio principal? Para actividades estrictamente relacionadas con la ciudad.
Su principal ocupante es el Puesto de Salud, que constituye una iniciativa y exigencia de la comunidad, pero que está destinado a recibir la medicina de la ciudad. Sé que el PPEA no quiere
limitarse a ello y está viendo cómo articular medicina andina y medicina occidental, medicina rural y medicina urbana, ése es uno de sus méritos.
Pero el significado de la Posta es de todas maneras acercar la medicina urbano-occidental al
campo. La concentración de servicios en esta punta de carretera no tiene más objeto que permitir el
acceso al médico del hospital de Cajamarca o la evacuación de enfermos hacia la ciudad.
Las instituciones estatales forman el segundo grupo de ocupantes, trátese del PPEA, como
proyecto de la Corporación de Cajamarca y del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), o trátese del INIAA.
¿Qué hacen ahí? Más allá de los discursos y las intenciones, ¿qué vemos? Han hecho un local a su imagen y semejanza.
¿Para qué o cuándo habrán de servir tales sanitarios en un lugar donde no hay agua para hacer funcionar el sistema de evacuación de los retretes, ni para alimentar las duchas de agua caliente?
Qué impresionante ver los paneles solares para la luz! ¡Qué impactante debe ser en un informe, un balance de actividades para demostrar que se contribuye al mejoramiento del ecosistema gracias al aprovechamiento de 'energías alternativas'! Pero, ¿por qué nos comentan los campesinos: "hasta ahora sólo tenemos un ambiente para nosotros; está prohibido entrar en los otros porque se pueden romper las cosas; los paneles solares no podemos tocarlos, ni mirarlos siquiera porque se malograrían..."?
¿Estoy exagerando? Quizás. Y es probable que los compañeros que me conversan aprovechen el tono crítico sentido en mis preguntas para echar leña al fuego. Pero, tampoco estoy fabulando. Ahí está, ante la puerta del Centro Comunal, la mejor demostración o más bien la caricatura de tantas ideas o intenciones de las instituciones urbanas: la plazuela.
Apenas diez o veinte metros separan el edificio de la carretera. En este espacio tan reducido, los ingenieros están haciendo una plazuelita enana pero en el más puro estilo de las placitas alrededor de las cuales se organizan y crecen los pueblos, y que son a su vez una réplica de las Plazas de Armas de las ciudades grandes.
Para hacer la plazuela de Chamis, hubo que forzar muchas cosas. Hubo que romper el terreno, excavando y aplanando a fin de lograr un área adecuada... justo debajo de la carretera. Hubo que violar la misma lógica urbana porque ningún pueblo podría organizarse en su rededor, sino hacia abajo. Hubo que pelearse dentro del propio PPEA para imponer esta medida de típico clientelismo.
Hubo que convencer y presionar a los campesinos, para que acepten y participen con su mano de obra, para que se apuren y permitan a las autoridades hacer pronto una linda inauguración... ¿Qué es la plazuela sino una mala imitación de los esquemas urbanos, una caricatura? Un técnico me decía ayer que habría de servir para las reuniones de la comunidad. Pero las mujeres que veo juntarse para su reunión de Club de Madres no buscan la plazuela. Miro más bien que prefieren sentarse en la hierba delante del tambo.
Imitando para ser 'presentables'
Ahora uno de mis interlocutores me confirma la idea. Cuando le pregunto por qué hicieron todo esto aquí, me contesta: "para tener un centro más presentable".
Presentable. Esta podría ser una palabra clave para entender. Aquí la ciudad presenta sus ofertas y sus propuestas de desarrollo del campo. Aquí los campesinos se hacen presentables para relacionarse con la ciudad. Aquí Chamis se hace presentable y adquiere importancia y estatus como para ser centro e intermediario de un conjunto de caseríos en sus contactos con la ciudad.
Los mismos proyectos de distribución futura van en el mismo sentido. ¿Qué es el Concejo Vecinal sino una prolongación de la organización urbana, una descentralización del modelo urbano? En lugar de apropiarse las nuevas oportunidades de gobierno local que ofrece la ley, el Centro Comunal va a servir para que imite en su local el despacho del alcalde de Cajamarca.
Hasta el Juez de Paz, institución que en muchísimas comunidades había logrado compenetrarse con la organización comunal, contará ahora con despacho. Dejará de ser Don Fulano, Juez de Paz que todos conocen y buscan en su casa o su parcela, para convertirse en una cara y muchos papeles, detrás de un escritorio, en un lugar fijo hacia el cual acudan humildes los solicitantes.
El Consejo de Administración de la Cooperativa (o la directiva de la futura comunidad) podrá sesionar a puertas cerradas y evitar la presencia de aquellos simples comuneros que, en otra clase de ambientes, suelen acercarse a escuchar (aprendizaje y control) por interés o porque están de paso. La dirigencia podrá trabajar al estilo de un directorio urbano y los habitantes esperarán sus comunicados oficiales.
Del agua a la ciudad
Temo seguir con semejantes reflexiones y volverme aguafiestas ante la legítima satisfacción de la comunidad. Pero los propios compañeros comienzan a alimentar el debate con sus dudas. Hablamos del agua potable.
"Fuimos al Hospital de Cajamarca, a CARE, para pedir que nos ayuden a tener agua potable. Nos dijeron que sí, que nos podían colaborar, pero que tendríamos que juntar nuestras casas para que sea más fácil, sino no podrían hacer nada por nosotros. Entonces lo hemos pensado pero la verdad que no nos convence todavía."
Ya estamos. Ya se manifiesta con toda claridad el hilo conductor que, a escondidas, inspiró todas las acciones desde la idea del primer tambo: transformar la comunidad en pueblo urbanizado. Quizás ningún profesional haya querido conscientemente hacer de Chamis un pueblo. Pero los modelos técnicos y mentales que guiaron sus acciones y decisiones empujaban en esta dirección.
Cuando se construía el Centro Comunal, los campesinos preguntaron por qué hacer sanitarios de este tipo si no había agua y el ingeniero les contestó: "primero hay que construir y después traemos el agua."
Cuando daban sus charlas, los profesionales de salud introdujeron temas sobre higiene personal y sobre contaminación del agua para disminuir las enfermedades, y los trataron de acuerdo al concepto urbano.
Y así sucesivamente. Una vez creadas la convicción y la necesidad de contar con agua entubada, y si posible potable, apareció la exigencia de juntarse en pueblo para rentabilizar semejante servicio.
Ruinas urbanas... antes de nacer
Esta visión del Centro Comunal como escaparate de la ciudad no es un espejismo, una ilusión nacida en mi cabeza. A pesar de lo reciente de sus construcciones, el lugar ya tiene sus ruinas para testimoniar diversos intentos de crear ahí un mini-poblado.
El PPEA borró todo rastro de aquella posta inacabada que reemplazó con un edificio nuevo. Pero a diestra y siniestra del mismo yacen aún las huellas de presiones internas y externas por urbanizar.
Al costado de la Estación Meteorológica Central, entre el Centro Comunal y el molino, una gran placa de hormigón sobresalta la vista con sus fierros entrelazados saliendo del cemento encima de una poza que las lluvias acaban de llenar de agua sucia: un reservorio abandonado.
"No se usa; estamos pensando utilizarlo quizás después." Con lo caro del cemento y lo difícil de conseguirlo, los campesinos se sienten en la obligación de aprovechar de alguna manera aquella ruina. Pero, ¿cómo llegó ahí?
A fines de los años 70, hacia 1979-1980, los funcionarios de Agricultura, que habían venido para hacer construir terrazas agrícolas, consiguieron presupuesto a fin de hacer un buen reservorio con el ojo de agua existente pocos metros arriba.
Para no desperdiciar el regalo, los campesinos trabajaron en cavar la fosa y levantar paredes impermeables. En un costado se hizo la tapa, fuerte y pesada, de hormigón armado.
Sin embargo, el destino había decidido que la hora de Chamis-pueblo no había llegado aún, y la tapa cayó durante la maniobra para colocarla sobre el reservorio: se rompió y la obra pasó a engrosar el catálogo de buenas intenciones fallidas.
¿Buenas intenciones? ¿Cuál era la intención final del reservorio? En ese tiempo, apenas si existían el tambo, depósito y horno realizados por la cooperativa en 1978.
¿Se trataba de almacenar agua para intensificar algún cultivo? ¿Por qué entonces una obra tan aparatosa? ¿Ya existía la idea de un centro poblado? Mis interlocutores no recuerdan bien. Saben
que la comunidad no estuvo de acuerdo. Más le interesaba usar los recursos en comenzar la edificación de una escuela en el lugar. Pero el presupuesto tenía un destino prefijado y resultó imposible cambiarlo, o ponerse de acuerdo con los funcionarios.
De hecho el trato era entre el Ministerio y la cooperativa, no con la comunidad: "entonces yo no sabía muy bien qué se quería hacer, no participaba de las directivas." ¿Las directivas? Nos puede contar de ellas la otra ruina, una casa semidestruida y abandonada, apenas unos restos de paredes que se yerguen al borde de la carretera, antes del tambo cuando uno sube de Cajamarca.
Es una casa particular. La construyó un dirigente allá antes de 1985, según mis compañeros de charla. La historia de esta vivienda es aleccionadora.
En aquellos años, mientras una mayoría de Chamis reclamaba que la cooperativa se transforme en comunidad campesina, algunos dirigentes tenían un proyecto diferente. Proponían que todos empiecen a hacer sus casas ahí, en la zona del actual Centro Comunal, para vivir todos juntos y desde aquí ir a cultivar sus parcelas, cada uno por su cuenta.
Para dar el ejemplo y convencer a los demás, este dirigente levantó su vivienda, que iba a ser la primera. Pero la comunidad comenzó a sospechar porque, paralelamente, la misma persona pretendió hacerse reconocer títulos individuales sobre la ex-casa-hacienda y sobre las tierras regadas junto a ella. Todos pensaron que quería aprovecharse. Pelearon. Para abatir la moral de los demás, el dirigente destruyó la casa y se fue a la ciudad.
¿Se fue o regresó? No es lo mismo.
A medida que seguimos la conversación, aparecen nuevos elementos que enriquecen la historia del lío.
No era un dirigente cualquiera. Siempre había sido de alguna manera el representante de la ciudad en Chamis: había estudiado; fue funcionario de SINAMOS; cuando la reforma agraria transformó la hacienda Chamis en cooperativa y ésta se integró en la SAIS Atahualpa, él fue subadministrador de la SAIS en Chamis; ahora vive en la ciudad y es uno de los líderes del grupo que quiere impedir el reconocimiento de Chamis como comunidad, en momentos en que sólo faltan los últimos trámites.
Con estas informaciones, imagino escenas y actitudes. ¡Qué suerte para los funcionarios de todas épocas hallar en Chamis un interlocutor que entienda su lenguaje, sus propuestas, que sea líder para trasmitir a la comunidad y convencerla! ¡El sueño de todo técnico en busca de 'detectar líderes' capaces de ayudarle a cumplir sus programas! (Eso mismo que hizo el PPEA contratando dirigentes de Chamis como obreros-promotores.)
¡Qué suerte para la comunidad tener un dirigente que sepa tratar a los ingenieros y doctores, que los comprenda, que pueda sacarle algo a la ciudad, que conozca las cosas del progreso! "Entonces yo entendía como un pequeño pueblo, con una calle y sus casas, que todos vivamos ahí." Aquel dirigente ya no vive en Chamis, pero siguen vivas las ilusiones introducidas por él y por otros, desde el ex-hacendado y el modelo de su casa-hacienda hasta el ingeniero del PPEA y sus retretes sin agua: Chamis-pueblo, Chamis-miniciudad con su clientela de caseríos periféricos.
El ejemplo de Lucmacucho
¿Cómo no pensar que éste es uno de los principales impactos de nuestros proyectos de desarrollo, de nuestras propuestas y ayudas? De nuestras propias necesidades de funcionamiento también. Lo que imagino aquí para Chamis, ya sucedió para la sede principal del PPEA, en Lucmacucho, en la parte baja de estas laderas que se elevan al oeste de Cajamarca.
Lucmacucho es un albergue del Silvo, con sus talleres de capacitación artesanal. Fue ofrecido por la Universidad como oficina para el PPEA. El proyecto empezó enseguida a exigir su acondicionamiento para poder realizar mejor su trabajo: arreglo (afirmado) de la carretera a Chamis para tener mejor acceso al campo, electricidad para que puedan funcionar las máquinas de oficina, teléfono para poder comunicarse rápidamente con todo tipo de instituciones...
Tales condiciones de trabajo fueron logradas poco a poco, pero ¿será casualidad que al mismo tiempo se hayan ido lotizando y urbanizando el tramo entre Cajamarca y Lucmacucho y luego toda la franja encima de Lucmacucho? ¿Será éste un resultado de la labor a favor de los ecosistemas andinos?
El medio ambiente y la urbanización
¿Por qué una visión tan cuestionadora a propósito de un edificio tan simple como el Centro Comunal de Chamis? ¿Qué habrá de malo en estos eventuales procesos de urbanización rural? ¿Acaso no buscamos desde hace algunos decenios formar en el campo asentamientos humanos a los cuales se puedan traer servicios para así mejorar las condiciones de vida, la salud, la educación, la organización y tantas cosas más?
El PPEA es un proyecto encargado de encontrar ideas y modalidades de trabajo que sirvan para cuidar y revitalizar los ecosistemas de laderas andinas. No sólo debemos aprender de él aquello que parezca nuevo y valioso; también debemos aprovecharlo para mirar con otros ojos aquello que solemos hacer sin mayores cuestionamientos. La presencia del PPEA en el Centro Comunal Chamis puede enseñarnos algunos vacíos en las estrategias actuales.
Nos preocupamos por encontrar alternativas de regeneración de la flora, del bosque, de la fauna, de los suelos, de los climas, etc., pero paralelamente nuestras conductas y nuestras prácticas van induciendo lógicas que a lo mejor significan un peligro para los ecosistemas andinos.
La necesidad de agua de Chamis se convierte en exigencia de agrupación en pueblo. Las necesidades de camino, luz y teléfono influyeron (¿aceleraron?) la urbanización de Lucmacucho. Pero la cosa no para aquí. Pronto ya se requiere más.
Al crearse pueblos o ciudades, empiezan nuevas rivalidades con el campo por el uso de recursos claves, como el agua, el combustible, la tierra, etc. El desarrollo urbano de la ladera baja, al acrecentar sus necesidades de agua, ya presiona sobre la ladera alta, con conflictos entre Lucmacucho y Chamis mismo. Mañana vendrán los enfrentamientos entre el nuevo centro de Chamis y las chacras campesinas para saber quién tiene la prioridad en su uso. Las chacras, y con ellas el ecosistema, terminarán por perder...
Los pueblos del Altiplano
Experiencias de otras partes pueden también inspirar muchas reflexiones, cuestionar muchas ilusiones.V arios profesionales del PPEA se entusiasman con el potencial del Centro Comunal Chamis para articular y organizar al conjunto de caseríos de la cuenca del San Lucas: "hay que instalar oficinas para prestar servicios a las comunidades que se quieran integrar alrededor de Chamis"; "sería un eje centralizador para una organización intercaserial"...
Pero hemos visto en muchas partes el rol profundamente desintegrador y divisionista que puede tener la creación de poblados de tipo urbano.
Es el caso del Altiplano boliviano donde el modelo de urbanización en 'pueblos', además de fomentar la separación entre 'vecinos' y campesinos no integrados al poblado, lleva cada comunidad un poco más grande a querer hacer su 'pueblo' para luego reclamar su 'cantonización' (su elevación a unidad político-administrativa).
¡Cuántas redes y organizaciones de trabajo, de intercambio y de complementariedad, que tuvieron una gran importancia en posibilitar la vida en estas zonas, han sido así destruidas por las rivalidades y luchas de la cantonización altiplánica!
Un Centro: ¿para absorber o para servir?
Chamis tiene ahora su 'Centro' Comunal. Pero ¿qué tipo de centro va a ser? El tipo de distribución de ambientes en el edificio refleja una concepción administrativa urbana.
Las piezas pequeñas apenas pueden servir para que un funcionario atienda a solicitantes individuales.
Es la mentalidad 'ventanilla' la que se expresa ahí. Más aún, la plazuela tan cuestionada se puede prestar a la arenga de alguna autoridad desde el balcón hacia sus administrados o sus electores. Es decir que se reproduce ahí el esquema de la ciudad que reduce sus habitantes a individuos aislados o a masa informe.
Para ser útil en términos de administración comunal y de democracia comunal, la construcción hubiese tenido que ser bastante diferente, facilitando los debates y acciones en grupos, el conocimiento y control por 'el común' de todo lo que se hace ahí, la colaboración y articulación entre las diferentes clases de autoridades y organismos presentes.
Antes de despedirnos, los compañeros de Chamis me pidieron: "A ver si nos sigue colaborando con esas ideas porque no lo habíamos visto así."
Sólo puedo agregar ahora, para ellos, para campesinos de otras zonas, para el PPEA, para otras instituciones y proyectos: No nos ilusionemos con los 'centros'. Volvamos a pensarlo mejor.
El Centro Comunal Chamis puede ser una sanguijuela urbana que chupe las laderas, el ecosistema, como lo hizo anteriormente la casa-hacienda. Puede ser también una base que brinde aquellos servicios que realmente necesiten ser concentrados y devuelva al mismo tiempo la vida a todas las partes.
En el caso de Chamis, son los propios comuneros quienes deben pensarlo y decidirlo. Para ello, sería útil que 'visiten' el actual Centro, revisando la historia de cada uno de sus elementos, desde el edificio principal hasta las ruinas, pasando por el vivero 'central', el molino 'central', la Estación Meteorológica 'central', y preguntándose cada vez por qué están aquí, para qué y para quiénes habrán de servir...
Fuente: PPEA 1985-1990(Proyecto Piloto de Ecosistemas Andinos - Cajamarca) "Siete cuentos y recuentos sobre ecología", Perú 1990, Editorial Horizonte, versión PDF adaptada del original word, 63 páginas, 542 KB

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