El proyecto minero Tintaya
La empresa minera BHP Billinton Tintaya S.A. se dedica a la producción de concentrado de cobre. Su asiento minero está ubicado a 4,100 m.s.n.m, en la provincia de Espinar, a 250 Km. al suroeste de la ciudad del Cusco y a 260 Km. de la ciudad de Arequipa.
Si hacemos algo de historia, recordaremos que en setiembre de 1971 el gobierno militar destinó a la empresa estatal Minero Perú los derechos especiales para la explotación de los depósitos de Tintaya, contratando a HA Simons Internacional Ltd., para preparar el estudio de factibilidad de explotación del depósito. En concordancia con la activa presencia estatal en las inversiones mineras, el 2 de mayo de 1980 se constituyó la Empresa Estatal Minera Asociada, de acuerdo a la Ley General de Minería. Poco tiempo después, mediante Decreto Legislativo 109 cambió su status legal por el de Empresa Minera Especial Tintaya S.A., iniciando sus operaciones en 1985.
El 29 de noviembre de 1994, como parte de la estrategia de reducción de la participación de capitales públicos, y de acuerdo al programa de privatización establecido por el gobierno de Alberto Fujimori, el consorcio norteamericano Magma Coopper se adjudicó la buena pro de la explotación minera en subasta internacional al ofrecer US $218 millones en efectivo, $55 millones en papeles de la deuda peruana y un compromiso de inversión de $85 millones en un plazo de 5 años. En enero de 1996, Broken Hill Propietary Inc. (BHP) de Australia, adquirió Magma Coopper Company. Esta compañía, la mayor en el área de industria y extracción de recursos naturales en Australia, posee activos en explotación de minerales y petróleo, y producción de acero, de más de 36,000 millones de dólares americanos, con ingresos anuales calculados en US $ 22,320 millones, siendo su fuerza laboral alrededor de 61 mil trabajadores en más de 50 países del mundo.
Finalmente, en el año 2001 se consolidó la fusión estratégica entre BHP y Billinton. Ambas corporaciones comparten una visión de futuro similar, aunque BHP tiene como elementos principales el cobre, el carbón y el acero, mientras que Billinton por su parte tiene minas en aluminio y otros metales. Estas dos empresas se complementan, teniendo operaciones en todo el mundo, lo que las convierte actualmente en una de las más importantes corporaciones mineras mundiales, con operaciones en Sudamérica, Australia, Estados Unidos, Canadá, Europa, Sudáfrica e Indonesia.
BHP Billinton es una corporación dedicada a la explotación de recursos naturales, con sede en Australia que, como vimos, opera aproximadamente en 50 países, agrupándose en cuatro divisiones: minerales (cobre, carbón, hierro, titanio y d iamante), acero, petróleo y servicios.
En el Perú, la corporación está representada por la operación BHP Billinton Tintaya S.A., que se dedica a la producción y comercialización de cobre, tanto a nivel nacional como en el mercado internacional.
La unidad minera ubicada a 4,100 m.s.n.m., en la provincia de Espinar, abarca en su área de influencia directa a las comunidades de Tintaya Marquiri, Alto Huancané, Bajo Huancané, Huano Huano, Alto Huarca, Huisa, Huarca, Huisa Ccollana y Anta Ccollana. Sin embargo sólo las cinco primeras forman parte de la mesa de diálogo que se instaló en febrero de 2002.
BHP Billinton Tintaya produce en su planta concentradora cerca de 300,000 TM de concentrado de cobre al año, con una ley promedio de 30% de cobre. Esta producción se realiza a partir de minerales con sulfuros de cobre, especialmente calcopirita. Luego, el concentrado es transportado al puerto de Matarani, en Arequipa, para su comercialización.
Si hacemos algo de historia, recordaremos que en setiembre de 1971 el gobierno militar destinó a la empresa estatal Minero Perú los derechos especiales para la explotación de los depósitos de Tintaya, contratando a HA Simons Internacional Ltd., para preparar el estudio de factibilidad de explotación del depósito. En concordancia con la activa presencia estatal en las inversiones mineras, el 2 de mayo de 1980 se constituyó la Empresa Estatal Minera Asociada, de acuerdo a la Ley General de Minería. Poco tiempo después, mediante Decreto Legislativo 109 cambió su status legal por el de Empresa Minera Especial Tintaya S.A., iniciando sus operaciones en 1985.
El 29 de noviembre de 1994, como parte de la estrategia de reducción de la participación de capitales públicos, y de acuerdo al programa de privatización establecido por el gobierno de Alberto Fujimori, el consorcio norteamericano Magma Coopper se adjudicó la buena pro de la explotación minera en subasta internacional al ofrecer US $218 millones en efectivo, $55 millones en papeles de la deuda peruana y un compromiso de inversión de $85 millones en un plazo de 5 años. En enero de 1996, Broken Hill Propietary Inc. (BHP) de Australia, adquirió Magma Coopper Company. Esta compañía, la mayor en el área de industria y extracción de recursos naturales en Australia, posee activos en explotación de minerales y petróleo, y producción de acero, de más de 36,000 millones de dólares americanos, con ingresos anuales calculados en US $ 22,320 millones, siendo su fuerza laboral alrededor de 61 mil trabajadores en más de 50 países del mundo.
Finalmente, en el año 2001 se consolidó la fusión estratégica entre BHP y Billinton. Ambas corporaciones comparten una visión de futuro similar, aunque BHP tiene como elementos principales el cobre, el carbón y el acero, mientras que Billinton por su parte tiene minas en aluminio y otros metales. Estas dos empresas se complementan, teniendo operaciones en todo el mundo, lo que las convierte actualmente en una de las más importantes corporaciones mineras mundiales, con operaciones en Sudamérica, Australia, Estados Unidos, Canadá, Europa, Sudáfrica e Indonesia.
BHP Billinton es una corporación dedicada a la explotación de recursos naturales, con sede en Australia que, como vimos, opera aproximadamente en 50 países, agrupándose en cuatro divisiones: minerales (cobre, carbón, hierro, titanio y d iamante), acero, petróleo y servicios.
En el Perú, la corporación está representada por la operación BHP Billinton Tintaya S.A., que se dedica a la producción y comercialización de cobre, tanto a nivel nacional como en el mercado internacional.
La unidad minera ubicada a 4,100 m.s.n.m., en la provincia de Espinar, abarca en su área de influencia directa a las comunidades de Tintaya Marquiri, Alto Huancané, Bajo Huancané, Huano Huano, Alto Huarca, Huisa, Huarca, Huisa Ccollana y Anta Ccollana. Sin embargo sólo las cinco primeras forman parte de la mesa de diálogo que se instaló en febrero de 2002.
BHP Billinton Tintaya produce en su planta concentradora cerca de 300,000 TM de concentrado de cobre al año, con una ley promedio de 30% de cobre. Esta producción se realiza a partir de minerales con sulfuros de cobre, especialmente calcopirita. Luego, el concentrado es transportado al puerto de Matarani, en Arequipa, para su comercialización.
De otra parte, la empresa ejecuta los proyectos cupríferos complementarios de Antapaccay y Coroccohuayco. El proyecto Antapaccay se ubica a diez kilómetros al suroeste del tajo actual de Tintaya. Sus antecedentes se remontan al período de explotación de la mina Atalaya, en 1971. En este proyecto se encuentran mineralizaciones de sulfuros de cobre diseminado. Es así que, en la actualidad, se está procediendo a la evaluación de reservas y al estudio de factibilidad. Se estima una inversión de US $230 millones de dólares y una producción de 113,000 TMF / año cobre. Parte de las tierras para este proyecto han sido compradas a la comunidad de Alto Huarca. También se están realizando estudios para el proyecto Coroccohuayco, localizado a nueve kilómetros al sudeste del tajo principal de Tintaya.
La empresa, asimismo, ha levantado una presa de relaves mineros en el paraje de Huinipampa. El objetivo de esta presa de relaves es proporcionar capacidad adicional para el almacenaje de relaves de Tintaya, lo que permitirá a BHP ampliar el tiempo de vida de la mina de cobre, durante aproximadamente ocho años.
La empresa, asimismo, ha levantado una presa de relaves mineros en el paraje de Huinipampa. El objetivo de esta presa de relaves es proporcionar capacidad adicional para el almacenaje de relaves de Tintaya, lo que permitirá a BHP ampliar el tiempo de vida de la mina de cobre, durante aproximadamente ocho años.
EMPRESAS MINERAS Y COMUNIDADES CAMPESINAS
La relación conflictiva entre la empresa minera Tintaya y las comunidades campesinas nace, como dijimos, de expropiaciones y compra venta de tierras, desde el operador estatal original, Empresa Estatal Minera Asociada, a inicios del proyecto en 1980, hasta la actividad actual de BHP Billinton Tintaya. Hemos visto anteriormente las características principales de las cinco comunidades en donde se han identificado transacciones de tierras entre el proyecto y miembros de la comunidad (Tintaya Marquiri, Alto Huancané, Bajo Huancané, Huano Huano y Alto Huarca).
La relación conflictiva entre la empresa minera Tintaya y las comunidades campesinas nace, como dijimos, de expropiaciones y compra venta de tierras, desde el operador estatal original, Empresa Estatal Minera Asociada, a inicios del proyecto en 1980, hasta la actividad actual de BHP Billinton Tintaya. Hemos visto anteriormente las características principales de las cinco comunidades en donde se han identificado transacciones de tierras entre el proyecto y miembros de la comunidad (Tintaya Marquiri, Alto Huancané, Bajo Huancané, Huano Huano y Alto Huarca).
Expropiación de tierras y compraventa de tierras en las comunidades campesinas involucradas
La relación que han mantenido tanto el Estado como la empresa privada con cada comunidad campesina ha sido distinta, como lo muestra la tabla anterior. Así, en 1982 el Estado peruano expropió 2,368 hectáreas de la comunidad de Antaycama, ubicadas en el entonces anexo de Tintaya Marquiri. Se consideró un pago por la tierra de 6’910,144 soles de la época y se contempló daños y perjuicios por 1’018,040,00 soles. Aproximadamente 86 familias poseedoras quedaron parcial o totalmente sin tierras. El dinero fue recibido por la directiva de Antaycama. Algunos comuneros de Tintaya Marquiri que fueron afectados por este proceso manifiestan que sólo recibieron finalmente S/.10 por hectárea.
En 1996 se transfirió en compraventa a BHP Tintaya otras 1,263 hectáreas. En esta oportunidad ya había una directiva comunal autónoma, pues desde 1991 Tintaya Marquiri era oficialmente una comunidad campesina independiente y había recibido en transferencia 1,621 hectáreas de la comunidad de Antaycama. El número de poseedores incluidos en la transacción fue de 103. Las tierras fueron vendidas a US $ 178 por hectárea, siendo el total de US $ 225,000 por las 1,263 has. Se consideraba además una indemnización de US $ 100,000. Además, la empresa minera acordó en pagar a 65 poseedores un total de US $ 235,116.69 por concepto de pagos de mejoras en construcción de viviendas y cercos.
Paralelamente a los procesos de expropiación y compra- venta de tierras, fue creciendo el núcleo urbano de Tintaya Marquiri. Los comuneros que se quedaron sin tierras y aún aquellos que contaban con parcelas fueron desplazados por la empresa hacia una nueva zona urbana. En la década de los ochenta se instaló el centro educativo en la comunidad, posteriormente el fluido eléctrico y, en los últimos años, el sistema de agua potable y desagüe. Esto ha convertido a Tintaya Marquiri en la única comunidad del ámbito de estudio que cuenta con todos los servicios básicos, a cambio –claro está- de haber perdido buena parte de las tierras de las cuales obtenían su subsistencia.
En Alto Huancané, la expropiación de tierras se realizó en 1982, cuando el proyecto pertenecía al Estado. El sector elegido fue Pacpaco y las familias afectadas fueron 7. Se dice que los poseedores sólo llegaron a recibir US $ 2.9 por hectárea y algunos de ellos accedieron a empleos estables en la empresa hasta que ésta fue privatizada. Asimismo, durante el tiempo de operación de la Empresa Estatal Minera Asociada se incorporó la escuela primaria de la comunidad al régimen de centro educativo fiscalizado, con lo cual recibió un subsidio de la empresa que se mantiene hasta hoy.
En 1996 tuvo lugar la compra-venta de 247.34 hectáreas por parte de BHP Tintaya. El precio por hectárea fue de US $ 183.28 y se adicionó una bonificación de US $ 20,790. El dinero fue pagado a la directiva comunal y ésta, a su vez, distribuyó el dinero entre los poseedores, quedando en poder de los directivos el 30% del total del monto pagado.
En Huano Huano, en 1988 BHP Tintaya Marquiri compró 400.85 has. para el proyecto Coroccohuayco. Adicionalmente, el monto pagado por las construcciones fue de US $ 192,652, siendo la bonificación de US $50,000. Los comuneros califican dicha negociación como realizada bajo presión, puesto que se mencionó la posibilidad de aplicar el procedimiento de servidumbre minera, con lo cual podían verse más perjudicados. La negociación fue aprobada por la directiva comunal y la transacción involucró la participación de los poseedores. La gran mayoría de poseedores vendió parte de sus tierras y dos familias vendieron la totalidad de las mismas.
En la comunidad de Alto Huarca, BHP Billinton Tintaya compró, en el año 2001, un total de 563.65 has. a diversas familias. Previamente, promovió un proceso de parcelación y titulación, en convenio con el Proyecto Especial de Titulación de Tierras (PETT) del Ministerio de Agricultura, y el precio final pagado por hectárea fue de US $ 1,318.00. La compra se realizó en el sector centro de la comunidad y abarcó casi la totalidad del territorio. La mayoría de las familias que vendieron sus parcelas adquirieron predios urbanos en el barrio Santa Rosa, de la ciudad de Espinar, y fijaron nueva residencia allí, modificando todas sus estrategias productivas y laborales. El monto total pagado a la comunidad fue de US $ 742,990.54.
Como puede aprecia rse, cada comunidad campesina ha tenido un trato distinto y el proceso interno ha sido también diferente. Sin embargo, la compra- venta y las negociaciones de las tierras han sido manejada s por los comuneros individualmente, y luego por sus respectivas directivas comunales. Un aspecto importante a señalar es que en todos los casos las comunidades casi siempre negociaron sin conocer el valor real de sus tierras y sin saber tampoco las consecuencias que ello les traería. Estas consecuencias y el proceso por el cual consiguieron instalar la mesa de diálogo serán vistos en la siguiente sección.
El conflicto
Los actores sociales directamente involucrados en el conflicto son, de una parte, las cinco comunidades campesinas ya mencionadas y, de otra parte, la empresa minera BHP Billinton Tintaya, heredera de actividades mineras que anteriormente ejecutaban otras empresas. Sin embargo, en el proceso de negociaciones han intervenido una serie de actores que los comuneros identifican también como parte del conflicto, como veremos luego al revisar el proceso de formación de la Mesa de diálogo.
Como señalamos líneas arriba, el conflicto entre las comunidades campesinas y la empresa minera tiene larga trayectoria. El origen de dicho conflicto está en la expropiación y compra-venta de tierras tanto de parte del Estado como de parte de las empresas mineras posteriores. Sin embargo, los hechos que se han sucedido son percibidos de distinta manera por los comuneros. Por lo tanto, lo que mostraremos en esta sección será de un lado, las percepciones que los comuneros tienen sobre la llegada de la empresa minera, así como el grado de conocimiento que tenían y tienen de la actividad minera y las empresas mineras.
En un segundo momento desarrollaremos la existencia y tipos de conflicto, y los actores involucrados en el mismo.
Percepción de los comuneros sobre la llegada de la empresa minera
La relación que han mantenido tanto el Estado como la empresa privada con cada comunidad campesina ha sido distinta, como lo muestra la tabla anterior. Así, en 1982 el Estado peruano expropió 2,368 hectáreas de la comunidad de Antaycama, ubicadas en el entonces anexo de Tintaya Marquiri. Se consideró un pago por la tierra de 6’910,144 soles de la época y se contempló daños y perjuicios por 1’018,040,00 soles. Aproximadamente 86 familias poseedoras quedaron parcial o totalmente sin tierras. El dinero fue recibido por la directiva de Antaycama. Algunos comuneros de Tintaya Marquiri que fueron afectados por este proceso manifiestan que sólo recibieron finalmente S/.10 por hectárea.
En 1996 se transfirió en compraventa a BHP Tintaya otras 1,263 hectáreas. En esta oportunidad ya había una directiva comunal autónoma, pues desde 1991 Tintaya Marquiri era oficialmente una comunidad campesina independiente y había recibido en transferencia 1,621 hectáreas de la comunidad de Antaycama. El número de poseedores incluidos en la transacción fue de 103. Las tierras fueron vendidas a US $ 178 por hectárea, siendo el total de US $ 225,000 por las 1,263 has. Se consideraba además una indemnización de US $ 100,000. Además, la empresa minera acordó en pagar a 65 poseedores un total de US $ 235,116.69 por concepto de pagos de mejoras en construcción de viviendas y cercos.
Paralelamente a los procesos de expropiación y compra- venta de tierras, fue creciendo el núcleo urbano de Tintaya Marquiri. Los comuneros que se quedaron sin tierras y aún aquellos que contaban con parcelas fueron desplazados por la empresa hacia una nueva zona urbana. En la década de los ochenta se instaló el centro educativo en la comunidad, posteriormente el fluido eléctrico y, en los últimos años, el sistema de agua potable y desagüe. Esto ha convertido a Tintaya Marquiri en la única comunidad del ámbito de estudio que cuenta con todos los servicios básicos, a cambio –claro está- de haber perdido buena parte de las tierras de las cuales obtenían su subsistencia.
En Alto Huancané, la expropiación de tierras se realizó en 1982, cuando el proyecto pertenecía al Estado. El sector elegido fue Pacpaco y las familias afectadas fueron 7. Se dice que los poseedores sólo llegaron a recibir US $ 2.9 por hectárea y algunos de ellos accedieron a empleos estables en la empresa hasta que ésta fue privatizada. Asimismo, durante el tiempo de operación de la Empresa Estatal Minera Asociada se incorporó la escuela primaria de la comunidad al régimen de centro educativo fiscalizado, con lo cual recibió un subsidio de la empresa que se mantiene hasta hoy.
En 1996 tuvo lugar la compra-venta de 247.34 hectáreas por parte de BHP Tintaya. El precio por hectárea fue de US $ 183.28 y se adicionó una bonificación de US $ 20,790. El dinero fue pagado a la directiva comunal y ésta, a su vez, distribuyó el dinero entre los poseedores, quedando en poder de los directivos el 30% del total del monto pagado.
En Huano Huano, en 1988 BHP Tintaya Marquiri compró 400.85 has. para el proyecto Coroccohuayco. Adicionalmente, el monto pagado por las construcciones fue de US $ 192,652, siendo la bonificación de US $50,000. Los comuneros califican dicha negociación como realizada bajo presión, puesto que se mencionó la posibilidad de aplicar el procedimiento de servidumbre minera, con lo cual podían verse más perjudicados. La negociación fue aprobada por la directiva comunal y la transacción involucró la participación de los poseedores. La gran mayoría de poseedores vendió parte de sus tierras y dos familias vendieron la totalidad de las mismas.
En la comunidad de Alto Huarca, BHP Billinton Tintaya compró, en el año 2001, un total de 563.65 has. a diversas familias. Previamente, promovió un proceso de parcelación y titulación, en convenio con el Proyecto Especial de Titulación de Tierras (PETT) del Ministerio de Agricultura, y el precio final pagado por hectárea fue de US $ 1,318.00. La compra se realizó en el sector centro de la comunidad y abarcó casi la totalidad del territorio. La mayoría de las familias que vendieron sus parcelas adquirieron predios urbanos en el barrio Santa Rosa, de la ciudad de Espinar, y fijaron nueva residencia allí, modificando todas sus estrategias productivas y laborales. El monto total pagado a la comunidad fue de US $ 742,990.54.
Como puede aprecia rse, cada comunidad campesina ha tenido un trato distinto y el proceso interno ha sido también diferente. Sin embargo, la compra- venta y las negociaciones de las tierras han sido manejada s por los comuneros individualmente, y luego por sus respectivas directivas comunales. Un aspecto importante a señalar es que en todos los casos las comunidades casi siempre negociaron sin conocer el valor real de sus tierras y sin saber tampoco las consecuencias que ello les traería. Estas consecuencias y el proceso por el cual consiguieron instalar la mesa de diálogo serán vistos en la siguiente sección.
El conflicto
Los actores sociales directamente involucrados en el conflicto son, de una parte, las cinco comunidades campesinas ya mencionadas y, de otra parte, la empresa minera BHP Billinton Tintaya, heredera de actividades mineras que anteriormente ejecutaban otras empresas. Sin embargo, en el proceso de negociaciones han intervenido una serie de actores que los comuneros identifican también como parte del conflicto, como veremos luego al revisar el proceso de formación de la Mesa de diálogo.
Como señalamos líneas arriba, el conflicto entre las comunidades campesinas y la empresa minera tiene larga trayectoria. El origen de dicho conflicto está en la expropiación y compra-venta de tierras tanto de parte del Estado como de parte de las empresas mineras posteriores. Sin embargo, los hechos que se han sucedido son percibidos de distinta manera por los comuneros. Por lo tanto, lo que mostraremos en esta sección será de un lado, las percepciones que los comuneros tienen sobre la llegada de la empresa minera, así como el grado de conocimiento que tenían y tienen de la actividad minera y las empresas mineras.
En un segundo momento desarrollaremos la existencia y tipos de conflicto, y los actores involucrados en el mismo.
Percepción de los comuneros sobre la llegada de la empresa minera
La gran mayoría de los comuneros de las comunidades involucradas en el conflicto tienen una percepción negativa del momento en que llegó la empresa minera y de su actuación posterior, primero cuando estuvo en manos del Estado y luego cuando pasó a manos privadas. Ello se debe en parte, a que ninguno de los casos de expropiación o compraventa de tierras se manejó adecuadamente. No se presentaron ante la comunidad madre, que como hemos señalado líneas arriba, en sus inicios se trataba de la comunidad de Antaycama, que tenía 16 anexos que luego se convirtieron en comunidad.
“No nos avisaron, solo a los mil de Bachi y a los directivos, salió una resolución en Lima y ya. Nos sacaron a la fuerza, trajeron al ejercito, la policía, con tractor vinieron y en ese tiempo no había Conacami, nada. Destruyeron las casas y nosotros mismo tuvimos que construir nuevamente en otro lado” (Entrevista 1).
“Antes de que llegara la mina todos tenían sus tierras, sus parcelas, para tiempo de lluvias y para tiempo de sequías. Eran comuneros, no hay propietarios individuales. Cuando se dio lo de la compra y venta se aprobó en asamblea, tal vez no hemos estado bien informados, más que nada luego lo que ha hecho fracasar ha sido el no estar preparados. Nosotros aprobamos en junta comunal pero sin tener las firmas suficientes. Vendieron 480 hectáreas. De todas maneras cambio todo, no teníamos tiempo de cuidar las tierras ni era igual, mucha gente se fue a otros lugares, cada uno ha visto su forma de salir adelante. Lo que nos pagaron en ese momento no sabíamos decir si fue o no justo, ahora creemos que no pero en ese momento todos pensaban en la plata nomás. Como nunca habíamos tenido esa experiencia de vender, además nadie nos asesoró” (Entrevista 2).
“Cuando llego la mina estableció conversaciones con la provincia y con la comunidad Antaycama porque antes eran anexos las que hoy son comunidades. Había una lucha, se estaba preparando un paro, pero les ofrecieron empresas comunales para callarles la boca, los convencieron y ya en 1982 vino una negociación que les ofrecía un negocio, entonces forzadamente ha sido y bueno pagaron el arancel del Estado, luego les dieron su notificación para que se retiren y el que no aceptaba le sacaban sus cosas nomás” (Entrevista 3).
“Yo veo que la minería aquí en la provincia de Espinar es de tiempo. Ya en la época republicana se hacen las exploraciones con los canadienses como también con Minero Perú, también lo ubican y como el estudio tiene su tiempo ya en el año 1982 inicia sus operaciones. Inicialmente había una comunidad madre, Antaycama, y eran anexos. En primer lugar para que se instale la mina, el campamento, propone a la provincia de Espinar hacerlo en la ciudad para hacer todo su complejo, han tenido que invertir en calles, hoteles, viviendas, colegios, mercados, estadio, oficina, una serie de cosas y esa propuesta era para hacerlo en la provincia de Espinar, para darle mejoría a toda la estructura de la provincia.
Evidentemente en esos años la provincia se negó, no quiso, indicando que la minería iba a traer vicios, corrupción y una serie de cosas. A raíz de eso el campamento minero se tuvo que instalar en Tintaya Marquiri, a raíz de eso es que le expropia sus tierras a Tintaya Marquiri el Estado. Entonces la mina se instala y empieza sus operaciones en las tierras de Tintaya Marquiri” (Entrevista 4).
Una parte de los entrevistados recuerda que cuando se instaló la empresa minera solamente les avisaron que tenían que salir, pues el espacio que ocupaban iba a ser utilizado por la empresa. Algunos mencionan que se les obligó a vender sus tierras pues si no lo hacían los amenazaban con la servidumbre minera. En otros casos, la comunidad se reunió y decidió vender aún sin tener las firmas necesarias.
Las mujeres en particular, recuerdan que el proceso fue traumático para ellas pues solo les dieron 15 días para irse de sus casas. Recuerdan que el tractor pasó por sus casas y arrasó con todo lo que había, no respetaron ni a las mujeres embarazadas, ni a los niños. Incluso un entrevistado de la comunidad de Tintaya Marquiri mencionó que una señora que tenía quince días de haber dado a luz fue igualmente desalojada. Una señora de la comunidad de Huano Huano nos contó que cuando se vendieron las tierras de su comunidad recuerda que venían las personas de la mina y abusaban de las jóvenes y que ella tenía miedo.
Resulta evidente en los testimonios que los comuneros no tenían la menor idea de lo que estaba pasando y en el caso de las dirigentes de las comunidades pensaron que lo que les pagaban por sus tierras estaba bien pues, como ellos mencionan, no tenían ninguna idea de cuál era el valor de sus tierras ni tampoco de las consecuencias que traería la instalación de la mina. Los comuneros manifiestan que cuando la empresa minera llegó no fueron avisados ni se reunieron con ellos, simplemente les comunicaron que los terrenos habían sido comprados por la empresa, y que debían desalojar el área.
La situación fue especialmente dura para Tintaya Marquiri, comunidad que está “al lado” de la mina, pues la negociación se hizo con la comunidad madre. Para las demás comunidades, la situación fue algo distinta pues se compraron las tierras. En algunos casos, los entrevistados mencionan que pensaron que la mina iba a darles trabajo porque así se lo prometieron, además de decirles que la actividad minera les traería beneficios a sus comunidades. Sin embargo, con el pasar del tiempo, se dieron cuenta de que la mina no cumplía con las promesas hechas.
Conocimiento de los comuneros sobre la empresa minera y sus operaciones
“No nos avisaron, solo a los mil de Bachi y a los directivos, salió una resolución en Lima y ya. Nos sacaron a la fuerza, trajeron al ejercito, la policía, con tractor vinieron y en ese tiempo no había Conacami, nada. Destruyeron las casas y nosotros mismo tuvimos que construir nuevamente en otro lado” (Entrevista 1).
“Antes de que llegara la mina todos tenían sus tierras, sus parcelas, para tiempo de lluvias y para tiempo de sequías. Eran comuneros, no hay propietarios individuales. Cuando se dio lo de la compra y venta se aprobó en asamblea, tal vez no hemos estado bien informados, más que nada luego lo que ha hecho fracasar ha sido el no estar preparados. Nosotros aprobamos en junta comunal pero sin tener las firmas suficientes. Vendieron 480 hectáreas. De todas maneras cambio todo, no teníamos tiempo de cuidar las tierras ni era igual, mucha gente se fue a otros lugares, cada uno ha visto su forma de salir adelante. Lo que nos pagaron en ese momento no sabíamos decir si fue o no justo, ahora creemos que no pero en ese momento todos pensaban en la plata nomás. Como nunca habíamos tenido esa experiencia de vender, además nadie nos asesoró” (Entrevista 2).
“Cuando llego la mina estableció conversaciones con la provincia y con la comunidad Antaycama porque antes eran anexos las que hoy son comunidades. Había una lucha, se estaba preparando un paro, pero les ofrecieron empresas comunales para callarles la boca, los convencieron y ya en 1982 vino una negociación que les ofrecía un negocio, entonces forzadamente ha sido y bueno pagaron el arancel del Estado, luego les dieron su notificación para que se retiren y el que no aceptaba le sacaban sus cosas nomás” (Entrevista 3).
“Yo veo que la minería aquí en la provincia de Espinar es de tiempo. Ya en la época republicana se hacen las exploraciones con los canadienses como también con Minero Perú, también lo ubican y como el estudio tiene su tiempo ya en el año 1982 inicia sus operaciones. Inicialmente había una comunidad madre, Antaycama, y eran anexos. En primer lugar para que se instale la mina, el campamento, propone a la provincia de Espinar hacerlo en la ciudad para hacer todo su complejo, han tenido que invertir en calles, hoteles, viviendas, colegios, mercados, estadio, oficina, una serie de cosas y esa propuesta era para hacerlo en la provincia de Espinar, para darle mejoría a toda la estructura de la provincia.
Evidentemente en esos años la provincia se negó, no quiso, indicando que la minería iba a traer vicios, corrupción y una serie de cosas. A raíz de eso el campamento minero se tuvo que instalar en Tintaya Marquiri, a raíz de eso es que le expropia sus tierras a Tintaya Marquiri el Estado. Entonces la mina se instala y empieza sus operaciones en las tierras de Tintaya Marquiri” (Entrevista 4).
Una parte de los entrevistados recuerda que cuando se instaló la empresa minera solamente les avisaron que tenían que salir, pues el espacio que ocupaban iba a ser utilizado por la empresa. Algunos mencionan que se les obligó a vender sus tierras pues si no lo hacían los amenazaban con la servidumbre minera. En otros casos, la comunidad se reunió y decidió vender aún sin tener las firmas necesarias.
Las mujeres en particular, recuerdan que el proceso fue traumático para ellas pues solo les dieron 15 días para irse de sus casas. Recuerdan que el tractor pasó por sus casas y arrasó con todo lo que había, no respetaron ni a las mujeres embarazadas, ni a los niños. Incluso un entrevistado de la comunidad de Tintaya Marquiri mencionó que una señora que tenía quince días de haber dado a luz fue igualmente desalojada. Una señora de la comunidad de Huano Huano nos contó que cuando se vendieron las tierras de su comunidad recuerda que venían las personas de la mina y abusaban de las jóvenes y que ella tenía miedo.
Resulta evidente en los testimonios que los comuneros no tenían la menor idea de lo que estaba pasando y en el caso de las dirigentes de las comunidades pensaron que lo que les pagaban por sus tierras estaba bien pues, como ellos mencionan, no tenían ninguna idea de cuál era el valor de sus tierras ni tampoco de las consecuencias que traería la instalación de la mina. Los comuneros manifiestan que cuando la empresa minera llegó no fueron avisados ni se reunieron con ellos, simplemente les comunicaron que los terrenos habían sido comprados por la empresa, y que debían desalojar el área.
La situación fue especialmente dura para Tintaya Marquiri, comunidad que está “al lado” de la mina, pues la negociación se hizo con la comunidad madre. Para las demás comunidades, la situación fue algo distinta pues se compraron las tierras. En algunos casos, los entrevistados mencionan que pensaron que la mina iba a darles trabajo porque así se lo prometieron, además de decirles que la actividad minera les traería beneficios a sus comunidades. Sin embargo, con el pasar del tiempo, se dieron cuenta de que la mina no cumplía con las promesas hechas.
Conocimiento de los comuneros sobre la empresa minera y sus operaciones
La mayoría de los comuneros conoce algunas de las características de la mina y de manera general conoce qué tipo de mineral explota. Sin embargo, no todos conocen la cantidad de cobre que se produc e ni tampoco detalles de la forma en que éste se comercializa. De igual manera, tampoco se conoce el número de trabajadores de la zona contratados por la empresa, que en los últimos años han ido descendiendo considerablemente, según el estudio realizado por la misma empresa este año. Es importante señalar que el conocimiento que se tiene sobre la empresa minera y sus operaciones se debe en gran parte al hecho de que el “caso Tintaya” se ha convertido en un caso de interés internacional. Sin embargo, los pobladores de la ciudad no conocen ni manejan el vocabulario que sí manejan los comuneros, actores directamente involucrados.
De otra parte, la Mesa de Diálogo, como veremos luego, ha permitido que los comuneros conozcan de qué manera funciona una empresa minera. Se han elaborado cartillas informativas, relacionadas sobre todo con el medio ambiente. En este sentido, se puede decir que el conflicto los ha obligado a informarse de las operaciones de la mina pues sólo así es posible que sepan de qué manera les beneficia y les afecta.
La relación comunidad-empresa minera
De manera general, podemos decir que la relación de la empresa con la comunidad nunca fue buena, tanto cuando estuvo en manos del Estado como cuando pasó a manos privadas, si bien la constante en la estrategia empresarial, hasta 2003, fue no dialogar con las comunidades y más bien obligarlas a vender sus tierras, bajo amenaza de la servidumbre minera.
En un inicio, la empresa ofreció una serie de beneficios a los comuneros, como por ejemplo contratarlos como mano de obra no calificada, así como mejorar sus condiciones de vida.
Estas promesas fueron hechas al principio, sobre todo en la comunidad de Tintaya Marquiri, en cuyo territorio se inició directamente la explotación del mineral, y por eso es la que ha sido más perjudicada. En las otras comunidades, no se consideró que la empresa tuviera ninguna responsabilidad social con ellas, ya que al comprar las tierras quedaba aparentemente desligada de cualquier obligación. Posteriormente, se presentaron problemas por falta de agua, contaminación ambiental, muerte de animales, ante lo cual la empresa no quiso asumir ninguna responsabilidad.
Es con la creación de la Mesa de Diálogo que la relación empresa-comunidad ha mejorado, pues previamente la desconfianza era la constante. Sin embargo, la percepción que la población comunera tiene de la empresa persiste en afirmar que antes que beneficiarlos los perjudica, pues han perdido no sólo sus tierras sino que su hábitat y su nivel de vida se han deteriorado aún más.
La mayor parte de las quejas inciden en el aspecto medioambiental. Los comuneros, y de manera particular las mujeres, se quejan de que sus animales se están muriendo a consecuencia de que “las aguas están contaminadas”. Teniendo en cuenta que son las mujeres quienes atienden en mayoría el pastoreo, es obvio que son las que mejor conocen la situación de su ganado.
Otro aspecto sensible es el de la tierra, pues muchos no tienen dónde pastar a sus animales y deben alquilar pastos de la empresa que antes eran comunales. Esta situación incide en los ingresos de muchas familias, algunas de las cuales han tenido que optar por la actividad comercial a pequeña escala, intentando cubrir sus necesidades básicas. Todos estos hechos condicionan que las relaciones entre los comuneros y la empresa, a pesar de haber mejorado, no sean todavía buenas: “La relación con la comunidad de Tintaya Marquiri era de marginación de desprecio (cuando la mina era estatal) como en esas épocas la mayoría de nuestros padres eran analfabetos, entonces se aprovechaban. No los escuchaban, les daban algún regalito y así no llegaban a concretizar sus peticiones. En esa época había convenios, contratos por la venta, en eso no cumplía la mina”(Entrevista 5).
Existencia y tipo de conflicto
Como señalamos en las páginas anteriores, la compra-venta de tierras en las cinco comunidades involucradas fue el inicio de una secuela de problemas que derivaron en diversos conflictos mayores.
Además, cabe señalar que el tema del impacto ambiental es un problema presente desde los inicios de la actividad minera. Varias personas con las que hemos conversado hablaban de que operaciones anteriores a los momentos iniciales de la explotación ya habían causado contaminación. Así, los reclamos por contaminación en las zonas Ccocarita, Huinimayo y Paccpaco, en la cuenca del río Salado, han sido presentados por familias de Tintaya Marquiri, Bajo y Alto Huancané desde mediados de la década de 1980, cuando la Empresa Estatal Minera Asociada dio inicio a la explotación de sulfuros y al uso de la presa de relaves de Huinimayo. En las comunidades de Huano Huano y Alto Huarca, los proyectos de Coroccohuayco y Antapaccay han sido igualmente vistos desde la década de 1970 como causantes de contaminación cuando se inician las actividades de exploración de Coroccohuayco que ahora pertenece a BHP Billinton Tintaya.
Sin embargo, los entrevistados manifiestan que cuando se dio inicio a la explotación de la mina no notaban todavía la contaminación de manera muy contundente, pero algunos problemas con el agua se fueron agravando con el pasar de los años. Actualmente, los problemas que manifiestan tener los pobladores de la s comunidades involucradas, se refieren al agua, aire y suelos. A pesar de que existen diferencias que responden a la situación particular de cada comunidad, podemos establecer elementos comunes en las causas y consecuencias de la contaminación:
a) Contaminación de fuentes de agua
Los efectos de la contaminación del agua se perciben de modo semejante en todas las comunidades involucradas. La morbilidad de seres humanos, y la morbilidad y mortalidad de su ganado y fauna silvestre son impactos ambientales percibidos de modo más recurrente por la población. En las visitas realizadas a las comunidades se pudo escuchar los reclamos, sobre todo de las mujeres, de cómo el agua había matado a sus animales.
En Tintaya Marquiri, la población atribuye a las sustancias químicas derramadas por la planta de óxido la contaminación de un riachuelo que desemboca luego en el río Coccarita.
También señalan los comuneros que las lluvias ácidas tendrían como origen los gases emanados por la planta de óxidos.
En Alto Huancané, la causa de la contaminación se encuentra, según los comuneros, en la presa de relaves de Huinimayo, que tendría filtraciones que afectan los ríos Huinimayo y Paccpaco. En el caso del río Coccarita, al igual que lo mencionado por los comuneros de Tintaya Marquiri, también señalan los derrames de la planta de óxidos.
En Bajo Huancané el río Coccarita sufriría los derrames de la planta de óxidos en tanto que el Huinimayo y el Paccpaco recibirían filtraciones de la presa de relaves de Huinimayo.
Además, el proyecto Corccohuayco también contaminaría el río Salado a través de afluentes ubicados en Huano Huano, comunidad en la cual se menciona como contaminantes los pozos de perforación que pertenecen al proyecto Corccohuayco. En Alto Huarca, el problema central para los comuneros son las filtraciones de relaves, originadas por los desmontes de la poza de relaves que utilizaba el anterior operador del proyecto Antapaccay, la empresa minera Atalaya. También se considera que la presa de relaves Huinipampa estaría causando contaminación, a pesar de que todavía no está activa. Además, se considera que los equipos de perforación que están trabajando actualmente también generan desechos contaminantes.
b) Contaminación del aire
El principal impacto percibido por la contaminación del aire es sobre la salud humana y del ganado, aunque los pobladores también mencionan que la producción agrícola ha sido afectada.
Según nuestras entrevistas, la contaminación del aire afecta al territorio de todas las comunidades e incluso se extendería por toda la provincia. Como agentes de esa contaminación se han mencionado, reiteradas veces, las emanaciones de gases de la planta de óxidos y las partículas en suspensión originadas en la presa de relaves de Huinimayo.
Otro aspectos señalados como causantes de contaminación son el polvo y el humo que genera el tránsito de vehículos que llevan materiales a la operación Tintaya, sobre todo de vehículos pesados.
c) Contaminación de suelos
En todas las comunidades se identifica la percepción de que la contaminación de los suelos está asociada en varios casos a la contaminación de las fuentes de agua de las comunidades. El impacto más recurrente se acusa sobre la producción agrícola y sobre el uso pecuario de los suelos.
Así, en Tintaya Marquiri se considera que los sectores que antes pertenecieron a la comunidad y que hoy se encuentran dentro del perímetro del campamento están afectados por la contaminación originada por los derrames de la planta de óxidos y las partículas en suspensión de la presa de relaves de Huinimayo, trasladadas por el viento. Esta percepción está relacionada con la producción agropecuaria ya que varias de estas tierras son usufructuadas por comuneros para labores agropecuarias, con autorización de BHP Billinton Tintaya.
En Alto Huancané, la presa de relaves de Huinimayo tendría filtraciones que afectan los terrenos de Huinimayo y Paccpaco. Además el polvillo del relave seco de Huinimayo también afectaría a estos sectores. El sector Ccocarita estaría afectado por las aguas contaminadas del río del mismo nombre.
En Bajo Huancané los comuneros mencionan que toda la comunidad está afectada por la contaminación generada por la planta de óxidos.
En Huano Huano, se identifica como causa a los desechos de los equipos, así como a las plataformas y los accesos del proyecto Corccohuayco, mientras que en Alto Huarca se mencionan como causa las filtraciones de relaves atribuidas a la poza de relaves que anteriormente utilizó la empresa Atalaya, antecesora del actual proyecto de Antapaccay.
En suma, aunque muestra una gran dosis de subjetivismo, la población de las comunidades tiene una percepción ampliamente compartida respecto a la contaminación de agua, aire y tierras, alimentando los sentimientos de descontento y queja contra la actividad minera, la cual, dicho sea de paso, ha transgredido muchas veces los márgenes de control y seguridad exigidos por los reglamentos y normas vigentes.
Fuente: Investigación: "Organización Social y empresas extractivas: conflictos existentes sobre los recursos del subsuelo" Lima, diciembre de 2004 PDF 284KB
De otra parte, la Mesa de Diálogo, como veremos luego, ha permitido que los comuneros conozcan de qué manera funciona una empresa minera. Se han elaborado cartillas informativas, relacionadas sobre todo con el medio ambiente. En este sentido, se puede decir que el conflicto los ha obligado a informarse de las operaciones de la mina pues sólo así es posible que sepan de qué manera les beneficia y les afecta.
La relación comunidad-empresa minera
De manera general, podemos decir que la relación de la empresa con la comunidad nunca fue buena, tanto cuando estuvo en manos del Estado como cuando pasó a manos privadas, si bien la constante en la estrategia empresarial, hasta 2003, fue no dialogar con las comunidades y más bien obligarlas a vender sus tierras, bajo amenaza de la servidumbre minera.
En un inicio, la empresa ofreció una serie de beneficios a los comuneros, como por ejemplo contratarlos como mano de obra no calificada, así como mejorar sus condiciones de vida.
Estas promesas fueron hechas al principio, sobre todo en la comunidad de Tintaya Marquiri, en cuyo territorio se inició directamente la explotación del mineral, y por eso es la que ha sido más perjudicada. En las otras comunidades, no se consideró que la empresa tuviera ninguna responsabilidad social con ellas, ya que al comprar las tierras quedaba aparentemente desligada de cualquier obligación. Posteriormente, se presentaron problemas por falta de agua, contaminación ambiental, muerte de animales, ante lo cual la empresa no quiso asumir ninguna responsabilidad.
Es con la creación de la Mesa de Diálogo que la relación empresa-comunidad ha mejorado, pues previamente la desconfianza era la constante. Sin embargo, la percepción que la población comunera tiene de la empresa persiste en afirmar que antes que beneficiarlos los perjudica, pues han perdido no sólo sus tierras sino que su hábitat y su nivel de vida se han deteriorado aún más.
La mayor parte de las quejas inciden en el aspecto medioambiental. Los comuneros, y de manera particular las mujeres, se quejan de que sus animales se están muriendo a consecuencia de que “las aguas están contaminadas”. Teniendo en cuenta que son las mujeres quienes atienden en mayoría el pastoreo, es obvio que son las que mejor conocen la situación de su ganado.
Otro aspecto sensible es el de la tierra, pues muchos no tienen dónde pastar a sus animales y deben alquilar pastos de la empresa que antes eran comunales. Esta situación incide en los ingresos de muchas familias, algunas de las cuales han tenido que optar por la actividad comercial a pequeña escala, intentando cubrir sus necesidades básicas. Todos estos hechos condicionan que las relaciones entre los comuneros y la empresa, a pesar de haber mejorado, no sean todavía buenas: “La relación con la comunidad de Tintaya Marquiri era de marginación de desprecio (cuando la mina era estatal) como en esas épocas la mayoría de nuestros padres eran analfabetos, entonces se aprovechaban. No los escuchaban, les daban algún regalito y así no llegaban a concretizar sus peticiones. En esa época había convenios, contratos por la venta, en eso no cumplía la mina”(Entrevista 5).
Existencia y tipo de conflicto
Como señalamos en las páginas anteriores, la compra-venta de tierras en las cinco comunidades involucradas fue el inicio de una secuela de problemas que derivaron en diversos conflictos mayores.
Además, cabe señalar que el tema del impacto ambiental es un problema presente desde los inicios de la actividad minera. Varias personas con las que hemos conversado hablaban de que operaciones anteriores a los momentos iniciales de la explotación ya habían causado contaminación. Así, los reclamos por contaminación en las zonas Ccocarita, Huinimayo y Paccpaco, en la cuenca del río Salado, han sido presentados por familias de Tintaya Marquiri, Bajo y Alto Huancané desde mediados de la década de 1980, cuando la Empresa Estatal Minera Asociada dio inicio a la explotación de sulfuros y al uso de la presa de relaves de Huinimayo. En las comunidades de Huano Huano y Alto Huarca, los proyectos de Coroccohuayco y Antapaccay han sido igualmente vistos desde la década de 1970 como causantes de contaminación cuando se inician las actividades de exploración de Coroccohuayco que ahora pertenece a BHP Billinton Tintaya.
Sin embargo, los entrevistados manifiestan que cuando se dio inicio a la explotación de la mina no notaban todavía la contaminación de manera muy contundente, pero algunos problemas con el agua se fueron agravando con el pasar de los años. Actualmente, los problemas que manifiestan tener los pobladores de la s comunidades involucradas, se refieren al agua, aire y suelos. A pesar de que existen diferencias que responden a la situación particular de cada comunidad, podemos establecer elementos comunes en las causas y consecuencias de la contaminación:
a) Contaminación de fuentes de agua
Los efectos de la contaminación del agua se perciben de modo semejante en todas las comunidades involucradas. La morbilidad de seres humanos, y la morbilidad y mortalidad de su ganado y fauna silvestre son impactos ambientales percibidos de modo más recurrente por la población. En las visitas realizadas a las comunidades se pudo escuchar los reclamos, sobre todo de las mujeres, de cómo el agua había matado a sus animales.
En Tintaya Marquiri, la población atribuye a las sustancias químicas derramadas por la planta de óxido la contaminación de un riachuelo que desemboca luego en el río Coccarita.
También señalan los comuneros que las lluvias ácidas tendrían como origen los gases emanados por la planta de óxidos.
En Alto Huancané, la causa de la contaminación se encuentra, según los comuneros, en la presa de relaves de Huinimayo, que tendría filtraciones que afectan los ríos Huinimayo y Paccpaco. En el caso del río Coccarita, al igual que lo mencionado por los comuneros de Tintaya Marquiri, también señalan los derrames de la planta de óxidos.
En Bajo Huancané el río Coccarita sufriría los derrames de la planta de óxidos en tanto que el Huinimayo y el Paccpaco recibirían filtraciones de la presa de relaves de Huinimayo.
Además, el proyecto Corccohuayco también contaminaría el río Salado a través de afluentes ubicados en Huano Huano, comunidad en la cual se menciona como contaminantes los pozos de perforación que pertenecen al proyecto Corccohuayco. En Alto Huarca, el problema central para los comuneros son las filtraciones de relaves, originadas por los desmontes de la poza de relaves que utilizaba el anterior operador del proyecto Antapaccay, la empresa minera Atalaya. También se considera que la presa de relaves Huinipampa estaría causando contaminación, a pesar de que todavía no está activa. Además, se considera que los equipos de perforación que están trabajando actualmente también generan desechos contaminantes.
b) Contaminación del aire
El principal impacto percibido por la contaminación del aire es sobre la salud humana y del ganado, aunque los pobladores también mencionan que la producción agrícola ha sido afectada.
Según nuestras entrevistas, la contaminación del aire afecta al territorio de todas las comunidades e incluso se extendería por toda la provincia. Como agentes de esa contaminación se han mencionado, reiteradas veces, las emanaciones de gases de la planta de óxidos y las partículas en suspensión originadas en la presa de relaves de Huinimayo.
Otro aspectos señalados como causantes de contaminación son el polvo y el humo que genera el tránsito de vehículos que llevan materiales a la operación Tintaya, sobre todo de vehículos pesados.
c) Contaminación de suelos
En todas las comunidades se identifica la percepción de que la contaminación de los suelos está asociada en varios casos a la contaminación de las fuentes de agua de las comunidades. El impacto más recurrente se acusa sobre la producción agrícola y sobre el uso pecuario de los suelos.
Así, en Tintaya Marquiri se considera que los sectores que antes pertenecieron a la comunidad y que hoy se encuentran dentro del perímetro del campamento están afectados por la contaminación originada por los derrames de la planta de óxidos y las partículas en suspensión de la presa de relaves de Huinimayo, trasladadas por el viento. Esta percepción está relacionada con la producción agropecuaria ya que varias de estas tierras son usufructuadas por comuneros para labores agropecuarias, con autorización de BHP Billinton Tintaya.
En Alto Huancané, la presa de relaves de Huinimayo tendría filtraciones que afectan los terrenos de Huinimayo y Paccpaco. Además el polvillo del relave seco de Huinimayo también afectaría a estos sectores. El sector Ccocarita estaría afectado por las aguas contaminadas del río del mismo nombre.
En Bajo Huancané los comuneros mencionan que toda la comunidad está afectada por la contaminación generada por la planta de óxidos.
En Huano Huano, se identifica como causa a los desechos de los equipos, así como a las plataformas y los accesos del proyecto Corccohuayco, mientras que en Alto Huarca se mencionan como causa las filtraciones de relaves atribuidas a la poza de relaves que anteriormente utilizó la empresa Atalaya, antecesora del actual proyecto de Antapaccay.
En suma, aunque muestra una gran dosis de subjetivismo, la población de las comunidades tiene una percepción ampliamente compartida respecto a la contaminación de agua, aire y tierras, alimentando los sentimientos de descontento y queja contra la actividad minera, la cual, dicho sea de paso, ha transgredido muchas veces los márgenes de control y seguridad exigidos por los reglamentos y normas vigentes.
Fuente: Investigación: "Organización Social y empresas extractivas: conflictos existentes sobre los recursos del subsuelo" Lima, diciembre de 2004 PDF 284KB
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