27 enero 2007

La ciudad sagrada de Caral (Lima)

La sociedad de Supe en los albores de la civilización
Caral ocupa 66 ha, en las cuales se distingue una zona nuclear y una zona marginal. En el núcleo, las edificaciones están distribuidas en dos grandes mitades: una alta donde se pueden apreciar las construcciones piramidales más destacadas, una plaza circular hundida, dos espacios de congregación pública masiva, además de las unidades domésticas y de almacenamiento de los funcionarios, así como un conjunto residencial extenso. La mitad baja tiene edificios de menores dimensiones, aunque destaca el complejo arquitectónico del Anfiteatro, y un conjunto residencial, igualmente, de menor extensión. La zona en la periferia tiene numerosas viviendas agrupadas, distribuidas a modo de archipiélago en «islotes», a lo largo de la terraza que linda con el valle.
Millones de piedras fueron cortadas y trasladadas a la ciudad para la construcción de los edificios públicos, para remodelar los diseños arquitectónicos o para enterrarlos cíclicamente y construir uno nuevo.
Caral es el asentamiento más destacado de los 18 identificados a lo largo de 40 km del valle bajo y medio de Supe, cada uno de los cuales reúne edificios públicos con la característica plaza circular hundida, además de un conjunto de unidades domésticas. No es Caral el más extenso pero sí el que muestra un diseño arquitectónico planificado y una fuerte inversión de fuerza de trabajo en la construcción de los edificios piramidales. Por la extensión de los asentamientos y por la cantidad de trabajo invertida se hace evidente que ellos tienen un ordenamiento jerarquizado y que había una organización social unificada en el valle. Este patrón de distribución puede extenderse también a los valles de Pativilca, Fortaleza y Huaura, los cuales, al lado de Supe, debieron constituir el territorio base de formación del Estado prístino.
La ciudad de Caral se encuentra en el inicio del sector medio del valle de Supe, provincia de Barranca, a 184 km al norte de Lima, en el área norcentral del Perú. Es el asentamiento urbano más destacado por su extensión y complejidad arquitectónica de todos los identificados en el Perú entre los 3000 y 2000 años a.C.
· Condiciones económicas que sustentaron a la sociedad de Supe
Los avances tecnológicos alcanzados en los campos agrícola y pesquero en los valles interandinos y en el litoral, respectivamente, incidieron en el desarrollo de las fuerzas productivas de las sociedades que habitaban los valles costeños del área norcentral, en particular en las de Supe.
La producción de algodón y la manufactura de fibra destinada a la elaboración de ropa y sobre todo de redes para la extracción masiva de pescado, fomentaron la especialización laboral y favorecieron la complementariedad económica mediante el intercambio permanente de productos entre los asentamientos de agricultores y de pescadores. Se hizo posible, así, la acumulación de la producción, la división social del trabajo, la especialización, el intercambio a corta y a larga distancia.
· La formación del Estado y la trama social
Los excedentes derivados de la producción social, tanto en el campo agrícola como en el pesquero, fueron distribuidos de modo desigual, en beneficio de los representantes de linajes y de los especialistas a cargo de las actividades necesarias para garantizar la reproducción del sistema; se formaron así en el área norcentral comunidades de agricultores y pescadores, «pachacas», dirigidas por sus autoridades y «principales», con sus respectivos edificios públicos para fines administrativos y ceremoniales, sus conjuntos residenciales y su territorio de producción económica.
La producción excedentaria favoreció a las poblaciones del valle medio de Supe, mejor ubicadas para el intercambio de productos. Los valores agregados en la manufactura con la fibra de algodón y en el procesamiento de la anchoveta y sardina, con fines de intercambio, enriquecieron y acrecentaron el prestigio de los «principales» a cargo del comercio interétnico.
Entre las autoridades se distinguió el hunu o señor de los señores de los asentamientos del valle y del litoral, y sobre todos los hunus se encontraría el señor del territorio comprendido entre los valles de Santa y Chancay. Este modelo de organización política continuaría en el Perú prehispánico a través del tiempo.
El Estado prístino de Supe logró movilizar grandes cantidades de fuerza de trabajo, y mediante complejas redes de relaciones consiguió atraer en su beneficio el excedente producido en un extenso territorio, que incluía, además del costeño, el Callejón de Huaylas, el Huallaga y el Marañón.
La población mayoritaria conformó el estrato social bajo, dedicada a las actividades agrícolas o pesqueras y a todas las labores que le demandaba el Estado.
· El rol de la religión como instrumento de cohesión y de coerción social
Un sistema elaborado de creencias, ceremonias y rituales impregnó a las sociedades de los valles ubicados entre el Santa y el Chancay y las sierras y selvas colindantes, articuladas por el primigenio Estado político de Supe o atraídas por su prestigio. Se formaron complejos universos mitológicos y simbólicos. En ausencia de un grupo militar, la religión fue la fuerza de cohesión y control social. La vida y el quehacer de las poblaciones transcurrieron dedicados a producir para su subsistencia y para el mantenimiento de los dioses, autoridades, funcionarios y servidores, así como a efectuar los trabajos de construcción, enterramiento y remodelación de los templos, para lo que eran convocados periódicamente.
· La importancia del conocimiento en el desarrollo civilizatorio
En esas condiciones socioeconómicas se desarrollaron las ciencias, tecnologías y artes. Conocimientos en astronomía, geometría, aritmética, biología, medicina, etc., fueron aplicados en la predicción del clima, en la elaboración del calendario, en la construcción de obras arquitectónicas, en el manejo de los suelos por medio de la excavación de canales de riego o de drenaje y la habilitación de chacras, en el mejoramiento genético de las plantas, en el tratamiento de algunas dolencias o enfermedades, en la administración pública y en la manufactura de artefactos con fines ceremoniales, comerciales y suntuarios. Estos avances en el conocimiento, realizados por especialistas, les dio también poder a éstos e hicieron posible mejores condiciones de vida para las poblaciones del área norcentral en los albores de la civilización.
Hoy podemos admirar el orden urbano, la obra arquitectónica, los geoglifos que antecedieron en más de tres mil años a las líneas de Nasca, la decoración de sus murales, los instrumentos musicales, sus elaborados textiles y adornos personales, la variedad genética de sus productos y su propia representación en más de un ciento de figurines de barro no cocido.
· Caral y la autoestima social
La primera contribución de Caral a la sociedad actual es en el campo del conocimiento histórico al mostrar la gran antigüedad de la civilización en el Perú y América y modificar con ello concepciones sobre la condición humana en el planeta. En el caso más concreto de nuestro país, la investigación sobre Caral permite conocer las respuestas dadas por sociedades que habitaron por casi un milenio este territorio antes que nosotros; podemos aprovechar las experiencias positivas y desechar aquellas fallidas.
Desde la perspectiva cultural, Caral está llamado a convertirse en uno de los más importantes instrumentos para mejorar la autoestima de los peruanos y a constituirse en el símbolo más destacado de la identidad nacional, por ser la primera civilización, la más antigua de América y el modelo de organización sociopolítica que desarrollarían otras sociedades en períodos posteriores en el territorio del Perú. Nos pone en evidencia la capacidad creadora de los habitantes de este disímil territorio que con esfuerzo y organización lograron ingresar al estadio civilizatorio un milenio y medio antes que otras poblaciones del continente.
En el aspecto económico, la puesta en valor de Caral, a través de acciones de investigación, consolidación y restauración de sus imponentes construcciones monumentales, la convertirá en un destino turístico de primer orden a escala nacional e internacional, y en una fuente de ingresos importantes para mejorar las condiciones de vida de las poblaciones de la localidad y del país en general.
Por su valor histórico, cultural y económico, el destinar fondos a Caral no es un gasto es una inversión que contribuirá al desarrollo del país.
Confiamos en el cambio de actitudes, en el reconocimiento de los valores de nuestra historia milenaria, que todo peruano debe hacer para afirmarse y conducirse con seguridad, sesionado de la misma visión de desarrollo, en beneficio de los que conformamos esta nación.
· El patrimonio cultural como eje que fomente el desarrollo socioeconómico
Pero no solo se trata del patrimonio cultural. El Proyecto Especial Arqueológico Caral-Supe considera que la riqueza arqueológica del valle debe fomentar el desarrollo socioeconómico en sus diversos aspectos: agrario, ordenamiento
de cuenca, reforestación, producción artesanal y manufacturera, etc. para que este importante recurso cultural pueda ser apreciado en un contexto social adecuado en concordancia con su importancia. Creemos que de este modo la población actual podrá identificarse con la fuente de la que derive una mejor calidad de vida y no se convertirá en mero espectador del bienestar de los visitantes. Con esta perspectiva venimos trabajando, pero se requiere del apoyo de diversos sectores del gobierno Central, del Regional y local, así como de la sociedad civil para que aunando esfuerzos se pueda hacer realidad esta visión integradora del desarrollo en beneficio del patrimonio arqueológico y de la población actual que vive al lado de él.
El Proyecto Especial Arqueológico Caral-Supe
El Proyecto Especial Arqueológico Caral-Supe (PEACS) es una unidad ejecutora del Instituto Nacional de Cultura del Estado peruano que ha planteado un programa una investigación, conservación y puesta en valor del patrimonio arqueológico con un enfoque integral, sostenible y multidisciplinario. Por ello se viene trabajando paralelamente en el estudio científico de los sitios arqueológicos del valle de Supe, en la conservación física de los monumentos, en la restauración y puesta en valor de éstos con fines turísticos y en la búsqueda de la aplicación de diversos otros proyectos con la finalidad de fomentar el desarrollo socioeconómico de las poblaciones del distrito de Supe y de la provincia de Barranca. Se busca convertir al rico patrimonio cultural de Caral- Supe, la civilización más antigua de América, en el eje que fomente mejores condiciones de vida para la sociedad actual.
Con esta perspectiva el PEACS viene realizando excavaciones arqueológicas en Caral y en otros sitios aledaños y coetáneos a éste; estudia y analiza los materiales obtenidos; desarrolla un programa permanente de monitoreo y conservación de las estructuras arquitectónicas del sitio; elabora informes científicos y de divulgación; diseña circuitos turísticos de visita; organiza eventos para la adecuada difusión de la importancia histórico-cultural del lugar; y, promueve el desarrollo integral de la población local y nacional.
Las actividades de investigación en el valle de Supe, provincia de Barranca, desarrolladas desde 1994, han demostrado que Supe fue el asiento del primer Estado político formado en el Perú, con mayor datación de este continente y que Caral es el asentamiento urbano con arquitectura monumental más antiguo de América. Su antigüedad ha sido confirmada por cuarentidós fechados radiocarbónicos, entre los 3000 y 2000 años antes de nuestra era.
(Fuente: Caral : LA CIUDAD SAGRADA DE CARAL: SIGNIFICADO Y TRASCENDENCIA autor Ruth Shady Solís, Arqueóloga, Jefa del Proyecto Especial Arqueológico Caral-Supe/I.N.C.)


Enlaces: Proyecto Especial Arqueológico Caral

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