Comité Distrital del Vaso de Leche en San Juan de Lurigancho (Lima)
El Comité Distrital del Vaso de Leche, en la actualidad, es la organización social más grande del distrito. Está conformado por unas 35,000 socias, distribuidas en aproximadamente 3,000 comités de manzana, y tiene como población beneficiaria a unas 140,000 personas (entre niños, adolescentes, ancianos y madres gestantes). Su dirigencia es elegida en elecciones universales y secretas en las que participan las 35,000 socias. La actual junta directiva, presidida por Rosa Inga Morales, inició su periodo en 1999.
El Comité tiene una organización bastante compleja. Las 35,000 socias, como ya mencionamos, forman 3,000 comités de manzana; todos los comités de manzana de una jurisdicción forman un "pueblo". La magnitud de un "pueblo" varía de acuerdo al tamaño del asentamiento humano, cooperativa de vivienda o urbanización, según sea el caso. No hay un criterio preestablecido. La distribución del recurso (leche y cereales) no se realiza directamente a los pueblos ni a los comités de manzana. El suministro está a cargo de funcionarios municipales, y éstos llevan los productos, una vez por semana, a los 33 centros de acopio ubicados en todo el distrito. Aquí se da el encuentro entre las autoridades municipales y la organización social, que finalmente reparte los recursos que llegan a los centros de acopio. En cada centro de acopio se almacenan los recursos que deben ser distribuidos a un número de "pueblos" que puede variar de 5 hasta 30, de acuerdo a la magnitud del reparto. Cada una de las instancias de organización (comité de manzana, pueblo y centro de acopio) está coordinada por miembros de la misma organización.
El programa del vaso de leche es un programa municipal desde 1996, cuando se distritalizó el programa, con recursos del Ministerio de Economía.
El Comité Distrital del Vaso de Leche participa sólo en la distribución del recurso, por medio de los centros de acopio. La distritalización del programa determinó algunos cambios e innovaciones en el esquema organizativo de los municipios distritales. De este modo se creó una jefatura distrital del programa de vaso de leche (a cargo de Jaime Bernedo), y se instaló un comité de regidores para la administración del programa. El municipio se encarga del manejo del programa, de modo que, a solicitud de las mujeres, y de acuerdo a la disponibilidad de recursos, es el municipio el que aprueba la constitución de comités, y vela por el correcto funcionamiento del programa.
Para el jefe del Programa de Vaso de Leche de San Juan de Lurigancho, Jaime Bernedo, la principal tarea de esta jefatura consiste en la supervisión del reparto de los productos y la verificación de la preparación de los mismos en todos los comités del distrito; además de fiscalizar ciertas "anomalías" en la distribución, como cobros indebidos, la existencia de "socias fantasmas" y la apropiación ilícita de los productos. María Elías es la presidenta de la comisión de regidores de administración del programa de vaso de leche (quien además ocupa otros cargos en la coordinadora distrital de comedores populares). Según ella, la comisión tiene como tarea principal el "coordinar y mediar" entre la jefatura del programa y el comité distrital de la organización.
Entre sus funciones se encuentran la supervisión del estado financiero del programa, la aprobación de nuevos comités beneficiarios y la coordinación con los encargados de la convocatoria a licitación pública de la provisión de los recursos. Anualmente se lleva a cabo un concurso público a cargo de un comité especial de licitación que lo integran el Director Municipal de Administración, el asesor legal del municipio y el Jefe del Programa de Vaso de Leche. Todo esto hace que haya una constante pugna entre la autoridad municipal y la organización social. En San Juan, esto se ha expresado en los conflictos entre el jefe del programa, representante del municipio, y la directiva del comité; de un lado, se acusa de corrupción a las dirigentas, y del otro se acusa al municipio de querer violar la autonomía de la organización.
En cuanto a la organización del comité distrital, veamos cada nivel.
En el caso del comité de manzana, las socias que lo conforman nombran a su representante, la que se encarga de hacer cumplir la preparación efectiva de la leche y los cereales que se reparten, y de que estos productos preparados sean empleados por las socias según las normas ya establecidas (una tasa de leche con cereal por cada niño menor de 13 años –o madre gestante o anciano- al día). En el caso del “pueblo”, el conjunto de socias que pertenecen a esa jurisdicción eligen a la coordinadora del pueblo (dirigenta principal encargada de todos los comités de manzana de un núcleo geográfico) y a una “fiscal del pueblo”. La duración de estos cargos depende mayormente del grado de confianza y aprobación que se mantenga entre las dirigentas y las miembros de base. Sin embargo, según Jaime Bernedo, Jefe del Programa municipal, la ausencia de recambio dirigencial obedecería al aprovechamiento del cargo que estarían haciendo las dirigentes.
Respecto al nombramiento de las encargadas de los centros de acopio, éste se realiza con base en acuerdos entre las dirigentas de los pueblos y la dirigencia distrital. Más allá del requisito sobre la ubicación de la vivienda, las encargadas de los centros de acopio deben ser de confianza para el comité distrital. Precisamente por esto existe un interés de parte de las autoridades municipales por designar a estas dirigentas, lo cual resulta un atentado contra “la autonomía de la organización” según las propias dirigentas del comité distrital. Al respecto, Bernedo mantiene su postura sobre la corrupción de las dirigentas.
Dada la magnitud y complejidad del programa, podemos ir precisando algunas cosas. Primero, que se trata siempre de grupos de interés, que se apropian de un bien privado, o semi-público, si se quiere. No tiene sentido hablar entonces de un involucramiento generalizado de la población, en este caso de las mujeres. La participación, a nivel de base, se restringe a la participación en los comités de base. Por encima de esta lógica, aparecen dirigentas distritales, que desarrollan tareas especializadas, vinculadas sobre todo al reparto de los recursos, y a la gestión por el acceso a otros beneficios; siendo gruesamente representativas de sus respectivos comités, y de grupos más amplios dentro del distrito. Varios comités de manzana forman pueblos, y varios pueblos están adscritos a un centro de acopio. Dada la proliferación de comités y de lideresas, de orientaciones sociales y políticas diferentes, los problemas centrales no sólo tienen que ver con representación; tienen sobre todo que ver con las relaciones entre las líderes, y cómo manejar sus conflictos, más allá de la mera organización para el reparto de los recursos.
Además, el asunto se complejiza más con la intervención del municipio, con la disponibilidad de recursos que tienen que ver con el gobierno central, y con la intervención de intereses políticos diversos. De hecho, para el municipio la tentación de querer utilizar políticamente los recursos del programa es grande, dado que no enfrenta restricciones institucionales mayores. No existen propiamente mecanismos que aseguren que la distribución a cargo de la red de comités sea la más eficiente, o que esté exenta de un manejo político. Así, según el jefe del programa, éste tiene como meta, impuesta por el alcalde, que los beneficiarios lleguen a 200,000 personas, es decir aumenten más de un 30%. Este aumento de los beneficiarios debería “focalizarse” en los sectores de extrema pobreza del distrito. Sin embargo, según lo declarado por Jorge Bernedo, jefe del programa, no se manejan indicadores que aseguren que la focalización sea adecuada. La selección y aprobación de “nuevos beneficiarios” se basa en criterios totalmente “informales” (“preferimos un asentamiento humano a una urbanización”). Lo que sí es claro es que desde un punto de vista político el programa sí funciona. Al haber más beneficiarios, el programa impulsado por el alcalde se legitima.
El municipio tiene posibilidades de manipular el programa por el escaso grado de institucionalización de los programas sociales. Al aparecer no como política estatal, sino como política gubernamental o de la administración municipal, aparece como una suerte de dádiva de la autoridad, lo que permite el desarrollo de lógicas clientelares. Así, en los últimos tiempos, especialmente en el contexto del último proceso electoral, se habló mucho que el alcalde había “cooptado” a las dirigentas del vaso de leche en el distrito. Un funcionario de una ONG que no quiso ser identificado esboza una reflexión al respecto. Según éste, Chiroque tiene la intención de controlar la organización del vaso de leche con fines políticos. Uno de ellos sería el lograr un apoyo social que le permita conseguir la reelección en la alcaldía el 2002. Uno de los primeros pasos habría consistido en ganar adeptos claves. El funcionario sostiene que Chiroque "paralizó a un sector de las bases contratando a las líderes históricas". Citamos dos ejemplos: la primera dirigenta distrital del distrito, Andrea Castro (quien estuvo a cargo de la organización por aproximadamente 10 años), se desempeña actualmente como encargada de la agencia municipal N°3; y Ana María Tineo, la anterior presidenta distrital, trabaja en la Dirección de Participación Vecinal. Muchas de ellas participaron activamente en la campaña electoral última, respaldando la candidatura del Ing. Fujimori.
Esto respecto al municipio. En lo que respecta a la coordinadora distrital, tampoco hay mecanismos eficaces que aseguren que los recursos efectivamente lleguen a la población beneficiaria (socias fantasma, o socias excluidas), o que aseguren que los recursos sean efectivamente preparados (hay muchas denuncias de que la leche no se prepara, sino se vende). Estos problemas son difíciles de ventilar, porque en principio atentarían contra la “autonomía de la organización popular”, y muestran una faz oculta y no agradable de las asociaciones intermedias, supuestamente expresivas de valores democráticos.
De otro lado, cuando se habla de la supuesta “autonomía” de las organizaciones, encontramos que ésta es, hasta cierto punto, sólo discursiva, porque siempre han sido terreno de pugnas entre organizaciones políticas y ONGs. Así por ejemplo, en el contexto electoral pasado, la Coordinadora Metropolitana del Vaso de Leche sufrió una división. Un grupo, presidido por Iris Rocha (vinculada a Vamos Vecinos), reclama su legitimidad sobre la base de una "asamblea ampliada" que le habría conferido el cargo; otro grupo de organizaciones convocó a una elección metropolitana que desconoció el acuerdo de la asamblea, eligiendo a Esther Bullón, vinculada al movimiento Somos Perú. Ambas son dirigentas de amplia trayectoria en el movimiento del vaso de leche. A nivel distrital, estos conflictos también se dan, aunque no hayan sido tan fuertes. Más bien han sido otros los cruciales, que tienen que ver con los mecanismos de asignación de los recursos. En los últimos meses, una serie de denuncias en torno a irregularidades en el proceso de licitación del proveedor de la leche ha llevado a, de un lado, el cuestionamiento al alcalde y las autoridades del municipio, y del otro, al cuestionamiento a la legitimidad de la dirigencia del comité distrital.
Esto nos lleva a los conflictos entre las dirigentas, y los conflictos entre ellas y las autoridades políticas. En este ámbito de alta complejidad, creo que el principal desafío que tiene la participación es el desarrollo de prácticas pluralistas, en las que no exista la pretensión del monopolio de la representación, u orientaciones unívocas, que limiten o repriman las diferencias. Por el contrario, deberían promoverse y defenderse las diferencias, y con ellas, mecanismos de coordinación y concertación, control horizontal entre las autoridades y los líderes sociales, fiscalización y controles mutuos.
Finalmente, un comentario sobre sucesos últimos en el distrito, sumamente reveladores respecto a la discusión sobre el “clientelismo”. En los últimos meses, se produjeron problemas con el reparto de la leche.
Contrariamente a lo supuesto por algunos, las mismas señoras “amigas” del alcalde, y que habrían participado en el proceso electoral pasado apoyando la candidatura del ing. Fujimori, se han movilizado activamente en contra del alcalde. Ha habido problemas en el reparto y en la calidad de los recursos, por lo que se ha puesto en cuestión al ganador de la licitación, lo que ha generado un fuerte enfrentamiento entre la coordinadora distrital y la autoridad distrital.
Es importante registrar que se juega mucho dinero en esto, con lo que aparecen las acusaciones: que unos proveedores han pagado coimas para ganar una licitación, que otros han pagado otras para forzar un cambio de proveedor... sea como fuere, se revela lo rápido que se politizan los conflictos sociales, y la gran complejidad de la situación. Estos problemas dificultan los planes de reelección del alcalde Chiroque, y además debilitan su posición al interior del movimiento Vamos Vecinos, del que es dirigente nacional. Más recientemente, el gobierno decidió recortar en el presupuesto general de la república 2000-2001 los fondos para el programa; como respuesta, las mismas mujeres que cuestionaban al alcalde salieron a las calles a protestar, llegando incluso a coordinar con parlamentarios de oposición la atención a sus demandas.
(Fuente: Participación popular en las políticas sociales. Cómo y cuándo es democrática y eficiente, y por qué puede también ser lo contrario autor Martín Tanaka, publicada por el Instituto de Estudios Peruanos (IEP) - Consorcio de Investigación Económico y Social (CIES))
El Comité tiene una organización bastante compleja. Las 35,000 socias, como ya mencionamos, forman 3,000 comités de manzana; todos los comités de manzana de una jurisdicción forman un "pueblo". La magnitud de un "pueblo" varía de acuerdo al tamaño del asentamiento humano, cooperativa de vivienda o urbanización, según sea el caso. No hay un criterio preestablecido. La distribución del recurso (leche y cereales) no se realiza directamente a los pueblos ni a los comités de manzana. El suministro está a cargo de funcionarios municipales, y éstos llevan los productos, una vez por semana, a los 33 centros de acopio ubicados en todo el distrito. Aquí se da el encuentro entre las autoridades municipales y la organización social, que finalmente reparte los recursos que llegan a los centros de acopio. En cada centro de acopio se almacenan los recursos que deben ser distribuidos a un número de "pueblos" que puede variar de 5 hasta 30, de acuerdo a la magnitud del reparto. Cada una de las instancias de organización (comité de manzana, pueblo y centro de acopio) está coordinada por miembros de la misma organización.
El programa del vaso de leche es un programa municipal desde 1996, cuando se distritalizó el programa, con recursos del Ministerio de Economía.
El Comité Distrital del Vaso de Leche participa sólo en la distribución del recurso, por medio de los centros de acopio. La distritalización del programa determinó algunos cambios e innovaciones en el esquema organizativo de los municipios distritales. De este modo se creó una jefatura distrital del programa de vaso de leche (a cargo de Jaime Bernedo), y se instaló un comité de regidores para la administración del programa. El municipio se encarga del manejo del programa, de modo que, a solicitud de las mujeres, y de acuerdo a la disponibilidad de recursos, es el municipio el que aprueba la constitución de comités, y vela por el correcto funcionamiento del programa.
Para el jefe del Programa de Vaso de Leche de San Juan de Lurigancho, Jaime Bernedo, la principal tarea de esta jefatura consiste en la supervisión del reparto de los productos y la verificación de la preparación de los mismos en todos los comités del distrito; además de fiscalizar ciertas "anomalías" en la distribución, como cobros indebidos, la existencia de "socias fantasmas" y la apropiación ilícita de los productos. María Elías es la presidenta de la comisión de regidores de administración del programa de vaso de leche (quien además ocupa otros cargos en la coordinadora distrital de comedores populares). Según ella, la comisión tiene como tarea principal el "coordinar y mediar" entre la jefatura del programa y el comité distrital de la organización.
Entre sus funciones se encuentran la supervisión del estado financiero del programa, la aprobación de nuevos comités beneficiarios y la coordinación con los encargados de la convocatoria a licitación pública de la provisión de los recursos. Anualmente se lleva a cabo un concurso público a cargo de un comité especial de licitación que lo integran el Director Municipal de Administración, el asesor legal del municipio y el Jefe del Programa de Vaso de Leche. Todo esto hace que haya una constante pugna entre la autoridad municipal y la organización social. En San Juan, esto se ha expresado en los conflictos entre el jefe del programa, representante del municipio, y la directiva del comité; de un lado, se acusa de corrupción a las dirigentas, y del otro se acusa al municipio de querer violar la autonomía de la organización.
En cuanto a la organización del comité distrital, veamos cada nivel.
En el caso del comité de manzana, las socias que lo conforman nombran a su representante, la que se encarga de hacer cumplir la preparación efectiva de la leche y los cereales que se reparten, y de que estos productos preparados sean empleados por las socias según las normas ya establecidas (una tasa de leche con cereal por cada niño menor de 13 años –o madre gestante o anciano- al día). En el caso del “pueblo”, el conjunto de socias que pertenecen a esa jurisdicción eligen a la coordinadora del pueblo (dirigenta principal encargada de todos los comités de manzana de un núcleo geográfico) y a una “fiscal del pueblo”. La duración de estos cargos depende mayormente del grado de confianza y aprobación que se mantenga entre las dirigentas y las miembros de base. Sin embargo, según Jaime Bernedo, Jefe del Programa municipal, la ausencia de recambio dirigencial obedecería al aprovechamiento del cargo que estarían haciendo las dirigentes.
Respecto al nombramiento de las encargadas de los centros de acopio, éste se realiza con base en acuerdos entre las dirigentas de los pueblos y la dirigencia distrital. Más allá del requisito sobre la ubicación de la vivienda, las encargadas de los centros de acopio deben ser de confianza para el comité distrital. Precisamente por esto existe un interés de parte de las autoridades municipales por designar a estas dirigentas, lo cual resulta un atentado contra “la autonomía de la organización” según las propias dirigentas del comité distrital. Al respecto, Bernedo mantiene su postura sobre la corrupción de las dirigentas.
Dada la magnitud y complejidad del programa, podemos ir precisando algunas cosas. Primero, que se trata siempre de grupos de interés, que se apropian de un bien privado, o semi-público, si se quiere. No tiene sentido hablar entonces de un involucramiento generalizado de la población, en este caso de las mujeres. La participación, a nivel de base, se restringe a la participación en los comités de base. Por encima de esta lógica, aparecen dirigentas distritales, que desarrollan tareas especializadas, vinculadas sobre todo al reparto de los recursos, y a la gestión por el acceso a otros beneficios; siendo gruesamente representativas de sus respectivos comités, y de grupos más amplios dentro del distrito. Varios comités de manzana forman pueblos, y varios pueblos están adscritos a un centro de acopio. Dada la proliferación de comités y de lideresas, de orientaciones sociales y políticas diferentes, los problemas centrales no sólo tienen que ver con representación; tienen sobre todo que ver con las relaciones entre las líderes, y cómo manejar sus conflictos, más allá de la mera organización para el reparto de los recursos.
Además, el asunto se complejiza más con la intervención del municipio, con la disponibilidad de recursos que tienen que ver con el gobierno central, y con la intervención de intereses políticos diversos. De hecho, para el municipio la tentación de querer utilizar políticamente los recursos del programa es grande, dado que no enfrenta restricciones institucionales mayores. No existen propiamente mecanismos que aseguren que la distribución a cargo de la red de comités sea la más eficiente, o que esté exenta de un manejo político. Así, según el jefe del programa, éste tiene como meta, impuesta por el alcalde, que los beneficiarios lleguen a 200,000 personas, es decir aumenten más de un 30%. Este aumento de los beneficiarios debería “focalizarse” en los sectores de extrema pobreza del distrito. Sin embargo, según lo declarado por Jorge Bernedo, jefe del programa, no se manejan indicadores que aseguren que la focalización sea adecuada. La selección y aprobación de “nuevos beneficiarios” se basa en criterios totalmente “informales” (“preferimos un asentamiento humano a una urbanización”). Lo que sí es claro es que desde un punto de vista político el programa sí funciona. Al haber más beneficiarios, el programa impulsado por el alcalde se legitima.
El municipio tiene posibilidades de manipular el programa por el escaso grado de institucionalización de los programas sociales. Al aparecer no como política estatal, sino como política gubernamental o de la administración municipal, aparece como una suerte de dádiva de la autoridad, lo que permite el desarrollo de lógicas clientelares. Así, en los últimos tiempos, especialmente en el contexto del último proceso electoral, se habló mucho que el alcalde había “cooptado” a las dirigentas del vaso de leche en el distrito. Un funcionario de una ONG que no quiso ser identificado esboza una reflexión al respecto. Según éste, Chiroque tiene la intención de controlar la organización del vaso de leche con fines políticos. Uno de ellos sería el lograr un apoyo social que le permita conseguir la reelección en la alcaldía el 2002. Uno de los primeros pasos habría consistido en ganar adeptos claves. El funcionario sostiene que Chiroque "paralizó a un sector de las bases contratando a las líderes históricas". Citamos dos ejemplos: la primera dirigenta distrital del distrito, Andrea Castro (quien estuvo a cargo de la organización por aproximadamente 10 años), se desempeña actualmente como encargada de la agencia municipal N°3; y Ana María Tineo, la anterior presidenta distrital, trabaja en la Dirección de Participación Vecinal. Muchas de ellas participaron activamente en la campaña electoral última, respaldando la candidatura del Ing. Fujimori.
Esto respecto al municipio. En lo que respecta a la coordinadora distrital, tampoco hay mecanismos eficaces que aseguren que los recursos efectivamente lleguen a la población beneficiaria (socias fantasma, o socias excluidas), o que aseguren que los recursos sean efectivamente preparados (hay muchas denuncias de que la leche no se prepara, sino se vende). Estos problemas son difíciles de ventilar, porque en principio atentarían contra la “autonomía de la organización popular”, y muestran una faz oculta y no agradable de las asociaciones intermedias, supuestamente expresivas de valores democráticos.
De otro lado, cuando se habla de la supuesta “autonomía” de las organizaciones, encontramos que ésta es, hasta cierto punto, sólo discursiva, porque siempre han sido terreno de pugnas entre organizaciones políticas y ONGs. Así por ejemplo, en el contexto electoral pasado, la Coordinadora Metropolitana del Vaso de Leche sufrió una división. Un grupo, presidido por Iris Rocha (vinculada a Vamos Vecinos), reclama su legitimidad sobre la base de una "asamblea ampliada" que le habría conferido el cargo; otro grupo de organizaciones convocó a una elección metropolitana que desconoció el acuerdo de la asamblea, eligiendo a Esther Bullón, vinculada al movimiento Somos Perú. Ambas son dirigentas de amplia trayectoria en el movimiento del vaso de leche. A nivel distrital, estos conflictos también se dan, aunque no hayan sido tan fuertes. Más bien han sido otros los cruciales, que tienen que ver con los mecanismos de asignación de los recursos. En los últimos meses, una serie de denuncias en torno a irregularidades en el proceso de licitación del proveedor de la leche ha llevado a, de un lado, el cuestionamiento al alcalde y las autoridades del municipio, y del otro, al cuestionamiento a la legitimidad de la dirigencia del comité distrital.
Esto nos lleva a los conflictos entre las dirigentas, y los conflictos entre ellas y las autoridades políticas. En este ámbito de alta complejidad, creo que el principal desafío que tiene la participación es el desarrollo de prácticas pluralistas, en las que no exista la pretensión del monopolio de la representación, u orientaciones unívocas, que limiten o repriman las diferencias. Por el contrario, deberían promoverse y defenderse las diferencias, y con ellas, mecanismos de coordinación y concertación, control horizontal entre las autoridades y los líderes sociales, fiscalización y controles mutuos.
Finalmente, un comentario sobre sucesos últimos en el distrito, sumamente reveladores respecto a la discusión sobre el “clientelismo”. En los últimos meses, se produjeron problemas con el reparto de la leche.
Contrariamente a lo supuesto por algunos, las mismas señoras “amigas” del alcalde, y que habrían participado en el proceso electoral pasado apoyando la candidatura del ing. Fujimori, se han movilizado activamente en contra del alcalde. Ha habido problemas en el reparto y en la calidad de los recursos, por lo que se ha puesto en cuestión al ganador de la licitación, lo que ha generado un fuerte enfrentamiento entre la coordinadora distrital y la autoridad distrital.
Es importante registrar que se juega mucho dinero en esto, con lo que aparecen las acusaciones: que unos proveedores han pagado coimas para ganar una licitación, que otros han pagado otras para forzar un cambio de proveedor... sea como fuere, se revela lo rápido que se politizan los conflictos sociales, y la gran complejidad de la situación. Estos problemas dificultan los planes de reelección del alcalde Chiroque, y además debilitan su posición al interior del movimiento Vamos Vecinos, del que es dirigente nacional. Más recientemente, el gobierno decidió recortar en el presupuesto general de la república 2000-2001 los fondos para el programa; como respuesta, las mismas mujeres que cuestionaban al alcalde salieron a las calles a protestar, llegando incluso a coordinar con parlamentarios de oposición la atención a sus demandas.
(Fuente: Participación popular en las políticas sociales. Cómo y cuándo es democrática y eficiente, y por qué puede también ser lo contrario autor Martín Tanaka, publicada por el Instituto de Estudios Peruanos (IEP) - Consorcio de Investigación Económico y Social (CIES))
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