Santa Ana (Ayacucho)
La comunidad de Santa Ana está ubicada a 30 km de Puquio, al sur de Ayacucho. En los años 1997 y 1998, etapa en que se inician los trabajos en el proyecto MARENASS, la comunidad enfrenta una fuerte sequía que le impide sembrar productos de panllevar en las partes altas: las lluvias se retrasan y esto no permite sembrar ningún cultivo sujeto a régimen de lluvias.
El fenómeno El Niño dañó la infraestructura de captación de agua para riego; se habían perdido 300 m de canal que se derrumbaron y dejaron un precipicio de 15 m de altura; se debían salvar 60 hectáreas de cultivos de maíz, frutales y hortalizas.
Simultáneamente, la comunidad participa en concursos que auspicia el Proyecto; aun cuando no estaba plenamente convencida, la organización campesina quería y estaba dispuesta a conocer mejores alternativas; además, le atraía la posibilidad de ganar un concurso entre cinco comunidades vecinas. Disimulaba su temor a que luego el premio no fuera realidad; ¡total, no sería la primera vez que una promesa hecha a la comunidad se incumplía!
Para suerte, en el concurso de Diagnóstico Participativo y Elaboración de Plan Comunal entre cinco comunidades la comunidad de Santa Ana gana el primer premio, equivalente a mil dólares.
Convoca de urgencia a una asamblea general y decide auxiliar con los fondos ganados, comprando tubos PVC para las familias de toda la comunidad. Con un trabajo solidario e intenso de siete días soluciona el problema de la falta de agua.
La comunidad está situada a 2.400 msnm y, a diferencia de las de altura, no tiene la suerte de contar con manantes o fuentes de agua. Como siempre se presentaban problemas para dar de beber a los ganados, decide construir abrevaderos para llenarlos con baldes.
Don Fortunato Isacupe, antiguo presidente de la comunidad, tuvo siempre la idea de traer agua desde un manantial alejado y que se encontraba en la frontera con la comunidad de San Pedro, con el fin de evitar el esfuerzo de llenar los abrevaderos con baldes. Pero eso costaba dinero, porque el acceso a ese manante era difícil. Además, no creían que alguna institución los iba a atender.
Entonces «tuvimos la suerte de ganar otro concurso intercomunal y recibimos el premio en medio de una alegría general. Esta institución estaba cumpliendo lo que decía». Fue entonces que Fortunato propuso utilizar ese dinero en la compra de tubos de plástico para traer el agua del manantial llamado Lasuylay para llenar los abrevaderos. «Ahí terminó la fiesta, porque las personas mayores se opusieron manifestando que nunca habían visto que eso pudiera ser posible.»
Fortunato Isacupe, Bernardo Navarro y Juan Coyllo habían conocido esta forma de captación y conducción de agua en algunas pasantías como yachachiq que el proyecto MARENASS había facilitado hacia Arequipa y Cusco; a Juan le había impresionado el sistema de riego por goteo y microaspersión que vio en INIAA, y complementó la idea de Fortunato. No solo sería para abrevaderos, sino también para regar 3 hectáreas en el Apu Ccopayca y plantar frutales, tarea que quedaría a cargo de la organización de mujeres.
Luego de dos años la comunidad de Santa Ana ha captado agua de otra fuente adicional y aumentado su área irrigada, acondicionada con terrazas; ahora la comunidad cuenta, orgullosa, que ancianos, mujeres, niños y adultos tuvieron que organizarse y participar para lograr su obra de ingeniería.
La única asistencia técnica especializada les fue otorgada por un ayudante de topógrafo, comunero que eventualmente visitaba la zona y que cobró una suma módica por sus servicios (400 nuevos soles). La obra consistía en la captación de agua a 3.000 msnm para ser conducida por un sistema de sifón de tubos de PVC. El agua debía recorrer 10 km, incluyendo dos rápidas que a su vez impulsarían el agua. Actualmente han invertido más dinero de los premios; los carrizos cribados que regaban por goteo han sido reemplazados por tubos delgados de PVC. Ahora se preparan para ganar los siguientes concursos, pues quieren instalar cintas o mangas de jebe: sus 1.200 melocotones lo necesitan, según indican ellos.
La intención de la comunidad es consolidarse como comunidad piloto en la producción de alimentos orgánicos, transformando sus productos (frutas y hortalizas), y poblar las zonas áridas con plantaciones de tunas, a lo que ellos llaman «Plan Verde». (Contado por Claudio Atocsa Navarro, presidente de la comunidad en el 2000)
(Fuente: Diez claves de éxito para el desarrollo rural basadas en las experiencias de los proyectos FEAS, MARENASS, CORREDOR y SIERRA SUR. Lima, 2004)
El fenómeno El Niño dañó la infraestructura de captación de agua para riego; se habían perdido 300 m de canal que se derrumbaron y dejaron un precipicio de 15 m de altura; se debían salvar 60 hectáreas de cultivos de maíz, frutales y hortalizas.
Simultáneamente, la comunidad participa en concursos que auspicia el Proyecto; aun cuando no estaba plenamente convencida, la organización campesina quería y estaba dispuesta a conocer mejores alternativas; además, le atraía la posibilidad de ganar un concurso entre cinco comunidades vecinas. Disimulaba su temor a que luego el premio no fuera realidad; ¡total, no sería la primera vez que una promesa hecha a la comunidad se incumplía!
Para suerte, en el concurso de Diagnóstico Participativo y Elaboración de Plan Comunal entre cinco comunidades la comunidad de Santa Ana gana el primer premio, equivalente a mil dólares.
Convoca de urgencia a una asamblea general y decide auxiliar con los fondos ganados, comprando tubos PVC para las familias de toda la comunidad. Con un trabajo solidario e intenso de siete días soluciona el problema de la falta de agua.
La comunidad está situada a 2.400 msnm y, a diferencia de las de altura, no tiene la suerte de contar con manantes o fuentes de agua. Como siempre se presentaban problemas para dar de beber a los ganados, decide construir abrevaderos para llenarlos con baldes.
Don Fortunato Isacupe, antiguo presidente de la comunidad, tuvo siempre la idea de traer agua desde un manantial alejado y que se encontraba en la frontera con la comunidad de San Pedro, con el fin de evitar el esfuerzo de llenar los abrevaderos con baldes. Pero eso costaba dinero, porque el acceso a ese manante era difícil. Además, no creían que alguna institución los iba a atender.
Entonces «tuvimos la suerte de ganar otro concurso intercomunal y recibimos el premio en medio de una alegría general. Esta institución estaba cumpliendo lo que decía». Fue entonces que Fortunato propuso utilizar ese dinero en la compra de tubos de plástico para traer el agua del manantial llamado Lasuylay para llenar los abrevaderos. «Ahí terminó la fiesta, porque las personas mayores se opusieron manifestando que nunca habían visto que eso pudiera ser posible.»
Fortunato Isacupe, Bernardo Navarro y Juan Coyllo habían conocido esta forma de captación y conducción de agua en algunas pasantías como yachachiq que el proyecto MARENASS había facilitado hacia Arequipa y Cusco; a Juan le había impresionado el sistema de riego por goteo y microaspersión que vio en INIAA, y complementó la idea de Fortunato. No solo sería para abrevaderos, sino también para regar 3 hectáreas en el Apu Ccopayca y plantar frutales, tarea que quedaría a cargo de la organización de mujeres.
Luego de dos años la comunidad de Santa Ana ha captado agua de otra fuente adicional y aumentado su área irrigada, acondicionada con terrazas; ahora la comunidad cuenta, orgullosa, que ancianos, mujeres, niños y adultos tuvieron que organizarse y participar para lograr su obra de ingeniería.
La única asistencia técnica especializada les fue otorgada por un ayudante de topógrafo, comunero que eventualmente visitaba la zona y que cobró una suma módica por sus servicios (400 nuevos soles). La obra consistía en la captación de agua a 3.000 msnm para ser conducida por un sistema de sifón de tubos de PVC. El agua debía recorrer 10 km, incluyendo dos rápidas que a su vez impulsarían el agua. Actualmente han invertido más dinero de los premios; los carrizos cribados que regaban por goteo han sido reemplazados por tubos delgados de PVC. Ahora se preparan para ganar los siguientes concursos, pues quieren instalar cintas o mangas de jebe: sus 1.200 melocotones lo necesitan, según indican ellos.
La intención de la comunidad es consolidarse como comunidad piloto en la producción de alimentos orgánicos, transformando sus productos (frutas y hortalizas), y poblar las zonas áridas con plantaciones de tunas, a lo que ellos llaman «Plan Verde». (Contado por Claudio Atocsa Navarro, presidente de la comunidad en el 2000)
(Fuente: Diez claves de éxito para el desarrollo rural basadas en las experiencias de los proyectos FEAS, MARENASS, CORREDOR y SIERRA SUR. Lima, 2004)
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