09 febrero 2007

La talla de piedra en Cajamarca

En los alrededores de Porcón, y en un sector de cinco kilómetros de la carretera que une Cajamarca con Bambamarca, se emplazan varios talleres artesanales de picapedreros, escultores y talladores que mantienen la vitalidad del trabajo en piedra. En el caserío de Huambocancha, a 5 km aproximadamente al norte de la ciudad de Cajamarca, se ubican una serie de locales en los que familias enteras, como las de los maestros Terán, Chilón y Huatay, se dedican a trabajar las piedras de cantería, granito y marmolina. Allí mismo, al margen de la carretera, exhiben y venden sus productos continuando la tradición que iniciaron sus antepasados y que les fue legada de generación en generación.
Estos maestros iniciaron su aprendizaje a la edad de 10 o 12 años, combinando esta actividad con sus estudios escolares. Los niños que se deciden por continuar con este oficio, van adquiriendo, con el correr del tiempo, sus propios estilos hasta definirlos en obras propias. Algunos incluso se perfeccionan en el uso de alguno de los materiales específicos.
La producción actual de estos talleres es bastante difundida en Cajamarca y también a nivel nacional, particularmente por variadas piezas ornamentales y decorativas, así como por la restauración de secciones de iglesias, portones, piletas y bancas, entre otras piezas de consumo externo. Sin embargo, también producen otros artefactos para el uso interno, como los "pilancones" o bebederos para los animales, así como batanes, molinos, etc.
Francisco Terán Tafur, natural de Huambocancha Alta, es uno de los más destacados talladores en marmolina. Su trabajo ha sido reconocido con el premio nacional «Gran Maestro de la Artesanía Peruana» el año 2001, otorgado por el Instituto de Desarrollo del Sector Informal, el Instituto Nacional de Cultura y la Confederación Nacional de Artesanos del Perú.
El sabio Antonio Raimondi en sus viajes por Cajamarca, observó, estudió y documentó las formaciones geológicas y el potencial minero del departamento. En su obra Minerales del Perú y en sus libretas de campo, describe la configuración geofísica., la explotación de las minas de Hualgayoc y el uso de algunos materiales utilizados para las construcciones.

En nuestros días los principales materiales utilizados por los artesanos picapedreros son los siguientes:
La marmolina o piedra jabón (esquistos de carbonato de calcio).
Este material es seleccionado en bloques de 80 a 100 kg. en las canteras ubicadas en la provincia de San Pablo, desde donde se transportan a sus talleres en camiones alquilados por el propio artesano, en un viaje de cuatro horas aproximadamente. Los artesanos, que viajan 3 o 4 veces al año para proveerse de este material, adquieren un tipo de piedra que se caracteriza por ser "piedra aparentada". Las hay de varios colores: blanco, azul, ocre, verde, negro y rojo con blanco.
Para tallar objetos de menor tamaño, cortan la piedra en pequeños trozos con la ayuda de una sierra o serrucho y escogen un fragmento, según el tamaño y color de la obra deseada. A continuación usan los punzones y el martillo para moldear la pieza, después utilizan el esmeril para conseguir las características preliminares del objeto. Con otros punzones más finos proceden a elaborar los detalles más delicados. Luego viene el lijado o pulido y, en varios casos, el barnizado o laqueado final.
Los principales productos que confeccionan son joyeros, bom-boneras, ceniceros, porta-lapiceros, tableros de ajedrez, nacimientos y una serie de animales y personajes, como incas, chasquis, campesinos, pájaros, búhos, elefantes. También elaboran lápidas y escenas cos-tumbristas y religiosas.
Una de las miniaturas más recientes es la del minero con su maquinaria, en Lápida en el Cementerio de San Francisco de Huambocancha. Cajamarca alusión al trabajo que realizan sus congéneres en Minera Yanacocha, cuyas instalaciones se encuentran a pocos kilómetros.
- La traquita o cantería. La traquita es una roca volcánica que abunda en los alrededores de Cajamarca, en las canteras de Arispampa, Llushcapampa, Chilimpampa y Porconcillo. Este material es empleado en construcción para hacer las lajas de los pisos y bloques y enchapados para los muros. Con una variedad más dura se elaboran las llamadas «piedras de filtro», que son piezas circulares cóncavas de aproximadamente 60 cm de alto empleadas tradicionalmente, en el campo y la ciudad, para filtrar el agua, gota a gota, y librarla de impurezas.
- El granito (Andesita). La piedra granito procede de unas canteras ubicadas en Chumbil, km. 30 de la carretera a San Pablo, y de Negritos, en las alturas de Cajamarca, desde allí se transporta a los talleres de Huambocancha y Porcón. Con granito se elaboran estatuas, bancas, Lápida en el Cementerio de San Francisco de Huambocancha. Cajamarca fuentes, piletas, se esculpen estatuas para plazas y jardines. El tallado de una pileta demora aproximadamente un mes. Algunos maestros se han especializado en cortar los «cuadrados» de granito, ellos utilizan herramientas, como picos, lampas, barretas, cuñas, puntas, estacas de madera, combas de 2 y 12 libras, compases, metros, escuadras y reglas. El procedimiento tiene dos fases. La primera consiste en rayar la piedra con una regla y una punta para luego abrir unos hoyos cada 10 cm con la punta y la comba chica. En el hoyo central golpean con la comba y van abriendo la piedra apoyados de una cuña hasta para obtener los bloques. En la segunda fase se pulen los bordes, con la ayuda de escuadras y combas.
El bloque queda listo entonces para ser trabajado: en el tablón de granito pulido se diseña con una tiza la figura a obtener, que se irá tallando con cinceles y una comba pequeña. Los residuos y el polvo se retiran con una esponja húmeda.
- La piedra azul (caliza) La piedra azul o caliza es otro de los elementos arquitectónicos constitutivos que contribuyen a dar una personalidad singular a las casas cajamarquinas tradicionales. Se usa como losetas, en los pisos de los patios, gradas y zaguanes. La principal cantera se encuentra en el distrito de Magdalena.
Arte funerario en Huambocancha
Una de las más preciadas muestras de arte funerario popular, se encuentra en las lápidas talladas en los cementerios de San Francisco de Huambocancha, Porcón y Los Manzanos, entre otros. En estos camposantos, como bien anotan Villiger y Ravines (1983), se mantiene el "arte de los alarifes del siglo XVII, presente en las fachadas de los templos de Cajamarca (...) y, a no dudar, es el testimonio más bello de la cultura porconera actual: tradicional y creativo".
El camposanto de San Francisco tiene aproximadamente unas 100 lápidas y cruces de piedras pintadas de colores, la más antigua data de 1953. El recinto está cercado por un muro de piedra y por algunas pencas.
Parece ser que anteriormente, las cruces y lápidas talladas en granito sólo llevaban cincelados el nombre del difunto y el año de su fallecimiento, pero con el correr de los años los familiares comenzaron a aplicarles colores llamativos, como forma de ubicarlos más rápidamente y mantener un recuerdo menos lúgubre del finado. Las lápidas o cruces son encargadas como reemplazo de la cruz de madera colocada originalmente en el lugar del entierro y según la costumbre un año después.
Para decorar las lápidas, el artesano elabora en una plantilla un diseño decorativo: «para la almita la piedra más bonita». La estructura tiene 70 cm de alto como promedio, y es tallada a manera de retablo, con dos torres, campanas y relojes, portales con imágenes que corresponden a un prototipo de arquitectura religiosa colonial, semejante a las portadas de la Catedral, San Francisco y Belén.
En estos cementerios, desde muy tempranas horas del 2 de noviembre, Día de los Difuntos en el calendario católico, «se realiza un incesante desfile de gentes de Porcón y caseríos aledaños, portando ramos de flores naturales o coronas de flores artificiales, rosas de crepé adheridas a un aro de alambre, personas que van a visitar a sus muertos en su contacto con el ayer y con el cariño. (...) Allí comienzan, al mismo tiempo que en cientos de sepulcros terrenos, una ceremonia íntima, consistente en la limpieza de la cruz, el rezo de alguna oración y, luego la entrega de ofrendas al alma del difunto de acuerdo a los gustos que tuvo en su vida: rosquitas, paltas, bollos, dulces típicos, aguardiente, habas choclos, frutas, pan, chicha, hojas de coca. El alma entonces acude y comparte con los presentes las conversaciones y el almuerzo al aire libre: ‘Hemos venido a visitarte, Taitito, te dejamos este pancito’, ‘Te saludamos todos tus hijos, madrecita que bajas del cielo’, ‘Hermanito, aquí te dejamos estas ofrendas, tu pancito para tu alma bendita’, y otras expresiones más que pueden escucharse entre la multitud de polleras coloridas, sombreros en las manos, alforjas generosas, tragos de aguardiente y lágrimas furtivas." (Villiger y Ravines, 1983)
El rito exige la presencia de rezadores, con velas, agua bendita y de algunos objetos pertenecientes al fallecido que, según la creencia, estará disfrutando la visita que lo alejará del Purgatorio y le permitirá ganar favores para entrar al Cielo. Este conjunto de creencias es lo que mantiene arraigada entre la población la costumbre y exigencia de tener un espacio final esperanzador, alegre, armonioso y vital que sólo los artesanos picapedreros pueden ofrecer.
(Fuente: LA TALLA EN PIEDRA EN CAJAMARCA, PERÚ autor MARCELA OLIVAS WESTON)

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