24 febrero 2007

Comunidad de Ancomarca (Puno)

Características socioculturales
La comunidad de Ancomarca se ubica en la zona alta de la provincia de Chucuito, casi en la línea fronteriza con Bolivia. Está aproximadamente sobre los 4500 metros sobre el nivel del mar. Los centros urbanos más cercanos —el distrito de Kelluyo, al cual pertenece esta comunidad, y Huacullani— se encuentran a unos 15 kilómetros. Desde cualquiera de estos dos puntos se accede a comunidad por una trocha carrozable. Usualmente los pobladores caminan durante tres horas para llegar hacia dichos centros urbanos.
Ancomarca cuenta con 780 hectáreas reconocidas legalmente como territorio comunal. Asimismo, dispone de 1100 hectáreas de tierra adjudicada para la empresa comunal, administradas por una junta directiva y un comité organizado por acuerdo comunal. Esta empresa cría ganado vacuno y ovino, y hace tres años, en convenio con el Ministerio de Agricultura, se inició en la crianza de vicuña; en la actualidad cuenta con 293 cabezas de este auquénido.
La mayor parte del territorio de la comunidad está compuesto por cerros y laderas y algunos ojos de agua que abastecen a los habitantes y a los animales. La tierra está divida entre las 76 familias que componen la comunidad. Cada familia destina una porción de su tierra a la agricultura y otra a la ganadería. La tierra de la empresa comunal es aprovechada de manera conjunta por todos los pobladores, según criterios establecidos en asamblea comunal.
La población total asciende a 288 habitantes entre niños, adultos y ancianos (mujeres y varones). Los pobladores se dedican principalmente a la actividad pecuaria (crianza de ovinos, auquénidos y vacunos), mientras la agricultura es una actividad complementaria (cultivo de diferentes variedades andinas). Poca familias se dedican a la artesanía.
Algunas veces migran (por lo general los jóvenes varones y mujeres) temporalmente a las ciudades costeras (Tacna y Arequipa) en busca de otras actividades para complementar la economía familiar.
Aun cuando las viviendas están dispersas, cada una tiene instalada una red de agua potable y cuenta con una pequeña letrina. En la comunidad hay un puesto de salud, construido por iniciativa propia, pero que a la fecha no presta servicios. Por ello, en caso de enfermedades graves, los comuneros se trasladan al centro de salud de Huacullani o al de Kelluyo.
Los pobladores sintonizan algunas radioemisoras principales del departamento (Onda Azul de Puno, Campesina de Juli) así como de Lima y Bolivia. Sólo una familia cuenta con un televisor que funciona a batería; se trata de la casa de un profesor. Recientemente, en una de las comunidades vecinas instalaron un teléfono público.
Los días domingos se trasladan a Kelluyo, y los martes a Huacullani, donde se realizan ferias populares. Allí llevan sus productos o animales para vender y adquieren otros productos según sus necesidades particulares.
En esta comunidad continúan vigentes algunas prácticas sociales que le permiten cierto autocontrol de sus recursos humanos y materiales, como, por ejemplo, la rotación de cargos y de responsabilidades en ciertas actividades ceremoniales-rituales. Para el mejor cumplimiento de estos roles y funciones eligen a sus representantes y para las acciones específicas forman comités, como el comité de vicuña, el comité de deporte, la ronda campesina, y el comité de músicos, entre los más importantes.
Características sociolingüísticas
En las entrevistas realizadas a algunos padres y madres de familia, estos manifestaron que el aimara era el idioma de uso predominante en la localidad. De 14 entrevistados (9 mujeres y 5 varones), la mayoría indicó que hablaba más aimara y menos castellano. Sólo 2 se consideraron bilingües en castellano y aimara y 3 mujeres eran monolingües en aimara.
Durante nuestras conversaciones con los padres y madres de la comunidad, en la mayoría de los casos el aimara se constituyó en la lengua preferida de uso por decisión de ellos.
Sin embargo, al inicio de la entrevista algunos padres optaban por hablar en castellano, pero a la tercera o cuarta pregunta la interacción se dificultaba y pedían que se formularan las preguntas nuevamente, pero esta vez en aimara. A partir de entonces la conversación se hacía nuevamente fluida.
Cuando visitamos a algunas familias escuchamos hablar al padre, a la madre y a los hijos casi siempre en aimara. No obstante, con el investigador (el extraño) la conversación siempre se iniciaba en castellano para, al cabo de unos minutos, cambiar al aimara. Los niños generalmente iniciaban la interacción en castellano y cambiaban al aimara cuando el investigador hablaba en esa lengua.

En una reunión de la organización de mujeres, que congregaba a unas 45 madres asociadas, donde participó un capacitador del proyecto de Educación Básica para el Desarrollo Comunal Aimara apoyado por CARE Puno, tanto la exposición como la interacción con las madres tuvieron lugar en aimara.
Esta es la práctica usual en estas reuniones en las que también participaba el promotor-alfabetizador. Las madres preguntaban y conversaban entre ellas sólo en aimara.
A lo largo de todo el día no escuchábamos a nadie hablar en castellano, salvo algunas palabras sueltas y préstamos de uso común dentro de la comunicación en aimara.
Algo parecido ocurre durante las actividades agrícolas. Se observó que cuando trabajan en la siembra de papa, toda la familia (abuelos, padres, jóvenes, niños) se comunica en aimara, salvo algunos niños que utilizan el castellano en frases y oraciones cortas.
Esto, por lo general, ocurre cuando tienen que dirigirse a sus hermanos(as), pero con la madre lo hacen en aimara.
Características socioeducativas
De los 14 padres y madres de familia entrevistados, cuyas edades fluctúan entre los 23 y los 68 años, 6 indican haber cursado estudios secundarios, aunque sólo uno culminó. Otros 6 tenían estudios de primaria en diversos grados y 2 mujeres nunca tuvieron la oportunidad de asistir a la escuela. Al respecto, una de ellas manifestó: “Mis padres no quisieron enviarme, por eso hoy soy ciega que no sé leer ni escribir”.
En la comunidad funcionan los siguientes programas educativos: PRONOEI o Wawauta, al cual asisten 24 niños y niñas menores de 6 años y el Programa de Alfabetización de Adultos, en el que participan obligatoriamente las 48 asociadas a la organización de mujeres.
Según los miembros del patronato escolar, la escuela es el programa educativo más importante para la comunidad, aunque el director comenta que en los últimos años ha descendido la cantidad de niños matriculados.
Al momento de la evaluación asistían 64 alumnos de un total de 65 matriculados, 30 eran mujeres y 35 varones; 9 cursaban el primer grado, 10 el segundo, 9 el tercero, 9 el cuarto, 15 el quinto y 12 el sexto. La escuela cuenta con tres docentes (dos varones y una mujer), cada uno de los cuales atiende dos grados.
(Fuente: Capítulo III EL PROGRAMA DE EDUCACIÓN BILINGÜE INTERCULTURAL Y SU APLICACIÓN EN EL AULA, En Documento de Trabajo N° 15 - PROGRAMA MECEP)

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