22 marzo 2007

Los Pueblos Indígenas en el Perú

El Perú, como país pluriétnico y multicultural, enfrenta una realidad cultural y lingüística sumamente heterogénea, que se manifiesta en la coexistencia de setenta y dos etnias, siete de las cuales se distribuyen en la región andina y las sesenta y cinco restantes en el espacio amazónico.

Estas etnias o pueblos indígenas están agrupados en catorce familias lingüísticas distintas. Entre las lenguas vernáculas andinas destacan el quechua, en sus diferentes variedades, y el aimara. Entre las lenguas indígenas amazónicas con mayor presencia regional en la selva alta se tiene el aguaruna, el asháninka, el machiguenga y la variante del quechua amazónico del grupo lamista en San Martín.
De acuerdo con la información del Censo de Población y Vivienda de 1993: 3’750,492 habitantes entre la población de cinco años y más tienen como lengua materna a idiomas nativos. Entre éstos, 3’199,474 tienen al quechua como lengua materna; 420,215 al aimara, y 130,803 a otra lengua nativa.
Debe resaltarse que en el caso amazónico, los pueblos indígenas mantienen diferencias significativas en términos poblacionales, existiendo un importante número de ellos, cerca de doce, que se encuentran en proceso de extinción debido a su reducido volumen poblacional, como, por ejemplo, los ocaina, los taushiro, los arabela, los chamicuro y los isconahua, todos ellos ubicados en la región del llano amazónico o selva baja.
Frente a ese delicado panorama, están aquellos otros pueblos con una base demográfica más estable y con índices de crecimiento poblacional más sólido, como es el caso de los aguaruna, los asháninka y los machiguenga.
Las comunidades indígenas amazónicas de la selva alta se concentran mayoritariamente en los departamentos de Amazonas, Cusco, Junín y Pasco, en tanto que los departamentos de la sierra con mayor concentración de población quechua o aimara son: Apurímac, Ayacucho, Huancavelica, Cusco y Puno. Para el caso andino es importante destacar el factor lingüístico como un elemento central de identidad, particularmente en las zonas rurales, donde la presencia de población indígena campesina es mayoritaria.
Es interesante resaltar, como señala Chirinos (2001), que el departamento de Apurímac tiene el porcentaje más alto de quechua hablantes de todo el Perú (76.6% entre la población de 5 años y más) y que en el departamento de Ayacucho, en la cuenca del río Pampas, conjuntamente con la cuenca del río Apurímac (departamentos de Apurímac y Cusco), se encuentra la zona de mayor monolingüismo quechua del Perú.
Principales características socioeconómicas de los pueblos indígenas
En un nuevo estudio del Banco Mundial (2005) que analiza la situación de los pueblos indígenas de América Latina en la última década (1994-2004), se sostiene que a pesar de la creciente influencia de los pueblos indígenas en las esferas del poder, debido a un aumento de su representación política, se ha avanzado poco en materia económica y social durante esta década, la misma que ha sido proclamada por las Naciones Unidas en 1994, como la Década Internacional de los Pueblos Indígenas del Mundo.
Éstos continúan sufriendo extremados niveles de pobreza, reducida cobertura y baja calidad educativa, mayor incidencia de enfermedades y discriminación social. El estudio concluye que los pueblos indígenas representan el 10% de la población de la región y que a su vez constituyen el grupo más desfavorecido de América Latina, por las siguientes razones:
• La brecha de pobreza en los pueblos indígenas es más profunda y disminuyó más lentamente que en el resto de la sociedad. En ese sentido, dados la falta de acceso de servicios básicos de salud, saneamiento, educación, acceso a mercados, etc, aumenta las probabilidades de pobreza en las comunidades indígenas.
• Los indígenas tienen menos años de educación y menor calidad educativa.
• Los indígenas, especialmente las mujeres y los niños, continúan teniendo mínimo acceso a servicios básicos de salud. En relación a los pueblos indígenas del país, el estudio sostiene que de todos los hogares pobres en el Perú, 43 por ciento son indígenas.
El mejoramiento de las condiciones socioeconómicas de los pueblos indígenas en el Perú, desafortunadamente sigue la tendencia señalada en dicho estudio. Sin lugar a dudas, la marginación social, cultural y política es un elemento que marca también una de las características que afectan seriamente a los pueblos indígenas.
La discriminación hacia este importante sector social ha impedido su plena incorporación al sistema democrático nacional, el cual sigue siendo concebido por los indígenas como un mundo distante y confuso (Ossio, 1992).
Realidad socioeconómica de los pueblos indígenas de la sierra
En un estudio de UNICEF (2001) sobre la exclusión en el Perú, se sostiene que en la sierra andina del país existen un poco más de 8 millones de personas, de las cuales aproximadamente 5 millones 250 mil viven en el ámbito rural. La mayor proporción de esa población es indígena (3’619,689) y forman parte de las cinco mil comunidades campesinas existentes en el país.
Estas familias rurales sustentan la reproducción de sus unidades productivas y de su sistema social y cultural, principalmente vía la producción agropecuaria.
Las actividades y procesos productivos que realizan son típicos de una agricultura campesina, en la medida que el objeto de la producción se orienta mayoritariamente a la reproducción de la familia y de la unidad productiva. Asimismo, el origen de la fuerza de trabajo es fundamentalmente familiar y excepcionalmente asalariada, ejerciéndose en ocasiones intercambios recíprocos con otras unidades.
Respecto a la tecnología utilizada, ésta se basa en una alta intensidad de mano de obra, una baja densidad de capital, insumos comprados por jornada de trabajo y un destino de la producción y de los insumos que es parcialmente mercantil.
Los procesos productivos se sustentan en recursos naturales de valor marginal, hecho que pone en constante riesgo e incertidumbre la sostenibilidad economía de estas familias.
El reducido tamaño de sus predios y la baja calidad de sus recursos para generar economías de escala en términos de provisión de insumos y de comercialización; las mínimas posibilidades de articulación de los procesos productivos familiares a la economía de mercado; la inexistencia de planes de desarrollo y de políticas macroeconómicas sectoriales que contemplen las diferencias entre el agro empresarial y la agricultura campesina indígena, así como la débil inversión pública y privada en estos espacios, han provocado niveles de pobreza y de exclusión social extremos, que a su vez han generado procesos migratorios del campo a la ciudad en busca de mejores oportunidades de ingresos y expectativas de vida.
El estudio de UNICEF señala que el 49% del total de pobres extremos del país para el año 1997 vivía en la sierra, siendo los más afectados los niños y las niñas, ya que el 74% de los niños de la sierra rural son pobres y el 37% extremadamente pobres.
Según el Mapa de Pobreza elaborado por el Ministerio de Economía y Finanzas (2001), los departamentos con mayor número de pobres y con mayor pobreza relativa son: Huancavelica, Ayacucho, Huánuco, Cajamarca y Cusco. Justamente en las áreas rurales de la mayoría de estos departamentos, el quechua, como lengua materna, es de uso importante, lo que certifica una vez más esa correlación entre pobreza y pueblos indígenas.
En las áreas rurales se tiene que la mortalidad infantil es de 62 por mil nacidos vivos, mientras que este indicador es de 43 por mil a nivel nacional. Los departamentos con mayores tasas de mortalidad son: Puno, Cusco, Apurímac, Ayacucho y Pasco, siendo Huancavelica el que registra la tasa más alta a nivel nacional, con 109 por mil nacidos vivos. Asimismo, son los departamentos de la sierra los que registran las más altas tasas de mortalidad materna. En el año 1997 se registraron 366 muertes maternas en el país, correspondiéndole a Puno el 18%, a Cusco el 15% y sólo el 6% a Lima. La tasa de mortalidad materna en las zonas rurales asciende a 292 por cada 100,000 nacidos vivos.
Las causas de la mortalidad infantil y materna se deben al bajo nivel educativo de las mujeres, a niveles de desnutrición de las madres y niños, a la alta fecundidad, a embarazos adolescentes y al limitado acceso a los servicios de salud por su mínima cobertura a nivel nacional (INEI, 1994 b).
Los hogares del área rural de la sierra presentan bajos indicadores de provisión de servicios básicos como agua, desagüe y electricidad: sólo el 50% de las viviendas cuenta con servicio de agua y únicamente el 21% de las mismas tiene desagüe. El acceso a energía eléctrica en las zonas rurales de la sierra tiene un comportamiento marginal. Por ejemplo, en el distrito de Chiara, provincia de Huamanga, únicamente el 1.75% del total de viviendas tiene acceso a energía eléctrica; en la provincia de Vilcashuamán, con mayoritaria presencia de población quechua (93% del total), sólo el 3.38% de las viviendas del distrito de Vilcashuamán y el 0.23% del distrito de Carhuanca, cuentan con este servicio.
Para el caso de predominio de población aimara, en el distrito de Moho, provincia del mismo nombre, sólo el 7.31% de las viviendas cuentan con servicios de electricidad (INEI, 1994b). Andrés Chirinos (2001), muestra la alta correlación existente entre el mapa de analfabetismo y el de lenguas vernáculas. Es así que el analfabetismo que afecta al 8.9% de la población total del país, concentra en la sierra rural al 40%, y dentro de éste el 77% está conformado por analfabetas mujeres.
Realidad socioeconómica de los pueblos indígenas de la Amazonía
Los pueblos indígenas amazónicos consideran a la tierra y a los recursos naturales que sus territorios les proveen, como vitales para la reproducción de su sistema social y cultural. Existe una relación particular entre pueblos indígenas y territorio. Este último representa un elemento fundamental para la continuidad social, económica y cultural de estos pueblos y es uno de los ejes articuladores de su identidad y continuidad histórica.
Los pueblos amazónicos desarrollan principalmente una economía de subsistencia de carácter primario, la misma que les permite asegurar el autoabastecimiento de sus principales productos de consumo a través del desarrollo de actividades agrícolas, de caza, pesca y recolección.
La intermediación monetaria si bien no está extendida en todas las comunidades, se utiliza básicamente para la adquisición de productos provenientes de la urbe. Contrariamente a los indígenas de la sierra peruana, los indígenas amazónicos se encuentran más desarticulados de la dinámica del desarrollo que proveen los mercados locales y nacionales, salvo los grupos establecidos en la selva alta como los aguarunas, los asháninkas, los machiguengas, los lamistas, etc. que han logrado establecer lazos más intensos de articulación con el mercado, producto de los procesos de colonización de los que han sido objeto sus territorios.
En términos de composición poblacional, los pueblos indígenas muestran una estructura extremadamente joven, resultado de su elevado nivel de fecundidad, que varía entre 7.4 y 11.2 hijos por mujer, siendo extremadamente alto en comparación con el promedio nacional (3.4 hijos). El 49.7% de la población tiene entre 0 y 14 años, mientras que el 48.8% se encuentra en el rango de 15 a 64 años y sólo 1.5% tiene más de 65 años.
El índice de masculinidad se expresa en 109 hombres por cada 100 mujeres, superior al promedio nacional de 99 hombres por cada 100 mujeres (INEI, 1996). Los niveles educativos de la población indígena difieren del promedio nacional. La población sin nivel educativo y preescolar es de 32%. Asimismo, el 49% tiene algún nivel de educación primaria y sólo el 15.5% tiene algún año de secundaria y/o educación superior. Mientras que la población analfabeta del país es de 13%, en los pueblos indígenas se registra hasta un 33% de población bajo esas condiciones. Haciendo un análisis por sexo, se encuentra que el 23% de la población masculina es analfabeta frente a un elevadísimo 44% de las mujeres. Estas condiciones sociales por las que atraviesan las mujeres indígenas repercuten de manera directa en su calidad y niveles de vida. La condición monolingüe, el analfabetismo y los bajos niveles educativos de la mayoría de las mujeres actúan como factores restrictivos de comunicación e intercambio fuera del ámbito de sus comunidades, e impiden la incorporación de conocimientos y percepciones que contribuirían a enriquecer la visión y los hábitos de vida de las mujeres y de sus familias. Los análisis que correlacionan los niveles educativos alcanzados por las madres y el comportamiento de la fecundidad, revelan que las mujeres que estudian 11 años o que concluyen la secundaria tienen una diferencia de hasta 3 hijos menos que las que no tienen estudios. Los hombres indígenas, por su lado, han alcanzado un mejor nivel educativo y un mayor conocimiento del idioma español, lo que les permite relacionarse mejor en los ámbitos públicos y de liderazgo social.
En la selva rural, el 41% de la población vive en pobreza extrema. La mortalidad infantil en las comunidades indígenas varía entre 99 y 152 por cada mil niños nacidos vivos, considerándose a nivel nacional un promedio de 43 por mil nacidos.
Por otro lado, el acceso a los servicios básicos como: agua, eliminación de excretas y electricidad en las viviendas es casi inexistente en la mayoría de las comunidades indígenas de la Amazonía. En el departamento de Junín, por ejemplo, sólo el 3.27% de los hogares asháninkas acceden al servicio de agua por medio de un pilón público y más del 85% lo hacen a través de ríos y quebradas. De modo similar, sólo el 6.4% de los hogares nomatsiguengas acceden al agua por ese mismo medio.
El acceso al desagüe por red es inexistente en los hogares asháninkas y nomatsiguengas. El acceso a eliminación de excretas por medio de pozo ciego es de 37.8% y de 51% en las viviendas de ambos grupos.
Contar con electricidad es un signo de diferenciación social dentro de las comunidades indígenas: sólo el 1.16% de las viviendas asháninkas del departamento de Junín cuenta con este servicio, mientras que para los nomatsiguengas el acceso alcanza sólo al 4.08% de las viviendas (INEI, 1994a).
El comportamiento de los indicadores descritos refleja los altos niveles de precariedad de las condiciones de vida de la población indígena del Perú y no hacen más que confirmar las conclusiones del estudio realizado por el Banco Mundial (2005) acerca de las condiciones de pobreza y marginación de dicha población.
Consideraciones sobre la cuestión indígena
En relación al tema de las identidades étnicas del país, es importante tener en cuenta la marcada diferencia existente entre los pueblos indígenas de la Amazonía para los cuales la identificación étnica es comúnmente explícita, y las sociedades andinas, cuya identificación pasa más por un reconocimiento externo que por un proceso de auto identificación o auto reconocimiento étnico.
La mayor parte de los pueblos indígenas amazónicos son poseedores de una fuerte identidad étnica, que está ligada a un grupo definido de población que comparte elementos comunes, como: idioma, territorio, historia, características culturales y relaciones sociales. Incluso han construido movimientos y organizaciones basados en su propia identidad para fortalecer la misma y para reivindicar tierras, recursos naturales, derechos colectivos e inclusión social.
En el caso de los pueblos quechuas y aimara de los Andes, un conjunto de factores sociales y políticos a lo largo de la historia colonial y republicana han jugado un rol para hacerles perder ese sentido particular de su noción de pueblo, empujándolos a adoptar una nueva identidad como campesinos. Salvo algunas excepciones, “entre quechuas y aymaras de los Andes no se encuentran Movimientos que se autodefinan en términos étnicos”.
La expansión del mercado y de los medios de comunicación, la multiplicación de las organizaciones campesinas y las grandes migraciones hicieron que los pueblos andinos se tornen más complejos, prefiriendo éstos imaginar sus comunidades sobre bases clasistas antes que sobre bases étnicas (Degregori, 1999).
En 1998, una consultoría desarrollada para el Banco Mundial, en el marco de la Iniciativa de Desarrollo de los Pueblos Indígenas, aborda el debate respecto a la identidad étnica en el país y señala que “en el caso peruano, lo cierto es que, salvo los indígenas amazónicos, la identidad étnica no ha sido invocada regularmente en el discurso popular por la población rural (andina) en referencia a auto-identificación o identificación colectiva”. Y remarca que “la mayor parte de referencias a la sociedad rural serrana y costeña nos remite a su clasificación como “campesinos”, que si bien poseen diferencias culturales respecto a la cultura dominante, en su gran mayoría no reivindican referentes ni proponen discursos de identidad étnica”.
Sin embargo, se reconoce que a pesar de ello no se puede dejar de constatar la sustitución y combinación dinámica permanente de identidades múltiples concurrentes, donde la población puede jugar con las mismas en oposición a quien se identifica como “otro” (DESCO/CEPES 1998).
El documento mencionado concluye preguntándose, para el caso andino, cuáles son las posibilidades futuras de “reelaboración de la identidad étnica”, señalando que la reinvención de la identidad étnica en la sierra enfrenta cuatro desafíos fundamentales:
• Reivindicación generalizada del término “indígena” u otro de carácter étnico (quechuas, aimaras, cholos, etc.).
• Constitución de organizaciones propias.
• Consolidación de elites como punto de partida de construcción de un discurso de identidad, de tradiciones comunes y de mitos unificadores de la “nacionalidad”.
• Propuestas de autonomía y de “derecho a la diferencia”.
Esta particular situación del mundo andino con relación a la construcción de las identidades de sus comunidades rurales nos debe llevar a manejar con cierta flexibilidad el tema de la adscripción de la población andina a denominaciones diversas: campesinos, indígenas, campesinado-indígena, etc. con miras a la aplicación de las políticas de los organismos multilaterales respecto a los pueblos indígenas.
En cuanto al tema relativo a las organizaciones representativas de los pueblos indígenas, ya el Convenio Nº 169 hace referencia a lo que denomina sus “instancias representativas” (Art. 6), a través de las cuales los Estados deben proceder a efectuar los mecanismos de consulta respectivos.
Los procesos de cambios a que se enfrentan los pueblos y comunidades indígenas, han introducido también transformaciones en los sistemas de representación política, que para el caso amazónico se materializa en la existencia y conformación de organizaciones de carácter regional, denominadas federaciones, consejos o asociaciones, que asumen las demandas locales, las negociaciones con el Estado y las empresas y establecen mecanismos propios de representación política e institucional.
En el caso andino, las organizaciones representativas a nivel regional han adoptado un carácter más clasista o sindicalista de corte campesino, que no reivindica necesariamente su ser indígena, ni asume, en la mayoría de los casos su base social étnica. En el caso de la región andina del Perú ocurre un fenómeno similar al existente en los Andes bolivianos en términos de la definición de las identidades de la población rural. Como señalan Albó y Quispe (2004), en las áreas rurales de la región andina es común que la gente sea a la vez indígena y campesina.
Desde el punto de vista de su identidad histórica y sociocultural son indígenas quechuas o aimaras, pero en términos socioeconómicos, son campesinos. De todo ello, se puede colegir que estamos frente a un fenómeno de identidad étnica con dimensiones distintas que pueden o no coincidir y que, por lo tanto, no son compartimentos o estructuras inalterables, sino que tienen cada vez más una permeabilidad grande que les permite conjugar factores singulares de cada una de esas categorías sociales que antes eran consideradas como dos grados sucesivos de una misma dimensión.
FAMILIAS Y GRUPOS LINGÜÍSTICOS DEL PERÚ
FAMILIA LINGÜÍSTICA / ETNIA
I. Quechua :
1
. Ayacucho-Cusco, 2. Ancash-Yaru, 3. Chachapoyas-Lamas, 4. Jauja-Huanca, 5. Napo-Pastaza-Tigre, 6. Cañaris-Cajamarca, 7. Santarrosino, 8. Supralecto-Yauyos
II. Aru: 9. Aymará, 10. Jacarú
III. Arahuaca: 11. Amuesha, 12. Campa Ashaninca, 13. Campa Caquinte, 14. Campa Nomatsiguenga, 15. Campa del Gran Pajonal, 16. Campa del Alto, 17. Campa del Pichis, 18. Campa del Ucayali, 19. Culina, 20. Chamicuro, 21. Machiguenga, 22. Piro, 23. Resigaro
IV. Jíbaro: 24. Actual, 25. Aguaruna, 26. Huambisa, 27. Candoshi-Murato, 28. Jíbaro
V. Pano: 29. Arahuaca, 30. Capanahua, 31. Cashibo Cacataibo, 32. Cashinahua, 33. Cujareño, 34. Isconahua, 35. Mayoruna, 36. Morunahua, 37. Parquenahua, 38. Pisabo, 39. Sharanahua-Mastanahua, 40. Shetebo, 41. Shipibo-Conibo, 42. Yaminahua
VI. Tupi Guaraní: 43. Cocama Cocamilla, 44. Omagua
VII. Cahuapana: 45. Chayahuita, 46. Jebero
VIII. Sin clasificación: 47. Aguano, 48. Ticuna, 49. Urarina, 50. Cholón
IX. Peba Yagua: 51. Yagua
X. Huitoto: 52. Andoque, 53. Bora, 54. Huitoto, 55. Huitoto Muiname, 56. Huitoto Muruy, 57. Ocaina
XI. Harakmbet: 58. Amaiweri-Kisambaeri, 59. Amarakaeri, 60. Arasairi, 61. Huachipaeri, 62. Sapiteri, 63. Toyoeri, 64. Pukirieri
XII. Tacana: 65. Ese´ejja
XIII. Tucano: 66. Muniche, 67. Orejón, 68. Secoya
XIV. Záparo: 69. Andoa, 70. Arabela, 71. Iquito, 72. Taushiro
Fuente: Mapa Etnolingüístico Oficial del Perú. Ministerio de Agricultura/Instituto Indigenista Peruano, 1994.
(Fuente: MARCO DE DESARROLLO DE PUEBLOS INDÍGENAS APLICABLE AL PROYECTO DE ELECTRIFICACIÓN RURAL elaborado por el Consultor CARLOS AUGUSTO MORA BERNASCONI Asistente ALBERTO VILLAVICENCIO RIVERA. MINISTERIO DE ENERGÍA Y MINAS - Proyecto de Electrificación Rural. Lima, agosto 2005. Documento completo en formato PDF)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

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Anónimo dijo...

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