El Proyecto Especial Chavimochic (La Libertad)
El Proyecto Especial Chavimochic (PECH) fue creado por la ley 16667 del 27 de julio de 1967. Esta norma declara la realización del PECH como de necesidad y utilidad públicas. El término "Chavimochic" fue creado a partir de las primeras letras de los nombres de los ríos Chao, Virú, Moche y Chicama.
Se trata de un proyecto de riego que consiste en desviar las aguas del río Santa —que desembocaba de manera natural en el límite entre los departamentos de Áncash y de La Libertad, a una quincena de kilómetros de Chimbote— por un canal que se extiende de este a oeste a lo largo de la costa, desde la toma de agua en el distrito de Chimbote de Santa, hasta el valle de Moche. Tiene una longitud de 152 km. En el futuro, el canal debería prolongarse 133 km más hasta llegar a Chicama, con lo que alcanzaría unos 285 km de extensión.
El 5 de septiembre de 1985, un decreto supremo creó la Dirección Ejecutiva del Proyecto, la que depende del Instituto Nacional de Desarrollo (INADE). En agosto de 2003, en el contexto del proceso de descentralización, la gestión y la administración del PECH fueron transferidas al gobierno regional de La Libertad.
El proyecto Chavimochic tiene tres metas globales :
- Agrícola: consiste en la implementación de 66 000 ha de áreas de cultivo en los intervalles desérticos y el mejoramiento de 78 000 ha en los valles antiguos gracias a la desviación del río Santa, lo que permitirá satisfacer los requerimientos hídricos de los agricultores.
- Energética: consiste en la generación de energía eléctrica por medio de centrales hidroeléctricas localizadas en la bocatoma y en el valle de Virú.
- Abastecimiento de agua potable: consiste en la creación de una planta de tratamiento de aguas para proveer de agua potable a los habitantes de la ciudad de Trujillo.
El proyecto agrícola del PECH
La costa peruana es una región árida. Dada esta característica, la mejor manera para desarrollar este espacio es usando el agua de los ríos que provienen de las zonas meso y altoandinas. Los hombres de la costa siempre han tenido que adaptarse a la falta de precipitaciones inventando sistemas de riego muy desarrollados, los que permiten usar el agua de manera eficaz. Desde 1950, los proyectos de riego forman parte de la política del Estado de desarrollar la exportación de productos agrícolas en la costa. El PECH es uno de estos proyectos estatales. A continuación, explicaremos con detalle el desarrollo de las zonas agrícolas antiguas y nuevas de este proyecto.
Actualmente, el canal madre se extiende por unos 152 km desde la bocatoma hasta el valle de Moche, cruzando también los valles de Chao y Virú. Las aguas del río Santa alcanzaron el valle de Chao en 1989, lo que ha permitido que un poco más de 5 000 ha tengan acceso al agua de manera permanente y que 9 765 ha de zonas desérticas hayan sido abiertas a la agricultura . El valle de Virú fue integrado a la zona de influencia del PECH en 1992. En este lugar, más de 12 000 ha han obtenido acceso el agua de manera continua, mientras que más de 17 000 ha en los intervalles han sido incorporadas a zonas agrícolas. El canal madre llegó al valle de Moche en 1996, y la planta de tratamiento de agua se terminó de construir ese mismo año. Se trata, pues, de más de 10 000 ha de valles viejos que han sido mejoradas y de más de 12 000 ha de tierra desértica que han sido transformadas en zonas agrícolas.
La Junta de Usuarios de Riego Presurizado, que maneja la distribución del agua del canal en los nuevos territorios agrícolas (antiguas tierras eriazas), controla más de 57 000 ha, con una superficie neta (realmente cultivable) de más de 46 000, de las cuales 16 200 están siendo cultivadas en el año 2007 (entrevista con la JU, 2007).
Dos entidades agrarias
Como hemos señalado anteriormente, hay dos territorios agrícolas: los valles antiguos y los nuevos territorios desarrollados en los intervalles. De toda la zona de influencia del PECH, el valle de Virú es el que ha registrado mayores modificaciones territoriales desde la llegada del canal madre, con la subsiguiente subasta de lotes y el mejoramiento de los cultivos.
Análisis espacial y temporal de la tenencia de la tierra
El análisis espacial permite destacar estas dos entidades agrícolas (los lotes de los intervalles y las parcelas de los valles viejos), las que tienen historias y características claramente diferentes.
Los lotes de los intervalles tienen formas geométricas claramente definidas y su tamaño puede variar de 38 a más de 3 700 ha. Estos lotes agrícolas tienen algo más de 10 años de existencia y fueron vendidos por el Estado mediante subasta pública. La primera se realizó en 1994 e implicó a 2 717 ha brutas (1 992 ha útiles).
Después de la décimo segunda y última subasta, que fue a fines de 2006, el total de todo lo vendido equivale a un poco más de 57 000 ha. El precio de base de la tierra es poco elevado, pero los compromisos de inversiones son considerables. En dicha subasta, el precio de base de la tierra por hectárea útil era de un promedio de 83,09 dólares, el compromiso de inversión por hectárea útil era de 2 000 dólares y el patrimonio mínimo exigible de las empresas era de 2 800 $/ha neta cultivable. El precio medio de venta alcanza los 4 090 $/ha, dentro de un intervalo que puede variar de los 1 577 a los 5 700 $/ha. En la misma subasta, los precios por los lotes variaron entre los 21 033 y los 5 826 000 dólares.
Las parcelas de los valles antiguos tienen cientos de años de existencia. Collin Delavaud precisa que, durante la conquista, los españoles ocuparon el valle de Virú e instalaron varias haciendas: "los españoles se han apropiado las tierras las más ricas en agua de riego y las más fáciles de drenar" (Collin Delavaud, 1984: 99). En efecto, desde la llegada de los conquistadores en el siglo XVI, las tierras fueron distribuidas según el siguiente esquema: "las tierras del común de las familias se restringe a las reducciones en comunidades y parcialidades; las tierras de los curacas se deja en su poder en pequeñas extensiones considerando su intermediación en la recolección de tributos; las tierras del Inca se entregan a los encomenderos y comisionados donde posteriormente mediante las ‘composiciones de tierras’ se regularizará la propiedad y establecimiento de las haciendas; las tierras del culto pasan a las ‘doctrinas’ y conventos; y las tierras no cultivadas o abandonadas se registran como tierras del Rey de España" (Minaya, 1995: 56).
En 1954, por ejemplo, las haciendas de Santa Elena, El Carmelo y Huancaco formaban una única y misma propiedad (Minaya, 1995). Así, se observaba una concentración de las tierras. En la actualidad, estas tres haciendas han sido transformadas en 3 comisiones de regantes que cubren más de 5 500 ha.
En la década del 70, después de la reforma agraria, hubo un fraccionamiento de las haciendas y se otorgó a cada uno de los trabajadores una cantidad de tierras que variaba según el número de peones de cada hacienda. Hubo, pues, una atomización de las parcelas. En los años 80, se implementaron las cooperativas para permitir que los agricultores se asociaran. Sin embargo, debido a la falta de medios económicos, aquellas tuvieron problemas para desarrollarse y subsistir. Por ejemplo, en 1983, en la cooperativa del Carmelo, los parceleros pusieron en venta las 6 ha que les habían asignado porque no tenían el capital necesario para las campañas de siembra (Minaya, 1995).
Actualmente, en el valle de Virú, el tamaño medio de las parcelas es de 3,36 ha, pudiendo dicho tamaño variar de 3 a 161,63 ha (JU Virú, 2001). Se observa una relación inversamente proporcional entre el tamaño medio de las parcelas y la representatividad de cada una de las clases de agricultores. En efecto, las parcelas de menos de 3 ha cubren aproximadamente 3 656 ha, habiendo en ellas 2 940 agricultores, de los cuales 2 367 son propietarios y 573 tienen un certificado de posesión; mientras que la parcela de 161,63 ha pertenece a un agricultor, quien tiene su certificado de posesión.
Producción
En los valles, la antigüedad de la ocupación se ve representada también en la producción agrícola. Los sistemas de producción y los cultivos son antiguos. Los pequeños agricultores producen en mayor cantidad maíz y caña de azúcar. El maíz es un cultivo resistente que necesita poca inversión. La producción de la caña de azúcar está ligada a la historia del valle y a la presencia de plantas azucareras, particularmente Laredo, que compra la producción de pequeños agricultores esparcidos en una superficie de 4 771 ha. Aunque esta producción no es muy rentable, los agricultores saben exactamente cuál será su ingreso de dinero al final de la campaña, lo que les permite prever e invertir en otra parte de sus tierras.
En cuanto a las comisiones (13 en total en el valle de Virú), cada una tiene su propia producción, y el cultivo que se produce no es el mismo durante todo el año.
Tomemos dos ejemplos para observar las diferencias. En verano, el territorio de la comisión de regantes de Santa Elena está ocupado en gran parte por el cultivo de la alcachofa. En el 2005, esta producción cubrió 30 ha, y en el 2006, entre 500 y 600.
Se observa así un aumento muy fuerte de la producción de este cultivo.
En la comisión de Huancaquito Bajo, que representa un territorio de 430 ha, para marzo de 2007, 157,5 ha estaban dedicadas a la caña de azúcar, 27 al espárrago, 24 al maíz, 19 a la sandía, 170 se encontraban en descanso y 33 no eran usadas debido a filtraciones (Entrevistas realizadas en las comisiones de regantes de Santa Elena y de Huancaquito Bajo, marzo de 2007).
Los productos del valle de Virú son vendidos principalmente en el mercado local. Los dos principales cultivos —que representaron en el 2001 casi el 80 % de la superficie del valle— eran destinados, en el caso de la caña de azúcar, a Laredo; y, en el del maíz, a las granjas avícolas de la zona. Algunos productos consagrados a la exportación son producidos en el valle antiguo. Entre ellos, tenemos la alcachofa, el espárrago, el ají y la sandía, los que son vendidos a comerciantes o intermediarios. En el caso del marigold, este es vendido a una empresa de Piura.
En los intervalles, el PECH ha establecido el precio de los lotes para favorecer el acceso a la producción de alto valor añadido. Además, el PECH ha ordenado que los cultivos de los espacios antiguamente desérticos sean regados según los sistemas de riego presurizado para reducir el consumo de agua y usar eficazmente este recurso. Estos diferentes elementos aumentan el costo de producción por hectárea y obligan a la producción de cultivos competitivos, los que son principalmente vendidos en el mercado internacional. En el 2005, se encuentran en estos espacios agrícolas, entre otros, productos como el espárrago (62% de la superficie cultivada), la palta (el 13%), la caña de azúcar (el 10%) y el "ají pimiento piquillo" (el 7%).
Con respecto a la comercialización de estos productos, algunos son vendidos frescos (como los espárragos verdes y los blancos, la palta y el ají de mesa) y transportados por vía aérea hasta los mercados. Otros son vendidos en envases, por lo que pueden ser transportados por vía marítima. La caña de azúcar producida por Laredo es transformada en la planta que se localiza en el pueblo del mismo nombre —que formaba parte de la hacienda—, a algunos kilómetros de la ciudad de Trujillo, y es vendida en el territorio nacional a empresas agroalimenticias.
Los dos territorios descritos arriba tienen realidades muy distintas en términos de la tenencia de la tierra. En general, los productos del valle viejo son diferentes de aquellos de los intervalles, si bien es cierto que varios cultivos, como el espárrago o la caña de azúcar, se pueden encontrar en ambos territorios agrícolas —aunque, claro está, en proporciones diferentes—. Los tipos de producción y su relación con el mercado, así como su cercanía geográfica, determinan la aparición de relaciones que unen a estos dos espacios y sus actores.
Manejo del suelo y del agua
Hay dos tipos de suelo en el oasis de Virú: el arenoso, típico del desierto costero, que no posee vegetación; y el arcilloso, propio de los valles agrícolas. Cada tipo de suelo implica un manejo y un uso distintos.
En el valle, cuyo suelo es rico y fértil, los agricultores diseñan surcos en la tierra y la riegan con el agua distribuida por la junta de usuarios. Además, usan fertilizantes y pesticidas para mejorar su producción.
En los intervalles, el suelo es pobre. Los agricultores deben agregar las materias orgánicas de las que carece el suelo. Dichas materias orgánicas las obtienen mezclando tres elementos: excremento de bovinos o guano, las hojas del cultivo del espárrago y sedimentos. Además, a veces agregan abonos artificiales al suelo. Cuando el suelo está apto, los agricultores colocan el sistema de riego presurizado según un esquema preciso. El agua del canal madre esta enviada en las tuberías después de su decantación en las represas, lo que permite separar los sedimentos en suspensión. Los fertilizantes necesarios para el desarrollo de la planta ya vienen agregados. Este sistema, llamado fertirrigación, lleva a la base de las plantas los elementos necesarios para lograr una producción eficaz y rentable.
Así, las dificultades hídricas y pedológicas desaparecen, el agricultor controla el sistema de producción y se encuentra expedito para ingresar en los mercados internacionales.
Los productores pueden acceder a la agricultura comercial moderna implementando un sistema agrario "fuera de suelo". Ya no son tributarios de los recursos naturales esenciales (suelo y agua). Manejan su producción tanto en el ámbito espacial como en el temporal.
Fuente: "El Proyecto Especial CHAVIMOCHIC: la convivencia entre los agroexportadores y los pequeños agricultores en los valles de Chao y VIRÚ" autor Anaïs Marshall. SEPIA XII - Perú : El problema agrario en debate. Tarapoto, 13 al 16 de agosto 2007. Tema III : "Agricultura Comercial Moderna"
Se trata de un proyecto de riego que consiste en desviar las aguas del río Santa —que desembocaba de manera natural en el límite entre los departamentos de Áncash y de La Libertad, a una quincena de kilómetros de Chimbote— por un canal que se extiende de este a oeste a lo largo de la costa, desde la toma de agua en el distrito de Chimbote de Santa, hasta el valle de Moche. Tiene una longitud de 152 km. En el futuro, el canal debería prolongarse 133 km más hasta llegar a Chicama, con lo que alcanzaría unos 285 km de extensión.
El 5 de septiembre de 1985, un decreto supremo creó la Dirección Ejecutiva del Proyecto, la que depende del Instituto Nacional de Desarrollo (INADE). En agosto de 2003, en el contexto del proceso de descentralización, la gestión y la administración del PECH fueron transferidas al gobierno regional de La Libertad.
El proyecto Chavimochic tiene tres metas globales :
- Agrícola: consiste en la implementación de 66 000 ha de áreas de cultivo en los intervalles desérticos y el mejoramiento de 78 000 ha en los valles antiguos gracias a la desviación del río Santa, lo que permitirá satisfacer los requerimientos hídricos de los agricultores.
- Energética: consiste en la generación de energía eléctrica por medio de centrales hidroeléctricas localizadas en la bocatoma y en el valle de Virú.
- Abastecimiento de agua potable: consiste en la creación de una planta de tratamiento de aguas para proveer de agua potable a los habitantes de la ciudad de Trujillo.
El proyecto agrícola del PECH
La costa peruana es una región árida. Dada esta característica, la mejor manera para desarrollar este espacio es usando el agua de los ríos que provienen de las zonas meso y altoandinas. Los hombres de la costa siempre han tenido que adaptarse a la falta de precipitaciones inventando sistemas de riego muy desarrollados, los que permiten usar el agua de manera eficaz. Desde 1950, los proyectos de riego forman parte de la política del Estado de desarrollar la exportación de productos agrícolas en la costa. El PECH es uno de estos proyectos estatales. A continuación, explicaremos con detalle el desarrollo de las zonas agrícolas antiguas y nuevas de este proyecto.
Actualmente, el canal madre se extiende por unos 152 km desde la bocatoma hasta el valle de Moche, cruzando también los valles de Chao y Virú. Las aguas del río Santa alcanzaron el valle de Chao en 1989, lo que ha permitido que un poco más de 5 000 ha tengan acceso al agua de manera permanente y que 9 765 ha de zonas desérticas hayan sido abiertas a la agricultura . El valle de Virú fue integrado a la zona de influencia del PECH en 1992. En este lugar, más de 12 000 ha han obtenido acceso el agua de manera continua, mientras que más de 17 000 ha en los intervalles han sido incorporadas a zonas agrícolas. El canal madre llegó al valle de Moche en 1996, y la planta de tratamiento de agua se terminó de construir ese mismo año. Se trata, pues, de más de 10 000 ha de valles viejos que han sido mejoradas y de más de 12 000 ha de tierra desértica que han sido transformadas en zonas agrícolas.
La Junta de Usuarios de Riego Presurizado, que maneja la distribución del agua del canal en los nuevos territorios agrícolas (antiguas tierras eriazas), controla más de 57 000 ha, con una superficie neta (realmente cultivable) de más de 46 000, de las cuales 16 200 están siendo cultivadas en el año 2007 (entrevista con la JU, 2007).
Dos entidades agrarias
Como hemos señalado anteriormente, hay dos territorios agrícolas: los valles antiguos y los nuevos territorios desarrollados en los intervalles. De toda la zona de influencia del PECH, el valle de Virú es el que ha registrado mayores modificaciones territoriales desde la llegada del canal madre, con la subsiguiente subasta de lotes y el mejoramiento de los cultivos.
Análisis espacial y temporal de la tenencia de la tierra
El análisis espacial permite destacar estas dos entidades agrícolas (los lotes de los intervalles y las parcelas de los valles viejos), las que tienen historias y características claramente diferentes.
Los lotes de los intervalles tienen formas geométricas claramente definidas y su tamaño puede variar de 38 a más de 3 700 ha. Estos lotes agrícolas tienen algo más de 10 años de existencia y fueron vendidos por el Estado mediante subasta pública. La primera se realizó en 1994 e implicó a 2 717 ha brutas (1 992 ha útiles).
Después de la décimo segunda y última subasta, que fue a fines de 2006, el total de todo lo vendido equivale a un poco más de 57 000 ha. El precio de base de la tierra es poco elevado, pero los compromisos de inversiones son considerables. En dicha subasta, el precio de base de la tierra por hectárea útil era de un promedio de 83,09 dólares, el compromiso de inversión por hectárea útil era de 2 000 dólares y el patrimonio mínimo exigible de las empresas era de 2 800 $/ha neta cultivable. El precio medio de venta alcanza los 4 090 $/ha, dentro de un intervalo que puede variar de los 1 577 a los 5 700 $/ha. En la misma subasta, los precios por los lotes variaron entre los 21 033 y los 5 826 000 dólares.
Las parcelas de los valles antiguos tienen cientos de años de existencia. Collin Delavaud precisa que, durante la conquista, los españoles ocuparon el valle de Virú e instalaron varias haciendas: "los españoles se han apropiado las tierras las más ricas en agua de riego y las más fáciles de drenar" (Collin Delavaud, 1984: 99). En efecto, desde la llegada de los conquistadores en el siglo XVI, las tierras fueron distribuidas según el siguiente esquema: "las tierras del común de las familias se restringe a las reducciones en comunidades y parcialidades; las tierras de los curacas se deja en su poder en pequeñas extensiones considerando su intermediación en la recolección de tributos; las tierras del Inca se entregan a los encomenderos y comisionados donde posteriormente mediante las ‘composiciones de tierras’ se regularizará la propiedad y establecimiento de las haciendas; las tierras del culto pasan a las ‘doctrinas’ y conventos; y las tierras no cultivadas o abandonadas se registran como tierras del Rey de España" (Minaya, 1995: 56).
En 1954, por ejemplo, las haciendas de Santa Elena, El Carmelo y Huancaco formaban una única y misma propiedad (Minaya, 1995). Así, se observaba una concentración de las tierras. En la actualidad, estas tres haciendas han sido transformadas en 3 comisiones de regantes que cubren más de 5 500 ha.
En la década del 70, después de la reforma agraria, hubo un fraccionamiento de las haciendas y se otorgó a cada uno de los trabajadores una cantidad de tierras que variaba según el número de peones de cada hacienda. Hubo, pues, una atomización de las parcelas. En los años 80, se implementaron las cooperativas para permitir que los agricultores se asociaran. Sin embargo, debido a la falta de medios económicos, aquellas tuvieron problemas para desarrollarse y subsistir. Por ejemplo, en 1983, en la cooperativa del Carmelo, los parceleros pusieron en venta las 6 ha que les habían asignado porque no tenían el capital necesario para las campañas de siembra (Minaya, 1995).
Actualmente, en el valle de Virú, el tamaño medio de las parcelas es de 3,36 ha, pudiendo dicho tamaño variar de 3 a 161,63 ha (JU Virú, 2001). Se observa una relación inversamente proporcional entre el tamaño medio de las parcelas y la representatividad de cada una de las clases de agricultores. En efecto, las parcelas de menos de 3 ha cubren aproximadamente 3 656 ha, habiendo en ellas 2 940 agricultores, de los cuales 2 367 son propietarios y 573 tienen un certificado de posesión; mientras que la parcela de 161,63 ha pertenece a un agricultor, quien tiene su certificado de posesión.
Producción
En los valles, la antigüedad de la ocupación se ve representada también en la producción agrícola. Los sistemas de producción y los cultivos son antiguos. Los pequeños agricultores producen en mayor cantidad maíz y caña de azúcar. El maíz es un cultivo resistente que necesita poca inversión. La producción de la caña de azúcar está ligada a la historia del valle y a la presencia de plantas azucareras, particularmente Laredo, que compra la producción de pequeños agricultores esparcidos en una superficie de 4 771 ha. Aunque esta producción no es muy rentable, los agricultores saben exactamente cuál será su ingreso de dinero al final de la campaña, lo que les permite prever e invertir en otra parte de sus tierras.
En cuanto a las comisiones (13 en total en el valle de Virú), cada una tiene su propia producción, y el cultivo que se produce no es el mismo durante todo el año.
Tomemos dos ejemplos para observar las diferencias. En verano, el territorio de la comisión de regantes de Santa Elena está ocupado en gran parte por el cultivo de la alcachofa. En el 2005, esta producción cubrió 30 ha, y en el 2006, entre 500 y 600.
Se observa así un aumento muy fuerte de la producción de este cultivo.
En la comisión de Huancaquito Bajo, que representa un territorio de 430 ha, para marzo de 2007, 157,5 ha estaban dedicadas a la caña de azúcar, 27 al espárrago, 24 al maíz, 19 a la sandía, 170 se encontraban en descanso y 33 no eran usadas debido a filtraciones (Entrevistas realizadas en las comisiones de regantes de Santa Elena y de Huancaquito Bajo, marzo de 2007).
Los productos del valle de Virú son vendidos principalmente en el mercado local. Los dos principales cultivos —que representaron en el 2001 casi el 80 % de la superficie del valle— eran destinados, en el caso de la caña de azúcar, a Laredo; y, en el del maíz, a las granjas avícolas de la zona. Algunos productos consagrados a la exportación son producidos en el valle antiguo. Entre ellos, tenemos la alcachofa, el espárrago, el ají y la sandía, los que son vendidos a comerciantes o intermediarios. En el caso del marigold, este es vendido a una empresa de Piura.
En los intervalles, el PECH ha establecido el precio de los lotes para favorecer el acceso a la producción de alto valor añadido. Además, el PECH ha ordenado que los cultivos de los espacios antiguamente desérticos sean regados según los sistemas de riego presurizado para reducir el consumo de agua y usar eficazmente este recurso. Estos diferentes elementos aumentan el costo de producción por hectárea y obligan a la producción de cultivos competitivos, los que son principalmente vendidos en el mercado internacional. En el 2005, se encuentran en estos espacios agrícolas, entre otros, productos como el espárrago (62% de la superficie cultivada), la palta (el 13%), la caña de azúcar (el 10%) y el "ají pimiento piquillo" (el 7%).
Con respecto a la comercialización de estos productos, algunos son vendidos frescos (como los espárragos verdes y los blancos, la palta y el ají de mesa) y transportados por vía aérea hasta los mercados. Otros son vendidos en envases, por lo que pueden ser transportados por vía marítima. La caña de azúcar producida por Laredo es transformada en la planta que se localiza en el pueblo del mismo nombre —que formaba parte de la hacienda—, a algunos kilómetros de la ciudad de Trujillo, y es vendida en el territorio nacional a empresas agroalimenticias.
Los dos territorios descritos arriba tienen realidades muy distintas en términos de la tenencia de la tierra. En general, los productos del valle viejo son diferentes de aquellos de los intervalles, si bien es cierto que varios cultivos, como el espárrago o la caña de azúcar, se pueden encontrar en ambos territorios agrícolas —aunque, claro está, en proporciones diferentes—. Los tipos de producción y su relación con el mercado, así como su cercanía geográfica, determinan la aparición de relaciones que unen a estos dos espacios y sus actores.
Manejo del suelo y del agua
Hay dos tipos de suelo en el oasis de Virú: el arenoso, típico del desierto costero, que no posee vegetación; y el arcilloso, propio de los valles agrícolas. Cada tipo de suelo implica un manejo y un uso distintos.
En el valle, cuyo suelo es rico y fértil, los agricultores diseñan surcos en la tierra y la riegan con el agua distribuida por la junta de usuarios. Además, usan fertilizantes y pesticidas para mejorar su producción.
En los intervalles, el suelo es pobre. Los agricultores deben agregar las materias orgánicas de las que carece el suelo. Dichas materias orgánicas las obtienen mezclando tres elementos: excremento de bovinos o guano, las hojas del cultivo del espárrago y sedimentos. Además, a veces agregan abonos artificiales al suelo. Cuando el suelo está apto, los agricultores colocan el sistema de riego presurizado según un esquema preciso. El agua del canal madre esta enviada en las tuberías después de su decantación en las represas, lo que permite separar los sedimentos en suspensión. Los fertilizantes necesarios para el desarrollo de la planta ya vienen agregados. Este sistema, llamado fertirrigación, lleva a la base de las plantas los elementos necesarios para lograr una producción eficaz y rentable.
Así, las dificultades hídricas y pedológicas desaparecen, el agricultor controla el sistema de producción y se encuentra expedito para ingresar en los mercados internacionales.
Los productores pueden acceder a la agricultura comercial moderna implementando un sistema agrario "fuera de suelo". Ya no son tributarios de los recursos naturales esenciales (suelo y agua). Manejan su producción tanto en el ámbito espacial como en el temporal.
Fuente: "El Proyecto Especial CHAVIMOCHIC: la convivencia entre los agroexportadores y los pequeños agricultores en los valles de Chao y VIRÚ" autor Anaïs Marshall. SEPIA XII - Perú : El problema agrario en debate. Tarapoto, 13 al 16 de agosto 2007. Tema III : "Agricultura Comercial Moderna"
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