18 diciembre 2006

Muñapucro (Apurimac)

Muñapucro: Rentabilidad de la inversión del Estado
Sabemos que el apoyo a la dinámica de Muñapucro (Andahuaylas) le costó al Estado peruano un total de 133.300 nuevos soles. ¿Es rentable para el Estado este tipo de inversiones en proyectos como MARENASS? Existen diferentes maneras de responder a esa pregunta.
Aumento del valor patrimonial de las familias
De acuerdo con los datos, se puede considerar que la inversión estatal generó un importante aumento del valor patrimonial de las familias. Si solo tomamos los tres bienes censados (terrazas, corrales y casas), tenemos:
• S/. 207.000 en terrazas (9,2 ha x S/. 22.500).
• S/. 31.500 en corrales (70 corrales x S/. 450).
• S/. 185.000 en casas mejoradas.
Total: S/. 423.500.
Esto quiere decir que el solo aumento del valor patrimonial de las familias en tres elementos significa el triple del monto gastado por el Estado. Además, cabe señalar que para ello las familias apenas recibieron directamente un poco más de 20.000 nuevos soles en dinero. Y no como parte de su inversión sino como incentivo concursable entre todas ellas y que se recibe después de realizar la inversión.
Resulta imposible, sin embargo, calcular el aumento total del valor patrimonial para las familias y la comunidad. Pero se puede estimar fácilmente que este supera cuando menos cinco veces el monto total gastado por el Estado.
Aumento del valor de la producción
Tampoco es posible calcular con exactitud el aumento del valor de la producción en Muñapucro. Pero basta con un elemento para tener una idea: la leche. Con alimentación más adecuada, corrales y mejoramiento del ganado, la producción de leche se multiplicó al menos por cuatro o cinco (de los cuatro litros diarios con dos vacas criollas durante seis meses a los ocho litros diarios con una vaca mejorada durante doce meses; cifras conservadoras).
Esto tampoco va en desmedro de la agricultura o de otras crianzas. La producción agrícola aumentó también, así como la crianza de cuyes y otros animales. Además, algunas familias venden ahora pastos fuera de la comunidad (a S/. 1 el corte de 1 m2 colocado en la capital distrital, Uripa).

Inversión familiar y comunal
Todo eso es posible gracias al principal impacto de la intervención de MARENASS con los fondos del Estado: se ha generado una extraordinaria dinámica de inversión familiar y comunal.
Basta con una referencia. Según los datos del más habilidoso y ganador en construcción de terrazas, 100 m2 de terraza cultivable exigen diez jornales de 10 nuevos soles cada uno (los demás testimonios mencionan cifras muy superiores). O sea, una inversión en mano de obra de 10.000 nuevos soles por hectárea. Son 100.000 nuevos soles invertidos en Muñapucro, solamente en la construcción de sus diez hectáreas de terrazas por absorción.
Trabajo y materiales también entraron en cantidades grandes en la construcción de corrales y de nuevas casas (son varias) o en el arreglo de las anteriores; en la realización de las cocinas mejoradas; en la instalación de pastos cultivados fuera de las terrazas de absorción; en las obras comunales como zanjas de infiltración, arreglo de canales de riego, etcétera.
Además, y se trata de una inversión importante, las familias dedicaron muchas jornadas a seguir y aprovechar las capacitaciones varias con yachaq y yachachiq; a participar en sus instancias organizativas y a planificar el futuro de la comunidad; a atender a visitantes entusiastas y a reforzar con ello su autoestima...
Sin contar la gran inversión monetaria realizada en comprar animales mejorados para su desarrollo ganadero. ¿Cinco veces más?, ¿diez veces más? La inversión familiar y comunal supera ampliamente el esfuerzo total del propio Estado, lo que la justifica y le da sentido y valor.
Lo que ahorró el Estado
Vale la pena mencionar otra forma de establecer la rentabilidad para el Estado de su inversión en Muñapucro. Partiendo esta vez de los resultados y dinámicas que imperan ahora en la comunidad, se puede afirmar que, en el intento de alcanzar lo mismo con diversos programas especializados, el Estado hubiese tenido que financiar, además de la «extensión agropecuaria y en manejo de recursos naturales»:
• cuatro años de funcionamiento de una escuela familiar rural (sin garantía de que luego siga atendiendo con recursos y mecanismos propios);
• un programa de equipamiento informático del colegio (tres computadoras financiadas con los premios interescuelas y de la comunidad);
• un programa de educación ciudadana (organización comunal; trabajo con gobiernos locales; trabajo con entidades estatales; trabajo con comunidades vecinas; trabajo con asistencia técnica contratada; autoestima);
• un programa de atención psicológica para afectados por la guerra;
• un programa de mejoramiento de la vivienda;
• un programa de agricultura orgánica; etcétera.
(De Zutter, Pierre et al.: Comunidades rurales: La mejor inversión del Estado. Lima: PREVAL, 2003)
Resultados cuantitativos de las familias y comunidad de Muñapucro con MARENASS
Los datos cuantitativos han sido sistemáticamente calculados «hacia abajo», luego de cruzar varias fuentes y de ponderar tanto la eventual subjetividad de «apreciaciones» cuanto la falta de práctica local en el manejo de las unidades universales de medición (hectárea, metro cuadrado, etcétera).
El impacto sobre el universo comunal se expresa en que al menos 47 familias (44 por ciento del total de 105 familias) participaron en algún concurso y por tanto accedieron a las capacitaciones y al acompañamiento por los yachachiq. De estas, unas 35 (33 por ciento) participaron en forma casi continua en los dos últimos años (2000 y 2001) de concursos integrales. Las que en algún momento han ganado un premio son 31 (29 por ciento).
Además, casi todas las familias participaron, por norma comunal, en las actividades y aprendizajes de los concursos intercomunales.
Las prácticas de manejo y conservación de suelos y forestación permitieron realizar:
• 6,60 ha de terrazas de absorción (5,80 de ellas en parcelas familiares);
• 1,50 ha de terrazas de formación lenta (0,30 de ellas en parcelas familiares);
• 0,50 ha de rehabilitación de terrazas (todo en parcelas familiares);
• 10 km de zanjas de infiltración en áreas comunales (que pueden abarcar poco más de 60 ha);
• 47 t de compost y 15 t de humus (todo en concursos familiares);
• 11.000 plantones (8.000 en viveros familiares), de los cuales 1.500 ya sirvieron para reforestaciones.
En manejo de agua y cultivos se hicieron:
• 16 ha de riego mejorado (todo en parcelas familiares);
• limpieza de 5 km de canales comunales de riego;
• construcción de más de 5 km de canales temporales de riego;
• siembra y abonamiento con técnicas mejoradas en 8 ha de parcelas familiares;
• 3.000 m2 de biohuertos familiares.
Los alcances en manejo ganadero son:
• 15 ha de pastos cultivados en parcelas familiares;
• siembra de 7 ha de pastos naturales comunales;
• selección de 135 reproductores;
• elaboración de 400 kg de heno y de 5 t de ensilado;
• construcción de 89 corrales;
• tratamiento sanitario de 1.100 animales.
El manejo de praderas nativas dio lugar a:
• ordenamiento del pastoreo en 15 ha comunales;
• delimitación de áreas comunales de reserva por 7 ha;
• instalación de 80 dormideros rotatorios familiares;
En cuanto al mejoramiento de viviendas, comprendió:
• la construcción de 48 fogones mejorados;
• el acondicionamiento de 750 m2 de dormitorios para padres y para hijos;
• la construcción de 90 m2 de almacenes para cosechas y semillas;
• la construcción de 145 letrinas.
El caso de las letrinas permite aclarar que ciertas obras se repiten en las mismas familias, sea porque tienen duración limitada (caso de las letrinas, por la ecología local), sea porque un nuevo concurso es pretexto para rehacer, mejorar y ampliar la anterior (caso de los corrales).
Para valorar estos resultados, cabe recordar que un estudio realizado entre treinta participantes asiduos revela que, en promedio, una familia tiene apenas 7.000 m2 de tierra agrícola.
(De Zutter, Pierre et al.: Comunidades rurales: La mejor inversión del Estado. Lima: PREVAL, 2003)
Resultados cualitativos de las familias de Muñapucro con MARENASS
Uno de los resultados más impactantes se da en el mejoramiento de la vida cotidiana de las familias.
En primer lugar porque ya no pasan hambre; la seguridad alimentaria, objetivo principal de muchas políticas y programas nacionales o parciales, ha sido alcanzada en Muñapucro. Esto se debe a las nuevas prácticas que permiten cultivar todo el año (con riego, humus y compost, en terrazas, con diversificación de cultivos), a los almacenes para conservar granos, y a la disponibilidad de leche todo el año y no solamente durante seis meses.
Además, las familias aprecian en grado sumo un nuevo sabor de vida que se manifiesta en los alimentos, más ricos y más sanos que aquellos que cultivaban con químicos, y en viviendas ordenadas, mejor distribuidas; con su fogón en alto que consume menos leña, echa menos humo, deja más tiempo disponible, no obliga a estar doblado o en cuclillas; con estantes y espacios donde guardar comestibles, utensilios, ropa, herramientas. Hasta comienzan a aparecer en las fachadas letreros pintados en la pared anunciando algún oficio o servicio, rezando algún lema sobre la vida mejor.
A su vez, la economía familiar es diferente. Varios son los egresos que han disminuido: ciertas hortalizas que se compraban en la feria semanal; los insumos químicos para el cultivo de papas y otros... Al mismo tiempo, los ingresos han aumentado mucho, sobre todo aquellos de la economía diaria y semanal: la producción de leche se multiplicó mínimamente por cuatro o cinco, con lo cual se producen más quesos; Muñapucro, comunidad con poca tierra agrícola, se volvió exportadora de pastos cultivados; el alquiler de cuartos a profesores de la escuela y del colegio aumentó en las casas mejor acondicionadas.
Todo esto permite realizar inversiones para mejorar la calidad de vida diaria, en educación, en nuevas mejoras productivas.
La vocación comunal ha dado un giro de la agricultura hacia la ganadería. La propia agricultura mejoró, y en las terrazas que van creciendo los cuidados son del tipo de los de la horticultura orgánica. Esto se ha constatado también en los pastos cultivados, que ocupan buena parte de la superficie y que, combinados con los corrales y el mejoramiento de los animales, han multiplicado la productividad de carne y de leche.
En realidad, se está gestando un proceso de reordenamiento o recomposición del conjunto de actividades económicas de la comunidad, las cuales están tratando de articularse en función de los potenciales abiertos por las prácticas de manejo de recursos naturales propiciadas por MARENASS. Una mayor densidad de trabajo y de frutos en parcelas agrícolas, que priorizan pastos, posibilita una ganadería diferente, más próxima al espacio doméstico (entorno de la casa), más exigente en cuidados, más rendidora y que, por tanto, tiende a requerir nuevos rumbos en la transformación de productos.
(De Zutter, Pierre et al.: Comunidades rurales: La mejor inversión del Estado. Lima: PREVAL, 2003)
Resultados en la dinámica de la comunidad de Muñapucro con MARENASS
En tanto MARENASS ha replanteado su objetivo estratégico en términos de actores locales y de desarrollo de sus capacidades, interesa considerar los resultados en cuanto a capacidades desarrolladas. De hecho, el saber, el saber-hacer y el poder-hacer se incrementaron. Pero se nota en Muñapucro, como en otras comunidades donde trabajara el Proyecto, algo más importante aún que la simple suma de los conocimientos y habilidades adquiridas o reforzadas: en estos cuatro años la comunidad se transformó en una forma de escuela permanente, de escuela familiar rural en la que el aprender y el aprender haciendo ocuparon gran parte del tiempo y de las ilusiones de la gente. Además, todos manifiestan que esto debe seguir, aun sin MARENASS.
En abril del 2002 la misión FIDA de evaluación sostuvo que se le había «devuelto la historia» a la comunidad. Es decir que, gracias a la dinámica vivida en esos años, las familias se estaban reapropiando un pasado y un futuro, transformando así su percepción y su gestión del presente. El Proyecto ayudaba efectivamente a rescatar y legitimar el saber, las prácticas y la cultura de los antepasados (por ejemplo, las terrazas, las especies vegetales nativas... —en el último concurso 2001 la comunidad introdujo trabajos referidos a la conservación de la biodiversidad, como el cultivo de papas nativas y la siembra de arracacha—), al mismo tiempo que abría perspectivas de aprovechamiento del saber, las prácticas y la cultura contemporánea, dejando que las propias familias y organizaciones decidiesen qué era lo que les convenía. Un resultado principal puede verse entonces en términos de dinámicas.
Primero, en la dinámica social y cultural. No se trata de atribuir todo a la influencia del Proyecto: Muñapucro ya estaba en plan de buscar alternativas para mejorar la vida en la comunidad. Por ejemplo, una feria semanal había sido instaurada cuatro años antes. El mismo hecho de que Muñapucro se haya atrevido a trabajar con MARENASS desde el inicio del Proyecto es una muestra de dicho afán. Pero el impacto del Proyecto es innegable.
La organización comunal tiene ahora un dinamismo diferente. No se limita a la gestión inmediata, sino que conduce un proceso de transformación.
Así, aprovecha la iniciativa de concursos sobre arreglo de las casas para aprobar en asamblea una norma que obliga al tarrajeo y pintado de las viviendas más próximas al centro poblado. Además, negocia con un proyecto nuevo de conservación de recursos naturales para que su propuesta de apoyo en terrazas comunales se reoriente hacia terrazas familiares. Así también pone en debate el cambio de valor del metro cuadrado de terreno luego de las mejoras realizadas. Esta dinámica comunal se complementa con la de las propias familias.
Son de notar, por ejemplo, las actitudes de mujeres y jóvenes en el trato con visitantes de las instituciones: miran con orgullo, hablan, no para pedir sino para contar lo hecho y lo por hacer. Merece relevarse también la confluencia inusual entre el afán de promover los estudios de los hijos y hacer posible que puedan seguir viviendo en la comunidad.
¿Influirá el hecho de que el jornal de una mujer en una faena comunal ya no es la mitad sino igual al de un varón?
Todo ello es alimentado por la dinámica económica generada por los cambios y que ya se describió. Un simple hecho puede servir para expresar hasta qué punto Muñapucro no se limita a aprovechar los aportes de MARENASS sino que los multiplica: la comunidad ganó el primer premio del concurso de Ampliación de la Frontera Agrícola en su microcuenca. Con los 10.590 nuevos soles que recibió decidió emprender la transformación de una hectárea de ladera de pastos naturales en terrazas agrícolas, aumentar en seis hectáreas el área mejorada con zanjas de infiltración y adecuar un kilómetro de canal de riego.
Para eso, completó el dinero del premio con un aporte propio valorado en 4.880 nuevos soles. Las nuevas terrazas, terminadas en diciembre del 2001, fueron sembradas con papas para eliminar malezas y luego recibieron pastos cultivados cuyos cortes vende la comunidad cuatro veces al año, para financiar sus gestiones y para aumentar la oferta de alimento para ganado entre las familias.
(De Zutter, Pierre et al.: Comunidades rurales: La mejor inversión del Estado. Lima: PREVAL, 2003)
(Fuente: Diez claves de éxito para el desarrollo rural basadas en las experiencias de los proyectos FEAS, MARENASS, CORREDOR y SIERRA SUR. Lima, 2004)

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