04 agosto 2007

El Distrito de Putumayo (Loreto)

CREACIÓN JURÍDICA
El distrito de Putumayo fue oficial y jurídicamente creado en el Perú mediante la Ley N° 9815 del 02 de Julio de 1943, como parte de la Provincia de Maynas del Departamento de Loreto, reconociéndose hoy como su capital a la localidad de San Antonio de El Estrecho.
DIMENSIONES, GEOGRAFÍA Y LÍMITES
El Distrito de Putumayo posee una superficie de 39,702 km2. En el Perú es territorialmente más extenso que las siguientes 15 regiones: Tumbes, Lambayeque, Moquegua, Tacna, Apurímac, Ica, Pasco, Huancavelica, La Libertad, Cajamarca, Lima, Áncash, Piura, Huanuco y Amazonas. E internacionalmente es más extenso que El Salvador, Haití, Luxemburgo, Albania, Eslovenia, Macedonia, etc., y tan grande como Bélgica, por ejemplo. Y si otra referencia de comparación resulta relevante a estos respectos, es apenas un poco menos extenso que Suiza que tiene sin embargo 3,000 distritos.
El Distrito de Putumayo se encuentra ubicado sobre la cuenca del río Putumayo, en la parte noreste de la Provincia de Maynas y en consecuencia también de la Región Loreto.
La cuenca está formada por cursos de aguas que discurren por ríos y quebradas, teniendo al Putumayo como principal colector, siendo éste a su vez uno de los principales tributarios del Amazonas. En el Alto Putumayo existen 72,054 hectáreas de áreas inundables y en el Bajo Putumayo 219,930 hectáreas.
Putumayo
El Estrecho
Geográficamente tiene la siguiente delimitación territorial:
Por el norte, noreste y este: Limita con las Repúblicas de Ecuador y Colombia, según los Tratados Internacionales vigentes.
Por el oeste: Con los distritos de Torres Causana y Napo de la Provincia de Maynas
Por el sur: Con la Provincia de Mariscal Ramón Castilla, y los distritos Las Amazonas y Mazán de la Provincia de Maynas.
El Distrito de Putumayo, a lo largo del río del mismo nombre, comprende una línea de frontera de 1,250 Km. aproximadamente, desde El Álamo (en la desembocadura del río Yaguas, en el Bajo Putumayo), hasta la Guarnición Militar de Gueppi, en el Alto Putumayo.
La Capital del Distrito, San Antonio del Estrecho, se encuentra a 110 metros sobre el nivel del mar.
CLIMA
En general, debido a la ubicación geográfica del territorio, le corresponde temperaturas y precipitaciones altas a lo largo del año. Las temperaturas promedios anuales oscilan entre los 30º y 32º.
Las precipitaciones más abundantes se registran durante los meses de mayo a julio, ocasionando inundaciones, sobretodo en el Bajo Putumayo, donde se concentran los terrenos más vulnerables.
La humedad relativa promedio mensual es de 88%.
La Zona de Vida que corresponde a la clasificación de Holdridge es Bosque muy húmedo tropical.
La precipitación promedio anual es de 3,000 – 4,000 mm.
COMUNIDADES / CENTROS POBLADOS
El distrito de Putumayo, además de San Antonio del Estrecho está conformado por 82 comunidades y/o centros poblados: 55 comunidades ubicadas en el alto Putumayo y 27 ubicadas en la zona baja.
TRES FRONTERAS, SOPLIN VARGAS, PUERTO LIBERTAD, PUERTO LUPITA, SARGENTO TEJADA, MIRAFLORES, NUEVA PENEYA, SANTA TERESITA, PENEITA, PUERTO VÉLIZ, NUEVA ESPERANZA, SAN BELIN DE YARICAYA, YARICAYA O PUERTO ENRIQUE, PUERTO ARGELIA, NUEVA IPIRANGA, PUERTO NUEVO, PUERTO IZANGO, MASHUNTA, NUEVA ANGUSILLA, URCO MIRAÑO, NUEVO BELEN, SANTA RITA, SAN MARTIN DE PORRES, BELLAVISTA YUBINETO, NUEVO JERUSALEN, PUERTO VICTORIA, PUERTO ESPEJO, PUERTO INONIAS, FLORIDA, YABUYANOS, TODOS LOS SANTOS, COLINAS, SANTA MERCEDES, CEDRITO, EL BURA, ATALAYA, PUERTO PERU, PUERTO ARTURO, CHOROYACU, NUEVO SAN JUAN, NUEVO VENECIA, FLOR DE AGOSTO, PUERTO SOLEDAD, PUERTO LIMON, ERE, SAN FRANCISCO DE ERE, ALEGRE, OCHO DE DICIEMBRE, SANTA LUCIA, ROCA FUERTE -PIEDRA COCHA, BAGAZAN, SAN PABLO DE TOTOYA, SIETE DE MAYO, PUERTO ELVIRA, PUERTO AURORA, MIRAFLORES, BUEN JARDIN, NUEVO PORVENIR, ESPERANZA, LA FLORIDA, SIETE DE AGOSTO, NUEVO PERU, PUERTO LIBRE, SAN PEDRO, NUEVO PROGRESO, PUERTO MILAGROS, SANTA ROSA DE LAGARTOCOCHA, BOBONA, REMANSO, BUFEO, PTO FRANCO, PESQUERIA, BETANIA, CORBATA, CURINGA, PUERTO NUEVO, EL ALAMO, SAN MARTIN LIBERTADOR, TRES
ESQUINAS, HUAPAPA, PRIMAVERA, SANTA ROSA DE CAUCHILLO.
RESEÑA HISTÓRICA
Sobre la Ocupación y Límites del Territorio
Antes de la llegada de los europeos, los territorios que hoy se denominan amazónicos estaban densamente poblados. Eran ocupados por poblaciones autóctonas que explotaban y comercializaban entre si los recursos del medio.
El intercambio entre poblaciones ubicadas en las zonas altas y bajas era muy intenso, facilitado en gran medida por el río Putumayo.
A partir de la conquista española esas poblaciones fueron capturadas y esclavizadas, hasta finalmente quedar casi completamente exterminadas; se explotaron indiscriminadamente los recursos de la naturaleza y adicionalmente se apoderaron y distribuyeron las mejores tierras como si fueran parte de su heredad.
Con el objeto de facilitar la exploración y explotación del bosque, en 1551 se fundó Mocoa, en el Alto Putumayo; en el año 1605, el padre Ferrer realizo una visita apostólica por estas tierras, y hacía tiempo ya que los portugueses realizaban periódicas incursiones para apoderarse de nativos. Otro contacto se realizó en 1695 por españoles interesados por la explotación de la quina.
La pertenencia de la Comandancia General de Maynas al Virreinato de Santa Fe, desde 1739, y la mayor accesibilidad desde Popayán, facilitaron la evangelización y la explotación del territorio.
Sin embargo, por Cedula Real de 1802, la Comandancia General de Maynas volvió a depender del Virreinato del Perú, extrapolándose las zonas de influencia hacia Tarma, privilegiándose la vía del Ucayali, tan alejada de estas latitudes.
Esta decisión de carácter eminentemente legal, no surtió efectos prácticos, pues la actividad extractiva mercantil continuo desarrollándose como hasta ese entonces.
El 19 de agosto de 1821 los pueblos de la Comandancia General de Maynas juran su libertad y se incorporan al Perú, inspirados fundamentalmente en las ideas de libertad y los poderes de la Cedula Real de 1802. Este acontecimiento selló nuestro destino histórico, renunciamos libremente a la posibilidad de convertirnos en un estado soberano como Chile, antigua Capitanía General, o, al igual que Venezuela, cuando pasó a ser país independiente.
Aportamos al Perú nuestro vasto territorio, nuestros recursos; ampliamos la frontera peruana por el nororiente que se extendió hasta las nacientes de los afluentes septentrionales del río Marañón, los territorios de Quijos, Canelos y Sucumbíos y por el Caquetá hasta su desembocadura en el río Amazonas.
La guerra con Colombia de 1829, que debió consolidar esa frontera, no hizo más que postergar la solución del problema debido a que definió solamente un método de demarcación fronteriza por lo que su valor es únicamente histórico, más no práctico ni jurídico en todo caso.
Los antecedentes del tratado con Brasil se remontan a 1777, año en que quedaron establecidos los límites entre España y Portugal y fueron retomados en 1827 por el Perú Independiente y concluidos el 23 de octubre de 1851 con el Tratado Herrera – Daponte Ribeiro, por el que se establecieron los límites a partir de Tabatinga, Yapurá (Caquetá), Apaporis, Yavarí, Amazonas; es decir que se consolido la frontera con Brasil que reconoció nuestros derechos sobre el Caquetá.
El 7 de enero de 1861, se creó el Departamento Marítimo Militar de Loreto; teniendo como capital a la ciudad de Moyobamba; desde esa fecha el nombre de Loreto comienza a ser parte de nuestra historia. Con la creación de esta nueva circunscripción, formalmente se establecieron acciones para afirmar la nacionalidad con la presencia viva del Estado. Es así que se dispuso la instalación de un Apostadero Naval, de la Escuela Náutica, de la Factoría Naval y la Construcción de los vapores “Pastaza”, “Morona”, “Napo” y “Putumayo”.
Una comisión especial fue encargada de determinar el lugar estratégico para ser centro de operaciones. Se mencionó como lugares aparentes a Pevas, Iquitos y Nauta. Pero la comisión finalmente se inclinó a favor de Iquitos, que en 1859 según Raimondi, que en ese año pasaba por éstas tierras, contaba con 400 habitantes.
El 26 de febrero de 1864 hizo su arribo a Iquitos el vapor “Pastaza”, de 500 TM, trayendo a remolque al bergantín inglés “Próspero”. El 25 de mayo llegó el “Morona”, de igual tonelaje que el anterior, trayendo a remolque a la goleta “Arica”. Y el 6 de noviembre llegaron los vapores menores “Napo” y “Putumayo”.
Desde 1866 estos dos últimos navíos fueron dedicados a estudios de reconocimiento del río Amazonas y sus afluentes.
En 1881, Julio C. Arana, desde Yurimaguas, comenzó a trabajar el caucho en el Perú y en Brasil. En 1890 traslada la sede de su empresa a Iquitos, y por el año 1893 creó una sucursal en Manaos (Brasil). Para entonces, la fuerza laboral en la zona del Putumayo y Caquetá eran de aproximadamente 40 mil hombres.
Entre 1901 y 1905 Arana adquirió El Encanto, en el río Caraparaná, sede de la firma colombiana Larrañaga, Ramírez y Cía.,luego adquirió la Chorrera en el río Igaraparaná, que pertenecía a la Casa Calderón y Hermanos. Así mismo consiguió que los pequeños productores de caucho le transfieran sus derechos de explotación de goma o trabajen para él; de ese modo acaparó el total de la producción en un territorio amplio, que se extendía desde el río Putumayo hasta el río Caquetá.
Con este hecho los intereses económicos y políticos de los peruanos se consolidaron con la ocupación física de un territorio al que también aspiraban tanto Colombia como Ecuador y también Brasil.
Coincidentemente, por esos años, Colombia solicitó al Perú someter sus diferendos pendientes desde 1824 al arbitraje del Rey de España. El 6 de mayo de 1904 ambos países firman un “modus vivendi” por el que se comprometían a mantener las autoridades que tenían establecidas en los ríos Napo, Putumayo y Caquetá, estableciendo comisarías y aduanas.
En 1905 ambos gobiernos acuden esta vez ante el Papa para que actúe como árbitro; dando como resultado la aprobación de un nuevo “modus vivendi”, donde insólitamente acuerdan dividir el Putumayo: El sur, o margen derecha, para el Perú, y el norte, o margen izquierda, para Colombia. Esta infeliz decisión de la Cancillería peruana estaba en total discordancia con lo que sucedía en el territorio, y puso en evidencia un enorme desconocimiento y desinterés oficial por la amazonía.
El 6 de julio de 1906 se plantea otro “modus vivendi” que consistía en retirar del Putumayo y de sus afluentes guarniciones, aduanas y autoridades establecidas. La intencionalidad colombiana era por demás obvia: Se quería de ese modo desalojar comisarías y aduanas peruanas. En 1907 cesa este “modus vivendi”. Sobre el particular, Basadre acota que “la Cancillería pidió a Julio C. Arana repeler cualquier invasión”. Se produjeron encuentros armados en la Unión y la Reserva. Las acusaciones en el exterior, promovidas por Colombia, cobraron mayor empuje. En estas circunstancias se liquida la Casa Arana y se crea la Peruvian Amazon Rubber Company con cuatro
directivos ingleses, un colombiano (Ramón Sánchez) y un boliviano (Armand Normand). Arana es elegido gerente.
Las concertadas y escandalosas publicaciones van creciendo.
Un periodista de nombre Benjamín Saldaña Roca, denunció a Julio C. Arana ante el Juzgado de Iquitos bajo los cargos de genocida y etnocida, es decir el mismo rotulo colombiano; coincidentemente los periódicos loretanos la “La Sanción” y “La Felpa” se convirtieron en voceros de la argumentación colombiana; y un sector de la prensa limeña acoge e impulsa el escándalo y la difamación: El eje difamador Bogotá – Londres se extendió hacía Iquitos y Lima.
El cónsul inglés en Belem do Pará (Brasil), Roger Casament, fue encargado por Londres para investigar a la Peruvian Amazon Rubber Company. Casament era un conocido antiesclavista que había estado en el Congo, realiza una visita a las zonas de extracción, llegando a la conclusión que huitotos, boras, andokes y ocaimas eran esclavos de la compañía. Denunció asesinatos, flagelaciones, prostitución generalizada, concubinato, uso de aparatos de tortura, etc. Basadre afirma que Casament enfermó de depresión y viajó a Inglaterra, donde fue homenajeado y recibió el título de Sir.
En 1911 Casament regresó al Putumayo y en 1912 publicó un informe, llamado “Libro Azul”, que causó un gran daño, y un desprestigio total al Perú.
Carlos Rey de Castro, en carta abierta dirigida a Mr. George B. Michel, cónsul de Inglaterra, rebatió las argumentaciones contra la Rubber y señaló que todos estos hechos fueron promovidos por la codicia colombiana que armó una intensa y dispendiosa propaganda para apoderarse de los ricos territorios. Los accionistas británicos participaron de la intriga para favorecer sus interese en la India y las conveniencias políticas de Londres.
En 1910, paralelamente a la campaña publicitaria internacional, Colombia establece una aduana fluvial en Puerto Córdova en el río Caquetá que merece el rechazo firme del Perú y motiva el envío de una expedición militar conformada por la cañonera “América” y tres lanchas auxiliares, “Loreto”, “Estefita” y “Tarapoto”, que llegan a su destino y entre los días 10,11 y 12 de julio de 1911 logrando desalojar al invasor. El 19 de julio, los diplomáticos peruanos y colombianos, reunidos en Brasil, acuerdan que todo debe quedar igual. Es así que, los gloriosos combatientes del Caquetá, cargados de gloria y de enfermedades, tienen que retornar a Iquitos. Entregan el territorio recuperado y los trofeos de guerra. Al retorno en Iquitos muere el Teniente Primero AP. Manuel Clavero.
Mientras el pueblo cura las heridas y entierra a sus hijos; en Lima para borrar de nuestras mentes la traición y la cobardía, el Comandante de la Expedición Oscar R. Benavides, es homenajeado y reconocido como el Héroe del Caquetá. Los diplomáticos, los periodistas interesados, junto a los colombianos tenían sobrados motivos para celebrar. Y poco a poco, después de esa fecha, comenzó a declinar la presencia peruana.
Desapareció la Peruvian sobrevino el colapso de la actividad cauchera, volvió la desolación junto con el hambre y miseria; marginación y olvido; los territorios quedaron abandonados y después, esos territorios comenzaron a ser ocupados por Colombia.
El 15 de julio de 1916, Ecuador y Colombia firmaron un Tratado de Límites en Bogotá. Mediante este tratado, Ecuador hace constar el abandono a sus pretensiones sobre el Caquetá y el Putumayo, y reconoce como limites un acceso por el río San Miguel en el territorio de Sucumbíos hasta la divisoria del Putumayo con el Napo. Por este tratado Colombia acrecentó sus pretensiones sobre el Putumayo y aseguró su presencia en el Caquetá. En pocos años el escenario había cambiado completamente.
Bajo estas circunstancias, el 24 de marzo de 1922 se firmó el Tratado Salomón – Lozano entre Perú y Colombia, por el que se fijó la frontera en el Putumayo, y se canjeó el Trapecio Amazónico, incluyendo Leticia, por el territorio deshabitado del Triángulo San Miguel – Sucumbíos, al norte de Gueppi. Este Tratado fue ratificado en Washington el 4 de marzo de 1927 y el 20 de diciembre de ese mismo año fue aprobado en el Congreso peruano: 102 congresistas votaron por la ratificación y 7 lo hicieron en contra; Julio C. Arana entre ellos.
El 19 marzo de 1928 se realizó el canje de ratificaciones y el 17 de agosto de 1930 se produjo la entrega de territorios a cargo del Prefecto de Loreto, don Temístocles Molina Derteano. En Iquitos y los principales pueblos del interior del departamento el malestar, la ira y el repudio fueron exteriorizados. La represión no se hizo esperar. Más soterradamente los desengaños comenzaron a tomar forma y en mayo de 1932. Un grupo de peruanos residentes en Leticia pidieron la revisión del Tratado Salomón – Lozano. Oficialmente, sin embargo, nadie hizo caso.
Por lo que los odios y aversiones comenzaron abiertamente a manifestarse; explotando los sentimientos reivindicatorios. El pueblo salió a combatir para recuperar el patrimonio perdido. El 1º de septiembre de 1932 un grupo de patriotas retomaron Leticia, apresaron a las autoridades civiles y a 19 policías que fueron deportados a Brasil. No hubo derramamiento de sangre.
En Iquitos fueron separados de su cargo algunas autoridades que habían participado con el gobierno en la vil entrega. El pueblo designó nuevas autoridades, entre ellas a militares. El 4 de septiembre se lanzó una proclama pidiendo la revisión del Tratado. Sobrevino la guerra; el sacrificio de Lores, el asesinato del presidente Luis Sánchez Cerro. La asunción del antiguo Comandante de la Expedición hacia la Pedrera; el titulado Héroe del Caquetá, con el pomposo rango de Mariscal del Perú, don Oscar R. Benavides asumió la Presidencia de la República y facilitó el término a la guerra; luego vino la firma del Protocolo de Amistad y Cooperación, el Tratado de Comercio y Navegación, y finalmente el fortalecimiento de la colonización colombiana.
Sobre la ocupación y explotación económica del territorio
El modelo de explotación económica que impusieron los conquistadores europeos a partir del siglo XVI trajo como consecuencia la destrucción de los modos ancestrales de convivencia con el medio.
El modelo de producción del conquistador tuvo cuatro principales consecuencias:
1. La pérdida de la libertad de los nativos que fueron victimas de los cazadores de esclavos españoles y portugueses que arbitrariamente los desarraigaban de sus comunidades y territorios ancestrales;
2. La pérdida de la salud y de la vida, no sólo por la sobreexplotación, sino por las enfermedades, desconocidas para los nativos, que habían traído los conquistadores;
3. La perdida de la identidad, de la cultura y del modo de vida propios, y;
4. La destrucción de los recursos naturales, por la depredación selectiva realizada en función de los intereses dominantes.
Por desgracia, ese nefasto modelo de explotación económica y social impuesto durante la época Colonial, sustancialmente no varió cuando el territorio pasó a ser parte de las Repúblicas de Perú y Colombia.
Los actuales pobladores del Putumayo, peruanos y colombianos, mestizos y nativos, en su inmensa mayoría desconocemos que estas tierras, que hoy están virtualmente deshabitadas, albergaron inmensas poblaciones. Así, el colombiano Pablo Camacho mostró que en un censo practicado en 1849 en el territorio de los tramos altos de los ríos Putumayo y Caquetá, la población alcanzaba a 242 “racionales”, 16,549 indios “civilizados”, y a un incontable numero de “irracionales” que vivían en el bosque. Y también señala que a principios del siglo XX existían más de 100,000 nativos, de los que, a la fecha de su estudio (1987), sólo quedaban 9,000”. 1
El etnocidio practicado por la Casa Elías Reyes y Hermanos, explotadora de la quina; y por los caucheros de las casas Larrañaga, Ramírez y Cia.; y Calderón Hermanos, fue devastador. Incluso, tomando las distancias del caso, no se compara con lo que como escándalo se enrostró a la Casa Arana, que más fue una cortina de humo para esconder las ambiciones territoriales.
El modo de explotación que impero en la Amazonía –y que aún pervive–, se expresa mediante el denominado “endeude”. Este sistema se expresa del modo siguiente: Por lo general una familia se encarga de extraer la materia prima o el recurso natural que es entregado a un patrón que, “endeudándola”, le había adelantado alimentos, medicinas, herramientas y otros artefactos que el patrón a su vez adquiría en una casa mayor a la cual a su turno entregaba el producto extraído. Estas casas mayores –que nunca fueron muchas–, se encargaban de vender la materia prima extraída exclusivamente en el mercado exterior.
Suplementariamente los grupos dominantes de las nacientes repúblicas contribuyeron al genocidio y a la degradación de las comunidades nativas. Debe a este respecto recordar que el gobierno colombiano en 1920 creó en Caucayá el Centro Penal del Putumayo. Y que en el decenio de 1930 se creó la Colonia Penal de Araracuara. Los reos de estos establecimientos, sea que fueran indultados o redimidos, o que cumplieran condena, eran obligados a actuar como colonizadores con apoyo estatal, se apoderaron de las mejores tierras y de los nativos que había en ellas para hacerlos trabajar en míseras condiciones.
Así se consolidó “la patología social y económica de la sociedad nacional en el corazón del territorio witoto, afectando, aún más, la moral y la organización indígenas, lumpenproletarizando y diezmando a las poblaciones” –sostiene Elizabeth Reichel Dussan–.
1 De ellos –afirma el autor citado–, 5,000 pertenecen a las etnias witoto, 380 son okaina y 380 nonuya (de la familia witoto); 1,640 son bora y 300 miraña (de la familia lingüística bora); hay además 250 andoke, de la familia lingüística andoke; y 500 munane. Existe de
otra parte representación del grupo inga (200 indígenas), de la familia lingüística quechua.”
Sobre los ciclos económicos y los “booms”
La Fiebre de la Quina.
Así se denominó al ciclo que imperó en el Putumayo en el siglo XIX. Tuvo como protagonistas a los nativos y a los emigrantes asentados en las tierras altas y medias del Putumayo. La actividad consistía en derribar los árboles de “quina” y extraer la corteza cuyas propiedades, conocidas por los naturales, habían sido exitosamente utilizadas para combatir las fiebres palúdicas. Esta actividad económica es la continuación tardía de la explotación de la zarzaparrilla, que fue una de las primeras actividades extractivas en esta parte del nuevo mundo, debiendo resaltar su utilización en el tratamiento de la gota.
En el siglo XVIII, Joseph López Ruiz había explorado el Putumayo y el Caquetá, logrando identificar grandes plantaciones naturales de ese árbol. La explotación intensiva del recurso se inicio en 1820, a raíz del aislamiento del alcaloide al que los químicos franceses Pelletier y Carentou denominaron “quinina”.
Los altos precios que alcanzó la quina extinguieron en pocos años las plantaciones naturales existentes en las partes altas del río, por lo que los extractores tuvieron que desplazarse a trabajar en las zonas más bajas.
La Casa Elías Reyes y Hermanos trasladaron por ejemplo sus instalaciones de Popayán hacia Mocoa, y cambió de ese modo la ruta exportadora del Pacífico al Atlántico, vía el Putumayo. En 1874 se estableció la navegación a vapor por esa ruta. Joaquín Rocha describe este acontecimiento del modo siguiente: “Un buque a vapor navega por el Putumayo, trae mercaderías extranjeras y regresa con cargamento de quina”.
La navegación por el Putumayo no era sin embargo nueva. Las primeras travesías se remontan al siglo XVII. En efecto, por esos años los traficantes de esclavos navegaban continuamente realizando inmisericordes cacerías. Asimismo existen registros de comerciantes de Pasto, que en 1835 bajaban en balsas con destino a Manaos y Belem do Pará, llevando zapatos, cigarrillos, barnices y otras manufacturas; y retornaban transportando sal, licores, hierro y objetos industriales fabricados en Brasil. La Casa Elías Reyes y Hermanos, por su parte, compró varias embarcaciones y alquiló otras. Y es que la corteza de la quina se vendía a razón de un dólar la libra.
Hacia 1884, sin embargo, cayeron los precios internacionales del producto y sobrevino la depresión económica y el
despoblamiento. La causa directa de ese derrumbe fue la puesta en producción de las plantaciones inglesas en Java. Sobre este particular Joaquín Rocha dice refiriéndose a Mocoa: “Había llegado a un periodo de decadencia ya vecino al total aniquilamiento... En consecuencia actualmente no hay negocios en Mocoa y sólo hay casas en ruinas, soledad en las calles y tedio a todas horas. Si algún ruido se oye es el de las campanas que llaman a los fieles a las misas y al rezo, tres veces al día o más, o a los niños y a los indios a la enseñanza doctrinal, y no se ve pasar casi más gente por las calles que la que va a la iglesia o viene de allí”.
El “boom” del caucho.
Brasil comenzó a explotar sistemáticamente el caucho desde mediados del siglo XIX, organizándose a través de una vasta red que abarcó otros países como Perú, Bolivia y Colombia. Sobre el Amazonas, las ciudades de Iquitos y Manaos se consolidaron como centros de negocios.
En el Alto Putumayo la actividad se inició tempranamente con la explotación del denominado “caucho negro”, que se comercializaba siguiendo la difícil ruta de atravesar los Andes hasta llegar a Neiva.
Hacia 1880 en esas zonas se extinguieron las plantaciones naturales, por lo que los caucheros se desplazaron a las partes más bajas del río donde existían en las selvas vírgenes grandes extensiones de caucho natural con la ventaja adicional que en sus cercanías habitaban un gran número de comunidades indígenas.
Las Casas Larrañaga y Ramírez y Cia., y Calderón y Hermanos, se instalaron en los ríos Caraparaná e Igaparaná respectivamente. Por esos años, Julio C. Arana, comenzó a comprar caucho en la zona y comercializarlo en el Brasil.
Entre 1901 y 1905, como está dicho, Arana ocupó los territorios comprendidos entre los ríos Putumayo y Caquetá. La ocupación real se dio desde Yubineto, aguas abajo, por las dos cuencas (Putumayo y Caquetá). Más hacia el norte continuaban operando pequeños extractores colombianos que vendían sus productos a la Casa Arana.
Hacia 1907, la Casa Arana, que por ese tiempo se denominaba Peruvian Amazon Rubber Company, y tenía ya su sede en Londres, dada la gran demanda existente, se empeñó en la búsqueda de nuevas áreas de trabajo. Ello dio origen a la fundación de nuevos centros de producción y acopio y el establecimiento de haciendas dedicadas al desarrollo de actividades agropecuarias; estos lugares posteriormente se trasformaron en nuevos pueblos. En esa época probablemente se formó El Estrecho. En 1918 Fray Gaspar de Pinell hace referencia al mismo, que ya estaba considerado en la carta de navegación del vapor “Liberal”, perteneciente a la Peruvian.
Basadre dice que la actividad cauchera ocupó a más de 40,000 hombres. Los principales centros de acopio estaban entrelazados por caminos y trochas por donde se viajaba a caballo. Pinell, por ejemplo, dice que se movilizó a caballo de El Encanto a La Chorrera, empleando una jornada. Las trochas –aunque muy difícilmente transitables–, aún existen y siguen siendo utilizadas por los nativos para movilizarse hacia el Caquetá o el Napo.
Durante el “boom” cauchero las ciudades de Iquitos, Lima y Londres vivieron el confort que les deparó la explotación intensiva del producto. Hacia 1914, sin embargo, la actividad que labró incalculables fortunas y contribuyo al sostenimiento del patrimonio fiscal, ceso intempestivamente. Entre los factores intervinientes de este descalabro pueden citarse: la existencia de plantaciones inglesas manejadas en la India; la codicia colombiana; y la intriga inglesa para favorecer la explotación de sus sembríos.
A pesar de ello, Julio C. Arana continuó explotando y exportando caucho desde su sucursal de Manaos hasta 1930, pero ya sin mayor significación económica para la región y el país.
Los ciclos económicos menores.
En 1918 se instaló en Iquitos la empresa transnacional maderera Astoria Manufac-turing Company, dando inicio a otros ciclos económicos: el de la madera, las pieles de animales silvestres, el palo de rosa, el barbasco, y la leche caspi, aunque todos ellos de menor cuantía que los anteriormente citados.
La explotación de la madera, del palo de rosa y la leche caspi nos comprometen directamente, en especial el del palo de rosa. En efecto, los empresarios instalaron sus destilerías en el Campuya y Remanso. En pocos años extinguieron el recurso, cesaron en sus operaciones y en esos lugares dejaron sus ingenios para el recuerdo.
Este sistema, nos ha hecho vivir la sensación efímera y falaz de la riqueza, porque ciertamente nunca dejó de estar concentrada en muy pocas manos, que nunca fueron precisamente las de las poblaciones nativas. Pero una vez concluido cada “boom”, éstas han quedado siempre, e invariablemente, más pobres que como estaban cuando
empezó cada uno de los ciclos reseñados.
Cada “boom” de efímera y siempre concentrada bonanza concluye abruptamente por el agotamiento del recurso, o por haberse encontrado un sustituto químico, que mengua la demanda y requiere de pequeñas cantidades de producción natural, que las grandes empresas se encargaban anteladamente de aclimatar en latitudes cercanas a los centros de transformación. Ésa ha sido –y es– la constante. Son episodios que se replican constantemente, sin muchas variantes.
Una mirada retrospectiva nos da una respuesta estremecedora: ya no tenemos sembríos naturales de zarzaparrilla, quina, caucho, palo de rosa. El cedro, la caoba y la lupuna ya no están a la ribera de los ríos y quebradas, están todavía, pero monte adentro. Y con el reordenamiento forestal que se viene planteando en las actuales circunstancias impulsadas desde la capital existe el mismo riesgo: Llevarse las maderas nobles del último refugio, para que quede así consumado el exterminio de nuestra biodiversidad.
El mal denominado “boom cauchero”, con la violencia interna e incluso la guerra internacional a que dio lugar, no representó para los pobladores de la cuenca del Putumayo prosperidad ni beneficio alguno, sino, por el contrario, tanto pérdida de vidas como de valiosos territorios. Y no menos dañinos fueron a la postre los también mal denominados “booms” de la quina, el palo de rosa, barbasco, etc. Y décadas más tarde, otro tanto hubo de repetirse con el también mal denominado “boom petrolero”, que tampoco ha reportado beneficio alguno a la población de Putumayo. Y hoy, el “boom de la coca”, no hace sino reeditar situaciones de violencia y de dependencia, de la voluntad de terceros en el destino de la población de Putumayo.
Sobre Administración Municipal
En lo que a la gestión municipal se refiere, y a la luz de la realidad existente, puede sostenerse enfáticamente que las gestiones municipales pasadas, actuando con lamentable indiferencia, cuando no más en beneficio propio que en función del interés colectivo, poco o nada han hecho para darle al municipio y al distrito el desarrollo al que siempre han tenido legítimo derecho.
Lecciones de la historia
Por lo menos cinco grandes e importantes lecciones y conclusiones pueden ser extraídas de esta tan azarosa historia:
a) La vida, extensión y límites territoriales de Putumayo ha sido siempre decidida por terceros, nunca por sus propios habitantes, y menos pues por las comunidades nativas que ancestralmente ocupan el territorio;
b) Siendo escenario de una masiva explotación de recursos naturales, que al propio tiempo que labraron grandes fortunas personales y contribuyeron a mejorar significativamente el patrimonio fiscal, nunca ha visto en cambio el correspondiente progreso en su territorio y sí por el contrario el sacrificio y explotación de la vida de muchos de sus habitantes;
c) Sigue siendo un territorio enorme, pero es al propio tiempo remoto y está casi completamente aislado. Pero es además notoriamente pobre y subdesarrollado, y su realidad es desconocida por casi la totalidad de los peruanos, que ven con indiferencia el destino de estos pueblos;
d) Con plena y efectiva conciencia de la experiencia histórica, tenemos que saber que nuestro futuro está fundamentalmente en nuestras propias manos; que depende de nuestra voluntad; de cuanto hagamos o dejemos de hacer; y nunca más confiar en la voluntad de terceros, y;
e) Debemos de ser capaces de suscitar interés y afectuosa simpatía del resto de los habitantes de nuestra propia región, de los habitantes de otras regiones de nuestro país, y, claro está, también de la comunidad internacional. Sin su ayuda, el gigantesco desafío que tenemos por delante nos resultaría abrumador y casi imposible de concretar.
II. DIAGNÓSTICO GENERAL
LA SITUACIÓN ACTUAL DEL DISTRITO
Componente Demográfico
Las estimaciones oficiales del Instituto Nacional de Estadística e Informática –INEI– han permitido establecer la siguiente composición de la población del Distrito de Putumayo en el año 2002:
Población Habitantes
Total 10,295
Urbana 3 422
Rural 6 873
Masculina 5,353
Femenina 4,942
La población del distrito viene creciendo en los últimos años a una tasa de 3 %. El total de la población representa sin embargo apenas el 2.01 % de la población de la Provincia de Maynas. Y tan sólo el 0.10 % de la población de Loreto.
Pero quizá aún más notorio sea el hecho de que, siendo su extensión de 39,702 km2, la densidad poblacional resultante es de sólo 0.20 habitante por km2; o, si se prefiere, de apenas un habitante cada 5 km2. Con esas cifras, el Distrito de Putumayo es uno de los cuatro menos densamente poblados de toda la Región Loreto, y, sin duda, del Perú.
El 33 % de la población total del distrito vive en la zona urbana y el restante 67 % en áreas rurales. Es decir, casi exactamente al contrario de la realidad que muestra el país en su conjunto.
Pero como además queda claramente puesto de manifiesto en los gráficos, la diferencia entre población masculina y femenina no es muy significativa. Aquélla representa el 52 % del total, y ésta el 48 % restante.
De la población total, se estima una población flotante de aproximadamente 15%. Y puede estimarse que, si no todo ese conjunto, gran parte de él está interesado en establecerse definitivamente en el distrito. Y también es previsible que dicho porcentaje pueda incrementarse en razón a la confrontación armada interna que vive el país vecino.
Componente étnico–cultural
El Distrito de Putumayo es un mosaico étnico–cultural. Los pobladores ancestrales a los que reconocemos y respetamos constituyen las raíces de nuestra identidad putumayense. Han recibido desde la penetración europea un trato inhumano y excluyente de las decisiones sobre su propio destino. El impacto de la conquista les ha hecho perder sus valores y manifestaciones propias. La cercanía a los colonos ha significado la búsqueda de nuevas formas de convivencia y producción.
Este proceso de transformación les ha quitado riqueza valorativa y ha alterado profundamente su cosmovisión original.
Es notorio el debilitamiento de sus costumbres y de sus modos ancestrales de vida. La mayor parte de los integrantes de las etnias se expresan en castellano. La escuela se ha convertido en el más terrible instrumento de exclusión social: En nombre del Estado ha impuesto una cultura de dominio, ajena, supuestamente uniformizadora de la nacionalidad, sin respetar las diferencias y el legado cultural ancestral.
Sólo se conserva la lengua para algunas ocasiones especiales. La mayor parte de los actuales dirigentes indígenas, no hablan ni escriben ninguna lengua a la que dicen representar.
Desde inicios del siglo XX han desaparecido numerosas etnias, como los legendarios andokes, nonuyas y mirañas. Y en los grupos subsistentes y entre los no indígenas no hay mayor diferenciación con respecto a las prácticas culturales. Existe, por ejemplo, un similar procedimiento para procesar la yuca. Pero también para la caza, la recolección, la pesca con trampas propias, la elaboración del casabe, el tejido de hamacas, jicras y canastos, la construcción y usos del tipiti, la preparación y uso de la coca, del tabaco, los rituales de iniciación de la pubertad, la restricción de los padres del recién nacido, el uso del menguaré y de máscaras en algunos rituales.
En el municipio perviven 7 familias lingüísticas y 10 etnias que están asentadas en 44 comunidades:
Familia lingüística Etnias
– Huitoto Huitoto, Huitoto Murui y Ocaina.
– Bora Bora.
– Quechua Quichua.
– Tupí Guarani Cocama.
– Ticuna Ticuna.
– Tucano Secoya y Orejón.
– Yahua Yahua.
En los centros poblados de población nativa, la autoridad es el cacique, elegido democráticamente. Y en las comunidades en donde conviven dos o más etnias (aunque manteniendo cada una su organización social interna y sobre la base de unidades residenciales patriarcales), el cacique es designado por consenso.
Muchas de sus manifestaciones culturales, comunes entre las diversas etnias, son sin embargo compartidas por muchos de los no indígenas: Comemos yuca, fariña, ají, maíz, fumamos tabaco, usamos la coca y plantas medicinales, curamos el “mal de aire” o “mal de ojo” utilizando la cosmogonía nativa, somos visitadores frecuentes de los curanderos.
Muchos de los componentes de nuestras estructuras mentales, espaciales y temporales son parte de este entroncamiento que, nos hace singulares dentro de la provincia y la región.
Componente Económico
El entorno globalizado, de una economía que constitucionalmente es “social de mercado”, pero en la práctica simple y llanamente “mercantilista”, así como la unificación de medidas económicas impartidas en los últimos años, ha conducido al país, la región y el distrito a un hoyo recesivo de pobreza y desempleo del cual no hay cuándo salir, aunque las cifras macroeconómicas muestren lo contrario.
Esta situación, en definitiva, viene afectando con gravedad el mercado de bienes y servicios del distrito y, en mayor cuantía, el mercado laboral. Son ostensibles tanto la falta de puestos de trabajo como la escasez de circulante. Y obviamente ambas manifestaciones afectan tanto el desempeño de la gestión municipal, como las posibilidades de desarrollo del distrito.
La economía distrital, típicamente comercial, extractiva y burocrática, está sustentada en la explotación de los recursos naturales renovables y no renovables, y en la transacción de productos y servicios que en su inmensa mayoría provienen de Iquitos, Colombia y Brasil.
En el caso de Putumayo, incipientes actividades que en el pasado incluían la explotación del caucho, la madera y otros recursos, como la fabricación de aguardiente, procesamiento de pescado y cosecha de camu-camu, han desaparecido en su totalidad, en unos casos, y casi en su totalidad, en otros. En el caso de este último producto regional su extracción se debate entre la falta de capitales y los altos costos de fletes para transporte aéreo.
La economía de Putumayo es básica y fundamentalmente una economía de subsistencia. La población económicamente activa se desempeña mayoritariamente en sectores primarios como la agricultura, pesca y caza. Las familias nativas utilizan de manera precaria e incipiente, aunque sostenible, los recursos que les brinda el bosque, combinando las actividades de la pequeña chacra, pesca, recolección de frutos, tejidos y otras actividades complementarias. La agricultura está orientada al autoconsumo. La actividad pecuaria, básicamente constituye la crianza de animales menores; presenta bajos niveles de producción. Y en el sector forestal se evidencia limitaciones de orden legal y está virtualmente paralizada.
Lamentablemente –pues mal haríamos en calificarlo de otro modo–, la actividad económica más importante dentro del territorio del distrito es la que está relacionada con el comercio y producción de coca para el narcotráfico. Pero de ella, si de “beneficio” puede hablarse, se “favorece” apenas un sector muy pequeño de la población del inmenso distrito a cambio de violencia y muerte.
En cambio, para el grueso de la población rural y las poblaciones de las comunidades nativas, la baja producción y rentabilidad en el sector agropecuario, pesquero y forestal, los altos costos de transporte y comunicación, la falta de oferta de trabajo y los empleos mal remunerados, representan un deterioro casi completo de sus niveles de vida agudizando objetivamente, y en extremo, sus índices de pobreza.
Así, en su conjunto, la población del Distrito de Putumayo vive hoy, objetiva e irrecusablemente, una situación de gravísima y extrema pobreza. Esta situación, sin embargo, no es “oficialmente” reconocida por los organismos del Estado. En efecto, según el “mapa de la pobreza en el Perú”, el Distrito de Putumayo no figura precisamente entre los más pobres, siendo que por desgracia está en esa situación.
Actualmente los Indicadores de Trabajo y Empleo son los siguientes:
– Población Económicamente activa de 15 a más años: 54.1 %
– Población ocupada en la Agricultura: 65.1 %
Agréguese a esto el hecho de que la actividad económica está altamente influenciada por la economía colombiana, principalmente a través de Puerto Leguízamo y Puerto Asís. Y existe la posibilidad de que en el mediano plazo otro tanto se concrete desde la economía ecuatoriana, a través de El Carmen.
Es sorprendente en varios casos –como se muestra en los gráficos siguientes–, la diferencia de precios que se da entre una población peruana y su correspondiente colombiana más cercana. Entre El Estrecho (Perú) y El Encanto (Colombia) en todos los casos de productos industriales o agropecuarios de origen no regional, los precios en la población colombiana son más altos, duplicándose e incluso más el precio en el caso de diversos productos.
Entre Santa Mercedes y Puerto Alegría, en cambio, casi no hay diferencias en los precios.
Pero entre Nueva Esperanza y Puerto Leguízamo, en cambio, la diferencia vuelve a ser notable, pero esta vez los precios de casi todos los productos son más caros en el lado peruano. Y otro tanto ocurre cuando se compara los precios entre Tres Fronteras y Puerto Asís.
En el caso de la “gallina regional”, el valor de la unidad es mayor en casi todas las ciudades colombianas. Otro tanto ocurre sin embargo con el maíz.
De todas las diferencias de precio entre un lado y otro de la frontera, quizá el caso más notorio es el de los productos pecuarios que se presenta en el gráfico siguiente. En casi todos los casos en el lado colombiano los precios son dos veces o más caros que en el lado peruano.
Por otra parte a nivel interno, el aislamiento y dispersión de nuestras poblaciones, extensión territorial, ubicación periférica con relación a los centros económicos regionales, falta de medios de transporte y débil presencia del Estado; repercuten de modo decisivo en la capitalización de los ingresos provenientes del Fondo de Compensación Municipal, Canon Petrolero y Rentas de Aduanas, debido a que un importante porcentaje de sus fondos tienen que ser orientados para atender un amplio abanico de necesidades, especialmente las de connotación social y afrontar los altos costos de vida. Teniendo como resultado que estos mismos recursos y los del Programa Vaso de Leche se vean ostensiblemente menguados en su capacidad para promover el desarrollo y el bienestar de población. Esto se evidencia con cruda realidad al comparar, los ingresos brutos anuales entre una municipalidad rural fronteriza como es el caso de Putumayo y una municipalidad rural ubicada en las cercanías de la ciudad de Iquitos, como es el caso de la municipalidad de Indiana que reciben montos de aproximadamente tres millones ochocientos mil soles. En Putumayo el costo de vida con respecto a Iquitos se incrementa en un 85.56 % y en el caso de Indiana el costo de vida con respecto a la capital departamental es de tan solo el 23.96 %.
Es decir que con una inversión igual en Indiana se pueden adquirir más bienes que en el Putumayo. Lo que demuestra que los criterios distributivos que viene utilizando el Ministerio de Economía y Finanzas se contraponen a los intereses de los pueblos que se ubican en las zonas más alejadas del país; indiscutible hecho que tergiversa los fines para los que se destinan los fondos para promover la inversión con modo redistributivo a favor de las zonas más alejadas y deprimidas. Igualmente es incuestionable que las municipalidades ubicadas en lugares fronterizos son las únicas instancias representativas del Estado que manejan fondos públicos, con el complemento de que por su extracción y origen popular, la mayoría de ciudadanos se consideran con suficientes derechos para exigir ser atendidos no solo en sus carencias comunales, que son muchas, sino en la solución de sus problemas de orden particular; siendo inclusive reacios al pago de tributos o de los servicios que usufructúan, hecho que no excluye la condición de pobreza extrema de éstas poblaciones. Los conflictos sociales que se afrentara en el futuro tendrá mucho que ver con la sensibilidad que el Estado resuelva esta gravísima y lacerante realidad; por lo que es necesario que el MEF actúe pertinentemente, poniendo en práctica un nuevo concepto para atender poblaciones marginales en condiciones de abandono, asilamiento y pobreza; disponiéndose un incremento en la Asignación del Fondo de Compensación Municipal y del Programa del Vaso de Leche. Asimismo, debe concretarse en la realidad, la frondosa legislación existente en pro del desarrollo de las municipalidades fronterizas poniendo en vigor lo que señala el artículo 136º de la Ley Orgánica de Municipalidades referido a la creación del Fondo de Desarrollo de Fronteras
Sobre los Servicios Sociales Básicos
Educación
La calidad de la educación que se brinda en el distrito es comparativamente inferior a la de las áreas urbana y rural de Colombia. Los programas de enseñanza no son compatibles con la realidad geográfica y cultural. El calendario escolar no sobrepasa las 22 semanas frente a las 32 que dispone la normatividad para centros estatales peruanos y 40 semanas para los centros educativos colombianos. En tales condiciones, el deplorable sistema educativo existente en el distrito fomenta la emigración de la población, así como la deserción escolar, ahondándose la brecha de inequidad y de exclusión social.
Otros indicadores específicos a ser tomados en cuenta son:
– 55 % de la infraestructura educativa está deteriorada.
– Bajo el nivel académico de los docentes y alumnos.
– Falta mobiliario, bibliotecas y laboratorios.
– Inasistencia y abandono de los docentes de sus labores en los centros educativos rurales. Alta deserción laboral.
– Debilidad administrativa del ADE, sin presupuesto y poder de decisión.
– Poca disposición para el trabajo en equipo y escasa proclividad al cambio y las innovaciones.
– Inexistencia de políticas de estímulos e incentivos por el trabajo en línea de frontera.
– El Proyecto Huascarán cuenta con equipo deteriorado e inadecuada infraestructura.
El inadecuado sistema educativo ha contribuido a que nuestros pueblos nativos pierdan sus costumbres y modos tradicionales de vida. Y contribuye a explicar que los pobladores de Putumayo en su conjunto vengan adoptando el habla, música, comidas y costumbres colombianas.
Salud
El sistema de atención de la salud en el distrito de Putumayo es deficitario en infraestructura, abastecimiento de medicinas e instrumental médico. Apenas cuenta con 14 puestos y un centro de salud. Pero además:
– Falta una adecuada política de estímulos para el personal que labora en línea de frontera.
– Hay una deficiente estrategia de atención a los pobladores de la zona rural, que privilegia acciones de coyuntura. Las brigadas médicas suplen al que debería ser un servicio regular.
Los casos que exigen con mayor frecuencia servicios de salud y atención médica son malaria, dengue, parasitosis, conjuntivitis, hepatitis, piodermatitis, diarreas, gastritis, infecciones urinarias, problemas de la vista y alergias.
Vivienda y Saneamiento Ambiental
El Estrecho y las comunidades nativas y ribereñas no cuentan con los servicios de agua y desagüe ni saneamiento ambiental. En la capital del distrito existe infraestructura para la distribución de agua potable, sin embargo, este servicio nunca ha sido efectivo.
– Total de Viviendas: 1,322
– Con servicio de agua: 0
– Con servicio de desagüe: 400
Para la mayor parte de la población, la provisión de agua se hace directamente del río, de cochas, o almacenando agua de lluvia. Las necesidades fisiológicas son mayoritariamente realizadas en el monte o en el río. Y los desperdicios del hogar y de la actividad productiva tienen los mismos destinos.
Por lo demás, de las 83 comunidades conformantes del distrito, incluyendo la capital distrital, sólo 6 (El Estrecho, Tres Fronteras, Angusilla, Santa Mercedes, Flor de Agosto y Remanso) gozan del servicio de energía eléctrica, pero por lapsos que varían entre 2 y 5 horas. El deficiente servicio resulta sumamente oneroso para una población con tan escasos recursos. La municipalidad como entidad prestadora del servicio en El Estrecho, invierte el 10 % de su presupuesto para subsidiar el servicio.
Transportes y Comunicaciones
La falta de medios de transporte, tanto terrestre como fluvial, que interconecten a los centros poblados del distrito, y a éste con el resto de la provincia y la región, es considerado como una de las principales causas de la paralización del aparato productivo y de la desatención oportuna de los servicios públicos en Putumayo.
La comunicación aérea es limitada y costosa. El distrito cuenta con un aeropuerto en El Estrecho y otro, pero no culminado, en la Guarnición de Gueppi.
El Putumayo esta al margen de la red de transporte comercial publico y privado, por tanto existe ausencia de servicios regulares de carga y pasajeros a la zona. La municipalidad distrital, con sólo una embarcación fluvial de 120 Ton., suple, aunque muy deficientemente, esa carencia, en la ruta Iquitos Estrecho.
Para las zonas altas de Putumayo (entre El Estrecho y Tres Fronteras) no existen medios de transporte, por lo que durante la mayor parte del año están desconectadas dentro del distrito, de los incipientes servicios básicos que ofrece El Estrecho.
La mayor parte de las comunicaciones se realizan radiofónicamente. Los servicios telefónicos son escasos, deficientes y onerosos.
El Estrecho es la única localidad que recibe diarios de circulación nacional y regional, y tan bien la única que cuenta con servicios de Internet. En los demás pueblos no se leen periódicos. Sólo hay una emisora de alcance regional que se escucha parcialmente en el distrito y apenas se recepciona una emisora peruana de señal abierta de televisión.
Presencia del Estado y de la Sociedad Civil
En el distrito de Putumayo el Estado está representado por los siguientes organismos:
– Ministerio de Salud Centro de Salud
– Ministerio de Educación ADE Putumayo
– Ministerio de Agricultura Agencia Agraria de Maynas e INRENA
– Ministerio de Pesquería Estación Pesquera
– Ministerio del Interior Delegación Policial y DINANDRO
– Ministerio de Defensa Marina (Capitanía de Puerto) y Ejército
– Municipalidad Distrital
– INADE – PEDICP
– Banco de la Nación
– Gerencia sub Regional GOREL
Conforme ha quedado detallado anteriormente, el servicio que ha prestado y presta el Estado a la población de Putumayo es absolutamente deficiente e insatisfactorio.
A su turno, las instituciones de la Sociedad Civil son:
– Vicariato de San José del Amazonas (El Estrecho)
– Comité Distrital de Derechos Humanos
– Iglesias Evangélicas
– FECONAFROPU
– Junta Vecinal de El Estrecho
– Gremio de Pescadores
– Comité de Vaso de Leche
– Comedores Populares
– Asociación de comerciantes
– Asociación de Madereros
Éstas, por su parte, sea que se las considere individualmente o en conjunto, no han sido capaces de exigir y menos concretar que el Estado, ya sea a través de su componente central, en la capital de la república, o de sus expresiones regional, provincial o distrital, concrete el sinnúmero de inversiones que, en su ausencia, han generado el subdesarrollo, abandono, aislamiento y pobreza del distrito.
Componente Político–Macroeconómico
Si en el pasado –Colonial y Republicano–, se impusieron perniciosas políticas estatales que dejaron que la riqueza de Putumayo fuera vil y brutalmente acaparada por unas cuantas manos privadas sin beneficio alguno para la gran mayoría de la población, hoy, con políticas presupuestarias cada vez más restrictivas para los municipios y regiones, los resultados finales no pasan de ser los mismos: Insignificante inversión pública, sueldos y salarios ínfimos y congelados por largos períodos, pobreza generalizada entre la mayoría de la población, escasa e ineficiente presencia del Estado y, hoy, consolidación del narcotráfico.
Y es que el Estado, desde su concepción piramidal y clientelística, difícilmente es sensible a las necesidades específicas de la población que se ubica en lugares como el Putumayo con poca densidad poblacional; pues se dice que no justifica la inversión pública.
La carencia de un enfoque de fronteras, así como de incentivos para la educación y sectores productivos, retarda el crecimiento y desarrollo del distrito, frente a los importantes avances que experimentan los pueblos fronterizos de Brasil y Colombia, donde se hacen inversiones prioritarias en salud y educación principalmente, cuyos resultados positivos empiezan a mostrarse en desmedro de nuestras poblaciones.
Inversión Pública
No se cuenta con datos referidos a la inversión total del Estado en Putumayo. INADE – PEDICP, reportan que para promover el desarrollo integral del área fronteriza han invertido (desde su creación en 1994 hasta el 2001), un total de 19, 837,868 Dólares Americanos (69.4 millones de Nuevos Soles), para ejecutar acciones de desarrollo en los sectores de educación, salud, saneamiento, transporte, agricultura y pesca, medio ambiente y recursos naturales, principalmente. Y se estima que, adicionalmente, FONCODES ha invertido casi 5 millones de soles en los últimos cinco años.
La significación de estos datos es inmensa si se tiene en cuenta que el desolador panorama del distrito de Putumayo no ha variado casi en nada a pesar de dicha inversión. Ello insinúa pues la gigantesca magnitud de la inversión que habrá que realizar en el distrito para que un cambio significativo se note, y resulte apreciado y valorado por la población.
Fuente: PLAN DE DESARROLLO ESTRATÉGICO CONCERTADO 2004 – 2011 DEL DISTRITO DE PUTUMAYO. Putumayo, abril, 2004
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4 comentarios:

william dijo...

quiero volver a tener contacto con lucy emith pineda lopez mi correo es apolo87@hotmail.es por favor cuentenle

william polo dijo...

quiero volver a tener contacto con lucy smith pineda lopez si la conoces dile mi correo es apolo87@hotmail.es y mi nombre william polo

juan pablo dijo...

soy Juan Pablo Romero Y quiero comuncarme con secia stheiner vegas en el distrito de municipal de el estrecho. Mi correo electronico es jp.remerd@hotmail.com....mi numero telefonico movil es el 314 478 54 27...quien lea este mensaje hgacerlo llegar a la persona imteresada.

Anónimo dijo...

Acabo de iniciar un blog últimamente , el conocimiento que usted proporciona en este sitio me ha ayudado muchísimo . Gracias por todo su tiempo y trabajo.