La Provincia de Paucartambo (Cusco)
La provincia de Paucartambo está ubicada en la franja oriental y ultra oriental del sureste de la cordillera andina. Pertenece al departamento del Cuzco y tiene una extensión de 6115.11 kilómetros cuadrados (IGN: 1989, 365). Limita, por el norte, con el departamento de Madre de Dios y la provincia cuzqueña de La Convención. Al sur y al oeste de Paucartambo se encuentran las provincias de Calca y Quispicanchis respectivamente. Paucartambo está conformada en la actualidad por cinco distritos: Paucartambo, Cay Cay, Challabamba, Colquepata, Q’usñipata y Huancarani. El pueblo de Paucartambo se encuentra a 2906 m.s.n.m. (IGN: 1989, 367), a orillas del río Mapacho o Paucartambo, al noreste de la ciudad del Cuzco.
En tiempos prehispánicos, la región de Paucartambo estuvo habitada por los Pokes, Wallas y Lares, ubicados en esa zona por los Incas. Durante el Imperio Incaico esta zona pertenecía a la región del Antisuyo y era considerada la entrada de la antigua capital cuzqueña a los pueblos de la selva. Villasante (1980, 22) menciona una serie de expediciones Incas enviadas por Qhapaq Yupanqui, Yawar Waqaq y Tupaq Yupanqui hasta los ríos Paucartambo y Pillcopata; gracias a estas expediciones se habría sometido a los pueblos Mojos, Campas o Antis en las márgenes del río Madre de Dios o Amaru Mayo. Durante la época de la conquista española, los ejércitos incas, al mando de Manco Huayllo, derrotados por los españoles, se habrían refugiado en la Cordillera ultra oriental, formando las comunidades de Q’ero, Japo, Kijo, K’allacancha y Marcachea; mientras que los expedicionistas españoles llegaron hasta la selva del Amaru Mayu (Villasante: 1980, 23). En 1565, el gobierno español estableció el corregimiento de Paucartambo, y el 21 de junio de 1825, inmediatamente después de la Independencia, Paucartambo se declaró provincia del Cuzco (IGN: 1989, 367; Van den Berghe: 1977, 212).
Existe una antigua ruta inca de Cuzco a la selva de Q’usñipata, que tiene como primer tambo -a medio día de camino- a Pisaq, y como segundo tambo -a un día de camino- a Wat’oqo, lugar que se encuentra a 17 km del actual pueblo de Paucartambo (Vásquez: s.f.). De este hecho parece desprenderse el nombre de Paucartambo, tanpu o tambo: lugar de descanso y depósito de alimentos, y Paukar: nombre de un general Inca. Otros, sin embargo, traducen el nombre de Paucartambo como «lugar florido», «la villa de las flores» o «tambo colorido» (Barrionuevo: 1980, 204; Villasante: 1980, 19).
En la actualidad se utiliza como vía de acceso desde el Cuzco una carretera afirmada de unos 110 km, por donde transitan principalmente camiones transportando madera y frutas de la selva de Q’usñipata(1). La estrechez de esta vía obliga a fijar un día para el tránsito de ida y otro para el tránsito de vuelta. Aunque desde tiempos prehispánicos Paucartambo ha tenido gran importancia como lugar de tránsito comercial(2), se ha encontrado en una situación de aislamiento e inmovilidad social significativos, a pesar de ser capital de la provincia. Los camiones que se detienen en el puesto policial y en el restaurante, ubicados al borde de la carretera misma, no entran al pueblo, que parece casi despoblado excepto en los días en los que se celebra la fiesta de la Virgen del Carmen. Recién en los últimos años el pueblo de Paucartambo cuenta con luz eléctrica permanente, con una antena parabólica que capta dos canales de TV(3), y con un servicio de bus manejado por la municipalidad.
En la provincia de Paucartambo la principal actividad productiva es la agricultura. El período agrícola empieza en octubre con las primeras siembras y termina con las cosechas de julio (Villasante: 1980, 20). La producción de papa, cebada, maíz y trigo es la base de la economía de la región aunque también hay una importante producción maderera y arrocera, destinada exclusivamente a la exportación hacia Cuzco. En Paucartambo se produce el mayor volumen de papas y café, y está en el cuarto lugar en área y producción agrícola del departamento (IGN: 1989, 343). Un 16.62.%(4) de la población total de la provincia es urbana. La mayor parte de ésta se dedica a la agricultura, habita el área rural y se encuentra desperdigada en estancias, comunidades, anexos y cooperativas (exhaciendas). Existen muy pocos centros poblados, siendo el más grande el pueblo de Paucartambo, que sólo agrupa a un 5.04% de la población total de la provincia de Paucartambo. Los demás pueblos carecen de mayor importancia excepto el caso de Huancarani, en el distrito de Kay Kay. A pesar de no ser capital de distrito, su ubicación al borde de la carretera, así como su cercanía a la ciudad del Cuzco, la colocan en una situación de privilegio que ha permitido el desarrollo del mercado de los días domingos, que convoca incluso a la población de Qatqa y Ocongate de la provincia vecina de Quispicanchis (Flores Ochoa: 1974, 62-63). La ubicación a lo largo de la vía comercial, entre la selva y la ciudad del Cuzco, constituye un elemento importante para la existencia de una población urbana dedicada a actividades comerciales y de servicios. En términos étnicos, Van den Berghe (1977, 212) califica a la población de la provincia como predominantemente indígena, lo cual alude a cierta correspondencia entre la categoría de indígena y la población campesina asentada en el área rural.
En la época de la Colonia, la hacienda se convirtió en el núcleo económico, tanto en la sierra como en la selva de Paucartambo, centrando su producción en la explotación agrícola y ganadera (Mörner: 1977). El sistema de hacienda ejerció una fuerte dominación y explotación de la población campesina. Las haciendas constituyeron verdaderos núcleos sociales en el sentido que aglomeraban un grupo de familias de manera estable. En muchas haciendas se construyeron capillas para que los indios no asistieran a las misas ni fiestas en los pueblos, con el objetivo real de mantener a su mano de obra bajo control(5).
« (...) los llamados «curas del valle», protegidos y probablemente con frecuencia emparentados con los hacendados, formaban una categoría especial del clero regional.
En tiempos prehispánicos, la región de Paucartambo estuvo habitada por los Pokes, Wallas y Lares, ubicados en esa zona por los Incas. Durante el Imperio Incaico esta zona pertenecía a la región del Antisuyo y era considerada la entrada de la antigua capital cuzqueña a los pueblos de la selva. Villasante (1980, 22) menciona una serie de expediciones Incas enviadas por Qhapaq Yupanqui, Yawar Waqaq y Tupaq Yupanqui hasta los ríos Paucartambo y Pillcopata; gracias a estas expediciones se habría sometido a los pueblos Mojos, Campas o Antis en las márgenes del río Madre de Dios o Amaru Mayo. Durante la época de la conquista española, los ejércitos incas, al mando de Manco Huayllo, derrotados por los españoles, se habrían refugiado en la Cordillera ultra oriental, formando las comunidades de Q’ero, Japo, Kijo, K’allacancha y Marcachea; mientras que los expedicionistas españoles llegaron hasta la selva del Amaru Mayu (Villasante: 1980, 23). En 1565, el gobierno español estableció el corregimiento de Paucartambo, y el 21 de junio de 1825, inmediatamente después de la Independencia, Paucartambo se declaró provincia del Cuzco (IGN: 1989, 367; Van den Berghe: 1977, 212).
Existe una antigua ruta inca de Cuzco a la selva de Q’usñipata, que tiene como primer tambo -a medio día de camino- a Pisaq, y como segundo tambo -a un día de camino- a Wat’oqo, lugar que se encuentra a 17 km del actual pueblo de Paucartambo (Vásquez: s.f.). De este hecho parece desprenderse el nombre de Paucartambo, tanpu o tambo: lugar de descanso y depósito de alimentos, y Paukar: nombre de un general Inca. Otros, sin embargo, traducen el nombre de Paucartambo como «lugar florido», «la villa de las flores» o «tambo colorido» (Barrionuevo: 1980, 204; Villasante: 1980, 19).
En la actualidad se utiliza como vía de acceso desde el Cuzco una carretera afirmada de unos 110 km, por donde transitan principalmente camiones transportando madera y frutas de la selva de Q’usñipata(1). La estrechez de esta vía obliga a fijar un día para el tránsito de ida y otro para el tránsito de vuelta. Aunque desde tiempos prehispánicos Paucartambo ha tenido gran importancia como lugar de tránsito comercial(2), se ha encontrado en una situación de aislamiento e inmovilidad social significativos, a pesar de ser capital de la provincia. Los camiones que se detienen en el puesto policial y en el restaurante, ubicados al borde de la carretera misma, no entran al pueblo, que parece casi despoblado excepto en los días en los que se celebra la fiesta de la Virgen del Carmen. Recién en los últimos años el pueblo de Paucartambo cuenta con luz eléctrica permanente, con una antena parabólica que capta dos canales de TV(3), y con un servicio de bus manejado por la municipalidad.
En la provincia de Paucartambo la principal actividad productiva es la agricultura. El período agrícola empieza en octubre con las primeras siembras y termina con las cosechas de julio (Villasante: 1980, 20). La producción de papa, cebada, maíz y trigo es la base de la economía de la región aunque también hay una importante producción maderera y arrocera, destinada exclusivamente a la exportación hacia Cuzco. En Paucartambo se produce el mayor volumen de papas y café, y está en el cuarto lugar en área y producción agrícola del departamento (IGN: 1989, 343). Un 16.62.%(4) de la población total de la provincia es urbana. La mayor parte de ésta se dedica a la agricultura, habita el área rural y se encuentra desperdigada en estancias, comunidades, anexos y cooperativas (exhaciendas). Existen muy pocos centros poblados, siendo el más grande el pueblo de Paucartambo, que sólo agrupa a un 5.04% de la población total de la provincia de Paucartambo. Los demás pueblos carecen de mayor importancia excepto el caso de Huancarani, en el distrito de Kay Kay. A pesar de no ser capital de distrito, su ubicación al borde de la carretera, así como su cercanía a la ciudad del Cuzco, la colocan en una situación de privilegio que ha permitido el desarrollo del mercado de los días domingos, que convoca incluso a la población de Qatqa y Ocongate de la provincia vecina de Quispicanchis (Flores Ochoa: 1974, 62-63). La ubicación a lo largo de la vía comercial, entre la selva y la ciudad del Cuzco, constituye un elemento importante para la existencia de una población urbana dedicada a actividades comerciales y de servicios. En términos étnicos, Van den Berghe (1977, 212) califica a la población de la provincia como predominantemente indígena, lo cual alude a cierta correspondencia entre la categoría de indígena y la población campesina asentada en el área rural.
En la época de la Colonia, la hacienda se convirtió en el núcleo económico, tanto en la sierra como en la selva de Paucartambo, centrando su producción en la explotación agrícola y ganadera (Mörner: 1977). El sistema de hacienda ejerció una fuerte dominación y explotación de la población campesina. Las haciendas constituyeron verdaderos núcleos sociales en el sentido que aglomeraban un grupo de familias de manera estable. En muchas haciendas se construyeron capillas para que los indios no asistieran a las misas ni fiestas en los pueblos, con el objetivo real de mantener a su mano de obra bajo control(5).
« (...) los llamados «curas del valle», protegidos y probablemente con frecuencia emparentados con los hacendados, formaban una categoría especial del clero regional.
(...) La autonomía eclesiástica fue seguramente uno de los instrumentos más eficaces para establecer y mantener el control de los hacendados sobre la población del lugar y, por ende su poderío local» (Mörner: 1977, 57).
Los hacendados debieron encontrarse, en este aspecto, en conflicto con las autoridades de la iglesia. Mörner relata el caso de un hacendado que, en 1784, exigía que hubiera un cura en su hacienda, basándose en un decreto conciliar que estipulaba la presencia de un sacerdote en las haciendas que contaran con un número significativo de familias. «El gobernador provisor del Obispado, en 1787, falló en contra del hacendado.» (Ibid.).
Entre 1785 y 1800 Paucartambo se convirtió en la primera productora de coca y tejidos del Cuzco, produciendo además plata, zinc y azogue (Mörner: 1977)(6). Debido al intenso intercambio comercial de ganado, lana, ropa, maíz, trigo, coca, chuño, caucho, maderas, y oro, en el siglo XVIII, el gobierno de España habría mandado a construir un nuevo puente de piedra y cal sobre el río Mapacho. El puente, que existe hasta hoy y lleva el nombre del rey Carlos III, debía reemplazar al antiguo puente de mimbre que ya no soportaba el creciente tránsito comercial hacia Cuzco, Puno, Arequipa, Bolivia, Argentina y España (Villasante: 1980). Aunque en la década pasada fue construido un puente nuevo -«Sven Ericsson»- por el cual transitan los camiones que circulan entre la selva y el Cuzco, el puente Carlos III se conserva para uso peatonal, y constituye uno de los símbolos más importantes del pueblo.
Antes de la construcción del puente, el pueblo estaba ubicado en la planicie de Kallipata, cerca de Paucartambo, y estaba habitado principalmente por una población indígena reunida baja la advocación de la Virgen del Rosario, a la que se veneraba con grandes celebraciones (Villasante 1980). Hoy, el antiguo pueblo ya no existe, y la imagen de la Virgen del Rosario se encuentra en la iglesia de Paucartambo. Aunque sigue siendo la patrona del pueblo, los paucartambinos de consideran devotos de la Virgen del Carmen, virgen de los mestizos.
Este dato suscita dos preguntas importantes. Primero, si Paucartambo era un pueblo de indios, cómo explicar que hoy sea considerado por sus habitantes y por la gente de fuera como pueblo mestizo; y de qué manera se ha creado y se justifica su identidad mestiza. Segundo, si la Virgen del Rosario era la patrona del pueblo y era celebrada con grandes fiestas, qué motivó su «olvido» en favor del culto a la Virgen del Carmen. ¿Qué rol juegan ambas vírgenes en la construcción de la identidad mestiza de Paucartambo? Responder a estas preguntas es fundamental para entender el proceso de construcción de la identidad en Paucartambo y el rol que juegan en éste la fiesta de la Virgen del Carmen y las danzas y máscaras que en ella aparecen.
Mestizos e indios en el pueblo y en la región
La construcción del puente Carlos III, en la segunda mitad del siglo XVIII, parece estar ligada al traslado del pueblo y a su consolidación como importante centro administrativo y comercial en la región. Estas circunstancias coinciden con las reformas hechas por Carlos III que independizaron el comercio de la administración de Lima, abriendo y liberando otros puertos, y favoreciendo otras rutas de comercio (Dobyns: 1976, 135). Estas nuevas condiciones económicas podrían explicar el auge del grupo de los hacendados, autoridades locales, comerciantes y artesanos, conformado por españoles y mestizos, así como su interés por controlar y dar un nuevo carácter al pueblo. La reubicación espacial del pueblo y su desarrollo como centro administrativo y comercial pueden haber favorecido a la concretización de este cambio.
En el contexto de la sociedad colonial, caracterizada por el dualismo de las repúblicas de indios y españoles, este proceso debe haber implicado no pocas tensiones y conflictos. La jerarquización de la sociedad colonial según criterios étnicos -españoles e indígenas- traía consigo muchos problemas de distinción ya que en la práctica un individuo se definía más bien en términos de su condición económica, fiscal y política, dentro de la división laboral, que por sus características físicas. La identidad étnica se construía por un proceso en el cual las diferencias económicas, sociales y raciales se sintetizaron y valoraron culturalmente. Que un mestizo, por ejemplo, favoreciera su ascendencia indígena o española tenía que ver no sólo con aspectos étnicos, sino también con intereses económicos y políticos. En la práctica a un mestizo le podía resultar más conveniente demostrar legalmente su filiación indígena, si esta implicaba el acceso a los privilegios otorgados por el gobierno colonial a los descendientes de la nobleza incaica. Ascender al status de mestizo implicaba, por ejemplo, la pérdida a los derechos políticos y a la tenencia de la tierra comunal (Wightman: 1990). Según esto podría pensarse que debido al auge del pueblo de Paucartambo a fines del XVIII, los pobladores del antiguo pueblo indígena de Kallipata encontraron una situación propicia para independizarse de la necesidad de poseer tierras, accediendo a ocupaciones laborales como puestos administrativos, comercio y artesanía(7), y afianzándose como grupo mestizo. Sin embargo, la ambigüedad de la categoría de mestizo debe haber requerido un especial cuidado, por parte de este grupo, en encontrar y exponer de manera convincente los valores que los definía como tal, así como en diferenciarse de los indígenas. Por otra parte, era de interés para las autoridades coloniales que la mayoría de los mestizos estuvieran clasificados como parte del grupo de los indios, ya que éstos eran fuente de impuestos y mano de obra (Seligman: 1989, citado en Mendoza-Walker 1993a). En este sentido, la necesidad de los mestizos por definir y fortalecer su etnicidad debe haber sido un problema de sobrevivencia.
A nivel regional se crean condiciones que favorecen el proceso de migración no solamente de las familias pudientes sino también del grupo de mestizos que ocupan los sectores medios del pueblo. Desde los ’50 la demanda de profesionales, comerciantes y transportistas crece en la ciudad del Cuzco (Mendoza-Walker: 1993a, 60). En los ’70 este proceso se ve reforzado a partir de las Reformas del general Velasco, debido al crecimiento de la burocracia estatal y de la educación pública. Estas condiciones favorecen el desarrollo de una clase media que se nutre en gran parte de la migración de las élites provinciales a la capital del departamento.
Este importante proceso de migración ha traído consigo una serie de cambios en la composición social del pueblo de Paucartambo, que hace difícil delimitar una identidad mestiza paucartambina, que hoy ya no se puede hacer en términos espaciales.
Además, gente de otros pueblos y provincias se han instalado en Paucartambo, alterando más aún la noción de «gente del pueblo». Estos nuevos habitantes del pueblo no son considerados por los paucartambinos como «gente del pueblo». Sin embargo, algunas de estas familias, dedicadas principalmente al comercio, cuentan con cierto nivel económico que les permite pasar algún cargo en la fiesta, lo cual significa cumplir con un rol importante en la vida del pueblo y, como se verá a lo largo del trabajo, es uno de los recursos más importantes para acceder a la identidad mestiza paucartambina(14).
Los hacendados debieron encontrarse, en este aspecto, en conflicto con las autoridades de la iglesia. Mörner relata el caso de un hacendado que, en 1784, exigía que hubiera un cura en su hacienda, basándose en un decreto conciliar que estipulaba la presencia de un sacerdote en las haciendas que contaran con un número significativo de familias. «El gobernador provisor del Obispado, en 1787, falló en contra del hacendado.» (Ibid.).
Entre 1785 y 1800 Paucartambo se convirtió en la primera productora de coca y tejidos del Cuzco, produciendo además plata, zinc y azogue (Mörner: 1977)(6). Debido al intenso intercambio comercial de ganado, lana, ropa, maíz, trigo, coca, chuño, caucho, maderas, y oro, en el siglo XVIII, el gobierno de España habría mandado a construir un nuevo puente de piedra y cal sobre el río Mapacho. El puente, que existe hasta hoy y lleva el nombre del rey Carlos III, debía reemplazar al antiguo puente de mimbre que ya no soportaba el creciente tránsito comercial hacia Cuzco, Puno, Arequipa, Bolivia, Argentina y España (Villasante: 1980). Aunque en la década pasada fue construido un puente nuevo -«Sven Ericsson»- por el cual transitan los camiones que circulan entre la selva y el Cuzco, el puente Carlos III se conserva para uso peatonal, y constituye uno de los símbolos más importantes del pueblo.
Antes de la construcción del puente, el pueblo estaba ubicado en la planicie de Kallipata, cerca de Paucartambo, y estaba habitado principalmente por una población indígena reunida baja la advocación de la Virgen del Rosario, a la que se veneraba con grandes celebraciones (Villasante 1980). Hoy, el antiguo pueblo ya no existe, y la imagen de la Virgen del Rosario se encuentra en la iglesia de Paucartambo. Aunque sigue siendo la patrona del pueblo, los paucartambinos de consideran devotos de la Virgen del Carmen, virgen de los mestizos.
Este dato suscita dos preguntas importantes. Primero, si Paucartambo era un pueblo de indios, cómo explicar que hoy sea considerado por sus habitantes y por la gente de fuera como pueblo mestizo; y de qué manera se ha creado y se justifica su identidad mestiza. Segundo, si la Virgen del Rosario era la patrona del pueblo y era celebrada con grandes fiestas, qué motivó su «olvido» en favor del culto a la Virgen del Carmen. ¿Qué rol juegan ambas vírgenes en la construcción de la identidad mestiza de Paucartambo? Responder a estas preguntas es fundamental para entender el proceso de construcción de la identidad en Paucartambo y el rol que juegan en éste la fiesta de la Virgen del Carmen y las danzas y máscaras que en ella aparecen.
Mestizos e indios en el pueblo y en la región
La construcción del puente Carlos III, en la segunda mitad del siglo XVIII, parece estar ligada al traslado del pueblo y a su consolidación como importante centro administrativo y comercial en la región. Estas circunstancias coinciden con las reformas hechas por Carlos III que independizaron el comercio de la administración de Lima, abriendo y liberando otros puertos, y favoreciendo otras rutas de comercio (Dobyns: 1976, 135). Estas nuevas condiciones económicas podrían explicar el auge del grupo de los hacendados, autoridades locales, comerciantes y artesanos, conformado por españoles y mestizos, así como su interés por controlar y dar un nuevo carácter al pueblo. La reubicación espacial del pueblo y su desarrollo como centro administrativo y comercial pueden haber favorecido a la concretización de este cambio.
En el contexto de la sociedad colonial, caracterizada por el dualismo de las repúblicas de indios y españoles, este proceso debe haber implicado no pocas tensiones y conflictos. La jerarquización de la sociedad colonial según criterios étnicos -españoles e indígenas- traía consigo muchos problemas de distinción ya que en la práctica un individuo se definía más bien en términos de su condición económica, fiscal y política, dentro de la división laboral, que por sus características físicas. La identidad étnica se construía por un proceso en el cual las diferencias económicas, sociales y raciales se sintetizaron y valoraron culturalmente. Que un mestizo, por ejemplo, favoreciera su ascendencia indígena o española tenía que ver no sólo con aspectos étnicos, sino también con intereses económicos y políticos. En la práctica a un mestizo le podía resultar más conveniente demostrar legalmente su filiación indígena, si esta implicaba el acceso a los privilegios otorgados por el gobierno colonial a los descendientes de la nobleza incaica. Ascender al status de mestizo implicaba, por ejemplo, la pérdida a los derechos políticos y a la tenencia de la tierra comunal (Wightman: 1990). Según esto podría pensarse que debido al auge del pueblo de Paucartambo a fines del XVIII, los pobladores del antiguo pueblo indígena de Kallipata encontraron una situación propicia para independizarse de la necesidad de poseer tierras, accediendo a ocupaciones laborales como puestos administrativos, comercio y artesanía(7), y afianzándose como grupo mestizo. Sin embargo, la ambigüedad de la categoría de mestizo debe haber requerido un especial cuidado, por parte de este grupo, en encontrar y exponer de manera convincente los valores que los definía como tal, así como en diferenciarse de los indígenas. Por otra parte, era de interés para las autoridades coloniales que la mayoría de los mestizos estuvieran clasificados como parte del grupo de los indios, ya que éstos eran fuente de impuestos y mano de obra (Seligman: 1989, citado en Mendoza-Walker 1993a). En este sentido, la necesidad de los mestizos por definir y fortalecer su etnicidad debe haber sido un problema de sobrevivencia.
A nivel regional se crean condiciones que favorecen el proceso de migración no solamente de las familias pudientes sino también del grupo de mestizos que ocupan los sectores medios del pueblo. Desde los ’50 la demanda de profesionales, comerciantes y transportistas crece en la ciudad del Cuzco (Mendoza-Walker: 1993a, 60). En los ’70 este proceso se ve reforzado a partir de las Reformas del general Velasco, debido al crecimiento de la burocracia estatal y de la educación pública. Estas condiciones favorecen el desarrollo de una clase media que se nutre en gran parte de la migración de las élites provinciales a la capital del departamento.
Este importante proceso de migración ha traído consigo una serie de cambios en la composición social del pueblo de Paucartambo, que hace difícil delimitar una identidad mestiza paucartambina, que hoy ya no se puede hacer en términos espaciales.
Además, gente de otros pueblos y provincias se han instalado en Paucartambo, alterando más aún la noción de «gente del pueblo». Estos nuevos habitantes del pueblo no son considerados por los paucartambinos como «gente del pueblo». Sin embargo, algunas de estas familias, dedicadas principalmente al comercio, cuentan con cierto nivel económico que les permite pasar algún cargo en la fiesta, lo cual significa cumplir con un rol importante en la vida del pueblo y, como se verá a lo largo del trabajo, es uno de los recursos más importantes para acceder a la identidad mestiza paucartambina(14).
En este sentido existen tensiones y conflictos no sólo entre paucartambinos y los nuevos residentes, sino también entre paucartambinos migrantes y paucartambinos residentes. Los conflictos entre estos dos grupos parecen estar recreando, en términos espaciales, las diferencias que existían en tiempos anteriores entre los mismos habitantes del pueblo, es decir, entre las familias de hacendados -considerados la élite de Paucartambo- y los mestizos. Muchos de mis informantes han hecho alusión a la existencia de dos clases sociales en Paucartambo que se diferenciaban según los apellidos. En todos los casos se trata de apellidos españoles, lo cual hace difícil referir estas diferencias a los orígenes étnicos de ambos grupos(15). Sin embargo, ambos grupos se mantenían diferenciados, prohibiendo a los hijos, por ejemplo, confraternizar con los del otro grupo. También la participación en comparsas distintas en la fiesta de la Virgen del Carmen ha sido y sigue siendo un elemento de diferenciación entre ambos grupos(16). Gran parte de los paucartambinos antiguos que se han quedado en el pueblo pertenecían a un grupo de menores recursos. Sin embargo, la migración de los paucartambinos más pudientes no ha implicado el ascenso de los primeros, ya que el pueblo mismo no ofrece recursos para una mayor movilidad social (Van den Berghe: 1977, 212-218). Como he mencionado antes, los paucartambinos que migraron a la ciudad del Cuzco siguen controlando importantes aspectos de la vida del pueblo y son los que participan con gran éxito en las comparsas más reconocidas de la fiesta de la Virgen del Carmen(17). Estos paucartambinos migrantes, que viven y trabajan en Cuzco, siguen ocupando su espacio en el pueblo (Mendoza-Walker: 1993a, 156). Como se puede observar, la identidad mestiza del pueblo es compleja y cambiante. Los cambios que se han dado en las últimas décadas proponen nuevos elementos que deben ser asimilados y reelaborados en el proceso de construcción de la identidad mestiza paucartambina.
Hoy, el mundo del pueblo está constituido por los mestizos paucartambinos que residen en el pueblo, por aquellos (junto con sus descendientes y amigos) que ya no viven allí, pero que actualizan su pertenencia al pueblo en su participación anual en la fiesta, ya sea en el sistema de cargos o en las comparsas de danzantes, y por los nuevos habitantes que empiezan a integrarse lentamente. La definición de «gente del pueblo» que antes tenía un fuerte referente espacial, se ve desafiada en la actualidad(18). La noción de «gente del pueblo» ya no resulta útil para definir la identidad del pueblo, pues constituye un referente demasiado local. La migración de gran parte de paucartambinos y su participación en la cultura urbana cuzqueña así como en el movimiento indigenista (Mendoza-Walker: 1993a, 144), ha hecho necesario que se construya una identidad paucartambina que tenga reconocimiento e impacto regional, e incluso nacional.
A nivel nacional, lo mestizo cuzqueño, ya diferenciado de lo indígena campesino, se presenta como heredero de un pasado inca glorioso, que se encuentra materializado en las expresiones folclóricas y en los monumentos arqueológicos e históricos de la región. El discurso político y cultural del gobierno de Leguía (segundo período 1919- 1930) y luego del general Velasco (1968-1975) favorecieron la consolidación y el reconocimiento, a nivel nacional, de las expresiones culturales mestizas y de las instituciones regionales que las promovían. Así, la identidad mestiza adquiere aceptación a nivel nacional; pero siempre se diferencia de la cultura criolla costeña, así como de otras expresiones regionales andinas(19). En este sentido, entiendo la identidad regional cuzqueña como una identidad mestiza ligada a un pasado inca mitificado(20), e inspirada en un sentir andino contemporáneo opuesto a los valores de una modernidad eurocéntrica.
Tanto la respuesta a la pregunta de quién es paucartambino, como la construcción de la identidad mestiza paucartambina, se dan en dos planos: a nivel del discurso histórico y a nivel del discurso ritual. Discutiré este último en los capítulos siguientes del libro, poniendo especial énfasis en las danzas y en las máscaras de la fiesta de la Virgen del Carmen. En la siguiente sección ubicaré la discusión a nivel del discurso histórico.
Tradición e identidad de Paucartambo
Lo que me interesa establecer en esta sección es cómo los mismos paucartambinos explican la definición de Paucartambo como pueblo mestizo. Específicamente, cómo construyen su identidad mestiza paucartambina hoy y cómo la justifican históricamente; es decir, cómo «inventan» su tradición(21). La Virgen del Carmen, su fiesta, sus danzantes y el origen de su culto son aspectos centrales de la tradición de Paucartambo. En nombre de ellos se realizan y explican los actos individuales y colectivos, pasados y presentes. Ni la fiesta implica una ruptura con la vida cotidiana, ni la historia de su origen constituye un evento del pasado. El culto de la Virgen del Carmen está en el origen del pueblo y los paucartambinos como individuos y como grupo siguen existiendo a través de él. Esto se puede observar en los sueños y en la interpretación que se hace de ellos, en la manera cómo se enfrentan situaciones de crisis y bienestar e, incluso, en los discursos escritos sobre la historia de Paucartambo, así como en la participación en actos oficiales(22).
La tradición de la Virgen del Carmen es concebida por los paucartambinos como el núcleo de su identidad y lo que da sentido a su historia. Como ya he mencionado antes, en esta sección quiero discutir la tradición paucartambina como discurso histórico.
El texto más representativo sobre la vida de Paucartambo, escrito por un paucartambino, el Dr. Segundo Villasante, es «Paucartambo: provincia folclórica Mamacha Carmen» que constituye el segundo tomo de una serie de cuatro volúmenes. El objetivo principal del autor es «entregar a la opinión pública paucartambina, cuzqueña y nacional» la historia geográfica, social y cultural de Paucartambo, que deberá formar parte «de las bibliotecas institucionales en general» (Villasante: 1980, 12-13). Esta serie representa el esfuerzo por sintetizar la historia de Paucartambo y por darle un lugar al pueblo de Paucartambo en la historia regional y nacional. Dentro de lo que se ha ido discutiendo en este capítulo resulta interesante mencionar que el autor de esta serie es un intelectual paucartambino residente en la ciudad del Cuzco, autor de otros libros dedicados a aspectos educativos, e importante promotor de las instituciones de migrantes paucartambinos residentes en Cuzco, de las danzas y fiesta de la Virgen del Carmen de Paucartambo, del Concurso Departamental de Danzas Folclóricas y de la Coronación de la imagen de la Virgen del Carmen por el Papa Juan Pablo II en Cuzco. Villasante pertenece al sector intelectual cuzqueño que según Mendoza-Walker (1993a) participa en la construcción de una identidad mestiza cuzqueña(23).
Haber escogido el texto de Villasante para discutir la tradición de Paucartambo no solamente permite abordar el problema de la identidad mestiza paucartambina, sino también vincularlo al contexto regional. Como se verá en los siguientes párrafos, el relato del origen de la fiesta de la Virgen del Carmen y el desarrollo del repertorio coreográfico de Paucartambo, temas centrales del tomo II de Villasante, tiene como principal objetivo la identificación de Paucartambo como pueblo mestizo. Pero este esfuerzo no tiene únicamente una repercusión local, sino también regional. El hecho de que la tradición sea llevada a la forma de un documento escrito que pretende ser histórico y en ese sentido formar parte de la historia nacional oficial (Villasante: 1980, 12- 13), y que haya sido escrito por un paucartambino que participa de la vida cultural e intelectual de Paucartambo y de la ciudad del Cuzco, alude a la influencia del contexto regional cuzqueño en el desarrollo de una identidad mestiza paucartambina. Parte de este contexto regional es la existencia de una amplia población paucartambina que ocupa los sectores medios y altos de la sociedad cuzqueña. Estos paucartambinos residentes en Cuzco han encontrado en la tradición local de Paucartambo una fuente de valores étnicos y culturales para la creación de una identidad mestiza capaz de tener reconocimiento regional y nacional.
En el primer capítulo del libro de Villasante se ofrecen datos geográficos e históricos de la provincia y del pueblo. En él se resaltan las bondades y peculiaridades geográficas y económicas de la región de Paucartambo, y se llama la atención sobre su importancia desde tiempos prehispánicos. Estableciendo una continuidad con el pasado Inca y describiendo con un lenguaje lleno de adjetivos, el autor busca enaltecer la región, dándole una personalidad que, en términos espaciales y temporales, la caracterice como un lugar privilegiado y único, distinguiéndola de otras regiones. En algunos pasajes, el autor, apelando a una concepción determinista, encuentra las semejanzas entre la geografía y la historia de Paucartambo y el carácter de su gente, extendiendo la particularidad de la región a sus habitantes. Esta imagen de Paucartambo se hace más completa en el capítulo 9 «Zonas Turísticas», donde el autor resalta los lugares naturales y arqueológicos, los monumentos históricos y las atracciones culturales ubicándolas en el interés nacional e internacional.
Hoy, el mundo del pueblo está constituido por los mestizos paucartambinos que residen en el pueblo, por aquellos (junto con sus descendientes y amigos) que ya no viven allí, pero que actualizan su pertenencia al pueblo en su participación anual en la fiesta, ya sea en el sistema de cargos o en las comparsas de danzantes, y por los nuevos habitantes que empiezan a integrarse lentamente. La definición de «gente del pueblo» que antes tenía un fuerte referente espacial, se ve desafiada en la actualidad(18). La noción de «gente del pueblo» ya no resulta útil para definir la identidad del pueblo, pues constituye un referente demasiado local. La migración de gran parte de paucartambinos y su participación en la cultura urbana cuzqueña así como en el movimiento indigenista (Mendoza-Walker: 1993a, 144), ha hecho necesario que se construya una identidad paucartambina que tenga reconocimiento e impacto regional, e incluso nacional.
A nivel nacional, lo mestizo cuzqueño, ya diferenciado de lo indígena campesino, se presenta como heredero de un pasado inca glorioso, que se encuentra materializado en las expresiones folclóricas y en los monumentos arqueológicos e históricos de la región. El discurso político y cultural del gobierno de Leguía (segundo período 1919- 1930) y luego del general Velasco (1968-1975) favorecieron la consolidación y el reconocimiento, a nivel nacional, de las expresiones culturales mestizas y de las instituciones regionales que las promovían. Así, la identidad mestiza adquiere aceptación a nivel nacional; pero siempre se diferencia de la cultura criolla costeña, así como de otras expresiones regionales andinas(19). En este sentido, entiendo la identidad regional cuzqueña como una identidad mestiza ligada a un pasado inca mitificado(20), e inspirada en un sentir andino contemporáneo opuesto a los valores de una modernidad eurocéntrica.
Tanto la respuesta a la pregunta de quién es paucartambino, como la construcción de la identidad mestiza paucartambina, se dan en dos planos: a nivel del discurso histórico y a nivel del discurso ritual. Discutiré este último en los capítulos siguientes del libro, poniendo especial énfasis en las danzas y en las máscaras de la fiesta de la Virgen del Carmen. En la siguiente sección ubicaré la discusión a nivel del discurso histórico.
Tradición e identidad de Paucartambo
Lo que me interesa establecer en esta sección es cómo los mismos paucartambinos explican la definición de Paucartambo como pueblo mestizo. Específicamente, cómo construyen su identidad mestiza paucartambina hoy y cómo la justifican históricamente; es decir, cómo «inventan» su tradición(21). La Virgen del Carmen, su fiesta, sus danzantes y el origen de su culto son aspectos centrales de la tradición de Paucartambo. En nombre de ellos se realizan y explican los actos individuales y colectivos, pasados y presentes. Ni la fiesta implica una ruptura con la vida cotidiana, ni la historia de su origen constituye un evento del pasado. El culto de la Virgen del Carmen está en el origen del pueblo y los paucartambinos como individuos y como grupo siguen existiendo a través de él. Esto se puede observar en los sueños y en la interpretación que se hace de ellos, en la manera cómo se enfrentan situaciones de crisis y bienestar e, incluso, en los discursos escritos sobre la historia de Paucartambo, así como en la participación en actos oficiales(22).
La tradición de la Virgen del Carmen es concebida por los paucartambinos como el núcleo de su identidad y lo que da sentido a su historia. Como ya he mencionado antes, en esta sección quiero discutir la tradición paucartambina como discurso histórico.
El texto más representativo sobre la vida de Paucartambo, escrito por un paucartambino, el Dr. Segundo Villasante, es «Paucartambo: provincia folclórica Mamacha Carmen» que constituye el segundo tomo de una serie de cuatro volúmenes. El objetivo principal del autor es «entregar a la opinión pública paucartambina, cuzqueña y nacional» la historia geográfica, social y cultural de Paucartambo, que deberá formar parte «de las bibliotecas institucionales en general» (Villasante: 1980, 12-13). Esta serie representa el esfuerzo por sintetizar la historia de Paucartambo y por darle un lugar al pueblo de Paucartambo en la historia regional y nacional. Dentro de lo que se ha ido discutiendo en este capítulo resulta interesante mencionar que el autor de esta serie es un intelectual paucartambino residente en la ciudad del Cuzco, autor de otros libros dedicados a aspectos educativos, e importante promotor de las instituciones de migrantes paucartambinos residentes en Cuzco, de las danzas y fiesta de la Virgen del Carmen de Paucartambo, del Concurso Departamental de Danzas Folclóricas y de la Coronación de la imagen de la Virgen del Carmen por el Papa Juan Pablo II en Cuzco. Villasante pertenece al sector intelectual cuzqueño que según Mendoza-Walker (1993a) participa en la construcción de una identidad mestiza cuzqueña(23).
Haber escogido el texto de Villasante para discutir la tradición de Paucartambo no solamente permite abordar el problema de la identidad mestiza paucartambina, sino también vincularlo al contexto regional. Como se verá en los siguientes párrafos, el relato del origen de la fiesta de la Virgen del Carmen y el desarrollo del repertorio coreográfico de Paucartambo, temas centrales del tomo II de Villasante, tiene como principal objetivo la identificación de Paucartambo como pueblo mestizo. Pero este esfuerzo no tiene únicamente una repercusión local, sino también regional. El hecho de que la tradición sea llevada a la forma de un documento escrito que pretende ser histórico y en ese sentido formar parte de la historia nacional oficial (Villasante: 1980, 12- 13), y que haya sido escrito por un paucartambino que participa de la vida cultural e intelectual de Paucartambo y de la ciudad del Cuzco, alude a la influencia del contexto regional cuzqueño en el desarrollo de una identidad mestiza paucartambina. Parte de este contexto regional es la existencia de una amplia población paucartambina que ocupa los sectores medios y altos de la sociedad cuzqueña. Estos paucartambinos residentes en Cuzco han encontrado en la tradición local de Paucartambo una fuente de valores étnicos y culturales para la creación de una identidad mestiza capaz de tener reconocimiento regional y nacional.
En el primer capítulo del libro de Villasante se ofrecen datos geográficos e históricos de la provincia y del pueblo. En él se resaltan las bondades y peculiaridades geográficas y económicas de la región de Paucartambo, y se llama la atención sobre su importancia desde tiempos prehispánicos. Estableciendo una continuidad con el pasado Inca y describiendo con un lenguaje lleno de adjetivos, el autor busca enaltecer la región, dándole una personalidad que, en términos espaciales y temporales, la caracterice como un lugar privilegiado y único, distinguiéndola de otras regiones. En algunos pasajes, el autor, apelando a una concepción determinista, encuentra las semejanzas entre la geografía y la historia de Paucartambo y el carácter de su gente, extendiendo la particularidad de la región a sus habitantes. Esta imagen de Paucartambo se hace más completa en el capítulo 9 «Zonas Turísticas», donde el autor resalta los lugares naturales y arqueológicos, los monumentos históricos y las atracciones culturales ubicándolas en el interés nacional e internacional.
Si bien se resalta el pasado Inca como referente histórico importante en el desarrollo de Paucartambo, la herencia hispánica, representada en los monumentos históricos, la obra religiosa de la orden Dominica y las expresiones artísticas(24), también es considerada como un elemento central de la identidad paucartambina. El puente Carlos III es un interesante ejemplo en este sentido.
Según el texto de Villasante y la tradición oral del pueblo, la construcción del puente Carlos III, en el siglo XVIII, está vinculada a tres circunstancias. Primero, el poder económico de la región que se explica por el crecimiento del comercio de coca y metales que hace necesario un puente nuevo. Segundo, el reconocimiento extra-local del pueblo; según la tradición, más de una vez cayeron al río cargamentos de oro de Q’usñipata para el rey Carlos III, quien finalmente mandó a construir el puente, que lleva su nombre (Barrionuevo: 1980, 204). Este «vínculo» del puente con lo hispánico se ve reforzado por el hecho de caracterizarse por un estilo arquitectónico no indígena. Es más, el puente Carlos III debía reemplazar el antiguo puente de mimbre, cuyas características, por oposición, pueden distinguirse como indígenas(25). Aparece el motivo de la transformación de lo «indígena» en lo «no-indígena», que se ve reforzado por la tercera circunstancia vinculada al puente Carlos III: el traslado del pueblo. Este tercer hecho puede interpretarse también en el sentido de una transformación, esta vez en términos espaciales: del antiguo pueblo indígena al nuevo Paucartambo no-indígena(26).
En la actualidad, el puente Carlos III constituye uno de los símbolos más importantes de la identidad del pueblo, hecho que es enfatizado ritualmente en el tercer día de fiesta cuando las comparsas de danzantes llevan a la Virgen del Carmen en procesión hasta el puente para la bendición en dirección a los cuatro puntos cardinales.
Algunas comparsas de danzantes mandan a imprimir afiches que anuncian la realización de la fiesta de la Virgen del Carmen en Paucartambo con la idea de convocar la asistencia de visitantes y turistas. Para la ilustración de los afiches es usual pedir la colaboración de artistas paucartambinos a los que se les pide explícitamente que incluyan los elementos más importantes de la identidad paucartambina. Es notorio que el puente aparece siempre como uno de los símbolos más resaltantes, junto con la imagen de la virgen. En el local de la comparsa de los contradanza existe un mural pintado por uno de los artesanos más conocidos del pueblo. En él, según palabras del mismo artista, se pueden observar «las maravillas» de Paucartambo: el puente, que ocupa un lugar central; la iglesia; un cerro principal de la región (Apu Riñacuy); la salida del sol en Tres Cruces y el río Mapacho que pasa por debajo del puente hacia la selva. El mural muestra una absoluta conjunción entre el paisaje natural y algunas obras arquitectónicas como el puente, la iglesia y las casas de diseño colonial. De esta manera, el puente es concebido como una creación que transciende lo humano convirtiéndose en parte del espacio geográfico y natural(27) adquiriendo un contenido simbólico.
La historia social de Paucartambo es resumida por Villasante (1980, 25) de la siguiente manera. En Paucartambo existieron tres clases sociales: la clase alta, conformada por hacendados y extranjeros; una clase intermedia de mestizos residentes en el pueblo y dedicados al comercio y la artesanía; y una tercera clase de indígenas campesinos(28). El desarrollo del pueblo habría ocasionado que el poder económico y político se desplazara hacia el grupo de los mestizos que empezaron a sentir la necesidad de diferenciarse social y culturalmente de la población indígena, y de darle al pueblo una nueva identidad. Villasante no da más detalles históricos sobre este proceso y para documentarlo se refiere a la tradición de la fiesta de la Virgen del Carmen. Según ésta, la conformación de la identidad mestiza se explica en términos de un lenguaje religioso, materializado en la competencia entre la fiesta de la Virgen del Carmen, virgen de los mestizos, y la fiesta de la Virgen del Rosario, patrona del pueblo, pero virgen de los indígenas.
La mayor parte del texto de Villasante (capítulos II al VI) está dedicada al tema del culto de la Virgen del Carmen y a las danzas que se presentan en su honor. El capítulo que se refiere a la Virgen del Carmen (capítulo IV) es el núcleo de esta parte y fundamento para explicar la historia y el presente del pueblo de Paucartambo. Villasante se refiere primero a la tradición católica de la Virgen del Carmen y a su culto en Europa; en América fue introducido por iniciativa de familias y autoridades religiosas españolas, primero en Lima y luego en las ciudades serranas. Según Villasante, en la región de Paucartambo, la advocación de la Virgen del Carmen se habría instaurado con mayor vigor que en otras provincias
«(…) gracias a la decisiva influencia de las familias españolas que radican en las minas de los ramales de la Alcumbrera, de Qolquercuna y Qapana, en las haciendas de las selvas del Q’usñipata y de la hoya hidrográfica del Mapacho o Paucartambo» (Villasante: 1980, 134).
De esta manera, el autor establece dos cosas; por un lado, el vínculo de la Virgen del Carmen con Europa y Lima, así como con las familias ricas y españolas y, por el otro, particulariza el culto de la Virgen del Carmen en Paucartambo, como una expresión única. Villasante (1980: 134-135) dice:
«(…) los españoles y mistis tratan de superar las fiestas de la Virgen del Carmen con un programa de festividades a la usanza española con entradas de flores, día central, día de bendición y despedida, con costumbres y danzas de origen español y francés, los que poco a poco se conjuncionan con las costumbres y danzas mestizas y aborígenes, adquiriendo un sello peculiar que los caracteriza a la festividad de Mamacha Carmen paucartambina, diferente de las otras festividades carmelitas de otras provincias o parroquias. De esta manera, la tradicional festividad del 16 de julio tiene características muy especiales constituyéndose en el imán del turismo nacional e internacional, cuyos méritos lo han convertido en la Provincia Folclórica del Cusco, título ganado con toda justeza después de seis años de «guerra folclórica» en el Concurso Departamental de Danzas Folclóricas organizado por la Comisión Municipal de la Semana del Cuzco a partir de 1967 y terminado en 1972, a cuya consecuencia Paucartambo es la poseedora del valioso trofeo «Inti Raymi» en forma definitiva, cuyo proceso describimos en el Capítulo VI en forma sucinta.»(29)
Como se irá aclarando, es a través de la celebración de la fiesta de la Virgen del Carmen, de procedencia española, pero particularizada por la influencia local, que los paucartambinos consolidan su identidad mestiza. La importancia y la fuerza de la fiesta de la Virgen del Carmen de Paucartambo se explica en el texto como resultado de lo que Villasante denomina «pugna de dos culturas», expresada en la competencia entre indios y españoles/mestizos por imponer la fiesta de la Virgen del Rosario y la Virgen del Carmen respectivamente. Según el texto, el antiguo pueblo de Paucartambo fue fundado bajo la advocación de la Virgen del Rosario(30). La población indígena, que constituía la mayoría, habría introducido danzas y costumbres autóctonas a la festividad de la patrona del pueblo, apoderándose de esta manera de su culto. Cuando las familias de españoles y mestizos quisieron recuperar el control sobre estas festividades se habría desatado un abierto conflicto entre ambos grupos. Se entabló un juicio que llegó hasta el Obispado del Cuzco, instancia que votó en perjuicio de los indígenas, quienes finalmente llegaron con sus reclamos ante el Vaticano, que sí reconoció a la Virgen del Rosario como patrona de los indígenas. Desde entonces, los españoles y mestizos se avocaron al culto de la Virgen del Carmen, cuyas festividades se realizaron en competencia con las de la Virgen del Rosario. La grandiosidad de la fiesta de la Virgen del Carmen y la cantidad y calidad de sus danzas la habrían impuesto sobre la fiesta de la Virgen del Rosario que en la actualidad ya solamente es celebrada pobremente por los indígenas que bajan al pueblo el 7 de octubre(31). En la competencia de ambas fiestas, las danzas han jugado un rol fundamental. Villasante afirma que fue por la introducción de nuevas danzas, de origen español y francés -él las denomina «occidentalizadas»-, que los españoles y mestizos superan la fiesta de los indígenas. De esta manera se habría creado un repertorio coreográfico mestizo que hasta la actualidad es representativo de la fiesta y del pueblo.
Las danzas que se presentan en honor de la Virgen del Carmen siguen siendo un recurso de competencia importante. Ellas son valoradas por la vistosidad de sus trajes, la música, la complejidad de sus coreografías, la organización y disciplina de los danzantes, y su exitosa participación en concursos folclóricos regionales. Esto último ha convertido en la actualidad a la fiesta de la Virgen del Carmen en el evento festivo más importante del pueblo, y uno de los más significativos en la región. Aunque no todas las danzas son originarias de Paucartambo, es allí donde ellas han tomado características propias convirtiéndose en modelos, que otros pueblos y comunidades campesinas han copiado y copian. En un contexto regional en el cual también la división entre danzas mestizas e indígenas es un criterio de valoración importante (Mendoza-Walker: 1993a), las danzas paucartambinas se convirtieron en la expresión de una identidad mestiza. En ellas los mestizos paucartambinos se reconocen, pero también son reconocidos como tales por la gente de afuera.
Las expresiones coreográficas mestizas paucartambinas son concebidas en el texto de Villasante como resultado de una serie de transformaciones, que se habrían consolidado en los concursos folclóricos regionales. Este proceso comprende dos dimensiones: primero, una transformación que Villasante califica como el tránsito de «salvaje» a «semi-salvaje», a «occidentalizado» y a «mestizo»; segundo, un reconocimiento de las expresiones autóctonas locales como el ingrediente que permite un desarrollo particular de las danzas de origen europeo. Ambas dimensiones -local y foránea- hacen posible el desarrollo de un repertorio de danzas mestizas paucartambinas.
Villasante relata en su texto que incluso en la propia fiesta de la Virgen del Rosario los indígenas transforman algunas de las danzas «salvajes» en «semisalvajes », mencionando como ejemplos las danzas del k’ara ch’unchu y la del karataka.
Esta transformación es la que le otorga a esta festividad una «especial fastuosidad, acorde con la época y el grupo social nativo dominante.» (Villasante: 1980, 141) Sin embargo, el éxito de la fiesta de la Virgen del Carmen exige de una trasformación aún mayor, de una «occidentalización». Villasante menciona tres danzas del repertorio de la fiesta de la Virgen del Carmen que también se bailaban en la fiesta de la Virgen del Rosario: el qhapaq ch’unchu, el qhapaq qulla y el qhapaq negro. Estas serían las versiones de danzas bailadas por los indígenas como el qara ch’unchu, el waqcha qulla, y el waqcha negros, que habrían sido mejoradas y «occidentalizadas» por los mestizos y españoles hasta convertirse en las predilectas de la Virgen del Carmen a las que pertenecen hoy(32).
El proceso de transformación por el que habrían pasado las danzas paucartambinas indicarían un cambio de lo «indígena» a lo «menos indígena», dando como resultado un producto «mestizo». Tanto la interpretación del origen de la fiesta de la Virgen del Carmen como del desarrollo de sus danzas, coinciden con la concepción de la historia de Paucartambo, como un proceso de desindianización en función de la creación de una identidad mestiza. Al mismo tiempo, Villasante admite la influencia de elementos indígenas o aborígenes en este proceso como un aspecto fundamental en la creación de un repertorio coreográfico mestizo. Es la síntesis de ambas herencias la que habría dado como resultado un repertorio coreográfico particular que ha convertido a la fiesta de La Virgen del Carmen en un evento único. Esta situación está relacionada con el hecho de que Paucartambo ostenta el título de Provincia Folclórica, lo cual ubicaría a Paucartambo en un lugar superior en relación con una jerarquía de danzas a nivel regional.
La danza es el espacio a través del cual los paucartambinos han conquistado su identidad. Como tal, ella juega un papel importante no solamente a nivel local, sino también regional e histórico. Durante la Colonia, por ejemplo, las danzas, interpretadas ampliamente por las poblaciones indígenas eran contextos en los que tanto la iglesia como la población indígena, e incluso mestiza, se enfrentaban para imponer o aceptar valores culturales y para negociar los límites de sus espacios sociales y rituales (Ares Queija: 1984; Cahill: 1986).
«Para terminar, nos podemos preguntar si estas danzas, además de ser una expresión propia de las culturas autóctonas y un mecanismo de identificación frente al otro (sea este indio, blanco o negro), no se convirtieron también en uno de los principales medios de canalizar la capacidad de respuesta de estas culturas, frente a la situación de conflicto en la cual se vieron inmersos después de la Conquista. La respuesta a esto nos ayudaría a comprender no solamente su presencia continua y el importante papel que desempeñaron, y desempeñan todavía hoy, sino también a comprender la existencia de ciertas representaciones dramáticas danzadas (o semi-danzadas), conocidas bajo el nombre genérico de La danza de la Conquista» (Ares Queija: 1984, 463).
Apoyándose en datos etnohistóricos y etnográficos contemporáneos, Poole (1990 y 1991) concibe las danzas y festividades católicas andinas, tanto de la Colonia como de la actualidad, como espacios de resistencia de la cultura andina, en los que identidades sociales jerarquizadas se siguen construyendo. En este sentido las danzas estarían conservando su dimensión simbólica y política pre-hispánica. Antes de la conquista las danzas eran expresiones públicas en las que cada grupo representaba su identidad local o étnica y su status, como forma de tributo al gobierno Inca (Poole: 1990, 107). Ante las prohibiciones de la iglesia católica, cuya tolerancia hacia estas expresiones variaban según el lugar y el momento (Ares Queija: 1984), los contenidos políticos de las danzas prehispánicas se habrían camuflado de dos maneras: bajo la forma de representaciones clandestinas (Poole: 1990; Ares Queija: 1984) o participando en contextos festivos católicos a través de danzas en las que el «yo» étnico o político aparecía enmascarado tras la representación del «otro». Esta estrategia se explica gracias a una lógica de transformación simbólica y ritual prehispánica (Poole: 1985; 1990; 1991 y Zuidema: 1983), según la cual es posible debilitar al enemigo y absorber su poder representándolo ritualmente.
Con un enfoque algo diferente y haciendo un estudio de las danzas del pueblo de San Jerónimo y del contexto cultural regional, Mendoza-Walker (1993a, 1993b) afirma que las danzas aún son espacios en los que los distintos grupos de la sociedad cuzqueña negocian sus identidades en los ámbitos locales, regionales y nacionales. A través de la participación en las danzas los pobladores de San Jerónimo se diferencian entre sí identificándose con los distintos grupos que conforman el pueblo. Esto sucede además dentro del contexto regional cuzqueño en el cual, según la ideología dominante se diferencian danzas «indígenas» de danzas «mestizas»; de esta manera la jerarquización social al interior del pueblo de San Jerónimo se establece en términos étnicos.
«En Cuzco y en Perú en general, las prácticas culturales que han sido definidas como «folklore: -en particular danzas, música y fiestas religiosas- han sido por mucho tiempo un área de conflicto por el poder y la identidad «étnica». Ha sido en el ámbito del «folkore» donde los cusqueños, incluyendo a miembros de instituciones, han identificado sus diferencias étnicas y han tendido, ya sea a oponerse o a reforzar las relaciones de desigualdad y de subordinación a las que estas diferencias étnicas están ligadas» (Mendoza-Walker: 1993a, 39; la traducción es mía).
Las danzas, por lo tanto, son espacios en los cuales se redefinen las identidades, tanto a nivel local como regional. En este sentido, la clasificación hecha entre danzas mestizas y danzas indígenas influye en las características que toman las danzas a nivel local. De tal modo que los contenidos de clase, de género y de generación que los pobladores de San Jerónimo le asignan a sus danzas y que diferencian grupos al interior del pueblo, son sintetizados en la dicotomía indígena/mestizo.
Lo discutido líneas arriba permite comprender el significado que tiene el hecho de que Villasante interprete la fiesta de la Virgen del Carmen y sus danzas como las causas y los medios a través de los cuales la historia e identidad de Paucartambo se explican y construyen. Su texto es un discurso ideológico a través del cual trata de explicar la identidad mestiza del pueblo y busca colocar a los mestizos paucartambinos en una posición privilegiada dentro de la jerarquía regional. Es en este sentido que cobran especial importancia los capítulos III y VI del libro. El primero está dedicado a presentar el repertorio de danzas de la región de Paucartambo, describiendo cada una de ellas y diferenciando las danzas nativas de las danzas mestizas. Una vez establecida esta diferenciación que como he discutido anteriormente se explica históricamente por la competencia de las fiestas de la Virgen del Rosario y de la Virgen del Carmen, Villasante dedica el capítulo VI a las descripción de los eventos que se sucedieron en el Concurso Folclórico Departamental y que llevaron al reconocimiento de Paucartambo como Provincia Folclórica. De esta manera la identidad mestiza paucartambina se consolida en el presente y a nivel regional.
La consolidación de la identidad mestiza paucartambina es presentada como un proceso de transformación en el tiempo -de danzas «salvajes» hasta «mestizas»-, pero también en el espacio. Villasante menciona en su texto que históricamente el culto de la Virgen del Carmen se inicia en el pueblo de Paucartambo, luego se difunde en toda la provincia y, finalmente, se centraliza nuevamente en el pueblo, donde adquiere las particularidades que la definen en la actualidad. En el proceso de definición de la fiesta de la Virgen del Carmen como fiesta de los mestizos, la transformación espacial a la que hago alusión, justifica la representatividad de las danzas mestizas de la Virgen del Carmen como símbolo de toda la provincia.
Es dentro de esta dimensión espacial que se puede entender la importancia que tiene para Villasante la Coronación de la Virgen del Carmen por el Papa Juan Pablo II en la ciudad del Cuzco. Este hecho, al que Villasante dedica el tomo 4 de su serie, no solamente significa el reconocimiento de la Virgen del Carmen a nivel regional, sino también a nivel nacional e internacional. Este evento, además, significó en términos reales el traslado de la Virgen del Carmen hasta la ciudad del Cuzco y a las ruinas de Sacsayhuamán. La presencia de la imagen en Cuzco puede ser interpretada como la conquista de un espacio geográfico mayor; pero, además, establece su vínculo con un pasado inca mitificado, representado por las ruinas de Sacsayhuaman donde se realiza anualmente el Inti Raymi. De esta manera, la imagen de la Virgen del Carmen cargada de tantos contenidos occidentales se vincula con la dimensión autóctona, que culturalmente se ha reconocido como ingrediente necesario para la consolidación de una identidad mestiza. El Concurso Departamental de Danzas Folclóricas y luego la Coronación de la Virgen del Carmen son argumentos que Villasante utiliza para explicar que la fiesta de la Virgen del Carmen se convirtiera en una de las festividades más importantes de la región y en uno de los focos de difusión de las tradiciones folclóricas vinculadas a las festividades religiosas del sur-andino.
La separación étnica que marcan los cultos a las vírgenes del Carmen y del Rosario sigue vigente hasta la actualidad. Aún hoy la fiesta de la Virgen del Carmen es una fiesta para la «gente del pueblo». Si bien muchos campesinos indígenas bajan para esa fecha al pueblo a vender sus productos en la feria o simplemente a observar la fiesta, éstos no pueden participar en las distintas ceremonias que se suceden en esos días, ni son invitados por los mayordomos o karguyuq a las comidas que éstos ofrecen.
Actualmente sólo participan en la fiesta grupos de danza integrados por personas que residen en el pueblo o paucartambinos residentes fuera(33), es decir, por mestizos.
Van den Berghe (1977, 217) afirma que en 1973, año en que él observó la fiesta, participaban comparsas de campesinos representando comunidades o distritos que llegaban acompañados de un karguyuq mestizo. Es muy importante señalar que en la fiesta se delimitaban muy claramente los espacios, los momentos y funciones de las comparsas del pueblo y las foráneas. Las comparsas de los grupos campesinos indígenas participaban en un concurso de danzas folclóricas para obtener un trofeo, mientras que las comparsas del pueblo, consideradas parte integrante de las ceremonias de la fiesta, no actuaban en el concurso formal, ya que ellas bailan por devoción a la virgen. Las comparsas de campesinos bailaban en un tabladillo para dar un espectáculo a los asistentes(34).
Durante el trabajo de campo no he podido recoger datos acerca de los motivos que pudieron influir para que las comparsas foráneas dejaran de participar. Pero hay que considerar que estos grupos tenían que pagar un derecho a la municipalidad de Paucartambo para bailar en la fiesta (Van den Berghe: 1977, 217). Por otro lado, hemos oído decir que la municipalidad prohibió la participación de los maq’tas que llegaban de la comunidades campesinas porque vestían trajes sucios y andrajosos, desprestigiando la fiesta y a la «gente del pueblo» frente a los visitantes(35). Es interesante señalar al respecto que en nuestras entrevistas ningún informante se ha referido a la participación de estos grupos foráneos en el pasado. Tampoco en el libro de Villasante (1980) que es una descripción detallada de la festividad de la Mamacha Carmen se hace alusión a este hecho. Unicamente dos personas mayores refirieron, en un caso, el problema que hubo con los maq’tas y, en el otro, que antiguamente participaban más de dos grupos de qulla en la fiesta. Es evidentemente que este «olvido» no deja de ser significativo, en el sentido que excluye para la memoria del pueblo la participación en la fiesta de grupos que no se aceptan como parte de la identidad mestiza paucartambina.
El lenguaje religioso y ritual es uno de los ámbitos en los cuales la población paucartambina busca definir su identidad. Aunque la composición del grupo de los mestizos paucartambinos haya cambiado, la «identidad mestiza» sigue definiéndose en relación con el culto de la Virgen del Carmen. En los capítulos que siguen, me propongo discutir la problemática de la identidad mestiza paucartambina tal como se da en el contexto ritual; es decir, de acuerdo con los vínculos rituales que establecen de manera distinta las personas y grupos con la Virgen del Carmen como símbolo de una identidad cambiante y dinámica. Las personas y grupos serán reconocidos como mestizos en mayor o menor grado en tanto mantengan vínculos de reciprocidad con la Virgen del Carmen(36). Lo dicho implica la concepción de la virgen como fuente de poder ritual y la fiesta como el evento espacial y temporal al interior del cual se hace efectivo el intercambio y la distribución de éste entre ella y los paucartambinos.
Concibo, por lo tanto, el poder ritual como aquello que es comunicado en la fiesta de manera autorizada. En términos concretos son las personas y los grupos que tengan la capacidad de manipular los contenidos relacionados con la Virgen del Carmen y sus danzas, es decir la tradición, así como el poder de dirigir la percepción que se tenga de éstos, los que determinan quiénes son los mestizos paucartambinos. El texto de Villasante es un ejemplo de cómo se realiza esto a través del uso del discurso escrito e impreso(37).
Según el texto de Villasante y la tradición oral del pueblo, la construcción del puente Carlos III, en el siglo XVIII, está vinculada a tres circunstancias. Primero, el poder económico de la región que se explica por el crecimiento del comercio de coca y metales que hace necesario un puente nuevo. Segundo, el reconocimiento extra-local del pueblo; según la tradición, más de una vez cayeron al río cargamentos de oro de Q’usñipata para el rey Carlos III, quien finalmente mandó a construir el puente, que lleva su nombre (Barrionuevo: 1980, 204). Este «vínculo» del puente con lo hispánico se ve reforzado por el hecho de caracterizarse por un estilo arquitectónico no indígena. Es más, el puente Carlos III debía reemplazar el antiguo puente de mimbre, cuyas características, por oposición, pueden distinguirse como indígenas(25). Aparece el motivo de la transformación de lo «indígena» en lo «no-indígena», que se ve reforzado por la tercera circunstancia vinculada al puente Carlos III: el traslado del pueblo. Este tercer hecho puede interpretarse también en el sentido de una transformación, esta vez en términos espaciales: del antiguo pueblo indígena al nuevo Paucartambo no-indígena(26).
En la actualidad, el puente Carlos III constituye uno de los símbolos más importantes de la identidad del pueblo, hecho que es enfatizado ritualmente en el tercer día de fiesta cuando las comparsas de danzantes llevan a la Virgen del Carmen en procesión hasta el puente para la bendición en dirección a los cuatro puntos cardinales.
Algunas comparsas de danzantes mandan a imprimir afiches que anuncian la realización de la fiesta de la Virgen del Carmen en Paucartambo con la idea de convocar la asistencia de visitantes y turistas. Para la ilustración de los afiches es usual pedir la colaboración de artistas paucartambinos a los que se les pide explícitamente que incluyan los elementos más importantes de la identidad paucartambina. Es notorio que el puente aparece siempre como uno de los símbolos más resaltantes, junto con la imagen de la virgen. En el local de la comparsa de los contradanza existe un mural pintado por uno de los artesanos más conocidos del pueblo. En él, según palabras del mismo artista, se pueden observar «las maravillas» de Paucartambo: el puente, que ocupa un lugar central; la iglesia; un cerro principal de la región (Apu Riñacuy); la salida del sol en Tres Cruces y el río Mapacho que pasa por debajo del puente hacia la selva. El mural muestra una absoluta conjunción entre el paisaje natural y algunas obras arquitectónicas como el puente, la iglesia y las casas de diseño colonial. De esta manera, el puente es concebido como una creación que transciende lo humano convirtiéndose en parte del espacio geográfico y natural(27) adquiriendo un contenido simbólico.
La historia social de Paucartambo es resumida por Villasante (1980, 25) de la siguiente manera. En Paucartambo existieron tres clases sociales: la clase alta, conformada por hacendados y extranjeros; una clase intermedia de mestizos residentes en el pueblo y dedicados al comercio y la artesanía; y una tercera clase de indígenas campesinos(28). El desarrollo del pueblo habría ocasionado que el poder económico y político se desplazara hacia el grupo de los mestizos que empezaron a sentir la necesidad de diferenciarse social y culturalmente de la población indígena, y de darle al pueblo una nueva identidad. Villasante no da más detalles históricos sobre este proceso y para documentarlo se refiere a la tradición de la fiesta de la Virgen del Carmen. Según ésta, la conformación de la identidad mestiza se explica en términos de un lenguaje religioso, materializado en la competencia entre la fiesta de la Virgen del Carmen, virgen de los mestizos, y la fiesta de la Virgen del Rosario, patrona del pueblo, pero virgen de los indígenas.
La mayor parte del texto de Villasante (capítulos II al VI) está dedicada al tema del culto de la Virgen del Carmen y a las danzas que se presentan en su honor. El capítulo que se refiere a la Virgen del Carmen (capítulo IV) es el núcleo de esta parte y fundamento para explicar la historia y el presente del pueblo de Paucartambo. Villasante se refiere primero a la tradición católica de la Virgen del Carmen y a su culto en Europa; en América fue introducido por iniciativa de familias y autoridades religiosas españolas, primero en Lima y luego en las ciudades serranas. Según Villasante, en la región de Paucartambo, la advocación de la Virgen del Carmen se habría instaurado con mayor vigor que en otras provincias
«(…) gracias a la decisiva influencia de las familias españolas que radican en las minas de los ramales de la Alcumbrera, de Qolquercuna y Qapana, en las haciendas de las selvas del Q’usñipata y de la hoya hidrográfica del Mapacho o Paucartambo» (Villasante: 1980, 134).
De esta manera, el autor establece dos cosas; por un lado, el vínculo de la Virgen del Carmen con Europa y Lima, así como con las familias ricas y españolas y, por el otro, particulariza el culto de la Virgen del Carmen en Paucartambo, como una expresión única. Villasante (1980: 134-135) dice:
«(…) los españoles y mistis tratan de superar las fiestas de la Virgen del Carmen con un programa de festividades a la usanza española con entradas de flores, día central, día de bendición y despedida, con costumbres y danzas de origen español y francés, los que poco a poco se conjuncionan con las costumbres y danzas mestizas y aborígenes, adquiriendo un sello peculiar que los caracteriza a la festividad de Mamacha Carmen paucartambina, diferente de las otras festividades carmelitas de otras provincias o parroquias. De esta manera, la tradicional festividad del 16 de julio tiene características muy especiales constituyéndose en el imán del turismo nacional e internacional, cuyos méritos lo han convertido en la Provincia Folclórica del Cusco, título ganado con toda justeza después de seis años de «guerra folclórica» en el Concurso Departamental de Danzas Folclóricas organizado por la Comisión Municipal de la Semana del Cuzco a partir de 1967 y terminado en 1972, a cuya consecuencia Paucartambo es la poseedora del valioso trofeo «Inti Raymi» en forma definitiva, cuyo proceso describimos en el Capítulo VI en forma sucinta.»(29)
Como se irá aclarando, es a través de la celebración de la fiesta de la Virgen del Carmen, de procedencia española, pero particularizada por la influencia local, que los paucartambinos consolidan su identidad mestiza. La importancia y la fuerza de la fiesta de la Virgen del Carmen de Paucartambo se explica en el texto como resultado de lo que Villasante denomina «pugna de dos culturas», expresada en la competencia entre indios y españoles/mestizos por imponer la fiesta de la Virgen del Rosario y la Virgen del Carmen respectivamente. Según el texto, el antiguo pueblo de Paucartambo fue fundado bajo la advocación de la Virgen del Rosario(30). La población indígena, que constituía la mayoría, habría introducido danzas y costumbres autóctonas a la festividad de la patrona del pueblo, apoderándose de esta manera de su culto. Cuando las familias de españoles y mestizos quisieron recuperar el control sobre estas festividades se habría desatado un abierto conflicto entre ambos grupos. Se entabló un juicio que llegó hasta el Obispado del Cuzco, instancia que votó en perjuicio de los indígenas, quienes finalmente llegaron con sus reclamos ante el Vaticano, que sí reconoció a la Virgen del Rosario como patrona de los indígenas. Desde entonces, los españoles y mestizos se avocaron al culto de la Virgen del Carmen, cuyas festividades se realizaron en competencia con las de la Virgen del Rosario. La grandiosidad de la fiesta de la Virgen del Carmen y la cantidad y calidad de sus danzas la habrían impuesto sobre la fiesta de la Virgen del Rosario que en la actualidad ya solamente es celebrada pobremente por los indígenas que bajan al pueblo el 7 de octubre(31). En la competencia de ambas fiestas, las danzas han jugado un rol fundamental. Villasante afirma que fue por la introducción de nuevas danzas, de origen español y francés -él las denomina «occidentalizadas»-, que los españoles y mestizos superan la fiesta de los indígenas. De esta manera se habría creado un repertorio coreográfico mestizo que hasta la actualidad es representativo de la fiesta y del pueblo.
Las danzas que se presentan en honor de la Virgen del Carmen siguen siendo un recurso de competencia importante. Ellas son valoradas por la vistosidad de sus trajes, la música, la complejidad de sus coreografías, la organización y disciplina de los danzantes, y su exitosa participación en concursos folclóricos regionales. Esto último ha convertido en la actualidad a la fiesta de la Virgen del Carmen en el evento festivo más importante del pueblo, y uno de los más significativos en la región. Aunque no todas las danzas son originarias de Paucartambo, es allí donde ellas han tomado características propias convirtiéndose en modelos, que otros pueblos y comunidades campesinas han copiado y copian. En un contexto regional en el cual también la división entre danzas mestizas e indígenas es un criterio de valoración importante (Mendoza-Walker: 1993a), las danzas paucartambinas se convirtieron en la expresión de una identidad mestiza. En ellas los mestizos paucartambinos se reconocen, pero también son reconocidos como tales por la gente de afuera.
Las expresiones coreográficas mestizas paucartambinas son concebidas en el texto de Villasante como resultado de una serie de transformaciones, que se habrían consolidado en los concursos folclóricos regionales. Este proceso comprende dos dimensiones: primero, una transformación que Villasante califica como el tránsito de «salvaje» a «semi-salvaje», a «occidentalizado» y a «mestizo»; segundo, un reconocimiento de las expresiones autóctonas locales como el ingrediente que permite un desarrollo particular de las danzas de origen europeo. Ambas dimensiones -local y foránea- hacen posible el desarrollo de un repertorio de danzas mestizas paucartambinas.
Villasante relata en su texto que incluso en la propia fiesta de la Virgen del Rosario los indígenas transforman algunas de las danzas «salvajes» en «semisalvajes », mencionando como ejemplos las danzas del k’ara ch’unchu y la del karataka.
Esta transformación es la que le otorga a esta festividad una «especial fastuosidad, acorde con la época y el grupo social nativo dominante.» (Villasante: 1980, 141) Sin embargo, el éxito de la fiesta de la Virgen del Carmen exige de una trasformación aún mayor, de una «occidentalización». Villasante menciona tres danzas del repertorio de la fiesta de la Virgen del Carmen que también se bailaban en la fiesta de la Virgen del Rosario: el qhapaq ch’unchu, el qhapaq qulla y el qhapaq negro. Estas serían las versiones de danzas bailadas por los indígenas como el qara ch’unchu, el waqcha qulla, y el waqcha negros, que habrían sido mejoradas y «occidentalizadas» por los mestizos y españoles hasta convertirse en las predilectas de la Virgen del Carmen a las que pertenecen hoy(32).
El proceso de transformación por el que habrían pasado las danzas paucartambinas indicarían un cambio de lo «indígena» a lo «menos indígena», dando como resultado un producto «mestizo». Tanto la interpretación del origen de la fiesta de la Virgen del Carmen como del desarrollo de sus danzas, coinciden con la concepción de la historia de Paucartambo, como un proceso de desindianización en función de la creación de una identidad mestiza. Al mismo tiempo, Villasante admite la influencia de elementos indígenas o aborígenes en este proceso como un aspecto fundamental en la creación de un repertorio coreográfico mestizo. Es la síntesis de ambas herencias la que habría dado como resultado un repertorio coreográfico particular que ha convertido a la fiesta de La Virgen del Carmen en un evento único. Esta situación está relacionada con el hecho de que Paucartambo ostenta el título de Provincia Folclórica, lo cual ubicaría a Paucartambo en un lugar superior en relación con una jerarquía de danzas a nivel regional.
La danza es el espacio a través del cual los paucartambinos han conquistado su identidad. Como tal, ella juega un papel importante no solamente a nivel local, sino también regional e histórico. Durante la Colonia, por ejemplo, las danzas, interpretadas ampliamente por las poblaciones indígenas eran contextos en los que tanto la iglesia como la población indígena, e incluso mestiza, se enfrentaban para imponer o aceptar valores culturales y para negociar los límites de sus espacios sociales y rituales (Ares Queija: 1984; Cahill: 1986).
«Para terminar, nos podemos preguntar si estas danzas, además de ser una expresión propia de las culturas autóctonas y un mecanismo de identificación frente al otro (sea este indio, blanco o negro), no se convirtieron también en uno de los principales medios de canalizar la capacidad de respuesta de estas culturas, frente a la situación de conflicto en la cual se vieron inmersos después de la Conquista. La respuesta a esto nos ayudaría a comprender no solamente su presencia continua y el importante papel que desempeñaron, y desempeñan todavía hoy, sino también a comprender la existencia de ciertas representaciones dramáticas danzadas (o semi-danzadas), conocidas bajo el nombre genérico de La danza de la Conquista» (Ares Queija: 1984, 463).
Apoyándose en datos etnohistóricos y etnográficos contemporáneos, Poole (1990 y 1991) concibe las danzas y festividades católicas andinas, tanto de la Colonia como de la actualidad, como espacios de resistencia de la cultura andina, en los que identidades sociales jerarquizadas se siguen construyendo. En este sentido las danzas estarían conservando su dimensión simbólica y política pre-hispánica. Antes de la conquista las danzas eran expresiones públicas en las que cada grupo representaba su identidad local o étnica y su status, como forma de tributo al gobierno Inca (Poole: 1990, 107). Ante las prohibiciones de la iglesia católica, cuya tolerancia hacia estas expresiones variaban según el lugar y el momento (Ares Queija: 1984), los contenidos políticos de las danzas prehispánicas se habrían camuflado de dos maneras: bajo la forma de representaciones clandestinas (Poole: 1990; Ares Queija: 1984) o participando en contextos festivos católicos a través de danzas en las que el «yo» étnico o político aparecía enmascarado tras la representación del «otro». Esta estrategia se explica gracias a una lógica de transformación simbólica y ritual prehispánica (Poole: 1985; 1990; 1991 y Zuidema: 1983), según la cual es posible debilitar al enemigo y absorber su poder representándolo ritualmente.
Con un enfoque algo diferente y haciendo un estudio de las danzas del pueblo de San Jerónimo y del contexto cultural regional, Mendoza-Walker (1993a, 1993b) afirma que las danzas aún son espacios en los que los distintos grupos de la sociedad cuzqueña negocian sus identidades en los ámbitos locales, regionales y nacionales. A través de la participación en las danzas los pobladores de San Jerónimo se diferencian entre sí identificándose con los distintos grupos que conforman el pueblo. Esto sucede además dentro del contexto regional cuzqueño en el cual, según la ideología dominante se diferencian danzas «indígenas» de danzas «mestizas»; de esta manera la jerarquización social al interior del pueblo de San Jerónimo se establece en términos étnicos.
«En Cuzco y en Perú en general, las prácticas culturales que han sido definidas como «folklore: -en particular danzas, música y fiestas religiosas- han sido por mucho tiempo un área de conflicto por el poder y la identidad «étnica». Ha sido en el ámbito del «folkore» donde los cusqueños, incluyendo a miembros de instituciones, han identificado sus diferencias étnicas y han tendido, ya sea a oponerse o a reforzar las relaciones de desigualdad y de subordinación a las que estas diferencias étnicas están ligadas» (Mendoza-Walker: 1993a, 39; la traducción es mía).
Las danzas, por lo tanto, son espacios en los cuales se redefinen las identidades, tanto a nivel local como regional. En este sentido, la clasificación hecha entre danzas mestizas y danzas indígenas influye en las características que toman las danzas a nivel local. De tal modo que los contenidos de clase, de género y de generación que los pobladores de San Jerónimo le asignan a sus danzas y que diferencian grupos al interior del pueblo, son sintetizados en la dicotomía indígena/mestizo.
Lo discutido líneas arriba permite comprender el significado que tiene el hecho de que Villasante interprete la fiesta de la Virgen del Carmen y sus danzas como las causas y los medios a través de los cuales la historia e identidad de Paucartambo se explican y construyen. Su texto es un discurso ideológico a través del cual trata de explicar la identidad mestiza del pueblo y busca colocar a los mestizos paucartambinos en una posición privilegiada dentro de la jerarquía regional. Es en este sentido que cobran especial importancia los capítulos III y VI del libro. El primero está dedicado a presentar el repertorio de danzas de la región de Paucartambo, describiendo cada una de ellas y diferenciando las danzas nativas de las danzas mestizas. Una vez establecida esta diferenciación que como he discutido anteriormente se explica históricamente por la competencia de las fiestas de la Virgen del Rosario y de la Virgen del Carmen, Villasante dedica el capítulo VI a las descripción de los eventos que se sucedieron en el Concurso Folclórico Departamental y que llevaron al reconocimiento de Paucartambo como Provincia Folclórica. De esta manera la identidad mestiza paucartambina se consolida en el presente y a nivel regional.
La consolidación de la identidad mestiza paucartambina es presentada como un proceso de transformación en el tiempo -de danzas «salvajes» hasta «mestizas»-, pero también en el espacio. Villasante menciona en su texto que históricamente el culto de la Virgen del Carmen se inicia en el pueblo de Paucartambo, luego se difunde en toda la provincia y, finalmente, se centraliza nuevamente en el pueblo, donde adquiere las particularidades que la definen en la actualidad. En el proceso de definición de la fiesta de la Virgen del Carmen como fiesta de los mestizos, la transformación espacial a la que hago alusión, justifica la representatividad de las danzas mestizas de la Virgen del Carmen como símbolo de toda la provincia.
Es dentro de esta dimensión espacial que se puede entender la importancia que tiene para Villasante la Coronación de la Virgen del Carmen por el Papa Juan Pablo II en la ciudad del Cuzco. Este hecho, al que Villasante dedica el tomo 4 de su serie, no solamente significa el reconocimiento de la Virgen del Carmen a nivel regional, sino también a nivel nacional e internacional. Este evento, además, significó en términos reales el traslado de la Virgen del Carmen hasta la ciudad del Cuzco y a las ruinas de Sacsayhuamán. La presencia de la imagen en Cuzco puede ser interpretada como la conquista de un espacio geográfico mayor; pero, además, establece su vínculo con un pasado inca mitificado, representado por las ruinas de Sacsayhuaman donde se realiza anualmente el Inti Raymi. De esta manera, la imagen de la Virgen del Carmen cargada de tantos contenidos occidentales se vincula con la dimensión autóctona, que culturalmente se ha reconocido como ingrediente necesario para la consolidación de una identidad mestiza. El Concurso Departamental de Danzas Folclóricas y luego la Coronación de la Virgen del Carmen son argumentos que Villasante utiliza para explicar que la fiesta de la Virgen del Carmen se convirtiera en una de las festividades más importantes de la región y en uno de los focos de difusión de las tradiciones folclóricas vinculadas a las festividades religiosas del sur-andino.
La separación étnica que marcan los cultos a las vírgenes del Carmen y del Rosario sigue vigente hasta la actualidad. Aún hoy la fiesta de la Virgen del Carmen es una fiesta para la «gente del pueblo». Si bien muchos campesinos indígenas bajan para esa fecha al pueblo a vender sus productos en la feria o simplemente a observar la fiesta, éstos no pueden participar en las distintas ceremonias que se suceden en esos días, ni son invitados por los mayordomos o karguyuq a las comidas que éstos ofrecen.
Actualmente sólo participan en la fiesta grupos de danza integrados por personas que residen en el pueblo o paucartambinos residentes fuera(33), es decir, por mestizos.
Van den Berghe (1977, 217) afirma que en 1973, año en que él observó la fiesta, participaban comparsas de campesinos representando comunidades o distritos que llegaban acompañados de un karguyuq mestizo. Es muy importante señalar que en la fiesta se delimitaban muy claramente los espacios, los momentos y funciones de las comparsas del pueblo y las foráneas. Las comparsas de los grupos campesinos indígenas participaban en un concurso de danzas folclóricas para obtener un trofeo, mientras que las comparsas del pueblo, consideradas parte integrante de las ceremonias de la fiesta, no actuaban en el concurso formal, ya que ellas bailan por devoción a la virgen. Las comparsas de campesinos bailaban en un tabladillo para dar un espectáculo a los asistentes(34).
Durante el trabajo de campo no he podido recoger datos acerca de los motivos que pudieron influir para que las comparsas foráneas dejaran de participar. Pero hay que considerar que estos grupos tenían que pagar un derecho a la municipalidad de Paucartambo para bailar en la fiesta (Van den Berghe: 1977, 217). Por otro lado, hemos oído decir que la municipalidad prohibió la participación de los maq’tas que llegaban de la comunidades campesinas porque vestían trajes sucios y andrajosos, desprestigiando la fiesta y a la «gente del pueblo» frente a los visitantes(35). Es interesante señalar al respecto que en nuestras entrevistas ningún informante se ha referido a la participación de estos grupos foráneos en el pasado. Tampoco en el libro de Villasante (1980) que es una descripción detallada de la festividad de la Mamacha Carmen se hace alusión a este hecho. Unicamente dos personas mayores refirieron, en un caso, el problema que hubo con los maq’tas y, en el otro, que antiguamente participaban más de dos grupos de qulla en la fiesta. Es evidentemente que este «olvido» no deja de ser significativo, en el sentido que excluye para la memoria del pueblo la participación en la fiesta de grupos que no se aceptan como parte de la identidad mestiza paucartambina.
El lenguaje religioso y ritual es uno de los ámbitos en los cuales la población paucartambina busca definir su identidad. Aunque la composición del grupo de los mestizos paucartambinos haya cambiado, la «identidad mestiza» sigue definiéndose en relación con el culto de la Virgen del Carmen. En los capítulos que siguen, me propongo discutir la problemática de la identidad mestiza paucartambina tal como se da en el contexto ritual; es decir, de acuerdo con los vínculos rituales que establecen de manera distinta las personas y grupos con la Virgen del Carmen como símbolo de una identidad cambiante y dinámica. Las personas y grupos serán reconocidos como mestizos en mayor o menor grado en tanto mantengan vínculos de reciprocidad con la Virgen del Carmen(36). Lo dicho implica la concepción de la virgen como fuente de poder ritual y la fiesta como el evento espacial y temporal al interior del cual se hace efectivo el intercambio y la distribución de éste entre ella y los paucartambinos.
Concibo, por lo tanto, el poder ritual como aquello que es comunicado en la fiesta de manera autorizada. En términos concretos son las personas y los grupos que tengan la capacidad de manipular los contenidos relacionados con la Virgen del Carmen y sus danzas, es decir la tradición, así como el poder de dirigir la percepción que se tenga de éstos, los que determinan quiénes son los mestizos paucartambinos. El texto de Villasante es un ejemplo de cómo se realiza esto a través del uso del discurso escrito e impreso(37).
Fuente: MÁSCARA, TRANSFORMACIÓN E IDENTIDAD EN LOS ANDES. LA FIESTA DE LA VIRGEN DEL CARMEN autor Gisela Cánepa Koch. Biblioteca Digital Andina.
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1 comentario:
q lindo es mi paucar
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